Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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La legitimidad de los poderosos

In Actualidad, África on 29 marzo, 2011 at 0:02

DESDE ESTA ORILLA DEL GUINIGUADA


Félix Martín Arencibia

La primavera siembra de colores nuestros campos y nos levantan el ánimo, se convierte en un ligero bálsamo ante la realidad socio-política de cada día. Hay algo que estamos viviendo de una manera doliente: el ataque al ser humano indefenso. Es lo que está pasando estos días con el bombardeo a Libia y el intento de controlar la “primavera” de las revueltas árabes. Les parece que se están saliendo del plato y el ataque a Gadafi puede ser un advertencia para los que pudieran poner en peligro los intereses económicos y estratégicos de los poderosos.

Además de por eso se sufre por los ataques a la verdad, la repetición a través de los medios de comunicación de una serie de falsedades, al estilo Goebbels, se convierte en verdades de fe para una mayoría de lo población. Algunos serían capaces de irse voluntarios a matar infieles u obligar a los propios gobiernos a hacerlo. A pesar de ello cada vez somos más los que estamos conscientes de que los verdaderos motivos de los ataques a ciertos países son estratégicos y sobre todo económicos, entre ellos los relacionados con la energía petrolífera o del gas.

Se dice en los medios informativos, por ejemplo, que el ejército libio ataca con aviones a los manifestantes. Esto no se puede demostrar, buscando en diferentes medios, internet y otros, no encontramos fotos o videos que lo certifiquen, a pesar de que la mayoría de los libios tienen móvil y lo usan para reflejar otras escenas, como la ejecución por parte de los supuestos revolucionarios de soldados y policías. Además, de los 220 muertos y 500 heridos graves en Bengasi se producen durante el asalto de los rebeldes a un cuartel. Gadafi es un dictador y era un dictador antes de estos sucesos, quizás no peor de otros tantos tolerados en Guatemala, Marruecos, Arabia Saudí, las monarquías del Golfo Pérsico y otras tantas. Podríamos añadir a los países declarados modelos “democráticos” en los que gobierna la “dictadura del dinero” desde la cual se explota a sus pueblos, se corrompe, se controlan los medios de comunicación y se declaran guerras a otros países para dominar sus riquezas petrolíferas o de otra índole. Ahí tenemos las masacres cometidas contra muchos seres humanos indefensos en Irak, Afganistán, Pakistán, Latinoamérica…

Se apunta que la ONU, que representa a la Comunidad internacional, esta legitimada para declarar la guerra cuando se ataca a los propios ciudadanos. Suponiendo que la ONU estuviera autorizada para ello no se aplica con la misma vara de medir en semejantes situaciones. Por ejemplo, el ataque a los manifestantes de Bahrein con 1500 soldados de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Independientes, y en presencia de la V Flota imperial; los 50 civiles y 200 heridos en el Yemen; los 1500 ciudadanos asesinados en Gaza en una serie de agresiones del ejército israelí, el asalto de Marruecos a los saharauis acampados pacíficamente en las afuera del Aaiún… y tantos otros sucesos en diferentes lugares. Se aplican las normas de modo arbitrario sin ningún respeto a la justicia ni al “sentido humanitario”.

Además sabemos que la ONU, en concreto su Consejo de Seguridad, tiene una representación muy poco democrática. Ha sido constituido por las cinco potencias vencedores de la Segunda Guerra Mundial, EE.UU., Reino Unido, Francia, Rusia a las que se añadió China. Todas ellas con derecho a veto, si a alguna no le interesa un tema, vota en contra y anula la resolución. A ellos se han añadido otros países emergentes, que en este caso se abstuvieron, algunos quizás presionados por los más poderosos. Según ciertos expertos no controlados por las dictaduras capitalistas del dinero, la resolución 1973, del 17 de marzo, contra Libia es ilegal, no se adapta al punto 7 del artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidas ni tampoco al artículo 39.

Ante todo estos hechos y atropellos debemos más que nunca ser amantes de la verdad ante la manipulación y organizarse creando nuevas alternativas solidarias de funcionamiento social y político. Bueno amigos, les dejo con unos versos en contra de las guerras del poemario “Vuelos de palmera”: Guerra, negros topos / se ocultan tras decisiones de ONU, / derechos internacionales. / Negras floridas retóricas esconden / negros intereses de petróleo / e industrias de armas negras, / poderes financieros e intereses / estratégicos de negras grandes potencias.

