Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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Jerónimo Saavedra decidido a morir (políticamente) matando

In Actualidad on 7 septiembre, 2010 at 0:01

David Delgado

 
 

Si Jerónimo Saavedra, alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, está haciendo méritos para que le recordemos como el más derechista de los alcaldes que hemos tenido que aguantar en los últimos 30 años, hemos de admitir que va por el buen camino. Su última ocurrencia, aumentar de forma exorbitante el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), ni más ni menos que en plena segunda fase de la recesión económica imperialista, va a afectar considerablemente a la capacidad adquisitiva de cientos de miles de canarios (y por ende al consumo), a los precios, al ahorro de las familias, a los jóvenes y adultos que viven en régimen de alquiler de forma indirecta, y a los pequeños comerciantes.

Los primeros afectados son los 237.000 contribuyentes capitalinos que a partir del 9 de septiembre sufrirán un incremento del 28,8% en los recibos del IBI, lo que se traduce en aumentos de entre 25 y 250 euros, dependiendo del valor catastral de la vivienda en cuestión. La naturaleza del incremento desmedido de este impuesto es lineal. Nada de progresividad. Igualito que los progres de su partido que gobiernan en Madrid.

El propio director de gobierno de Hacienda, Benito Cabrera, explicó que la subida del IBI castiga a todos por igual. Pero se expresó mal. En realidad el aumento es proporcionalmente igual para todos, pero castiga más a la clase trabajadora, puesto que ese alza lineal del impuesto para las familias trabajadoras y burguesas afecta de forma más acentuada a las primeras porque sus ingresos son muchísimo menores.

De este modo, en el distrito más poblado (Ciudad Alta) con 106.000 habitantes, el impuesto se encarecerá entre 28 y 42 euros. En Siete Palmas unos 70 euros. Unos 66 en Escaleritas y 45 en La Isleta, por poner algunos ejemplos.

Pero no se acaba ahí la política antisocial del gobierno municipal del PSOE.

Además de elevar este impuesto directo con todas sus consecuencias a los contribuyentes de la ciudad, también aumenta nada más y nada menos que un 116% el recibo que tienen que pagar los propietarios de las naves que se encuentran en el Puerto de la Luz (el IBI de Características Especiales a la Autoridad Portuaria). Y Las empresas portuarias ya avisaron del efecto que traerá consigo esta medida: se encarecerá la cesta de la compra porque, para paliar el gasto adicional, a los empresarios no les quedará otra que subir los precios de las distintas operaciones que se desarrollan en el recinto.

Los empresarios se quejan también de pagar por servicios que en la práctica no reciben, como la recogida de basuras, alumbrado y saneamiento, ya que las empresas portuarias disponen de servicio propio para cubrir esas necesidades.  Y también advierten de que podría disminuir el atraque de buques.

Por lo tanto, al encarecer este impuesto en un momento económica y socialmente tan delicado, para recaudar más dinero del previsto a costa de la mayoría de trabajadores y pequeños empresarios contribuyentes, insistimos, se mermará aún más la capacidad de consumo y ahorro de las familias, y la capacidad adquisitiva de trabajadores asalariados, autónomos y pequeños empresarios, ya que todos tendrán más gastos, y los últimos menos ingresos.

Curiosamente, a pesar del aumento en los últimos años del IBI en todo el Archipiélago, del Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE) y del Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica, ha disminuido drásticamente el gasto público social.

Si a esto le sumamos el anuncio de Soria, vicepresidente y consejero de Economía y Hacienda del gobierno de Canarias, de que el recorte del gasto público (fundamentalmente educación, sanidad y gasto social) será de 950 millones en los presupuestos del 2011, más los planes de austeridad y ajuste a nivel estatal y autonómico, podemos asegurar, desgraciadamente, que el año que viene será mucho más duro para las clases populares que éste que estamos malviviendo.

La ofensiva contra los trabajadores es continua y se da en todos los niveles institucionales. Y los trabajadores, cuyo descontento crece cada día, desean una alternativa frente a los partidos burgueses tradicionales que en la práctica han demostrado ser todos iguales. Y esa alternativa nos corresponde levantarla a los comunistas y al conjunto de la izquierda anticapitalista, frente a la inútil inercia de pretender competir con mini-proyectos electorales contra las grandes maquinarias burguesas respaldadas por el capital financiero.

