Si quiero ir de una isla a otra, lo primero que tengo que tener es un barco o un avión en que poder hacerlo. Mientras no resuelva el asunto del barco o del avión, es inútil plantearme ese traslado. Nosotros, que queremos avanzar hacia la República Socialista Canaria, necesitamos ante todo resolver el asunto del instrumento político que nos permita hacerlo. Y este no es otro que la unificación de los comunistas y el reagrupamiento de la izquierda anticapitalista.
Como no somos unos ilusos bien intencionados, somos conscientes de las enormes dificultades que entraña poner a flote ese navío. Décadas de desorientación política, de derrota, de fragmentación, de desbandada y de sectarismo han hecho mella y ponen las cosas muy cuesta arriba. Pero, a la vez, la rueda implacable de la necesidad histórica, en forma de crisis brutal del capitalismo, ponen a la orden del día el deber y el reto de avanzar decididamente hacia la unidad.
Atrincherados en sus pequeños reductos, los diversos destacamentos de la izquierda canaria no pueden sino sentir un estremecedor vértigo ante el ascenso de esa marea unitaria, cada vez más sentida por los trabajadores y por las mujeres y los hombres de izquierda. Sería insensato no sentir ese temor y esa ansiedad ante lo que, aparentemente, es un grave peligro para la supervivencia de las pequeñas organizaciones, para los viejos métodos y estilos de trabajo, para lo que consideran que les ha permitido sobrevivir al temporal.
Pero los revolucionarios no podemos quedarnos resguardados en nuestros refugios, a salvo de la lluvia y el vendaval. Tenemos que mojarnos, salir a la tormenta de la lucha de clases, convertirnos en un ejército poderoso, fundirnos con nuestro pueblo y atrevernos a cambiar el curso de la historia.
Para ello no basta –aunque es imprescindible– una sincera actitud unitaria. Hay que establecer políticas, trazar planes y debatir ideas. Una “unidad” que se fundamente en ocultar las diferencias o en un buenismo ingenuo, estará condenada al fracaso aún antes de empezar. Lo mismo cabe decir si queda reducida a mera maniobra electoralista, sin un proyecto de persistencia política y de lucha de masas más allá de las citas electorales que nos marca el Estado burgués.
Guste o no guste, despierte en nosotros más o menos temores, la unidad de toda la izquierda canaria (comunistas y socialistas revolucionarios, independentistas y federalistas) es, ante todo, una necesidad. No hay otra. Y es también una responsabilidad de la que no se puede dimitir.
Pero, sobre todo, es una oportunidad insoslayable para que nuestro pueblo avance por fin a la Historia. Por eso hay que abordarla con valentía, con decisión, con audacia. No tenemos nada que perder, salvo nuestras miserias actuales. Y tenemos todo por ganar.
Adelante compañeras, compañeros: a construir la Unidad. Y a conquistar el futuro.