La España imperial vuelve a la guerra en nuestro continente. En un arranque de ardor guerrero y testosterona colonialista, el presidente del gobierno metropolitano, José Luis Rodríguez Zapatero, otrora pacifista contrario a la guerra, ha anunciado su intención de enviar barcos de guerra y aviones de combate a agredir Libia.
Lo ha anunciado este mediodía en una comparecencia conjunta en Madrid con el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, en la que anunció haber puesto a disposición de las tropas de Estados Unidos «el uso de las bases españolas -Rota (Cádiz) y Morón de la Frontera (Sevilla)-» para bombardear al pueblo libio con la excusa de conseguir una zona de exclusión aérea en todo el territorio soberano del país africano.
Zapatero ha asegurado que la española será «una contribución importante» a la guerra. Y que preferiblemente «los medios aéreos y navales» serán los que están adscritos a la OTAN. De momento, la armada española participa en el dispositivo naval de la OTAN desplegado frente a las costas de Libia con el submarino Mistral, que realiza misiones de inteligencia. También está alertado, por si fuera necesario, el patrullero Vigía. La Embajada de EE UU ha calificado a España de «pieza clave» para esta operación.
Zapatero ha solicitado del Congreso de los Diputados la autorización para participar en la agresión. Sobre este asunto, Rubalcaba ha añadido que el Ejecutivo no descarta tener que tomar una «decisión urgente» para poner en marcha una intervención militar en Libia si los acontecimientos «se precipitan» y que el Congreso la «convalide» posteriormente. Disparar primero, preguntar después.
Frente a la declaración unilateral de alto el fuego inmediato del gobierno de Muanmar Al Gadafi, Zapatero ha declarado que «la comunidad internacional no se va a dejar engañar por el régimen libio«.
La declaración de Zapatero ha venido precedida por el anuncio de la ministra de Defensa, Carmen Chacón, que horas antes, desde la base aérea madrileña de Cuatro Vientos, ha confirmado la participación española en la misión militar auspiciada por Naciones Unidas.
En un primer momento, el gobierno español tiene previsto el despliegue de entre cuatro y seis cazabombarderos F-18, con unos 150 efectivos. Esos aparatos podrían estar en bases italianas en un plazo de entre 48 y 72 horas. Se trataría de un despliegue similar al destacamento Ícaro que, entre 1994 y 2002, aplicó la zona de exclusión aérea sobre Bosnia-Herzegovina y posteriormente participó en la guerra de Kosovo, siempre bajo bandera de la OTAN.
Paralelamente se baraja el envío del portaaviones Príncipe de Asturias, que actualmente se encuentra en la base de Rota (Cádiz). Sin embargo, el buque necesita ahora mismo numerosas reparaciones, incluida la de su radar tridensional, por lo que necesita al menos una semana para estar listo y tendría que ir escoltado por una fragata F-100.
Libia ha anunciado el alto el fuego y la suspención de todas sus operaciones militares para proteger a los civiles, a través de su ministro de Exteriores, Mousa Kousa, quién ha asegurado en rueda de prensa que su país protegerá a todos los extranjeros y a sus posesiones. En sus declaraciones ha ofrecido también «abrir todas las vías de diálogo con quienes estén interesados en la unidad territorial de Libia«.