Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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El Congreso del Partido Comunista de Vietnam promueve un mayor desarrollo rural

In Actualidad on 16 enero, 2011 at 10:57

El desigual desarrollo entre el campo y la ciudad preocupa hoy a la militancia comunista de Vietnam, cuyo XI Congreso fomenta la industrialización y modernización de las áreas rurales.

Si bien el Partido Comunista de Vietnam (PCV) promueve la igualdad de oportunidades para todo el país, el avance hacia el socialismo aún plantea múltiples desafíos para el campesinado y las minorías étnicas.

Nguyen Quoc Cuong, presidente de la Asociación de Agricultores de Vietnam, advirtió que la fortaleza del sector está dada, más que por la cantidad, por la calidad de sus recursos humanos.

Tras destacar el protagonismo del campo vietnamita en las luchas de independencia y construcción del socialismo, Cuong señaló el papel estratégico de la agricultura y la necesidad de fortalecerla.

La resolución del décimo mandato del PCV reconoce al campesinado como la fuerza mayor para mantener un desarrollo socio-económico sostenible, estabilidad política, seguridad nacional y ecológica.

Para implementar dicha resolución, los agricultores superaron múltiples desafíos para garantizar la seguridad alimentaria, y pasar en poco tiempo de país importador a exportador de alimentos.

De hecho, Vietnam es ya el segundo mayor exportador mundial de arroz, tras Tailandia, y solo es superado por Brasil en ventas de café, un cultivo relativamente nuevo en el país.

Cuong solicitó políticas que promuevan las inversiones en la aún pobre infraestructura de los campos, y que mejoren las condiciones de vida y empleo de sus habitantes.

El dirigente consideró que tales medidas ayudarán al campesinado a ganar la calificación necesaria para la meta partidista de hacer de Vietnam una nación industrializada para 2020.

Otros delegados reclamaron a su vez programas que incentiven la búsqueda de capital para el desarrollo socio-económico rural, en especial la irrigación y en las vías de comunicación.

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Fracasa el autogolpe de la dictadura tunecina: la lucha popular no cede

In Actualidad, África on 16 enero, 2011 at 0:01

LIBERADO EL CAMARADA HAMMAMI POR LA PRESIÓN POPULAR

El partido único en el poder desde hace 23 años intentó en el último momento mantenerse en el poder en Túnez. El número dos de la Reagrupación Constitucional Democrática (RND), Mohamed Ghanouchi, que durante estos diez últimos años asumió la jefatura del Gobierno, intentó hacerse con la presidencia del país en la mañana del viernes declarando “incompetente” al hasta entonces Presidente Ben Ali.

El ex mandatario está refugiado en Arabia Saudita, a donde huyó el viernes propulsado por un mes de protestas populares y amparado por el cierre de los aeropuertos.

Ayer el Consejo Constitucional ha rectificado el procedimiento y conforme al Articulo 57 de la constitución tunecina proclamó al presidente del Parlamento Fuad Mebazaa como Presidente interino del pais hasta las nuevas Elecciones. El Consejo ha estimado que “ante la vacante de poder” originada con la huída del antiguo dictador Ben Ali, el presidente del Parlamento, que es el numero dos en la jerarquía institucional, debía ocupar el sillón presidencial de Cartago.

La última maniobra del partido RCD ha terminado en fracaso. En las filas del expartido único se encuentran todos los barones del poder, y los mismos responsables del aparato estatal durante estos veinte últimos años.

El imperialismo francés y el norteamericano siguen maniobrando para preservar la tiranía neocolonial neutralizando los avances de la lucha popular. El toque de queda sigue vigente en todo el país y se teme que el Ejército intervenga directamente en la escena política, completando el golpe de Estado con la excusa manida de combatir «el terrorismo islamista».

