Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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E-mail del compañero Agustín Mora con motivo de la constitución del PRCC

In Actualidad, Documento on 27 noviembre, 2008 at 12:29

agustinteo1De: Agustín Mora <moravalle@gmail.com>
Fecha: 15 de septiembre de 2008 2:51
Asunto: RE: Nace el PRCC
Para: Teodoro Santana <tdr.santana@gmail.com>

Bueno, amigo y compañero. ¿Cómo te van las cosas?

He tardado mucho en responder y te puedo jurar que no es porque se me acumule el trabajo, esté de juerga con las amigas o en el bar jugando a la «zanga». Qué más quisiera yo, joooeerrr.

Si algo se me acumula desde hace ya bastantes meses, es la desgana, la apatía, la incertidumbre y el cansancio mental que produce esa misma incertidumbre. Y también el sueño; el sueño se me acumula de tal manera que no hay nada capaz de desalojarlo en mi día a día. Han decidido en el hospital que tengo que engancharme a la morfina y en ello estoy. Y es que la opción es muy sencilla ante el dilema: dolor tremendo en la boca o morfina para aliviar (que no quitar del todo) ese dolor. Está clara la opción… morfina por un tubo aunque me tenga adormilado la mayor parte del día.

Gracias, Teo, por esa explicación que me das en cuanto a tu necesidad de estar al pie del cañón en la creación del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias. Me gusta hasta el nombre con el que lo habéis bautizado, supongo que en alegre ceremonia donde la cerveza era más bendita que el agua, y, sobre todo, me gusta el entusiasmo con el os lanzáis a la batalla de las ideas, los sueños, los proyectos de futuro y la esperanza de que alguna maldita vez llegará ese día en el que el pueblo canario va a tener muy claras las ideas y se dará a luchar por el socialismo auténtico.

Ser comunista no es fácil en los tiempos que corren. Y menos en Canarias donde la labor de zapa de otros partidos, supuestamente democráticos, que amparándose en la falacia de la «reconciliación nacional» y la «transición» a un sistema pleno de libertades («nacionalistas con tintes independentistas», primero; «nacionalistas» a secas, después; de «izquierda domada», más tarde y grupúsculos izquierdosos sin norte, ahora mismo) han despojado de ideología a la mayor parte de las capas sociales, desde clase media hasta las clases más bajas económica, cultural y socialmente (añoro a esos trabajadores y gente sin apenas cultura pero con una conciencia de clase tremenda). Si a ello unimos el oportunismo de aquellos que se llaman socialistas (y que estuvieron 40 años de «vacaciones») abominando de Carlos Marx o el de los fascistas de toda la vida que aún recordarán a Eufemiano Fuentes con uniforme de falange, el panorama político actual de Canarias se ve muy negro.

Espero que este nuevo partido sea capaz de reconducir, Teo. Es más, que sea capaz de reeducar las conciencias de las personas al menos con un sentido positivo de supervivencia. Porque es denigrante contemplar cómo, por ejemplo, los güagueros, con un Ayuntamiento y Cabildo soziolisto a la cabeza, se las han visto y deseado para cobrar el salario del mes de agosto y que, por cierto, no tienen garantías de poderse comer el turrón en diciembre. Nada que envidiar a los trabajadores del siglo XIX pero ahora… con menos luces.

Admiro tu empeño, compañero del alma, compañero y ojalá seáis caces de inocular entre la ciudadanía ese veneno de la conciencia de clase que tanto jode al sistema capitalista. Los venenos para que no maten a la primera (o se produzca rechazo orgánico-mental) se toman poco a poco, en pequeñas dosis, con paciencia. Y de ahí surge la necesidad de ocupar sin prisas pero sin pausas los espacios que están creados para la defensa de los ciudadanos. Espacios que, por desgracia, se encuentran «tomados» por los oportunistas que te decía antes o por sus correas de transmisión que se autodenominan «independientes». Me estoy refiriendo al movimiento asociativo ciudadano. Es decir, la base en la que se sustenta cualquier proyecto político creo que debe partir de ahí y, ojalá que el Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias sea capaz de incrustarse en ese tejido social y dar alternativas comunistas a tantísimos problemas originados por el fascismo y el capitalismo camuflado.

Y bueno, compañero. Yo de política no tengo mucha idea y ya estoy viejo y no muy bien de salud como para rememorar mis tiempos más jóvenes. Sólo espero y deseo, a ti y a tus compañeros o camaradas, que este nuevo proyecto político sea de verdad el que ayude a los trabajadores, a la sociedad en general, a salir del marasmo en el que nos han metido estos herederos del franquismo que aún gobiernan bajo logotipos diferentes.

