Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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Tindaya ya es una obra de arte

In Actualidad, Comunicado on 24 enero, 2011 at 20:00

Organización Juvenil Azarug


Tras años de tiras y aflojas, de desperdiciar dinero público, de muchas voces en contra de un proyecto faraónico, ahora el Gobierno de Canarias llega a un acuerdo de espaldas al pueblo canario con la familia de Chillida para llevar a cabo la destrucción de Tindaya. Lo querían hacer por las buenas o las malas y han aprovechado la mala situación económica, social y laboral para ofrecer a los majoreros unas migajas de los pingües beneficios que aportarán a las empresas Canterías de Arucas, Cabo Verde y diversas constructoras españolas.

No debería de extrañarnos las maneras incoherentes de hacer las cosas de este gobierno, algo a lo que nos tiene acostumbrados desde hace mucho tiempo. Destruir nuestro patrimonio histórico, cultural y natural para crear empleo, nos parece una excusa más que absurda. ¿No sería mejor generar empleo en el mismo espacio, pero conservando el estado actual de la Montaña? ¿Qué tal reactivar el sector primario y ahí emplear a los parados canarios?

El proyecto de Chillida es un incongruencia más de la política territorial que se hace en Canarias. Ningún país del mundo destrozaría una montaña, símbolo sagrado para sus antepasados y un lugar natural único en el Archipiélago, para cumplir el sueño de un artista, sin ningún tipo de sensibilidad hacia ese espacio. Actualmente lo único que mueve a la familia del artista vasco, son los enormes beneficios que se embolsarán ellos y los políticos que venden nuestros espacios al mejor postor.

Exigimos que esta masacre contra nuestra Nación no se lleve a cabo. No toleramos más destrucciones de nuestro patrimonio. Quien quiera ver una obra que vaya ahora mismo a Tindaya. Porque la Montaña de Tindaya, ya es una obra de arte.

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Las masas populares ponen sitio al gobierno de Túnez

In Actualidad, África on 24 enero, 2011 at 10:48

El palacio de gobierno, sede del primer ministro interino Mohamed Al-Ghannouchi, quedó desde ayer virtualmente sitiado por miles de tunecinos que exigieron apartar del gabinete de unidad a todos los funcionarios vinculados con el anterior régimen. Al caer la tarde de este domingo, poco antes de que entrara en vigor el toque de queda, continuaban llegando a la capital miles de personas, en su mayoría trabajadores y jóvenes desempleados procedentes de provincias del interior para unirse a las manifestaciones.

La denominada «Caravana de la Liberación» partió el sábado en la noche de Kasserine y Sidi Bouzid, esta última en el centro de Túnez y tierra natal de Mohamed Bouazizi, el joven cuya inmolación prendiéndose fuego avivó las revueltas que derrocaron al presidente Zine El-Abidine Ben Ali.

Convocados por la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT), activistas sociales, estudiantes, campesinos, profesionales en paro laboral y hasta policías y bomberos se fundieron en una marea humana que rodeó la sede del primer ministro en la Kasbah, parte antigua de la capital.

La multitud gritó consignas y exhibió pancartas en las que reclamaba la salida del poder de Al-Ghannouchi y todos los que ocuparon puestos relevantes durante los 23 años de mandato de Ben Ali, en particular los ministros de Defensa, Interior y Relaciones Exteriores, muy ligados al ex mandatario.

Sin encontrar una violenta oposición de las fuerzas militares desplegadas en el lugar, los manifestantes removieron las alambradas y vallas que protegían la oficina del primer ministro y se abalanzaron sobre el inmueble, aunque luego fueron contenidos por los efectivos de seguridad.

«Al-Ghannouchi, apártate», «Queremos un Gobierno de salvación», «No a la traición de la revolución», gritaba la enardecida muchedumbre, que también volvió a arremeter contra los símbolos del ya disuelto partido Reagrupación Constitucional Democrática (RCD) que lideró Ben Ali.