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16º Congreso de la FSM: alcémonos contra la barbarie capitalista, por la paz y por un mundo sin explotación

In Actualidad, Laboral on 29 marzo, 2011 at 0:01

El sindicalismo de clase internacional se reunirá en Atenas, Grecia, del 6 al 10 de abril, en el 16º Congreso Sindical Mundial, con la consigna “Trabajadores alcémonos contra la barbarie capitalista, por la paz y por un mundo sin explotación”.

Las anteriores ediciones se realizaron en Damasco, Siria; Nueva Delhi, India; y, La Habana, Cuba; significando un franco proceso de fortalecimiento de la Federación Sindical Mundial (FSM).

En la Convocatoria expresa que este 16º Congreso Sindical Mundial “analizará la situación actual en todos los sectores y en todos los niveles. Examinará los progresos de la Federación Sindical Mundial (FSM), los éxitos y fracasos, las nuevas tareas que tenemos por delante para defender los intereses de los trabajadores, los derechos y libertades sindicales y las causas justas de todos los pueblos y naciones de todo el mundo.

La FSM cuenta con 200 sindicatos nacionales y sectoriales en 110 países, con 72 millones de miembros, pero más que las cifras, su fuerza y potencial se encuentra en sus posiciones y acción, en su estrategia, su táctica e iniciativas.

Se organiza por oficinas regionales en América Latina, Asia y el Pacífico, África, Europa y Oriente Medio, e impulsa iniciativas militantes de los sindicatos nacionales afiliados y las organizaciones sectoriales de las Uniones Internacionales Sindicales (UIS) de la Construcción, el Metal, los Transportes, la Energía, los Servicios Públicos, la Agroalimentación, las Finanzas, la Educación, y los Hoteles y Turismo.

La FSM expresa que “el período en que vivimos es un período de imperialismo agresivo, de nuevas políticas liberales antilaborales y de crisis económica internacional del sistema capitalista. Esta crisis se manifiesta en todos los sectores: en la economía, en el plan social, en el medio ambiente, en la calidad de vida, la cultura y los cambios climáticos. (…) Es imposible que el capitalismo resuelva los problemas de los pueblos del mundo.

Asimismo, sobre Latinoamérica, la FSM señala directamente el papel del imperialismo estadounidense, con “calumnias y ataques contra la heroica Revolución Cubana, ataques e injerencias contra Venezuela, Bolivia y Ecuador, la ocupación en Haití, el apoyo a la dictadura en Honduras. En Colombia, en los últimos cinco años más de 210 sindicalistas han sido asesinados y el país se está transformando en una base militar estadounidense.

LA CUESTIÓN CRUCIAL

Bajo condiciones de globalización capitalista, la FSM se plantea una pregunta crucial: en las circunstancias actuales, en el mundo contemporáneo, ¿qué tipo de movimiento sindical internacional necesita la clase obrera mundial? Hoy en día, en las condiciones de crisis económica internacional, esta pregunta es aún más pertinente e importante.

– ¿Necesitamos hoy un mecanismo burocrático internacional que coopere con las multinacionales y el capital, o una Organización Internacional como la FSM, que ha decidido avanzar en base a los principios, la cultura y los valores del movimiento sindical de orientación de clase?

– ¿Necesitamos un mecanismo internacional burocrático que negocie y muestre comprensión hacia la abolición de los derechos de los trabajadores, que esté de acuerdo con las pérdidas de derechos de los trabajadores en las relaciones laborales o una Organización Sindical Internacional como la FSM, que exige y lucha por la satisfacción de las necesidades contemporáneas de todas las familias de la clase trabajadora, por una vida digna y de pleno derecho?

– ¿Necesitamos un mecanismo sindical internacional burocrático y agresivo que en sus discursos mantenga la misma distancia entre las fuerzas de ocupación israelí y el pueblo de Palestina, que participe en las calumnias contra Cuba, Venezuela y Bolivia, o una Organización Sindical Internacional como la FSM que, en la teoría y en la práctica, sigue los principios y valores del Internacionalismo Proletario y la Solidaridad Obrera?

– ¿Necesitamos un mecanismo burocrático internacional que gaste dinero, que compre y venda sindicatos y sindicalistas, o una Organización Sindical Internacional basada en la ideología, en su estrategia política y social?

65 AÑOS DE LUCHA CLASISTA

La Federación Sindical Mundial (FSM) es una organización sindical internacional democrática, clasista, de lucha de todos los asalariados, que apoya y estimula la acción de los sindicatos de todos los países por el logro de derechos y reivindicaciones independientes de los trabajadores, para defender sus intereses, combatir toda forma de dominación y servilismo, explotación y opresión, por el avance socioeconómico, que desarrolla y coordina la cooperación y la solidaridad.

