Con esta consigna propia del despotismo ilustrado del siglo XVIII, podemos resumir el espectáculo político que se nos está avecinando a toda la población. Sí, se nos llaman a “decidir”, a cumplir con nuestra obligación ciudadana de ejercer el derecho al voto, ¿pero para decidir qué?
Ya de por sí a nivel estatal, el control popular del parlamento es cada vez más irrisorio, así que del parlamento europeo podemos decir que es una auténtica utopía.
Con una política económica marcada por el Banco Central Europeo (BCE), que no es otra cosa que una gran entidad financiera privada que como tal obedece a los intereses de la burguesía del continente, hace relegar al parlamento de la UE a un mero sujeto consultor conveniente para darle “formalidad democrática” a las políticas neoliberales que nos han impuesto en las últimas décadas por parte de Europa.
Así vemos como tal parlamento se convierte en caballo de Troya para permitir la implantación de multinacionales europeas, ya no sólo en nuestra rica tierra canaria, sino también en los diferentes pueblos que conviven en el reino borbónico.
Dicho establecimiento ha supuesto un desmantelamiento gradual del Estado de bienestar y la injusta dependencia económica, energética a tales entes comerciales.
No contentos con empeorar las condiciones de vida de la clase obrera canaria, encima nos intentan convencer a través de los medios oficiales de que debemos estar agradecidos a la UE por considerarnos región ultraperiférica con la “supuesta” gran adquisición de fondos que ello supone.
Lo que obvian interesadamente dichos medios, es que tales fondos son ridículos en comparación con las enormes plusvalías generadas por la explotación laboral implacable a los trabajadores y las bonificaciones fiscales que les pone en bandeja la deleznable RIC.
Carrefour, Endesa o Intercontinental Hotel Group; es enorme la lista de multinacionales que deben estar agradecidos a la gestión de los europarlamentarios, tan enorme como los escandalosos sueldos que sin pudor alguno reciben los miembros de la cámara.
Por todo esto y más, el próximo siete de Junio no iré a votar; ya no sólo porque tiene que ser divertido observar como el bipartidismo neoliberal justificará la gran abstención que se prevé, sino porque ya es hora de que el pueblo canario diga de una vez ¡basta ya! a esta Europa capitalista e imperial, que muy dudosamente nos ayudará a salir de esta terrible recesión económica que nos encontramos.