Consultados por periodistas que cubrían la concentración, los tunecinos Abdel Khalek Hassine y Bathir Bouaicha se mostraron confiados en que la presión popular obligue a dimitir al jefe de Gabinete interino, quien prometió abandonar la política tras las elecciones generales.

«Tiene que irse, es muy impopular, no pueden secuestrar la revolución», comentaron en medio de un ambiente de crispación que no se veía desde las marchas que compulsaron la huída a Arabia Saudita de Ben Ali y su familia, el pasado 14 de enero.

Mientras el Ejecutivo sigue incompleto por la renuncia de cinco ministros insatisfechos con la permanencia de elementos afín al derrocado régimen, la  Unión General de los Trabajadores Tunecinos (UGTT), principal sindicato del país, propuso formar un nuevo Gobierno con gente de «manos limpias» desvinculados de la corrupción y la represión.


Cuba cambia el modelo económico (III)

In Actualidad, Economía on 24 enero, 2011 at 0:01

Ángel Guerra Cabrera

En las dos entregas anteriores argumenté la ineludible necesidad de cambiar el modelo económico de Cuba, rectificando errores paradójicamente originados en la voluntad de conseguir toda la justicia social, aunque también en la copia de ciertos modos de hacer de otras experiencias que buscaron construir el socialismo. Si estudiamos el mensaje de Fidel a los estudiantes del 17 de noviembre de 2010 (síntesis de las ideas de su discurso de la Universidad de 2005) y los discursos de Raúl Castro desde el 26 de julio de 2009 hasta el que sirviera de conclusión de la última sesión de 2010 de la Asamblea Nacional y los resúmenes de los debates de aquella publicados en la prensa cubana, encontramos varios aspectos centrales.

Primero, este proceso lo anima la inquebrantable decisión de asegurar la irreversibilidad de la revolución socialista en Cuba y de sus conquistas emblemáticas mediante la aplicación de un máximo de racionalidad en todos los sectores de la economía, rectificando los errores y prácticas que entorpecen ese objetivo, particularmente aquellos que conspiran contra el poder estimulador del salario. Se busca detonar un gran proceso de acumulación de capital que dé sustento material a aquel objetivo crucial, comenzando por la forma más simple de lograrlo, que es el ahorro de recursos de todo tipo en lugar del gasto injustificado que ha existido.

Segundo, es de estratégica importancia avanzar a paso seguro en la elevación de la producción agropecuaria y de la industria a ella asociada, de modo que en el plazo más corto posible -acaso en diez años- se pueda llegar a producir en la isla el grueso de las verduras, tubérculos y cárnicos que requiere el consumo nacional, así como disminuir sustancialmente la onerosa importación de alimentos que pueden producirse en el país, a la vez que aumentar las exportaciones tradicionales y no tradicionales del sector. En suma, conseguir la soberanía alimentaria sin desconocer que la agricultura requiere de un grado de subsidio estatal, pero este debe dedicarse a facilitar precios más estimulantes al productor y no a subvencionar deficiencias. En apoyo de esta línea de acción se impulsa la agricultura urbana, surge y toma cuerpo la suburbana, se emplea la tracción animal para ahorrar combustible, continúa la entrega de tierras estatales en usufructo a particulares y cooperativas que ya sobrepasa el millón de hectáreas, se estudian con urgencia formas de simplificar la cadena entre productor y consumidor y se avanza en la descentralización de las decisiones, entre otras medidas, aunque con gran resistencia de la burocracia y de los viejos conceptos.