La FSM realizó su Primer Congreso (fundacional), en París, del 3 al 8 de octubre de 1945; al cual asistieron delegados en representación de 67 millones de trabajadores miembros de 56 organizaciones nacionales de 55 países y 20 organizaciones internacionales.

La fundación de la FSM se consideró un signo precursor de la nueva era que se iniciaba con la derrota del fascismo a manos de la alianza antifascista. Los trabajadores y las fuerzas democráticas vieron en la victoria un nuevo futuro para el mundo, un futuro libre del imperialismo y del colonialismo y en el que la libertad, la paz, la democracia y la prosperidad progresarían por el bien de toda la humanidad.

Una de las Resoluciones adoptada por el Congreso Sindical Mundial de París perfiló los principios de un estatuto fundamental sobre los derechos de los sindicatos y sus demandas inmediatas, reafirmando con fuerza las demandas fundamentales de los trabajadores:

– Libertad de organización sindical para todos;

– Abolición de cualquier tipo de discriminación basada en la raza, creencias, color o sexo;

– El derecho al trabajo y a las vacaciones pagadas;

– Sueldos adecuados y un mejor estilo de vida (vivienda, comida, etc.);

– Seguridad social con garantías para el desempleo, la enfermedad, los accidentes y la vejez.

PROYECCIÓN DE FUTURO

Sindicalistas de todos los continentes crearon la FSM como central sindical clasista internacional, reflejando el sentir de su lema: “Proletarios del mundo, uníos”.

Desde su fundación, la FSM priorizó su trabajo en la juventud trabajadora, apoyando su formación política, ideológica y sindical; ha impulsado generaciones de dirigentes sindicales en todo el planeta y por consiguiente un movimiento sindical combativo y antiimperialista que logró grandes conquistas desde la década de los años 50 del siglo XX.

La preocupación de la FSM por el fortalecimiento de la consciencia de clase en la clase obrera y en especial de la juventud trabajadora alarmó al gran capital imperialista. Temeroso de su unidad y su fuerza, se planteó como objetivo impedir la unidad de la clase obrera, recurriendo a maniobras sucias, disponiendo presupuestos fabulosos para comprar conciencias y así dividir a la FSM.

La FSM sigue respondiendo a los ataques reafirmando los principios de unidad y solidaridad de clase y ratificando su lucha contra el gran capital; hoy la FSM se recupera e intensifica nuevos rumbos a partir del 15º Congreso realizado en La Habana, Cuba, en 2005.

La FSM ratifica que el futuro del sindicalismo clasista está en manos de la juventud trabajadora de hoy.


Documentos del 16º Congreso Sindical Mundial (Pacto de Atenas)



[Fuente: Tribuna Popular]

No me protejas, compadres de la OTAN

In Actualidad on 29 marzo, 2011 at 0:00

Juan Marrero


¿Cuántos crímenes se han conocido contra la Humanidad, de modo significativo desde que el imperialismo yanqui incursiona en la escena mundial, y que se han pretendido justificar con endulzados vocablos?

“Proteger a civiles” es la última etiqueta humanitaria empleada en la aventura militar de la OTAN, encabezada por Estados Unidos, contra Libia.

Al parecer, por ser tan poco creíble, se ha dejado atrás aquello de dar protección a ciudadanos norteamericanos que residían o se encontraban en los países agredidos, tal como ocurrió en numerosas de las intervenciones militares lanzadas en América Latina y el Caribe en el anterior siglo.

Cálculos, ambiciones e intereses materiales han estado siempre muy presentes en las aventuras militares del Imperio y sus secuaces. Así lo hicieron en Cuba, territorio que deseaban poseer desde la segunda década del siglo XIX. Desembarcaron en 1898 para quitársela a España e impedir, al mismo tiempo, la victoria del Ejército Libertador de Cuba. Apoyados por Hearts y Pulitzer y sus emporios mediáticos, para convencer a la opinión pública estadounidense y mundial, se presentaron como defensores humanitarios del pueblo cubano, diezmados por la reconcentración del sanguinario Valeriano Weyler. Y por la fuerza se apoderaron de Cuba y también, en virtud de esa fuerza, le impusieron la Enmienda Platt y el establecimiento de la base naval en Guantánamo, y, además, el derecho a desembarcar tropas cada vez que consideraran en peligro sus intereses a causa de conflictos internos.

