Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

El pleito de los millonarios

In Actualidad on 14 septiembre, 2008 at 0:46

A la antigua rivalidad entre las burguesías comerciales de las dos mayores ciudades del Archipiélago, que se disputan los derechos de distribución de las importaciones de productos extranjeros (las «representaciones exclusivas» y las «comisiones»), hay que sumar hoy la lucha feroz entre los millonarios de Las Palmas y los de Santa Cruz, por la clientela turística y, ante todo, por el reparto de los dineros y las adjudicaciones de obras, que puedan llegar de Madrid y de Bruselas.

Esta competencia entre las dos grandes ramas insularistas de la burguesía intermediaria y antinacional, se expresa en un fuerte antagonismo en la lucha por el Poder «autonómico», y en una hostilidad primitiva y visceral que, apoyándose y arrastrando tras sus bastardos intereses, a los sectores más atrasados e incultos de la población de una y otra isla (lo mismo da la excusa futbolera que la carnavalera, la de los paisajes naturales o la de cuál de las dos «patronas» -la de la candelaria o la del pino- es más milagrosa), marca desde hace muchos años la vida social de nuestras familias burguesas, los editoriales y campañas de sus respectivos periódicos, y las reuniones y declaraciones de las sociedades, círculos y clubs de los millonarios capitalistas de Santa Cruz y Las Palmas.

Es sabido, sin embargo, que desde la conquista el conjunto de la clase dominante canaria  (terratenientes, importadores e industriales) ha desempeñado el papel de «colaborador necesario» del imperialismo español, a través del Pacto Colonial según el cual España reconoce, respeta y defiende los privilegios y propiedades de la burguesía, en complicidad con los conquistadores y burócratas peninsulares, con los que se funde por medio de asociaciones empresariales y matrimonios de conveniencia económica y política, reprimiendo al pueblo trabajador para beneficio de ambos.

Por eso sorprende a muchos la aparente paradoja de la confluencia del insularismo más grosero, incivilizado e irrespetuoso, con una descomunal  y aparatosa pataleta «soberanista» que dispone, por toda estrategia y por toda teoría política, del irrendentismo guanchista, el liberalismo anticomunista, y las pueriles ilusiones legalistas de recurrir a la ONU para «exigir» la descolonización.

En realidad esta asombrosa anécdota político-periodística, tiene antecedentes importantes. Se recuerda aún la frase del poderoso especulador inmobiliario lagunero Leoncio Oramas en 1977, a propósito de la decadencia de las emisiones independentistas desde Argel, cuando se lamentaba amargamente diciendo: ¡Qué lástima de emisora! ¡Lo que podríamos haberle sacado a Madrid!

Los propios ideólogos y fundadores de la Coalición Canaria, particularmente Olarte, Hermoso y Mauricio, mantenían abiertamente, que sólo ellos eran capaces de evitar la aparición de un peligroso movimiento cesesionista en las Islas. Principal argumento para presionar a Madrid y para obligarlo a hacer concesiones presupuestarias, poniendo en valor su papel de colaborador imprescindible en la perpetuación de la dominación colonial de Canarias.

Pero el Pacto Colonial no pasa hoy por sus mejores momentos. Desde la incorporación forzada de Canarias a la Unión Europea, apenas compensada con el REA para que los importadores pudieran seguir haciendo sus negocios a costa de nuestra producción nacional, y de la RIC por la que se le permite a nuestros grandes empresarios la evasión de impuestos y la fuga de capitales, una parte de la burguesía canaria empieza a sentirse desplazada de los mejores negocios (importación, comercio y exportaciones agrícolas especializadas) por los monopolios españoles y europeos, y considera que ha sido traicionada por su antaño fiable socio colonialista, que la empuja directamente a la trampa mortal de la competencia con las grandes y muy grandes empresas de la UE.

Y ahora, cuando ya es demasiado tarde, se dan cuenta que el Pacto Colonial con Madrid no es suficiente para salvarlos de los tiburones europeos, y que deben acudir necesariamente a Bruselas para complementarlo con un régimen especial para las regiones «ultraperiféricas» que les permita seguir peleándose como perros por las subvenciones, las inversiones y las contratas.

Esta situación inestable de la contradicción entre la burguesía canaria y sus socios, amigos y hermanos de clase, explica el mantenimiento de la bala soberanista en la recámara de los millonarios capitalistas, como recordatorio y fuerza de chantaje en su regateo económico y político con el imperialismo español y europeo.

¿Y los trabajadores? ¿Seguiremos haciéndole el juego a la burguesía? Los que siempre fueron representantes del nacionalismo burgués anticomunista y antipopular, continuarán ingenuamente dejándose utilizar, mientras le convenga a los capitalistas para presionar a Europa. Pero las vanguardias políticas de las clases trabajadoras y explotadas de Canarias, debemos denunciar, con perseverancia y firmeza, los manejos egoístas y las maniobras hipócritas e interesadas de los burgueses, que insultan la inteligencia de todos los canarios con su torpe y chapucero intento de enfrentarnos y romper la unidad del pueblo de todo el Archipiélago, para convertirnos en carne de cañón de sus miserables y mezquinas disputas empresariales. Y es nuestra obligación reforzar constantemente la unidad de las clases trabajadoras contra todos los capitalistas explotadores, ya sean españoles o canarios, de Las Palmas o de Santa Cruz.

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