COLABORACIÓN
Víctor J. Rodríguez Calderón
Bolívar se propone una nueva estrategia y envía dos emisarios con el propósito firme de conciliar y reducir a Riva Agüero por la vía pacifica, pero este peruano tenia sus propios planes, experto en traiciones muestra una cara de complacencia y le manifiesta a los emisarios que es necesario para llegar a los acuerdos que estos vengan solicitados por escrito y firmados directamente por el mismo Bolívar, mientras el ex presidente Agüero trabaja secretamente con los españoles.
El regreso de los emisarios a Lima, coinciden con la llegada del general Sucre, quien ha dejado el Sur y viene a trazar nuevos planes con su jefe para proyectar las tácticas de la nueva campaña. Sucre visita a Manuela, conversan, él la respetó como a la legítima esposa del Libertador y su trato fue de excelentes amigos, confidente, compañera de campañas militares y es de resaltar que estos dos seres, fueron únicos en lealtad y comprensión para con el que consideraron el líder máximo de la causa de la liberación americana. En esta entrevista Manuela le manifiesta a Sucre su decisión definitiva en abandonar para siempre a su marido y el propósito que ya trabajaba, como era, el de participar directamente en la lucha por la emancipación. Su corazón femenino latía solo por un hombre y ese era Bolívar y su temple de patriota era el de una voluntad invencible para la causa bolivariana.
Sucre recibe informaciones secretas de Manuela y cuando parte hacia el Norte para establecer su cuartel general en el pueblo cordillerano de Huylas, logra interceptar comunicaciones secretas entre los españoles y Riva Agüero y descubre los planes traicioneros del peruano, quien de inmediato pone en conocimiento de su jefe. Bolívar activa inmediatamente un plan y exige a los delegados del ex presidente, La Fuente y Castilla, mantener el acuerdo conversado y escrito, quienes viajan a la ciudad de Trujillo apresan al traidor y a sus ministros y los trasladan a Guayaquil, donde posteriormente los destierran a México. Decide el Libertador viajar también al Norte para actuar con energía e impedir la traición de Riva Agüero. Sofocada por completo esta acción regresa a Lima. Es el 3 de enero de 1824, el Congreso lo felicita con extraordinario fervor, pues ha impedido una desastrosa guerra civil y la entrega de lo que quedaba de los realistas. Bolívar declara con energía y firmeza, «la causa se compromete seriamente con la libertad del Perú. Las fuerzas enemigas son poderosas y bien disciplinadas. Necesito auxilio de Colombia, sin ellos será imposible la causa«.
Por otra parte los ejércitos peruanos y argentinos adolecían de disciplina, no se les pagaba a los primeros y los segundos eran reclutas sin moral. «Parecían montoneras«. ¿Por qué no se corregían estas peligrosas irregularidades?
Resultó que Torre Tagle también era experto conspirador y lo hacia desde la presidencia contra los colombianos preparando una traición semejante a la de Riva Agüero. Ofrecía la entrega del Callao a Canterac por medio de su ministro de guerra, el tristemente afamado Juan Berindoaga. Canterac convencido de este triunfo sonreía de placer. La Serna aprobaba y favorecía con astucia estas acciones, en las que no podía cimentarse sino el restablecimiento pleno del poderío realista.
Por otra parte, Bolívar tenia que aguardar de cinco a seis meses para que llegasen sus tropas leales, consciente de estos terribles problemas, acciona una campaña de distracción para con el enemigo, lo entretiene hábilmente. Previamente despacha a Berindoaga como comisionado especial en el cargo de obtener de los españoles una tregua de seis meses, pero a la vez, Berindoaga lleva instrucciones secretas de Torre Tagla para pactar con Canterac, en contra de Bolívar. A su regreso el comisionado informa que no fue aceptada la tregua propuesta pero si a logrado estipular la traición contra la causa libertaria del Perú.