Y, de igual modo, como gendarmes del mundo, invocan en el caso de Libia la necesidad de proteger a la población civil, salvaguardar el orden y quitar del poder al gobernante Gadafi, quien políticamente ha sido una veleta que no ha dejado de dar tumbos de un lado a otro. Los gobiernos de Estados Unidos y de Europa lo quieren aplastar en momentos en que Gadafi tenía calurosas relaciones diplomáticas, económicas y hasta militares con ellos. Con el imperialismo -enseñó Che Guevara- no se puede confiar “ni un tantico así…” El oportunismo de las potencias capitalistas, sin duda, ha guiado esos pasos que van dirigidos a adueñarse del petróleo liviano libio. Se dice que el 3,5 % de las reservas de petróleo mundiales están en Libia, en su mayoría bajo las arenas de la parte oriental del país, donde precisamente nació la sublevación de “la población civil”. Por algo hay versiones que hablan de la posibilidad de dividir a Libia. Frei Betto, en un reciente artículo, sintetizaba la esencia de la agresión con pocas palabras: “El discurso de Occidente es la democracia; el interés es el petróleo. Al capitalismo sólo eso interesa: privatizar las fuentes de riqueza”.

No es nuevo tampoco el ejercicio de políticas oportunistas en las aventuras militares de los imperialistas. Recordemos el episodio de la pequeña islita de Granada, en 1983. Aprovechando una situación interna (el conflicto entre personalidades del gobierno y de concepciones de métodos de dirección que llevó al asesinato del primer ministro Maurice Bishop), Estados Unidos desembarcó miles de soldados de la 82 División Aerotransportada con el pretexto de salvaguardar las vidas de casi mil estudiantes estadounidenses en ese país. Fue una de las muchas mentiras que se dijeron entonces y, en particular, sobre la colaboración de Cuba con ese pueblo, en la construcción de un aeropuerto civil. Monstruoso fue el crimen cometido por Estados Unidos en busca de destruir la revolución granadina, algo que ya habían hecho los propios revolucionarios granadinos con su división y sus errores.

Desde los días de Teodoro Roosevelt, el de la época del desarrollo de las cañoneras y de la política del “Big Stick” (Gran Garrote), a finales de siglo XIX expresó que Estados Unidos estaba necesitado de una guerra, y apropiarse de Cuba, Puerto Rico, Las Filipinas estuvo en sus decisiones, y que años después recibió el Premio Nobel de la Paz, se planteó el Destino Manifiesto de ese país. Albert Beveridge, uno de los asesores de Teodoro Roosevelt, lo esbozó con estas palabras: “Dios ha preparado a los pueblos teutónicos y a los pueblos de habla inglesa…para que establezcamos el orden allí donde reina el caos. Nos ha hecho aptos para que (…) podamos administrar a los pueblos bárbaros y seniles. Sin esta fuerza, el mundo volvería a caer en la barbarie y en la oscuridad”.

Esas ideas, insensatas y dementes, no han sido abandonadas ni en el anterior ni en el presente siglo. Lo ocurrido en Iraq, Afganistán y ahora Libia son muestras bien elocuentes de las últimas fechorías lanzadas en nombre de la democracia, de la libertad, de proteger las vidas de la población civil. Un millón de muertos solo en Iraq, 40 mil en Afganistán. ¿Cuántos se contabilizarán en Libia?

Ni siquiera gobernantes de Estados Unidos, sin importar el color de su piel, que prometieron antes de las elecciones tener una ética diferente, han podido ceder a ineludibles realidades y apremiantes intereses del Imperio. Un idealista como Woodrow Wilson, quien decía en sus discursos “no deseamos ni conquistar ni dominar; no perseguimos ningún fin egoísta”, envió tropas a México, Santo Domingo, Haití, Cuba, Nicaragua, Panamá y Honduras bajo su mandato. Llegó, en fin, a realizar más intervenciones militares en América Latina que las ordenadas por sus predecesores Ted Roosevelt y Taft, en las primeras décadas del siglo XX. Y a Obama, que llegó a la Casa Blanca con un programa que prometía cambios, entre ellos fomentar la causa de la paz, no ha podido poner fin a la presencia militar en Iraq, se ha empantanado en Afganistán y ahora ha dado la orden de arrojar misiles desde sus barcos y aviones contra Libia.

Por estos días, la revista Der Spiegel ha publicado tres impresionantes fotos de crímenes de civiles cometidos por tropas norteamericanas en Afganistán, el 15 de enero de 2010, cuando ya hacía un año que Obama estaba en la Casa Blanca. En una de ellas, la más ofensiva, aparece uno de los soldados riéndose frente al cadáver, ensangrentado, de una de las víctimas. Mataron por diversión. Y hay 4 000 fotos similares no publicadas sobre tal masacre. Nos preguntamos: ¿Acaso la población civil de Libia podrá tener mejor suerte que la de Afganistán?

Lo dudamos.

