Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

La fortaleza de los comunistas

In Actualidad on 30 octubre, 2009 at 0:01

Teo20090620bTeodoro Santana



Si hay algo que los asalariados entendemos, esa es sin duda la necesidad de la cooperación y la disciplina. Ninguna tarea laboral sería posible sin esas dos cualidades. Quienes militan en partidos comunistas lo entienden también con naturalidad. Durante décadas, estos militantes han sido despreciados precisamente por sus virtudes: entrega, trabajo esforzado, resistencia a la desmoralización y capacidad de sacrificio. Quienes se consideran demasiado importantes para pegar carteles, pagar cuotas y realizar los trabajos más duros y humildes, difícilmente pueden entender que esos militantes organizados son oro colado, la piedra angular que permite que hoy se pueda plantear la recomposición de la fuerza comunista y el pasar a la ofensiva.

El periodo de confusión ideológica, de desbandada, de una debilidad que ha hecho que se acepte pulpo como animal de compañía, de errores, y de una desmoralización generalizada, ha propiciado el florecimiento de actitudes sectarias que nos han contaminado a todos. Cuando las ideas no están claras, cuando el electoralismo es la única medida y la supervivencia de cada grupo está siempre al borde del abismo, la desesperación y los factores personales (y personalistas) adquieren una dimensión inusitada. Se dedican más esfuerzos a combatir a quienes han de ser necesariamente aliados que a lo que son fuerzas irremediablemente enemigas.

Pero ese periodo llega a su fin. Por un lado, la realidad misma de la crisis de un capitalismo sumido en contradicciones cada vez mayores y más irresolubles, ha vuelto a poner de actualidad la necesidad histórica de la revolución socialista. Por otro lado, hemos aprendido la lección de que las concesiones y las «suavizaciones» en el terreno ideológico no sólo no nos aportan más aliados (o más votos), sino que nos aíslan cada vez más. La claridad de las ideas es lo que nos fortalece, y la ambigüedad lo que nos ha debilitado.

El paso siguiente es hacer que quienes más firme y resueltamente han luchado por el socialismo, los comunistas, rompan la dinámica de dispersión y vuelvan a unirse. Pero no hablamos de una unidad  aparente o puramente electoral, hecha «en frío», de mala manera y ocultando las diferencias. Esas «unidades» duran poco y conducen siempre al fracaso. Para conseguir una buena aleación, los metales deben calentarse a determinada temperatura. Lo que proponemos es, precisamente, romper el frío y calentar la unidad al calor de la unidad de acción, de la lucha coordinada y conjunta de las organizaciones comunistas.

Roto el hielo, trabajando codo a codo, se podrán derribar todos los muros y abrir paso a un debate sincero entre revolucionarios. Un debate franco que no esté abocado al fracaso por las heridas, desconfianzas y malas experiencias del pasado. Y al que puedan sumarse progresivamente los que, desmoralizados, terminaron yéndose a su casa. Los comunistas organizados (es decir, organizados en partidos comunistas) son hoy el bastión desde el que hacer posible ese cambio de tendencia. Y tenemos, ante los trabajadores y ante el pueblo, una muy seria responsabilidad de hacerlo posible.

Y no solo posible: es, sobre todo, necesario. Quienes se han mantenido organizados y peleando en las condiciones más adversas, lo han hecho porque, aunque les dé corte reconocerlo, mantienen en sus pechos el fuego del ideal comunista, la esperanza y la certeza de que las cosas pueden ser diferentes, de que deben ser diferentes, de que van a ser diferentes. Esa llama arde en los militantes de un partido y otro: quienes la apagaron en sus corazones ya han desertado hacia otros caladeros políticos. Más allá de las diferencias, es justo reconocernos en esa voluntad de lucha por el socialismo y el comunismo. No somos enemigos.

Ha llegado la hora de recomponer filas. De ponernos en marcha. De reconocernos como camaradas. Como compañeros de batalla en esta larga marcha desde la barbarie capitalista al comunismo. Y lo vamos a conseguir, porque están cambiando los tiempos.


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