La actual recesión económica imperialista que se desencadenó en el año 2008, y cuyo epicentro lo encontramos en EEUU, entró, como todos sabemos, en una nueva fase caracterizada por la ofensiva reaccionaria de los grandes capitalistas y sus instituciones, que están imponiendo a los gobiernos nacionales que gestionan sus intereses durísimos recortes contra la clase obrera, aumentos de los impuestos indirectos, disminución del gasto público (en particular el gasto social) y de las inversiones públicas en infraestructuras, además del abaratamiento del despido. Es decir, todo lo contrario de lo que se debería hacer para salir de la crisis.
Todo por el objetivo de reducir el déficit presupuestario y el endeudamiento de los Estados, argumentan los imperialistas. Pero las consecuencias de estas medidas son evidentes: la disminución del poder adquisitivo de la mayoría frenará y reducirá aún más el consumo, lo que provocará que muchas más empresas, sobre todo las pequeñas (que en Canarias emplean a aproximadamente el 90% de los trabajadores), echen el cierre, aumentando aún más el paro. El aumento del paro, obviamente, reducirá aún más la demanda. Y si a esto le sumamos el recorte en inversiones públicas y la inexistencia de proyectos en infraestructuras productivas, resolvemos fácil la ecuación: recortes sociales y salariales + disminución de la inversión pública = más paro, menos consumo, menos PIB y agudización de la crisis.
Canarias, como hemos defendido en multitud de ocasiones, es el eslabón más débil de la Unión Europea y, con el desarrollo de la nueva fase de la crisis capitalista, esta aseveración cobra aún mayor validez.
Si bien la conciencia de clase y revolucionaria de las masas es todavía inmadura, por la corta historia y desarrollo de nuestra clase obrera, además de por el carácter mayoritariamente servicial de nuestra actividad económica, las condiciones objetivas hacen de Canarias una nación extremadamente frágil para el Estado español y la Unión Europea. La soberanía nacional y la construcción del socialismo, independiente del capitalismo colonialista español y del imperialismo de la Unión Europea y otras potencias, es una alternativa que fructificará desde que la mayoría de trabajadores asalariados, fundamentalmente, pero también los trabajadores autónomos, los obreros rurales, los pequeños empresarios e intelectuales más lúcidos, cuenten con un amplio Frente político encabezado por los comunistas, que disponga de su propio programa y proyecto transformador.
Todos los sectores económicos de Canarias están siendo gravemente afectados por la situación crítica de las economías de las que dependemos en extremo. Lo que ha puesto de relieve una vez más en la historia contemporánea, como viene sucediendo desde hace siglos, que la economía monosector que nos viene impuesta desde fuera, con la colaboración de las clases locales dominantes, no tiene ningún futuro. No es más que una permanente marcha suicida hacia la autodestrucción total, ya que con cada nuevo negocio (monocultivo o binomio improductivo) del que se beneficia principalmente la burguesía española y europea, se arroja un saldo negativo en superficie agraria cultivable, en industrialización, diversificación de la productividad, soberanía alimentaria y energética, e independencia política y económica.
La agricultura no está muy lejos de desaparecer. La tendencia es que cada vez se produce menos, se destruye más suelo agrario cultivable para macroproyectos especulativos e improductivos, y se profundiza en la masiva importación primada a través del REA, generando unos fabulosos beneficios para un puñado de capitalistas.
Por si fuera poco, los acuerdos comerciales rubricados por la Unión Europea y seis países centroamericanos para reducir gradualmente durante los próximos 10 años el arancel hasta los 75 euros por tonelada, y el aumento de las exportaciones de los países de África, Caribe y Pacífico, u otros como Colombia o Costa Rica, hacen peligrar seriamente las exportaciones de plátano canario.
Así mismo, el Tratado de Libre Comercio entre la UE y Marruecos para la comercialización del tomate de la dictadura majzeniana, perjudica directamente al sector tomatero canario.
El sector ganadero está igualmente muerto. Más del 94% de la carne y de los productos lácteos que se consumen en Canarias, provienen del extranjero.
En cuanto al mar canario y la pesca, los acuerdos entre España y la UE con Marruecos, que reconocen el derecho a este último país a una Zona Económica Exclusiva en la que se incluye el mar canario, la paulatina desaparición de las cofradías de pescadores y la pesca artesanal, y una paupérrima industria pesquera, demandan urgentemente la conquista de nuestro mar y el derecho a disponer de nuestra propia ZEE para explotar nuestras riquezas naturales, así como el desarrollo conjunto de la industria del sector para el autoabastecimiento y la exportación.
La crisis capitalista, como no podía suceder de otra manera, con la disminución generalizada del consumo interno y externo, ha mermado aún más la insignificante industria canaria.
Y en cuanto al sector terciario, preponderante en la economía canaria, más de lo mismo. El turismo desciende (los países de donde provienen los turistas están en crisis y cada vez habrá más competencia) y los negocios siguen cerrando por todos lados.
Los tan cacareados fondos europeos se acaban. Las RUP (colonias europeas), las grandes perjudicadas por la crisis, no recibirán nada a partir del 2013.
En general, la nueva fase de la crisis capitalista traerá más paro a Canarias, menos actividad económica, más pobreza, más desindustrialización, y más emergencia social.
La burguesía criolla no tiene alternativas más que obedecer los dictados europeos y mendigar para al final acabar pagando. Esto ya no da más de sí. Lo que toca ahora es organizar la resistencia, y construir una alternativa revolucionaria que se enfrente en condiciones al tripartito (PP-PSOE-CC) para ir a por todas.
Tenemos que empezar a creernos la realidad: esta crisis será definitiva, el empleo destruido en Canarias no se recuperará, y la única alternativa somos los comunistas y las fuerzas de la izquierda anticapitalista aliadas, tanto para resistir como para vencer.