En un viejo chiste, un agricultor, cansado de que le robaran la fruta por la noche, decide acechar al ladrón. Y, efectivamente, esa noche lo localiza en la oscuridad, subido a uno de los árboles frutales. Lo agarra por los testículos y le pregunta:
-¿Quién eres?-
Como el otro no respondía, le retorció aún más sus partes blandas, y le volvió a preguntar:
-¿Quién eres?-
El otro seguía sin responder, y nuestro agricultor volvía a retorcer y a repetir la pregunta. Así una y otra vez, hasta que del alto del árbol se oye por fin la respuesta con voz ronca:
-Juan…
-¿Qué Juan?
-… el mudo…
En el mundo real sucede algo parecido, pero al revés. Son los ladrones los que exprimen los salarios por los que nos tienen agarrados y las condiciones de vida de los trabajadores. Y, en vista de que no resollamos, siguen retorciéndolos cada vez más.
Tras la reducción de sueldo de los empleados públicos, la congelación de las pensiones actuales y el abaratamiento del despido, ya está en marcha el retraso de la edad de jubilación a los 67 años y el recorte sustancial de las pensiones (mediante el truco de cambiar el cálculo para acceder a las mismas).
Pero ahí no queda la cosa. El ministro de Trabajo del gobierno español anuncia una futura reducción de las prestaciones por desempleo aunque, de momento, la sitúa para más adelante, “cuando salgamos de la crisis”. Dado que no se vislumbra ninguna salida de la crisis y que las instituciones imperialistas (UE, FMI, BM) exigen que en 2011 el estado español duplique la bajada del déficit público que supuestamente está llevando a cabo en 2010 mediante nuevos recortes, el “más adelante” más bien cabe esperarlo en pocos meses.
Y siguen maquinando como chuparnos la sangre. Ya les parece mal que tengamos acceso a una sanidad universal y gratuita. ¡Que se rasquen el bolsillo: viva el “copago”! Y a poco que los dejemos respirar, nuevos y más feroces planes para saquearnos se les irán ocurriendo. Ya se sabe: hay que ahorrar para seguir dando subvenciones, ayudas y créditos a los bancos. ¡Para ellos todo, para los trabajadores nada!
Poco importa que tales medidas sólo sirvan para ahondar en la crisis, para hundir más la economía, para crear más paro y más miseria. Debemos renunciar al gobierno, a la voluntad democrática de la mayoría, y acatar el podrido sistema de los partidos burgueses y la dictadura “democrática” de la burguesía. Y convencernos de que “no hay alternativa”.
Podemos seguir callados y resignados, mostrando el cuello al hacha del verdugo. Volviendo cuesta abajo y sin frenos a una vida de incertidumbre y miseria, sin poder pagar la hipoteca, la luz, el agua, el teléfono. Reduciendo la cesta de la compra a niveles inferiores al de subsistencia. Acostumbrándonos a la idea de que nuestros hijos no van a tener ni futuro ni de qué vivir, amontonados como basura social en las colas del paro.
Podemos seguir dudando. Disculpándonos en el manido argumento, con el que el enemigo nos machaca desde los medios de comunicación de su propiedad y a su servicio, de que manifestarse o hacer huelgas no sirve para nada. Que lo mejor y más “responsable” es seguir calladitos, dedicándonos a cosas importantes como el Mundial de fútbol.
Podemos pasar. Malvivir de rodillas. Arrastrarnos esperando que la desgracia alcance al del al lado y no a uno. Hasta que llegue. Hasta que nos alcance, o a la pareja, a un hijo, a un padre impedido, a un hermano lanzado al abismo del paro.
O podemos hablar. Resistir resueltamente, con tenacidad y de manera organizada, frente a las medidas bárbaras y crueles del capitalismo. Unir fuerzas. Contraatacar. Derrocar el poder de los bancos y los monopolios. Dejar de engañarnos creyendo que las cosas se solucionan solas, mientras los ladrones dan cada vez nuevas vueltas de tuerca a nuestras vidas, llevándonos al desastre.
Podemos ponernos en pie. Como seres humanos dueños de nuestro destino. O sea.