Nuestro camarada Hamam Hammami, portavoz del Partido Comunista de los Obreros de Túnez (PCOT) ha sido liberado bajo presión de las masas, que se manifestaban ante la sede del Ministerio del Interior,   y la influencia del PCOT crece exponencialmente. El gobierno dice que habrán elecciones en 6 o 7 meses (el Consejo Constitucional había ordenado su celebración en 60 días), mientras mantiene ilegalizados a los comunistas.

Otra evidencia de la crisis institucional son los saqueos de grandes comercios y viviendas y las fugas masivas de las cárceles, una de las cuales, en la ciudad de Monastir, desembocó en un incendio que costó la vida a 43 convictos y lesiones graves a un número similar, acorde con cómputos provisorios.

Los choques entre policías y manifestantes se suceden en la capital y existen signos de ajustes de cuentas, el más sobresaliente entre ellos el arresto de Selim Shaybub, yerno del mandatario fugitivo, difundido por la televisora qatarí Al Jazira en un reporte desde el terreno.


El pseudoaltruismo teísta: consideraciones extremas

In Cultura on 16 enero, 2011 at 0:00

Hernán Toro


Pocos adjetivos hay tan claramente opuestos como «altruista» y «egoísta». Según el Diccionario de la Real Academia, el primero es la «diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio», mientras que el segundo es un «inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás».

En otras palabras, el altruista sacrifica su propio bien por los demás, mientras que el egoísta sacrifica el bien ajeno para favorecerse él mismo. En la mayoría de las especies animales gregarias, los individuos altruistas son bien vistos por los demás mientras que los egoístas se consideran despreciables.

Independiente de que las tendencias egoístas y altruistas humanas están en nuestra naturaleza genética y social, los creyentes religiosos suelen jactarse ante nosotros, los impíos, de su actitud abnegada y altruista. «Ama a tu prójimo como a ti mismo» es un mandamiento del Judaísmo que fue reiterado por Jesús de Nazaret y que muchos creyentes consideran una imposibilidad de la mente atea.

Por supuesto, hay que diferenciar el altruismo verdadero del falso. En ocasiones, algo que puede percibirse como un acto altruista no es más que un eficiente cálculo a tres bandas que brinda a quien lo realiza beneficios mayores a largo plazo que los perjuicios menores inmediatos. En este caso, no cabe hablar de altruismo: es puro egoísmo diferido.

¿Cuán altruistas son las motivaciones de los creyentes religiosos? Muchas veces se mencionan las vidas de santos, los padecimientos de los mártires, e incluso, el sacrificio «expiatorio» de Jesús, como muestra de actos altruistas en los cuales el individuo terminó perjudicado por el bien de los demás. ¿Pero, es realmente altruista el comportamiento cristiano?

Unas pocas consideraciones podrán dar una perspectiva adecuada.

Piense el lector en Pablo de Tarso. El llamado «Profeta de los Gentiles» gastó buena parte de su vida dedicado a promover la fe en Jesucristo. Soportó viajes extenuantes, persecuciones, encarcelamientos, hostigamientos, torturas, y según algunas leyendas, «muerte de mártir», para llevar la salvación a «todas las criaturas».

¿Cuán altruistas eran sus motivaciones? Él mismo nos da su respuesta en 1 Corintios 15:32:

«Si como hombre batallé en Éfeso contra fieras, ¿de qué me sirve? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos«.

Pablo, con su actuación, perseguía lo que él consideraba un bien mayor: «La Vida Eterna», sin la cual, él se hubiera comportado como cualquier beodo hedonista. No eran unas motivaciones muy altruistas, a decir verdad.

Pero es que incluso algunas consideraciones teológicas extremas muestran cuán absurdo es el concepto del altruismo cuando se enmarca en las religiones cristianas.

Para el cristianismo no hay mayor bien que la Vida Eterna que tanto anhelaba Pablo. El mismo Jesús dijo: «Si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti: mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser arrojado en el fuego eterno». Es claro: no puede haber mayor bien que la salvación eterna, y no hay peor mal, que la condenación.