Tercero, se desprende de la documentación citada el justo equilibrio concedido a los factores objetivos y subjetivos, sin cuya aplicación estratégica no habría sido posible el triunfo de la lucha armada de liberación, la resistencia contra las agresiones sistemáticas de Estados Unidos, las conquistas revolucionarias singulares de Cuba, ni su permanente solidaridad con los pueblos del mundo, pero que no ha sido observado con igual precisión en la dirección de la economía. Este concepto está asociado a otro igualmente vivo en la mente de los dirigentes cubanos y es que el socialismo, a diferencia de todas las sociedades anteriores, se construye conscientemente, por lo que no se debe confiar a la espontaneidad del paso del tiempo o a la acción de los mecanismos de mercado, sino a una previsora planificación que no deseche la utilización regulada de aquellos mecanismos como parte de las leyes y regularidades objetivas del desarrollo social. Llegados aquí, expongo mi criterio de que en rigor, en Cuba revolucionaria nunca ha existido un modelo económico delineado a largo plazo pues la hostilidad del imperialismo forzó a constantes y traumáticos virajes tácticos para garantizar la pura supervivencia y no el desarrollo pleno de las fuerzas productivas.

Lo que permite y exige diseñar ahora un modelo económico a largo plazo es la cantidad y calidad de capital humano formado por la Revolución; la complejidad y diversidad alcanzada por la sociedad cubana; el análisis crítico de la propia experiencia y de las causas del derrumbe soviético; la nueva situación de independencia e integración en América Latina, y la declinación de la hegemonía de Estados Unidos pese a que en medio de su crisis conserve el mayor poder militar del planeta, enormes recursos económicos y políticos y no haya cambiado su política hostil hacia Cuba.



Cuba cambia el modelo económico (II)

Cuba cambia el modelo económico (I)

Socialismo, mercado y capital

La otra cara de la protección a la propiedad intelectual

In Actualidad, Cultura, Economía on 24 enero, 2011 at 0:00

Mei Xinyu

Los defensores de los derechos de propiedad intelectual (DPI) dicen que ésta es la fuerza impulsora del desarrollo económico y de la innovación tecnológica. China ha hecho que sus legisladores perfeccionen las leyes de DPI desde que el país decidiera abrazar la economía de mercado, y pidió a sus agencias de aplicación de la ley que garantizaran la puesta en práctica de lo legislado. El creciente comercio exterior del país ha consolidado aún más esta demanda, por lo que las autoridades del Gobierno y la judicatura han hecho grandes esfuerzos para continuar perfeccionando este sistema.

China ha decretado y ha puesto en práctica una serie de regulaciones para la protección de los DPI, además de publicar en 2008 el Marco para la Estrategia Nacional de la Propiedad Intelectual. Sus autoridades judiciales de varios niveles continúan luchando contra las compañías e individuos que violan estas prerrogativas. En conjunto, el país ha hecho progresos considerables en este afán.

Pero el propósito de un sistema de DPI no es sólo proteger los derechos de autor, sino también animar la innovación, mantener la justicia social y promover el progreso económico y social de modo integral.

La actual tendencia a poner énfasis excesivo en la propiedad intelectual en el país y en el extranjero puede ir contra la intención original de establecer un sistema de DPI. Algunas prácticas y conflictos en Estados Unidos y otros países occidentales han enseñado una lección a China, que no debe apegarse a pie juntillas a tales experiencias.

La fuerza impulsora fundamental de la innovación es la competición, mientras que la protección de los DPI reviste en sustancia un tipo de monopolio. El monopolio puede proporcionar los incentivos para la innovación, pero puede también incitar a los innovadores a seguir acumulando ganancias derivadas de los productos que crearon en épocas previas, en lugar de sentirse compulsados a seguir creando novedades. Tal situación debilitará en última instancia el empuje de la innovación tecnológica.

Toda moneda tiene dos caras. El sistema de protección de los DPI no es ninguna excepción. Que dicho sistema sea la fuerza impulsora de la innovación, o se erija en una barrera que impida el progreso tecnológico, dependera de que seamos capaces de librarnos de la rémora que intentarán imponer ciertos grupos de interés.


(*) Mei Xinyu es investigador de la Academia de Comercio Internacional y Cooperación Económica, afiliada al Ministerio de Comercio de la República Popular China.