Siempre que existe explotación y represión, la rebelión estalla. Si los explotados son la mayoría de la sociedad, la revuelta se acerca todavía más y viene con un combate más fuerte.
Los últimos 30 años han presenciado el meteórico ascenso de China, las multinacionales y advenedizos magnates locales han aprovechado para enriquecerse haciendo uso de las favorables políticas económicas de China, así como las lagunas en su supervisión. En agudo contraste, decenas de millones de trabajadores de cuello azul chinos, que son los que verdaderamente han generado la riqueza y la prosperidad, han quedado muy atrás.
Según la Federación Nacional de Sindicatos de China, la cuarta parte de los trabajadores chinos no han tenido un aumento de sueldo en los últimos cinco años. La cifra es peligrosamente preocupante. A sus duras condiciones de trabajo se suman los bajos estándares de vida y las dificultades en el apoyo a los miembros más jóvenes y más ancianos de las familias, lo que exacerba la presión psicológica.
Las largas colas de coches de lujo que circulan en las ciudades de China brillan ante nuestros ojos, verificando la modernización de un país enorme, pero ninguno de la flotilla es de «la cuarta parte de los trabajadores chinos», cuyos sueldos están congelados. Es lógico que clamen por su nivel de vida, que está actualmente en declive teniendo en cuenta las subidas de precios anuales.
De ahí vino la masiva huelga de trabajadores en la línea de producción avanzada de la japonesa Honda en la provincia de Guangdong, en demanda de salarios más altos. La creciente ola de suicidios de los empleados plantean el futuro de la taiwanesa Foxconn Technology Group, en la ciudad de Shenzhen.
Los reportes dicen que la huelga de los trabajadores de Honda, iniciada el 27 de mayo, ha obligado a cuatro líneas de montaje de automóviles Honda en China a cerrar sus puertas debido a la escasez de piezas de motor clave, causando enormes pérdidas a la empresa. Honda finalmente acordó un aumento del 24% de salario a los trabajadores, que volvieron al trabajo la semana pasada. Además, la gestión de Foxconn se ha comprometido a aumentar un 30% los salarios de trabajadores de «cuello azul».
Los aumentos salariales están muy atrasados. Deberían haberse llevado a cabo antes de que los trabajadores adoptaran medidas radicales.
¿Nunca esperó que algo como una huelga laboral ocurriera en China? Por favor, tenga en cuenta que los trabajadores en este mundo pertenecen al mismo grupo. Cuando los obreros explotados se ven obligados a realizar horas de más, a trabajar bajo una presión enorme y desproporcionada, ganando pequeños salarios -con frecuencia de menos de 1.500 yuanes (220 dólares) al mes en China-, la decepción y la frustración se reúnen y crece la ira y, finalmente, surgen las revueltas.
Indudablemente, los trabajadores de Honda y de Foxcoon impulsarán y envalentonarán a los demás trabajadores con bajos salarios para movilizarse y defender sus derechos laborales y sus derechos humanos. La afirmación de que la huelga de Honda ha puesto de relieve la tensión entre los trabajadores chinos y las empresas extranjeras simplemente no es verdad, porque es totalmente injusto e ingobernable para los negocios buscar ganancias exorbitantes a costa de sus empleados.
Ahora, algunos analistas han argumentado que la demanda de aumento de sueldo de los trabajadores haría que China dejara de ser fuente de mano de obra barata y las multinacionales se trasladarán a otros países como India y Vietnam. Pero, ¿no es hora de que este país diga no a las manufacturas de bajo valor y trabajo intensivo, y suba una pequeño peldaño en la escala industrial?
¿No es la sobreexplotación de los empleados un negocio vergonzoso? ¿No se justifica la demanda de los trabajadores chinos de salarios más altos? (De hecho, los empleados japoneses en las instalaciones de Honda cobran 50 veces más que el promedio de los trabajadores chinos).
El gobierno tiene un papel que desempeñar. Durante muchos años, ha sido, sin ética, amistoso hacia las empresas en la formulación de políticas, con el fin de asegurar el crecimiento económico, pero ha hecho poco para consolidar los intereses de los trabajadores. Como resultado, así como el país ha recaudado enormes reservas en divisas extranjeras, y las empresas y magnates han ganado mucho dinero, el bienestar de la mayoría de los trabajadores apenas ha mejorado.
La sostenibilidad del crecimiento del país está ahora en juego. Sólo cuando los salarios más bajos, tanto tiempo descuidados y sin voz, sean atendidos por el gobierno, el malestar de los trabajadores de “cuello azul», que se está fraguando ahora en muchas fábricas, no caerá en cascada, difundiéndose como una ola imparable.