La cuestión de la descolonización e independencia de Canarias –y su reverso: el mantenimiento del colonialismo– afecta a todas las clases sociales y a todos los partidos y corrientes políticas. Por lo tanto, al igual que hay españolismo de izquierda, de derecha y fascista, todos esos alineamientos se reproducen, a la escala correspondiente, en el campo independentista.
Ahora mismo, quién aparece como la expresión del independentismo fascista es el periódico El Día que, especialmente a través de sus editoriales, promueve las concepciones más reaccionarias, racistas y divisionistas de Canarias, con el mismo entusiasmo que hace apología del régimen franquista, de la Guardia Civil y de las tropas de ocupación españolas.
No se trata, como algunos quieren creer, de una “locura” del anciano editor del periódico. Tales posturas corresponden a las posiciones de la burguesía criolla tinerfeña, intermediaria, y dependiente como toda la del Archipiélago, que siempre ha jugado a agitar el fantasma del independentismo para conseguir ventajas en las sucesivas renegociaciones del Pacto Colonial histórico. Pero que, a la vez, necesita del colonialismo español para garantizar su propia supervivencia como clase.
Este independentismo quiere, como todo buen fascista, mano dura y “orden”. ¿Es de extrañar sus loas a las fuerzas represivas españolas que le garantizan mantener al proletariado canario atado y bien atado, no sea que se descontrole? ¿Puede sorprender que incluso se planteen “contratar” a esos mismos cuerpos españoles como fuerzas de seguridad de la futura República? La burguesía canaria les debe mucho: por este lado no podemos tacharla de no ser agradecida.
Tampoco puede ser desagradecida con el franquismo y con el general Franco, a quién El Día da la razón una y otra vez en su desprecio a los partidos políticos. Ya se sabe: la diversidad de partidos es peligrosa. Igual coge fuerza alguno que no convenga al caciquismo tinerfeñista, y eso sí que no lo van a permitir.
En la misma lógica, el independentismo fascista pide la expulsión salvaje de los inmigrantes de países pobres (los europeos no que traen euros, ni los yanquis que traen dólares). Queda aclarar que piensan hacer con nuestros compatriotas de Gran Canaria, que son insultados una y otra vez y hasta tachados de “portugueses” –lo que en su ideario aparece como un insulto extremadamente despectivo–.
Se trata de un discurso que retrotrae la existencia misma de nuestro país a la etapa precolonial, donde unos beatíficos guanches (sin división en clases) son el único fundamento de la nación canaria. Un fundamento etnicista que niega al pueblo canario actual, el realmente existente, al que ni siquiera se le reconoce el derecho de referéndum de autodeterminación –no sea que se vaya a perder–.
No quieren una Canarias de futuro, sino una Canarias reaccionaria, dominada por la misma burguesía de siempre, cuyo derecho divino se fundamenta en una versión de la historia del más pedrestre romanticismo burgués.
En el fondo lo que se plantea no es tanto la independencia de Canarias, sino la pura y dura hegemonía de la burguesía colonial de Tenerife sobre sus “seis (¿cinco?) islas satélites”. Como decíamos, el asunto es ponerse chulito para conseguir unos millones de euros más de la metrópoli. Y ya de paso, desprestigiar hasta la médula cualquier opción independentista que provenga de las filas de la clase obrera y de la izquierda.
Desde luego, El Día no es el único que se adscribe al independentismo fascista. Otras “cabezas pensantes”, con tal o cual matiz diferenciado, están en la misma línea: una Canarias sin división en clases, sin ideologías diversas, sin «aventuras» socialistas. Su único objetivo es que la bandera heptaestrellada de una república capitalista ondee en la ONU. Aunque sea como neocolonia de EEUU o de otra potencia. Da igual: lo importante es la apariencia formal de independencia. Y los de izquierdas, si quieren, que se presenten a unas elecciones burguesas en las condiciones electorales burguesas.
Como buenos leguleyos, la estrategia que pregonan es el contencioso administrativo ante Naciones Unidas. Nada de revoluciones ni de insurrección popular. Como advierte El Día, nada de violencia frente al colonialismo: Gandhi, mucho Gandhi. En cambio, sí a la violencia organizada del Estado contra inmigrantes pobres, disidentes y “portugueses” (canariones), claro.
Para algunos sectores que se presentan como “de izquierdas”, cansados del fracaso y la inoperancia, este “independentismo” de sectores capitalistas isleños y de los medios de comunicación burgueses, se les aparece como “agua de mayo”. Les encandila la estrategia del “patapúm p’alante”. No hay que pensar mucho: ése ha sido siempre el encanto del fascismo.
Lógicamente, los comunistas siempre vamos a estar radicalmente enfrentados a ese independentismo fascista. Para nosotros no hay oportunismo “independentista” ni conciliación de clases que valga. Sería de idiotas que las trabajadoras y los trabajadores canarios nos entregáramos atados de pies y manos a la burguesía colonial a cambio de tan burda vendida de moto.