Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

Reagrupar las fuerzas de la izquierda

In Actualidad, Documento on 8 octubre, 2009 at 0:01

Pedro Brenes



Durante los últimos decenios los activistas políticos que hemos defendido con tesón, abnegación y perseverancia los intereses de los trabajadores de Canarias, denunciando la explotación de los bancos y de las grandes empresas españolas y europeas y de sus aliados capitalistas canarios, nos hemos mantenido dispersos, divididos y enfrentados en lo que podría parecer un intento absurdo y suicida de dar todas las ventajas a la burguesía y al imperialismo.

Ante esto, los partidos que representan y sirven a la dominación del colonialismo español y de sus monopolios (PSOE y PP) y los delegados políticos de la burguesía traidora y colaboracionista de Tenerife (ATI-CC) o de la no menos traidora y colaboracionista de Gran Canaria (NC), han estado disfrutando de las facilidades que les hemos dado (pues todos somos responsables, en mayor o menor medida, de la división de la izquierda) para afianzar su dominio sobre la clase obrera y el conjunto de los trabajadores de Canarias, configurando un panorama político en el que aparentemente no hay más alternativa que el «tripartito» y sus grupos locales o insulares satélites.

Sin embargo, esa alternativa existe. Se demostró en 1979 con la Unión del Pueblo Canario, desgraciadamente destruida al perder el norte ideológico y su carácter popular y de izquierda revolucionaria y ser empujada al abismo de la disgregación y la marginalidad política por el burocratismo, el sectarismo y el electoralismo.

El principal error de aquella experiencia consistió en la indefinición ideológica y organizativa, pues creían ingenuamente que escondiendo y disimulando su verdadero carácter de alianza de fuerzas comunistas y populares conseguirían un mayor número de activistas y simpatizantes, pues militantes de UPC, en sentido estricto y aunque muchos la consideraban «su partido», nunca hubo, y creando «Comités Populares» concebidos por la cúpula burocrática y electoralista como simples captadores de votos.

Esa misma indefinición y la calculada ambigüedad política, siempre pensando en arañar votos de aquí y de allá, pretendía también ser una fórmula mágica para evitar la, a la postre inevitable, confrontación entre «españolistas» e «independentistas».

Esta falsa dicotomía que, en realidad y como demostraremos a continuación, no es más que un prejuicio y una fantasía pequeñoburguesa que, en aquellos tiempos, alcanzó niveles de auténtica paranoia patriotera por ambos bandos, generó una atmósfera de odio visceral e irracional entre unos y otros que, en definitiva, acabó con una oportunidad histórica de agrupamiento de la izquierda canaria.

Y decimos que la contradicción entre «independentismo» y «españolismo» es un falso problema porque desde el punto de vista de la clase obrera, lejos del patrioterismo vulgar y superficial de la pequeña burguesía, los trabajadores, bajo el régimen capitalista, no tenemos ni podemos tener ninguna patria, ya que sólo el triunfo del socialismo, con el derrocamiento de la burguesía capitalista y el acceso al Poder de la clase obrera, nos permitirá considerar a nuestro territorio, su historia y su cultura, como nuestra verdadera patria libre, solidaria y  justamente compartida.

Además, sea como sea, y posicionados a partir de un análisis teórico racional o por preferencias personales de tipo cultural y emocional, tanto para los que se inclinan a creer que la Revolución Canaria sólo es posible en estrecha coordinación con la revolución socialista en el conjunto del actual Estado español, simultáneamente o por «importación», como para los que pronosticamos un avance del pueblo trabajador del Archipiélago africano de Canarias hacia el socialismo, como eslabón débil de la cadena imperialista, con ritmo, condiciones y posibilidades diferentes al de la España monárquica, europea y otánica, en definitiva y siguiendo cualquiera de los dos caminos, nuestras Islas deberán constituirse en una República democrática, antimonopolista y antiimperialista primero y, en un segundo tiempo histórico, en República Socialista Canaria.

De manera que todo este dramático, patético y lamentable enfrentamiento entre dos líneas tácticas supuestamente irreconciliables se reduce, a fin de cuentas, a la conveniencia o no de la federación de la República Canaria con las diversas repúblicas ibéricas en el contexto histórico y político, todavía muy lejano, del triunfo del pueblo canario sobre sus enemigos internos y externos.

Y es seguro que incluso los que hoy son incapaces de imaginar un Estado canario independiente, rechazarán la idea de federarse con la monopolista, imperialista, explotadora y monárquica España europea.

Y, de la misma manera, hasta los más patrióticos y enardecidos independentistas se plantearán muy seriamente la conveniencia de vincularse a una República Socialista Española que, sobre la base de nuestro derecho inalienable a la autodeterminación y al autogobierno, nos proporcionara una cobertura solidaria entre pueblos que hemos sufrido durante siglos y seguimos soportando hoy la opresión y la explotación de los mismos enemigos feudales, capitalistas e imperialistas.

Naturalmente, las posiciones de la burguesía sobre esto son justamente las contrarias de los trabajadores. Los explotadores canarios se mantendrán siempre, dejando aparte las peleas de enamorados y los discursos chantajistas, unidos a la España burguesa y se volverán de repente furibundos patriotas anticolonialistas en el caso del triunfo de la revolución socialista en España, llamando entonces desesperadamente en su auxilio al imperialismo norteamericano para evitar el contagio revolucionario y para salvar sus fortunas y su Poder en el Archipiélago.

Pero, ¿acaso tiene algún sentido que la izquierda canaria se mantenga dividida por un asunto que no se va a plantear a la orden del día hasta dentro de mucho tiempo, sobre el que nadie puede adivinar en qué condiciones nacionales, estatales e internacionales se dará en su momento y que, en definitiva, tendrá que ser resuelto por el pueblo canario en ejercicio de su derecho a la autodeterminación y a través de un amplio debate y de una consulta democrática?

No, no tiene ningún sentido. Y ha llegado la hora de reagrupar las fuerzas derrotadas, desmoralizadas y dispersas, más por nuestros propios errores que por la acción del enemigo burgués e imperialista, y avanzar decididamente, empezando por la unidad de acción en defensa de los intereses de la clase obrera y de todos los trabajadores, hacia la conformación de un frente unitario por la República Canaria democrática, antimonopolista y antiimperialista.


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