Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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Recuperar la conciencia de clase

In Actualidad, Laboral on 15 abril, 2010 at 0:01

Pedro Brenes

Los sindicatos son el instrumento de la clase obrera para la lucha económica contra la explotación capitalista. Ni más ni menos. Y los intentos de forzar su papel en la lucha de clases, pretendiendo que actúen como sujetos políticos, sólo pueden llevar a las concepciones anarquizantes del sindicato-partido que acaban siempre, en definitiva, en que ni una cosa ni la otra.

Las diversas manifestaciones de la contradicción entre los trabajadores asalariados y la burguesía capitalista (la económico-sindical, la político-parlamentaria y la militar-insurreccional) requieren y generan diferentes formas y medios de lucha, cada uno de ellos dotado de sus propios métodos y sistemas organizativos, que se seleccionan y perfeccionan progresivamente con la experiencia acumulada por generaciones de activistas, propagandistas y teóricos revolucionarios de la clase obrera.

En las etapas históricas en que la lucha de clases se desarrolla en forma relativamente pacífica, los sindicatos, como instrumentos especializados para la lucha económica, tienden a destacar al primer plano y, a través de ellos, la forma económico-sindical de la contradicción capitalista se despliega como un combate de los obreros contra la patronal, encaminado a lograr el aumento de salarios y mejoras en las condiciones de vida y de trabajo. El objetivo de estos conflictos no va más allá de la firma de acuerdos o convenios laborales y de reformas legislativas favorables a los trabajadores y sus familias, siendo la huelga su medio fundamental de lucha.

Pero cuando los antagonismos económicos, sociales y políticos se agudizan y las condiciones de vida de los trabajadores se degradan hasta lo insoportable, la lucha económica-sindical pasa a un segundo plano, cediendo el protagonismo a los partidos comunistas revolucionarios, instrumentos imprescindibles para la lucha política democrático-parlamentaria y para la dirección del combate insurreccional.

Además, la natural e inevitable tendencia de las organizaciones sindicales al legalismo, la negociación y la conciliación, exige la dirección y la influencia política del partido comunista. Porque sólo bajo la hegemonía ideológica revolucionaria puede evitarse la deriva oportunista y reformista de los sindicatos. De todos ellos, y no solamente de UGT y Comisiones.

La burocratización y el reformismo de los sindicatos se refleja particularmente en la división sindical y la creación de feudos laboralistas rivales y, en algunos casos, enfrentados en torno a supuestas posiciones políticas excluyentes («nacionalistas», «libertarias», «revolucionarias», «de clase», etc.). Nefasta tendencia que perjudica gravemente a la clase obrera y reduce, de manera catastrófica, sus posibilidades de enfrentarse con éxito a la burguesía y a su Estado capitalista.

Por eso, los comunistas hemos de combatir esa inclinación sectaria y burocrática de las direcciones sindicales y defender, con decisión y firmeza, el interés supremo de la clase obrera de fortalecerse frente a la ofensiva de los capitalistas (que sí saben mantenerse unidos y organizados en su Confederación de Empresarios), por medio de la construcción de la Central Única de Trabajadores.

Para recuperar la conciencia de clase, los trabajadores de Canarias debemos poner en marcha un proceso de confluencia sindical y de identificación de intereses frente a los empresarios capitalistas que supere el estrecho marco de la diversa afiliación sindical, empezando naturalmente por la coordinación y la unidad de acción para dar una respuesta unitaria en los conflictos con los patrones.

Esto evitaría que el sectarismo nos condene a la división y la descoordinación de la lucha frente a la ofensiva contra nuestros derechos laborales y sociales. Y haría imposibles espectáculos bochornosos como, por ejemplo, la reciente convocatoria de huelga frente al decretazo de la sanidad y la educación ¡en fechas diferentes! Con lo que sólo se conseguía, en función de mezquinas rivalidades sindicales, obligar a unos trabajadores a actuar de esquiroles de los otros.

La acción conjunta, unitaria y coordinada, sobre la base de las decisiones mayoritarias y asamblearias de los trabajadores, de todos los dirigentes obreros, independientemente del color de su carnet sindical o del despacho laboralista que tengan contratado, significa el primer paso para alcanzar el necesario acuerdo unitario de la clase obrera que nos permita la creación de la imprescindible Central Única de Trabajadores de Canarias.

Y si hay algún momento y algún lugar idóneo para escenificar ante todo el pueblo trabajador, ante la derecha capitalista y ante las instituciones políticas, represivas y mediáticas del Estado burgués, que la clase obrera canaria es una sola y que no permitiremos que nos fragmenten y nos debiliten separándonos en taifas sindicales en permanente competencia burocrática, ése es, sin duda, el Primero de Mayo.

Aunque la burguesía prefiere que se limite a reclamaciones económicas y a una celebración lúdica, festiva, superficial y sectaria de paellas y asaderos, el Día Internacional de la Clase Obrera, nuestro glorioso Primero de Mayo, debe ser siempre la expresión de la fuerza, la determinación y la unidad de todos los trabajadores por la defensa de sus intereses económicos y sociales.

Y debe ser, también, la manifestación combativa y politizada, no exclusivamente sindical, de todas las organizaciones y colectivos de la clase obrera, en primer lugar de los comunistas,  por el objetivo estratégico del avance revolucionario hacia una nueva sociedad de igualdad y justicia, que liquide para siempre la distinción de los seres humanos en clases sociales enfrentadas y acabe definitivamente con la explotación capitalista.



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