Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

Archive for 6 de junio de 2010|Daily archive page

China sospecha que el ataque contra la corbeta surcoreana fue una operación de «bandera falsa»

In Actualidad on 6 junio, 2010 at 0:01

Fuentes de inteligencia de Wayne Madsen Report en Asia sospechan que el ataque contra la corbeta de guerra antisubmarina de la Armada sudcoreana Cheonan, en marzo, fue un ataque de bandera falsa hecho para que pareciera provenir de Corea del Norte.

Uno de los propósitos principales para el aumento de las tensiones en la península coreana era aplicar presión sobre el primer ministro japonés Yukio Hatoyama para que cambiara de política sobre el retiro de Okinawa de la base del Cuerpo de Marines de EEUU. Hatoyama ha admitido que las tensiones por el hundimiento del Cheonan tuvieron una importante influencia en su decisión de permitir que los marines de EEUU permanecieran en Okinawa. La decisión de Hatoyama ha llevado a una división en el gobierno de la coalición de centroizquierda, un hecho saludado en Washington, por la amenaza del líder del Partido Socialdemócrata, Mizuho Fukushima, de abandonar la coalición por el cambio de actitud sobre Okinawa.

El Cheonan fue hundido cerca de la isla Baengnyeong, un lugar del extremo occidental alejado de la costa sudcoreana, pero frente a la costa norcoreana. La isla está altamente militarizada y dentro del alcance de fuego de artillería de las defensas costeras norcoreanas, que está al otro lado de un estrecho canal.

El Cheonan, una corbeta de guerra antisubmarina, tenía sonar de tecnología de punta, y además operaba en aguas con amplios sistemas de sonar hidrófono y de sensores acústicos submarinos. No existe evidencia sudcoreana de sonar o de audio de un torpedo, submarino o mini-submarino en el área. Ya que no hay casi navegación en el canal, el mar estaba silencioso en el momento del hundimiento.

Sin embargo, la isla Baengnyeong alberga una base de inteligencia militar estadounidense-sudcoreana y SEALS [fuerzas especiales] de la Armada de EEUU operan desde la base. Además, había cuatro barcos de la Armada de EEUU en el sector, parte del Ejercicio Foal Eagle (EEUU-Corea del Sur), durante el hundimiento del Cheonan. Una investigación de las huellas metálicas y químicas del torpedo sospechoso muestra que es de producción alemana. Existen sospechas de que los SEALS de la Armada de EEUU mantienen una muestra de torpedos europeos con fines de denegabilidad plausible para ataques de bandera falsa. Además, Berlín no vende torpedos a Corea del Norte; sin embargo, Alemania mantiene un programa de estrecha cooperación de desarrollo conjunto de submarinos y armas submarinas con Israel.

La presencia del USNS Salvor, uno de los participantes en Foal Eagle, tan cerca de la isla Baengnyeong durante el hundimiento de la corbeta sudcoreana, también suscita preguntas.

El Salvor, un barco civil de salvamento de la Armada, que participó en actividades de colocación de minas por los marines tailandeses en el Golfo de Tailandia en 2006, estuvo presente cerca del momento de la explosión, con un complemento de 12 buzos de aguas profundas.

Pekín, satisfecha con la afirmación de inocencia de Kim Jong Il de Corea del Norte después de un viaje urgente en tren de Pyongyang a Pekín, sospecha del papel de la Armada de EE.UU. en el hundimiento del Cheonan, con una sospecha particular respecto al papel jugado por el Salvor. Las sospechas son las siguientes:

1. El Salvor participaba en una operación de instalación de minas en el lecho marino; en otras palabras, colocaba minas antisubmarinas disparadas horizontalmente en el fondo del mar.

2. El Salvor estaba realizando inspección rutinaria y mantenimiento de minas en el lecho marino, y colocándolas en un modo electrónico activo (disparo por gatillo sensible) como parte del programa de inspección.

3. Un buzo de los SEALS colocó una mina magnética en el Cheonan, como parte de un programa clandestino con la intención de influenciar la opinión pública en Corea del Sur, Japón y China.

Las tensiones en la península coreana han eclipsado convenientemente todos los demás puntos de la agenda en las visitas de la secretaria de Estado Hillary Clinton a Pekín y Seúl.


(*) Wayne Madsen es un periodista investigativo que trabaja en Washington DC, con distribución nacional. Es editor y redactor de Wayne Madsen Report (por suscripción).

