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La farsa afgana

In Actualidad on 24 agosto, 2009 at 0:01

afganistaneleccionesLas elecciones en Afganistán son un paradigma de farsa montada por los ocupantes del país. Con más de cien mil efectivos, las tropas invasoras se enfrentan a la contundente acción de la resistencia nacional afgana, que controla más de la mitad del territorio y tiene presencia activa en las tres cuartas partes del país. Según datos del propio gobierno marioneta, en la primera mitad del presente año el número muertos por la guerra ha aumentado un 20% sobre el mismo período de 2008. Tan solo en julio, las tropas de la OTAN sufrieron 75 bajas. En el periodo electoral, el promedio diario de los ataques de la resistencia pasó de 32 a 48. En la jornada de votación más de 50 personas perdieron la vida en alrededor de 130 ataques en todo el país.

El máximo responsable militar de Estados Unidos en Afganistán, el general Stanley McChrystal, reconoció recientemente que la resistencia afgana está ganando la guerra y no sólo retiene el control sobre sus tradicionales zonas de influencia al sur y este del territorio afgano sino que ha logrado avanzar posiciones por todo el país.

La realidad demuestra que después de que Obama asumiera la presidencia norteamericana, a pesar del aumento de efectivos militares en Afganistán, la situación afgana no ha mejorado tal como lo previsto. Después de asumir su cargo, Obama reajustó los acentos de la llamada «guerra antiterrorista», dando importancia estratégica a Afganistán y Pakistán. Pero no le ha dado resultado: el Talibán no le deja la mínima oportunidad para salvar la cara.

En esas condiciones, el intento de EEUU y de sus aliados imperialistas de hacer creer que existe una “democracia” es lastimoso. Para cualquiera que piense un poco, es evidente que elecciones no equivalen a democracia. Y menos en un país ocupado.

El gobierno títere, y siempre según sus propios datos, imposibles de constatar, asegura que 15 millones de afganos se inscribieron para votar (en una población de más de 31 millones de habitantes). Y también según sus propios datos, habría votado un 40% de dicho censo. Ya de entrada se trata de un importante retroceso de la participación con respecto a las «elecciones» de 2004, en que se aseguraba que habían votado un 75% de los censados.

De lo poco que se ha podido filtrar, y según la BBC -televisión pública de una de las potencias ocupantes- los casos de fraude han sido generalizados. Hubo menores que votaron, personas que votaron varias veces y representantes de los candidatos que expulsaron de las escuelas a los funcionarios. La mayoría de las mujeres no pudieron votar: la ausencia de personal femenino para cachearlas a la entrada de los colegios electorales impidió que pudiesen entrar en ellos, y se aceptó que sus familiares varones votaran por ellas.

La comisión internacional de supervisión de las elecciones, montada por las potencias ocupantes, reconoció que las elecciones no habían sido «ni libres ni perfectas», a pesar de lo cual las consideró «aceptables». Y la Unión Europea aseguró en una nota de prensa que «toma nota con preocupación de los informes sobre irregularidades y fraudes», a pesar de lo cual considera los comicios «una gran victoria».

A pesar de la propaganda de guerra imperialista, repetida machaconamente por los medios burgueses, la mayoría de los pueblos del mundo, especialmente en Oriente Medio, África y América Latina, no se creen que EEUU (y sus aliados) estén del lado de «la democracia y el progreso» sino, por el contrario, que se sitúan claramente en el campo antidemocrático en función de sus intereses estratégicos.

Para defender esos intereses, los gastos militares de EEUU superan el 50% del total del gasto armamentista en el mundo. El presupuesto de Defensa norteamericano, que incluye las guerras y las políticas de ocupación rondan los 730.000 millones de dólares para el ejercicio fiscal 2009. Además, las ocupaciones militares de Irak y Afganistán le ha supuesto un gasto suplementario de 903.000 millones de dólares entre 1999 y 2008.

Esa es la «democracia» que impone en el mundo el imperialismo estadounidense: la del saqueo, los bombardeos de población civil y la muerte. Su problema es que ya no cuela.

 
 


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