Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

El imperialismo norteamericano trata de recomponer su estrategia

In Actualidad on 24 julio, 2009 at 0:01

obamahillaryLa Secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, pronunció un discurso el pasado 15 de julio, en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, sobre todos los aspectos de la nueva política exterior del gobierno Obama. En él expuso la estrategia internacional de la nueva administración norteamericana, bien diferenciada de la mantenida durante ocho años por el gobierno Bush y la extrema derecha republicana, especialmente en tres grandes ejes.

En primer lugar, Hillary Clinton reconoce que actualmente EEUU no puede “acaparar todos los asuntos del mundo”, y que los “problemas” internacionales no pueden ser resueltos ya solo con los esfuerzos de EEUU.

En segundo lugar, la Secretaria de Estado norteamericana destacó que la política exterior norteamericana debe reflejar el estado real del mundo, dando por finiquitada la estrategia de equilibrios del siglo XX. Clinton aseguró que EEUU no puede restaurar la política de contención de la época de la Guerra Fría, ni adoptar el unilateralismo, sino involucrar un mayor número de países como “socios”.

Por último, prometió establecer relaciones más estrechas con los países emergentes, especialmente con los países del BRIC (Brasil-Rusia-India China).

Sin embargo, bajo estas formas más inteligentes que la pura fuerza bruta de la época Bush, de lo que se trata, y en ello insistía Hillary Clinton, es de mantener la hegemonía imperialista norteamericana, el “liderazgo norteamericano” en el mundo, según sus propias palabras.

A la vez que reconocía que EEUU no puede en solitario con todos los asuntos internacionales, Clinton destacó que “sin EEUU nada puede realizarse en el mundo”. Dejó claro que el problema actual no es si EEUU puede o debe asumir el “liderazgo”, sino cómo dirigir el mundo en siglo XXI.

Esta nueva estrategia del llamado “poderío sutil” fue definida por Hillary Clinton como la aplicación combinada de las fuerzas económica y militar, así como la fuerza del “ejemplo” de EEUU, haciendo hincapié en la necesidad de mantener los principios en los contactos con los países “divergentes”.

Claro que esta retórica sobre el soft-power va acompañada de cinco nuevas bases militares en Colombia, la anunciada ampliación de su ejército en 22.000 efectivos, lel recrudecimiento de la ofensiva contra el pueblo afgano, la permanencia efectiva en Irak, las amenazas de crear un cerco armamentístico contra Irán en sus países vecinos, y el aumento de las operaciones de subversión contra sus rivales estratégicos en todos los continentes, combinando una retórica formalmente dialogante con una acción  real extremadamente dura.

Pero este “sueño norteamericano” de seguir manteniéndose como potencia imperialista hegemónica, tropieza con la realidad de un mundo que se escapa aceleradamente de su dominio. Tanto los dirigentes del G8, reunidos recientemente en Italia, como los países emergentes, insisten en que hay que fortalecer las relaciones Sur-Norte, fortalecer la cooperación y cambiar la correlación de fuerzas a escala mundial. Y, especialmente en Latinoamérica, África y Oriente Medio, EEUU está perdiendo aceleradamente su papel de potencia única y omnímoda.

Tarde o temprano, el imperialismo norteamericano tendrá que despertar de su sueño. Durante un largo periodo seguirá siendo el país más potente en materia del poderío integral mundial. Pero EEUU no es imprescindible. El escenario internacional no camina sólo a un “mundo de múltiples socios” como asegura Hillary Clinton, sino hacia un mundo de socios a pie de igualdad, como exigen tanto los países del BRIC como el conjunto de países del Tercer Mundo. Es decir, hacia el final mismo del hegemonismo imperialista.

La recesión imperialista, cuyo final no se atisba en el horizonte, ha terminado de convencer a un número creciente de personas en todo el planeta de la insostenibilidad del orden mundial imperialista. EEUU, de forma más “sutil” o menos sutil, busca la manera de perpetuar su dominio y su “liderazgo”. Es decir, el saqueo de las riquezas de la mayoría de los países para poder sostenerse.

La severas derrotas que EEUU está sufriendo en Iraq y Afganistán, el peligro de pérdida de control de Pakistán, el fracaso de su intento de debilitar a Irán, su incapacidad para despegarse de la estrategia sionista en Palestina, el declive del dólar, las medidas antiimperialistas y de protección de los recursos propios de un creciente número de países, y el ascenso de las luchas populares, ponen en peligro la propia supervivencia de EEUU. Al tiempo.

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