Anuncio publicitario

Un conocido estilo colonial. Las ambiciones de Google.

In Actualidad, Cultura on 6 junio, 2010 at 0:00

Raúl Zibechi

Nacido como motor de búsqueda en la década de 1990, Google se ha ido expandiendo y diversificando, a tal punto que abarca desde teléfonos hasta la flamante Google TV, estrenada el 20 de mayo, un sistema para interconectar el televisor con Internet.   Las razones dadas por Larry Page, presidente de la compañía en una reciente entrevista (Le Monde, 22 de mayo), a la hora de dar cuenta de la multiplicación de áreas, son elocuentes: “queremos ganar aún más dinero”. Sin embargo, la ambición económica es apenas una disculpa de los objetivos de fondo de la exitosa empresa.

En el trasfondo de todo proyecto de expansión capitalista late el deseo de poder, de controlar al resto de la humanidad para dominarla y poder explotarla en su beneficio. “Nuestra ambición -confiesa Page en la entrevista- es organizar toda la información del mundo, no sólo una parte de ella”.   Cuando el periodista cuestiona la enorme cantidad de datos que almacena Google, muchos de ellos acerca de la vida privada de las personas, el director confiesa: “Las fronteras de la vida privada se están moviendo”.

Si al objetivo de almacenar la información producida por la humanidad se le suma que la empresa no reconoce la intimidad de las personas, el hecho es ya preocupante.   Pero la realidad es peor aún, ya que no reconoce ninguna frontera, tampoco las fronteras nacionales, otrora consideradas inviolables.  El contencioso que mantiene Google con China, país al que acusa de censurar los contenidos de la empresa, revela una actitud muy similar a la que el país asiático sufriera en el pasado colonial.

En marzo Google cerró su servicio con sede en China y comenzó a redirigir las búsquedas de la web hacia un portal de Hong Kong, argumentando censura.   Intentó sin éxito que otras empresas siguieran su camino.  Para el gobierno chino el tema siempre fue claro, y sostuvo que cualquier empresa que actúe en ese país debe acatar la legislación local. “Los productos informativos aportados por las transnacionales informativas tienen que someterse a la supervisión de seguridad como otros productos.   Sólo así se podrá asegurar los intereses de los países anfitriones y sus pueblos.   Cuando entró en China, Google manifestó con claridad que observaría las leyes de China, y ahora apela por extralimitarse de la jurisdicción de las leyes de China”, dijo Diario del Pueblo (2 de abril de 2010).

Incluso el británico The Financial Times aseguró que Google había fracasado en su intento de que sus competidores respondieran a su llamada para presionar a China.   ¿Acaso Google no pretende actuar de modo similar a la Compañía Británica de las Indias Orientales? La Compañía, recordemos, era mucho más que  una importante empresa comercial: gobernó de forma virtual la India y buena parte de Asia, a tal punto que mediados del siglo XIX, una quinta parte de la población mundial estaba bajo su autoridad.   Y jugó un papel destacado en las dos guerras del opio (1839 a 1842 y 1856 a 1860), que forzaron al gobierno chino a tolerar el comercio del opio en aras de la “libertad de comercio”.

Los tiempos han cambiado: ahora se emplean tecnologías aparentemente neutras.   Pero el colonialismo está lejos de haber llegado a su fin.   Google fue condenada en Francia (y en otros países) por no respetar derechos de autor, o sea por pillaje.   Si la empresa pretende avasallar alguno de los más poderosos países del mundo, su actitud es una señal de alarma para todos los habitantes del planeta y para los pequeños y medianos países, cuya soberanía está en cuestión.

Hace tiempo el Pentágono coloca en lugar destacado la guerra electrónica, que incluye tres aspectos: el ataque electrónico, la protección electrónica y el apoyo a la guerra electrónica.   La opacidad de las grandes empresas y el control que ejerce Estados Unidos sobre Internet, tienden a convertirla en un arma valiosa en manos de una potencia en decadencia.   En efecto, la ICANN (Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números), es un organismo autónomo pero depende en última instancia de la Casa Blanca, ya que sólo es responsable ante su Departamento de Comercio, y al estar radicada en California, está sujeta a las leyes de ese estado.


(*) El periodista uruguayo Raúl Zibechi es docente e investigador en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios colectivos sociales.