Tras años de tiras y aflojas, de desperdiciar dinero público, de muchas voces en contra de un proyecto faraónico, ahora el Gobierno de Canarias llega a un acuerdo de espaldas al pueblo canario con la familia de Chillida para llevar a cabo la destrucción de Tindaya. Lo querían hacer por las buenas o las malas y han aprovechado la mala situación económica, social y laboral para ofrecer a los majoreros unas migajas de los pingües beneficios que aportarán a las empresas Canterías de Arucas, Cabo Verde y diversas constructoras españolas.
No debería de extrañarnos las maneras incoherentes de hacer las cosas de este gobierno, algo a lo que nos tiene acostumbrados desde hace mucho tiempo. Destruir nuestro patrimonio histórico, cultural y natural para crear empleo, nos parece una excusa más que absurda. ¿No sería mejor generar empleo en el mismo espacio, pero conservando el estado actual de la Montaña? ¿Qué tal reactivar el sector primario y ahí emplear a los parados canarios?
El proyecto de Chillida es un incongruencia más de la política territorial que se hace en Canarias. Ningún país del mundo destrozaría una montaña, símbolo sagrado para sus antepasados y un lugar natural único en el Archipiélago, para cumplir el sueño de un artista, sin ningún tipo de sensibilidad hacia ese espacio. Actualmente lo único que mueve a la familia del artista vasco, son los enormes beneficios que se embolsarán ellos y los políticos que venden nuestros espacios al mejor postor.
Exigimos que esta masacre contra nuestra Nación no se lleve a cabo. No toleramos más destrucciones de nuestro patrimonio. Quien quiera ver una obra que vaya ahora mismo a Tindaya. Porque la Montaña de Tindaya, ya es una obra de arte.