Que se vaya. Porque es un inútil, un incompetente y un irresponsable. Porque no es capaz de resolver ninguno de los problemas de la ciudad de Las Palmas y sólo ha provocado nuevos conflictos y nuevas crisis. Porque no tiene ningún respeto por los ciudadanos ni por los trabajadores municipales a los que miente como un bellaco y a los que desprecia y trata de engañar constantemente. Porque no tiene otra idea en su cabeza que vender la empresa municipal de Guaguas a sus amigos capitalistas, él sabrá a cambio de qué beneficios y ventajas para sí mismo.
Presumido, engreído, despectivo y mentiroso, se cree, por lo visto, superior a los ciudadanos que pagamos su gran sueldo y su coche oficial. Y nos considera unos «maleducados» si nos atrevemos a exigirle que respete la propiedad del pueblo y que garantice un servicio de transporte urbano de calidad.
Por no saber, no ha sabido ni conformar un equipo de concejales capaces de gestionar los asuntos municipales. Peleándose y rivalizando entre ellos desde que accedieron al cargo, ni siquiera han confeccionado el presupuesto municipal. Y encima tienen la caradura de culpar del retraso a los empleados del Ayuntamiento que todos los años han elaborado el presupuesto a tiempo sin ninguna dificultad.
¿Qué se puede esperar de estos concejales nombrados por Jerónimo Saavedra? No son más que una banda de ineficaces a los que nada les importan los ciudadanos, que hasta se atreven a burlarse de los usuarios del transporte invitándolos a «caminar más, que es muy sano», después de quitarles las líneas de guaguas.
La falsa imagen de ese Jerónimo Saavedra supuesto hombre culto y musical, razonable y muy «preparado» (habría que preguntarse ¿preparado para qué…?), que durante mucho tiempo han promocionado él y sus admiradores, ha quedado definitivamente desenmascarada.
Este burguesito derechoso que presume de «socialista» al mismo tiempo que, en la práctica, defiende el capitalismo y las privatizaciones, nos ha demostrado tanto por sus disparatadas actuaciones como por su inutilidad para solucionar los problemas de la ciudad, que no se entera, que su ignorancia de la administración municipal unida a su petulancia ridícula, su vulgar arrogancia y su desprecio hacia los trabajadores y los ciudadanos le convierten en un admistrador nefasto y en un político tramposo y mentiroso, sin ideas y sin recursos para desempeñar un puesto tan importante y de tanta responsabilidad como la alcaldía de Las Palmas.
Dimita ya señor Saavedra. Váyase y deje en paz a la empresa municipal de Guaguas. Deje ya de intentar hacer negocios para sus amigos a costa de la calidad de los servicios y de la propiedad del pueblo. Entienda de una vez que toda la ciudad se ha levantado contra usted y que como alcalde de Las Palmas ha fracasado definitiva y estrepitosamente.
Si, a estas alturas, todavía cree que la huelga de los guagüeros y las movilizaciones de las federaciones de vecinos «no tienen sentido», es que su nulidad y su torpeza son mayores de lo que nadie podría imaginarse. Por supuesto que la huelga no tiene motivaciones económicas. Los trabajadores de las guaguas reivindican lo mismo que los ciudadanos: que se mantenga el carácter totalmente público de la empresa municipal y que se garantice un servicio de calidad. ¿Es tan difícil de entender?
Para usted parece que sí. Para su mentalidad de pequeñoburgués defensor del capitalismo, los obreros deben limitarse a las reivindicaciones económicas y no «meterse en política». Para eso, naturalmente, están ustedes, los lacayos de la burguesía, para gestionar y facilitar los negocios de los empresarios privados y, de paso, aprovechar alguna que otra comisión que, en agradecimiento por los valiosos servicios prestados, los capitalistas se dignen a concederles.
Pero aunque a usted no le haga ninguna gracia y pretenda, con mentiras y falsas promesas, convencernos de que la huelga y las manifestaciones contra usted y su política de robar las empresas públicas «no se justifican», los trabajadores nos vamos a meter a fondo en la política de luchar contra las privatizaciones de los servicios muncipales.
Con sus torpezas y su mediocridad pretenciosa lo único que ha conseguido es poner a todo el mundo en su contra y dejar en evidencia su vulgar espíritu de aprovechado del cargo que ocupa, y sus mezquinas intenciones de obtener beneficios personales ofreciendo a los inversores privados una empresa que, desde hace muchos años, pertenece a todos los ciudadanos de Las Palmas.
No le queda otra salida digna que dimitir y marcharse junto con todo su equipo de ignorantes, incompetentes y malcriados concejales. Porque los trabajadores no le vamos a permitir que desmantele los servicios públicos para beneficio exclusivo de unos cuantos de sus amigotes. Y estamos decididos y dispuestos a hacer lo que sea necesario para impedírselo. Empezaremos con la huelga y con la manifestación de los vecinos y, si es necesario, continuaremos la lucha por todos los medios a nuestro alcance.