El Libertador no espera, prosigue de nuevo hacia el Norte, se detiene en Pativilca, allí cae gravemente enfermo. Manuela se ha quedado en Lima, trabajaba arduamente obteniendo informaciones, vigilando la retaguardia para comunicar minuciosamente todo cuanto obtenía y descubría. En ese momento ella era para Bolívar la única esperanza en Lima.
Bolívar esta enfermo en Pativilca de tabardillo, (insolación) en cama recibe la noticia que la división Argentina traída por San Martin se ha sublevado en el Callao y han entregado la ciudad a los españoles. Tres días más tarde los sublevados pedían a Lima, mediante un ultimátum que produce la más grande consternación en la ciudad. El congreso se reúne y procede de inmediato a otorgar a Bolívar los poderes totales; desconoce la presidencia de Torre Tagle, confían completamente en el libertador, es el único que podía hallar una solución política militar a ese gigantesco problema. Pero la enfermedad y la noticia afectan al genio, eso ocurre el 7 de febrero de 1824, el día 28 del mismo mes las tropas patriotas evacuan Lima, los españoles entran libremente, al otro día, Torre Tagle, sus ministros, 204 oficiales y seiscientos voluntarios se pasan a los visitantes, consumándose así la traición que se había preparado con antelación. Reposa Bolívar aun en Pativilca, se repone, allí en ese estado lo encuentra Don Joaquín Mosquera, quien en carta a J.M. Restrepo le comenta: «encontré a Bolívar ya sin riesgo de muerte del Tabardillo que había hecho crisis, pero tan flaco y extenuado que me causó su aspecto una muy acerba pena. Estaba sentado en una pobre silla de vaqueta, recostado contra la pared de un pequeño huerto, atada la cabeza con un pañuelo blanco, y sus pantalones de jin que me dejaban ver sus dos rodillas puntiagudas, sus piernas descarnadas, su voz hueca y débil y su semblante cadavérico. ¿Y que piensa usted hacer ahora?, Le pregunte. Entonces avivando los ojos huecos, y con tono decidido, contestó: ¡triunfar!«(1).
Manuela se ha enterado de la enfermedad de su amado y sale de Lima con las fuerzas de evacuación, la acompaña el General Necochea. Ella conocía el destino que le esperaba si llegaba a caer en manos enemigas. No huía, su propósito era alcanzar a Bolívar, ayudarlo y preparar nuevas estrategias, para ello, no valieron las amenazas de Thorne, las suplicas de su señora madre, su suerte estaba echada para ella, nadie y menos ahora podrían detenerla, su amado estaba en peligro y la causa en medio de traiciones, perdida.
Ya no se trataba de una aventura, era el amor, si ese amor apasionado por un hombre y por la libertad de los pueblos. Ya no abandonaría jamás sus sentimientos, ni tampoco su uniforme de oficial que la vinculaba a la tropa de combate, ahora necesitaba su energía en extremo y forzada, necesitaba su valor, su temeridad, su sangre fría ante los peligro. Se veía altiva como una amazona, cuando galopaba, cuando manejaba la espada, la lanza y atinaba su tiro con la pistola siempre cargada con pólvora, sus ojos vivaces sometían el mas encarnizado enemigo, dice la historia que nunca lloraron y que si algunas lagrimas se derramaron fue por su amor, Bolívar, cuando se le escapaba.
Así llegan a la ciudad de Trujillo, Bolívar de inmediato ordeno convertir a esta ciudad como base de sus operaciones militares y allí se mantuvo hasta el 11 de abril, preparada ya su campaña en forma, se dispuso marchar a Huamachuco, y de allí frente a la inmensa mole andina, aguarda el momento preciso para treparla, atravesarla y lanzarse decididamente sobre el enemigo. Sucre es designado General en jefe y al General Lamar se le confiaron las tropas peruanas. Manuela continua encargada del archivo del Libertador.
(1)-Diego Carbonell. «sobre el tablado», pág. 112.
(Continuará…)
(*) El venezolano Víctor Rodríguez Calderón es politólogo, periodista, escritor, poeta, director de empresas y experto en Planeación de Organizaciones. Recomendamos su blog El Victoriano.