Me alegra que ese ánimo tuyo esté por las nubes porque, además, tienes muy claras tus ideas y eres muy consciente del compromiso que has adquirido. Otra cosa… jajajaaaaa, no sé si somos reencarnación de algún otro tiempo pasado; lo que sí sé, porque mi madre siempre me decía que yo era medio brujo, es que muy pocas veces me equivoco con las personas. Y usted, señor Teodoro Santana, me produjo muy buena impresión nada más saber de usted. Ya después nos hemos conocido algo más y creo que mi madre tenía razón: mi media brujería me ha confirmado mi intuición. La de encontrarme con una persona honesta, comprometida, luchadora, coherente, sencilla y sincera. ¿Qué más se le puede pedir a un amigo cuando ya todo esto es una inmensa fortuna?

Un abrazo doble para ti (por la diferencia corporal) y un ¡¡adelante con el PRCC!!

Agustín

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La ignorancia nunca ayuda

In Actualidad, Opinión on 27 noviembre, 2008 at 1:00

teo08bTeodoro Santana

En los comienzos del socialismo moderno existían varias sociedades obreras. Marx y Engels formaban parte de la Liga de los Comunistas, antes llamada Liga de los Justos, que se había originado a partir de la Liga de los Proscritos, fundada en 1826. Uno de sus principales dirigentes era Wilhelm Weitling, un obrero alemán autodidacta, sastre de profesión, al que Marx tenía en alta estima. Marx, a pesar de debatir con él, decía que la burguesía en su decadencia no tenía ningún escritor que pudiera siquiera acercarse a lo que mostraba el proletariado cuando daba sus primeros pasos, a través de la obra de Weitling.

Weitling era un comunista utópico, pero a diferencia de los que sostenían que una sociedad más justa iba a venir «desde arriba», pensaba que iba a ser producto de la acción revolucionaria de la clase obrera: «nuestro mejor programa -decía- será forjado con sangre». Esta idea de la acción directa, de la acción propia del proletariado en la lucha revolucionaria era lo que Weitling ponía por delante, a diferencia de otros teóricos comunistas y socialistas de la época. Sin embargo, su punto débil era que desconfiaba o, más bien, se oponía a la idea de que el programa que debía levantar la clase obrera surgiera de un estudio científico de la realidad del capitalismo.

Marx le acogió en su casa en Bruselas con una paciencia casi sobrehumana, pero no logró que se deshiciera de su estilo chapucero. El crítico ruso Pavel Annenkov, que pasó entonces por Bruselas camino de Francia, cuenta que durante una reunión tuvo lugar una violenta discusión entre Marx y Weitling. Este insistía en contar prolijamente los mítines y manifestaciones que había organizado por toda Europa. Tras un largo rato, Marx le pregunta: «¿Y todo eso, para qué?» Desconcertado, Weitling volvió a insistir en contar otra vez sus aventuras. Dando un puñetazo sobre la mesa, Marx le gritó a Weitling: «La ignorancia nunca ha ayudado a nadie y nunca ha tenido ninguna utilidad».

Según una carta del propio Weitling, en aquella reunión Marx sostuvo que era necesario depurar las filas de los comunistas y criticar las ideologías inconsistentes, así como renunciar a todo socialismo que se apoyara únicamente en la buena voluntad. Como Bakunin, Weitling estaba en contra del trabajo preparatorio de tipo propagandístico, bajo el pretexto de que los pobres siempre estaban dispuestos para la revolución y que, por consiguiente, esta última podía realizarse en cualquier momento mientras hubiera jefes resueltos.

Finalmente, Weitling se distanció de Marx, y luego de la Liga, para terminar cayendo en el misticismo.

Pero lo que en el sastre era una enfermedad infantil del movimiento obrero, sigue persistiendo en la actualidad como degeneración senil de la pequeña burguesía incrustada en los grupos que se dicen de izquierda. Carentes de proyecto político, sustituyen el trabajo metódico de organización y propaganda entre los trabajadores por actuaciones cara a la galería, con la vista puesta en futuras convocatorias electorales. Alérgicos como son al estudio y la planificación, cuando las cosas les van mal (y les suele ir mal continuamente) sólo saben idear «huidas hacia delante», auténticas ocurrencias cuya utilidad tampoco ellos saben explicar.

Con Marx, hay que insistir en que la improvisación, la ambigüedad ideológica y la ignorancia nunca han ayudado a nadie. Al contrario, son lacras de las que tenemos que deshacernos con urgencia.