No nos cansaremos de repetirlo: hay que organizar la resistencia y construir una alternativa con posibilidades reales de tomar el poder. Y ello sólo es posible combatiendo el sectarismo, el ultraizquierdismo, la obsesión electoralista y la división, y favoreciendo la unidad, superando los métodos y rutinas desfasados, perdiendo el miedo y creyendo convencidamente que la revolución se convierte cada día más en una necesidad real.


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Un general como muy pocos

In Actualidad, Historia on 7 septiembre, 2010 at 0:00

Jerónimo Carrera
Presidente del Partido Comunista de Venezuela (PCV)

 

Empiezo por aclarar que no voy a referirme a uno de nuestros militares venezolanos, que han sido y son tantos, sino a uno de un país muy lejano pero muy querido por una mayoría de nosotros los venezolanos, como lo es en nuestros tiempos el Vietnam.

En efecto, desde allá mismo, me escribe un buen amigo venezolano para recordarme que acaba de cumplir cien años de edad uno de los militares más destacados, realmente más notables por sus méritos, y a escala mundial sin duda, de todo el último siglo, como lo es el vietnamita Vo Nguyen Giap. Conocido internacionalmente de modo más sencillo con el apelativo de General Giap.

Me sugiere ese compatriota que divulgue por este medio una simple anécdota que me oyó contar hace algún tiempo, de índole personal y referente a dicho General. Lo hago aquí ahora mismo y con mucho gusto, para todos los amables lectores.

Precisamente, tuve el honor de participar en la renombrada y bien organizada Conferencia Tricontinental en La Habana, que se efectuó en enero de 1966, con delegaciones de Africa, Asia y la América Latina. Allí nuestra delegación venezolana se sentaba al lado de la vietnamita, como siempre por orden alfabético, y como además en ambos países andábamos en luchas guerrilleras fue lo más natural un mutuo interés por el mayor desarrollo de relaciones.

De tal circunstancia provino para mí el grandísimo honor de un viaje a Vietnam, a su parte ya liberada, desde luego. Con otros camaradas venezolanos llegamos allá por la vía de la URSS y China, sin mayores problemas, y fuimos recibidos con especial fraternidad. Es bueno recordar que Vietnam había quedado dividido en dos partes, luego de una prolongada y dura lucha armada contra los franceses, cuyos colonialistas dejaron a los imperialistas yanquis la tarea de continuar dicha guerra contra el pueblo vietnamita.

Ya para finalizar nuestra visita, se nos brindó una sencilla pero muy cordial despedida, en el pequeño hotel mismo, al anochecer, y allí se me acercó uno de los vietnamitas, modestamente vestido de civil, como los demás, para comenzar a conversar conmigo en idioma francés, sin decirme su nombre y sin que nadie nos presentara.

La conversación se prolongó por unos veinte o más minutos, sobre las luchas del pueblo venezolano contra la dominación yanqui y sus perspectivas, sin saber yo quien era mi interlocutor. Me impresionó su interés por Venezuela, pero esto era bastante común en todas partes por aquel tiempo.

Cuando él se retiró, siempre sin identificarse, -y aunque yo noté que un par de veces nos tomaron fotos conversando- de inmediato vino uno de nuestros acompañantes y me preguntó al respecto. Se quedó muy sorprendido cuando yo a mi vez le pregunté quién era esa persona tan interesada en Venezuela, y me dijo que era nada menos que el General Giap. Con eso, naturalmente, yo quedé asombrado…

Desde luego que ya para entonces el nombre de Giap era conocido mundialmente, como de un estratega excepcional. Y guardo un libro escrito por él, en una edición en idioma inglés, (General Vo Nguyen Giap, DIEN BIEN PHU, Hanoi 1964, Foreign Languages Publishing House, 254 págs.), que me regaló allá con una dedicatoria otro gran camarada vietnamita, Tô Húu, poeta de mucho prestigio y quien era secretario del Comité Central para esa época. Con él cené en su casa, comida preparada por él mismo, y por cierto muy sabrosa…

Pues bien, el General Giap ya es centenario y es un General como muy pocos, que además de haber ganado históricas batallas ha escrito nada menos que SIETE libros.