Considere entonces el destino humano ante la «buena nueva de Jesucristo». Cuando una persona pasa su vida sin haber recibido la más remota noticia de Jesús de Nazaret, de acuerdo con la teología de varias corrientes cristianas, la deidad es particularmente misericordiosa con ese individuo a la «hora del Juicio».

Es de esperarse: al no haber recibido nunca información de lo que era el pecado, al no haber «recibido el Espíritu» con un bautismo, al no saber qué rechaza y qué aprueba Yahvé, no puede ser juzgado con el mismo rigor que, por ejemplo, un Papa que proteja a curas pederastas de las autoridades civiles, un Obispo que bendiga los ejércitos de un país dedicado al exterminio de una etnia como los Judíos, o incluso, un adolescente que sabiendo que es «pecado mortal» no puede evitar caer en la tentación de masturbarse.

De otro lado, cuando la persona ha escuchado la buena nueva, desde la óptica Divina, ya tiene la autonomía de recibir el mensaje de Jesucristo. Ya sabe qué es bueno y qué es malo… y si rechaza al salvador, las consecuencias a la hora de su muerte son bien claras según la mitología cristiana: una condenación eterna; un estado infinito de sufrimiento y desesperanza total.

Cabe entonces preguntarse cuán altruista es el acto cristiano de la evangelización: Si ningún cristiano evangelizara, todas esas personas que pasan su vida sin conocer a Jesús serían juzgadas muy benévolamente por el Dios Padre. Por el contrario, si se evangeliza, cada persona contactada por el predicador tiene una buena probabilidad de rechazar a Jesús y con ello, de ganarse una tortura eterna e infinita. En realidad, si tenemos en cuenta eso de que «muchos son los llamados y pocos los escogidos», esa probabilidad sería muy alta… ¿Tal vez un 90%?

¿Qué bien le hace un predicador cristiano a su víctima, si su Dios fuera real, y su teología verdadera? Prácticamente ninguno: cada persona a la que buscara estaría siendo condenada a una ronda de ruleta rusa espiritual: acierta en la elección estrecha, y se salva; toma el camino ancho y se condena eternamente. Por el contrario, si no se le predicara, obtendría un juicio mucho más benévolo de la Divinidad. Si asumimos los porcentajes mencionados antes, prácticamente de cada diez personas a las que evangelizara un predicador, nueve quedarían condenadas eternamente, y una se salvaría.

Ahora, ante semejante panorama, si los cristianos son tan altruistas… ¿Por qué predican? Simple: porque sus preceptos les indican «propagar la buena nueva»; deben hacerlo porque así se salvan. Deben poner en esa ruleta rusa espiritual incluso a sus propios hijos, a los que someten a una posible condenación eterna, porque ellos deben seguir las enseñanzas de Jesús para poder salvarse.

Los cristianos ponen en riesgo de condenación eterna a decenas, cientos, e incluso miles de personas, para ellos poder salvarse: es la antítesis del altruismo; es un egoísmo demoníaco.

No falta la disculpa absurda del creyente, que postula que llevan el mensaje de Cristo a toda la humanidad porque esa es la salvación… Pues bien, si así fuera, si Yahvé condenara a todos los que no fueran bautizados, por la causa que fuera, entonces los cristianos estarían adorando y obedeciendo (por su propio bienestar) al monstruo torturador más aterrador que se pueda imaginar; un ser que manda a una tortura eterna a miles de personas por el simple inconveniente de haber nacido en un tiempo o una región geográfica no cristiana.

Hay un aspecto particularmente ridículo del «altruismo» cristiano cuando se consideran sus mitos absurdos respecto al origen de la vida humana y del «alma», a la luz de la obstetricia moderna [1]. ACLARO DE ANTEMANO QUE NO DEFIENDO NI INSTO A QUE SE REALICE NINGUNO DE LOS COMPORTAMIENTOS QUE SEÑALO A CONTINUACIÓN.

