Jerónimo Saavedra tiene un nuevo plan para conseguir sus objetivos. Después de encontrarse con la inesperada resistencia de los trabajadores y de los usuarios contra la privatización, claramente expresada en la manifestación del 19 de Febrero, ha cambiado de táctica.
En lugar de las prepotentes declaraciones públicas de hace algunos meses sobre la «privatización y punto», ha decidido ir minando, poco a poco y en silencio, la situación económica y la imagen de la empresa municipal, para desmoralizar a los trabajadores y llevar al ánimo de los ciudadanos la idea de que sólo privatizando pueden resolverse los graves problemas del servicio que él mismo va provocando.
Este nuevo plan, tan sencillo como eficaz, consiste en mentir, dilatar, exagerar y destruir, paso a paso, cualquier opción de reconducir la situación. Se trata, ante todo, de ganar tiempo. Dejar pasar los días y los meses para que la situación de Guaguas Municipales continúe empeorando. Trasmitir la idea de que la empresa de transportes de la ciudad no tiene otro remedio ni otra posibilidad de salvación que privatizarla o liquidarla a través de un proceso concursal o, como se decía antes, de la suspensión de pagos y la entrega de sus activos a los acreedores.
Y, naturalmente, llegado ese momento aparecerá inmediatamente la «generosa» y «salvadora» empresa privada para apoderarse de lo poco que quede en pié después de las maniobras del alcalde.
Día a día, dejándose ir, Saavedra avanza en su estrategia destructiva con medidas como la reducción de la aportación anual del Ayuntamiento desde los veinte millones de euros del año anterior a los catorce para este año. Eliminando líneas y empeorando las frecuencias de otras muchas, para aumentar el malestar de los ciudadanos. Negando los necesarios avales municipales para impedir que la empresa pueda renegociar su deuda con los bancos o solicitar nuevos créditos.
Y, por último, «dejando sobre la mesa» el cierre de las cuentas correspondientes al 2008, con el pretexto de que la auditoría contratada para revisarlas, cree que existe «incertidumbre» sobre el presupuesto de la empresa para el año 2009.
Por supuesto que eso de «dejar sobre la mesa» negándose a aprobar las cuentas del ejercicio del año pasado no es más que otro truco malintencionado para insistir en la idea de que la empresa municipal no tiene salvación. Porque nada tiene que ver el cierre de las cuentas de 2008 con las perspectivas que pueda haber para este año, ni con las posibilidades de financiación que pueda tener o no la empresa en el futuro. Posibilidades que sólo dependen de la voluntad política de las instituciones canarias, insulares y municipales de mantener el carácter público del transporte colectivo en la ciudad de Las Palmas.
Pero estas cuentas, que la mayoría del PSOE en el pleno puede aprobar sin necesidad que las apoyen ni los concejales de la oposición ni, mucho menos, la empresa auditora, se utilizan también para sembrar dudas sobre el futuro de Guaguas y para empezar a dar ya por sentado que, al final, se privatizará la empresa.
El tiempo corre a favor de Saavedra. Cada día que pasa está más cerca de conseguir su objetivo de privatizar, entregando a sus amigos el transporte colectivo de la ciudad para su lucro y su beneficio particular. La pasividad y la espera inactiva de los trabajadores y de los usuarios le vienen como anillo al dedo. Mientras confiemos en las vagas promesas de López de Aguilar o de Paulino Rivero y en los reiterados y siempre incumplidos compromisos del pleno municipal, los días van pasando, las deudas se van acumulando, los servicios se van intencionadamente deteriorando, y cuando llegue el momento y hayan conseguido hundir la empresa en la ruina económica y el descrédito popular, no habrá forma de evitar que se salgan con la suya.
Si no se hace nada, si seguimos esperando a que las soluciones lluevan del cielo, si se retrasan, una vez más, las acciones firmes sin las cuales ninguna de las instituciones públicas responsables se decidirá a intervenir, Saavedra privatizará las guaguas y las consecuencias para la calidad del servicio a los ciudadanos, y para la continuidad de los puestos de trabajo, no tardarán en hacerse sentir.