Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

Gaza, territorio liberado

In Actualidad, Opinión on 22 noviembre, 2008 at 1:00

pedrobrenes3Pedro Brenes

El gobierno sionista de Israel presume de tener los mejores servicios secretos. Por eso debemos tomar muy en serio las conclusiones de un informe elevado al ministro de defensa Ehud Barak, cuando dice que: «El cierre de Gaza no afecta a los terroristas de Hamás, que siguen manteniendo un control total sobre la franja a pesar del cierre de los pasos y está teniendo éxito en abastecer la casi totalidad de los suministros al pueblo palestino, a través de los centenares de túneles que operan bajo el corredor Filadelfia. Lo que Hamás no puede obtener de Egipto es el combustible diésel necesario para operar la central eléctrica de Gaza. Si bien Israel dejó de suministrar el combustible, sigue suministrando electricidad a la Franja de Gaza.«

Este reconocimiento del fracaso de la política de cerco económico, cuyo objetivo era aislar a la resistencia del apoyo del pueblo palestino esconde, además, la profunda frustación sionista ante la conversión del territorio de la Franja en una plaza fuerte inexpugnable que significa, y tanto ellos como sus aliados americanos y europeos lo saben perfectamente, el principio del fin del Estado racista de Israel al que, tal como ocurrió con la Sudáfrica del apartheid, sólo le queda el camino de la democratización y la transformación en un Estado laico multicultural para todos sus habitantes, sean judíos, musulmanes o cristianos.

El Gobierno israelí, la oposición y la prensa se desesperan y lanzan furibundas amenazas contra los «terroristas» que «secuestran soldados» y atacan a la «población civil». Cuando ellos mantienen en sus prisiones a miles de palestinos, incluyendo a cientos de niños, y se han hecho ya un hueco en la Historia como ladrones de tierras, practicantes adelantados de la limpieza étnica y los castigos colectivos, terroristas y asesinos de civiles.

El análisis de su último intento de invasión del Líbano, les ha permitido comprobar que no existe solución militar para Gaza. En el norte sufrieron una derrota totalmente inesperada para ellos y ahora saben que sus bravatas de «reocupar» la Franja son pura fantasía.

En todo el territorio, después de la expulsión de los colonos judíos, cuyos poblados fueron sometidos al incesante fuego de mortero y de cohetes artesanales palestinos, y de librarse de la presencia de los agentes sionistas de Fatah, las milicias han construido una línea de defensa continua y escalonada en profundidad, tanto en la frontera con el Estado de Israel como en la costa y frente a Egipto.

Esta línea defensiva, similar a la que se encontraron los ejércitos israelíes en el Líbano, se sitúa a partir de una banda de quinientos metros de tierra de nadie y está conformada por puntos de resistencia camuflados en el terreno. Estos puntos fortificados están provistos, entro otro armamento, de los sofisticados misiles anticarro RPG-29 de guía láser, los mismos que destruyeron docenas de carros blindados israelíes Merkava, en la última guerra contra la milicia libanesa.

Situados de tal forma que permite el apoyo de fuego mutuo, conectados por campos de minas y comunicados a través de túneles subterráneos, estas instalaciones defensivas se extienden hacia retaguardia, en algunas zonas, hasta una profundidad de tres-cinco kilómetros.

Otras características del sistema defensivo palestino en Gaza sólo circulan en forma de rumores sin confirmar. Se dice, por ejemplo, que aprovechando los meses de la tregua que los sionistas se vieron obligados a concertar, se han introducido e instalado misiles antiaéreos y antibuque llegados desde Irán, al igual que los explosivos, las municiones y el dinero que permite a los habitantes de Gaza comprar casi todo lo que necesitan haciéndolo traer desde Egipto.

El Estado sionista ha intentado por todos los medios cortar esta vía de suministro de mercancías y abastecimientos civiles y militares a través de los cerca de quinientos túneles excavados en la frontera.

Pero el gobierno egipcio, a pesar de ser uno de los pocos países musulmanes que reconoce a Israel, y de sus buenas relaciones de aliado del imperialismo norteamericano, soporta fuertes presiones internas e internacionales en contra de su política de colaboración con los sionistas.

El régimen de El Cairo está obligado, ante la hostilidad de las masas populares egipcias, a un delicado equilibrio. Por eso mantiene cerrado el paso de Rafah al mismo tiempo que tolera el intenso tráfico subterráneo hacia la Franja. Y las amenazas de la extrema derecha israelí de cortar el suministro eléctrico a Gaza significaría, en caso de llevarse a cabo, no sólo la pérdida de una importante fuente de ingresos para las compañías eléctricas judías, sino también y sobretodo la ruptura del acuerdo que Ariel Sharon obligó, a través de las presiones de Washington, a aceptar a Egipto en el momento de la retirada israelí de Gaza.

Según ese acuerdo, en el que para su vergüenza participó también la Unión Europea, Israel está obligada a garantizar los suministros energéticos, sanitarios y de alimentos a la población de Gaza. Por lo que la situación de la frontera egipcio-palestina podría cambiar radicalmente.

La tregua firmada para un período de seis meses se ha mantenido a duras penas hasta ahora. Y es evidente que no se va a renovar. Por el contrario, Hamás se declara preparado para la guerra y considera que la renovación sólo beneficiaría a Israel. Y ha dejado clara su intención de responder adecuadamente a cada uno de los ataques del ejército y la aviación sionistas, haciendo uso de su cada vez más poderoso sistema de armas ofensivas que ha pasado de los primeros modelos de cohetes «Kassam», fabricados en la propia Franja de Gaza, que apenas superaban cinco kilómetros, al tipo II y sobretodo al modelo III con casi veinte kilómetros de alcance.

Por otra parte, como demuestran los ataque contra la ciudad de Askhelón, las milicias palestinas disponen de cierta cantidad de misiles «Grad», de fabricación rusa y mucho más potentes, capaces de alcanzar objetivos situados a treinta kilómetros del punto de disparo.

La llegada de activistas procedentes de todo el mundo, incluido israelíes, desafiando el bloqueo de la marina de guerra israelí, llevando hasta Gaza desde la isla de Chipre pequeñas cantidades de medicamentos y material sanitario, demuestra hasta qué punto el gobierno y la cúpula militar sionistas se encuentra en una situación de desconcierto, y cómo el problema de Gaza se ha convertido para ellos en un callejón sin salida.

Y deben considerar, además, que si desencadenan una nueva guerra contra la Franja de Gaza tendrán que enfrentarse, con toda probabilidad, a la ofensiva conjunta de los milicianos palestinos y de sus aliados libaneses. Escenario inimaginable para los arrogantes racistas israelíes que verían como la totalidad de su territorio sería sometido a un masivo bombardeo desde el norte y desde el sur.

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