Se estima que hasta un 50% del total de los óvulos fecundados mueren y se pierden (son abortados) en forma espontánea, usualmente antes de que la mujer se percate de que está embarazada. Entre los embarazos conocidos, la tasa de aborto espontáneo es alrededor del 10% y generalmente se presenta entre las 7 y las 12 semanas de embarazo [2].

Semejante cantidad de «almitas» muertas antes del bautismo plantea una dicotomía: O se van al infierno por no haber sido bautizadas, o se salvan a pesar de no haber recibido el bautismo.

La aplastante mayoría de las teologías cristianas rechazan la primera opción porque un Dios que condenara a un tormento eterno a miles de «almitas bebé» sólo por haber sido abortadas espontáneamente, sería peor y más aborrecible que un cura violador de menores.

Así, la conclusión «lógica» es que el mítico dios cristiano manda estas «almitas» a la gloria eterna… claro, ¡pobrecitos!… ellos no tuvieron la culpa de haber sido abortados.

¿Qué ocurre si un cigoto lleva su desarrollo a término? Pues nada más y nada menos que se enfrenta a la ruleta rusa espiritual mencionada antes: tiene que aceptar esa maravillosa «buena nueva» de Jesucristo (sígueme o jódete) pues de lo contrario termina asado en azufre por toda la eternidad.

Desde un punto de vista estrictamente lógico, humano y altruista, ¿cuál sería la opción más misericordiosa a seguir para llevar al mayor número de personitas al bien máximo?… Si se aceptan las farsas cristianas, la solución es obvia: abortar a diestra y siniestra, incluso en contra de la voluntad de las madres: todas y cada una de esas almitas abortadas irían instantáneamente a un estado de dicha infinita y eterna a la Diestra de Dios. Por el contrario, si se les deja nacer, están ante la opción del camino ancho que lleva a la condenación eterna.

Si los mitos cristianos sobre «almas» fueran ciertos, la opción más noble y altruista que se podría tomar sería una demente cruzada abortista serial, incluso aunque con ello se corriera el riesgo de ir a la cárcel, o peor aún, de terminar en el infierno. Sería un precio bajo a pagar por la salvación eterna ASEGURADA de cientos o miles de niños inocentes.

Ahora, ¿por qué los cristianos no se la pasan abortando? La respuesta es obvia: porque para que el cristiano se salve, no puede matar; mucho menos, matar «niños inocentes». Si lo hiciera, él mismo perdería la salvación, así que prefiere que esos niños terminen condenándose a la larga, en vez de él arriesgar su salvación propia. ¡Cuán altruista! ¿No?

Si un cristiano creyera realmente los disparates teológicos (pseudociencia) que promulga, y si fuera realmente altruista, no tendría ningún problema en renunciar a su vida eterna personal para darle la salvación eterna irrevocable a cientos de miles de bebitos indefensos en el vientre materno… pero en realidad le importa un cuerno que esos «niñitos en potencia» terminen condenándose, siempre y cuando él mismo se salve.

Así, vale preguntar: ¿Por qué tanta oposición al aborto legal? ¿Porque se está enviando al cielo a millones de niños indefensos, en vez de dejarlos vivir para que tengan la posibilidad de condenarse eternamente?

¡Cuán distinto se ve el altruismo cristiano cuando se miran los motivos de fondo y cuando se ven los absurdos lógicos que se deducen de semejantes alucinaciones «espirituales»!


NOTAS:

[1] La idea de los abortos por altruismo está inspirada en el artículo: «The Baby Killing Church Of Jesus Christ» por Adrian Barnett:

http://www.abarnett.demon.co.uk/atheism/bkcojc.html

Por supuesto, esta idea es generalizable al homicidio de personas recién bautizadas, de creyentes recién confesados, de individuos que acaban de «recibir a Jesucristo como Dios y Salvador personal», y toda laya de personas «en Gracia».

[2] Información tomada de MedlinePlus, de los Institutos Nacionales de Salud del Gobierno de Estados Unidos, sobre el aborto espontáneo :

http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/001488.htm