Y, por eso, todos los pueblos agredidos y hoy los libios tienen todo el derecho a decir, a los países de la OTAN, y en particular a su cabecilla Estados Unidos: “No queremos ni necesitamos la protección humanitaria de ustedes”. Déjennos tranquilos y en paz para poder por nosotros mismos resolver los problemas. Lo mejor que pueden hacer es ocuparse ustedes de sus problemas domésticos que son bastantes: desempleo, déficit presupuestario, gigantescas deudas, enfermedades, gente sin hogar, corrupción, contaminación ambiental…y etcétera, etcétera.


(*) Juan Marrero es vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba


[Fuente: CubaDebate]

Los rebeldes libios entregan el petróleo a la monarquía qatarí

In Actualidad, África on 28 marzo, 2011 at 17:30

El libio Ali Tarhouni, a cargo de la economía en la zona rebelde, ha asegurado que Qatar ha aceptado llevar el comercio de petroleo del este de Libia a partir de los enclaves conquistados por los opositores a Gadafi. “Hemos hecho un acuerdo con Qatar”, ha afirmado.

Difícil de explicar pero explica la intervención de Qatar en el conflicto (4 cazabombarderos, 1 avión cisterna, y la legitimidad de la Liga del Golfo). También explica la obsesión de la monarquía de Qatar y los de los Emiratos Árabes Unidos porque Obama liquidase a Muammar El Gadafi.

Los rebeldes libios anunciaron que, al hacerse con la mayor parte de la producción de crudo del país y careciendo de los mecanismos de comercialización que siempre monopolizó personalmente Muamar el Gadafi, le concederán a Qatar, un país amigo de ellos, la representación del crudo libio.

Con Gadafi, la National Oil Company, estatal libia, se encargaba de las operaciones, y tenía un abanico de acuerdos. Por ejemplo, con TransAsia Gas International, subsidiaria de Al Ghuair Investments, con quien organizó un joint venture a cargo de los 10 millones de toneladas anuales de petróleo refinado en Ras Lanuf.

Tanto las fuerzas de Gadafi como los rebeldes se han esmerado en no dañar las instalaciones petroleras del país, sabiendo que quienes ganaran el conflicto precisarán de ellas.

El ministro británico de Defensa, Liam Fox, había anticipado que los rebeldes libios estaban a punto de hacerse con el control de los puntos de exportación de petróleo de Libia, una situación que puede cambiar la “dinámica” del conflicto.

En declaraciones a la BBC, Fox dijo que los últimos avances de los rebeldes, a raíz de los ataques aéreos de la coalición contra la artillería del régimen libio, podían despejar el camino para que alcanzaran puertos esenciales de la exportación de crudo.

Nexos entre las operaciones “Odisea del amanecer”, “Harmattan” y el ejercicio “Southern Mistral” contra Libia

In Actualidad on 28 marzo, 2011 at 0:01

Leyde Ernesto Rodríguez Hernández


Definitivamente, el gobierno de los Estados Unidos no es un socio más en la agresión a Libia por un colectivo de países imperialistas. El Pentágono reconoció muy bien su función protagónica en la coordinación y liderazgo de una estrategia de guerra bautizada con el nombre de “Odisea del amanecer”.

La “Odisea del amanecer” es también la guerra iniciada por los bombardeos de los aviones franceses, al inicio del día 19 de marzo de 2011, bajo la operación “Harmattan” [I]. Es el conflicto que necesitaba Nicolás Sarkozy, en un contexto electoral y de baja aceptación popular, y que ha logrado su materialización gracias a la luz verde de Barack Obama, los servicios distinguidos del filósofo -devenido diplomático- Bernardo-Henri Lévy, la activa gestión del canciller Alain Juppé, y al gobierno conservador inglés.

Esta nueva guerra imperialista en el siglo XXI estaba en preparación, al menos, desde la firma, el 2 de noviembre de 2010, de un tratado franco-británico de cooperación militar, que se perfiló en un ejercicio militar de gran amplitud organizado entre las dos potencias, del 15 al 25 de marzo de 2011, contra un supuesto país -”Southland”- con una población vapuleada por un “régimen dictatorial” al sur del Mediterráneo. El ejercicio militar, que abrió la vía para una fuerte cooperación castrense entre Francia y Gran Bretaña, estuvo codificado con el nombre “Southern Mistral” [II]. Desde entonces, para atacar a Libia, sólo faltaba un pretexto de fuerza mayor con tintes de carácter humanitario que propiciara la creación de una coalición occidental, es decir, la aprobación de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que arrastrara consigo a todas las potencias, las instituciones y gobiernos Árabes favorables al plan presentado por el bloque de países imperialistas.

Ahora la agresión contra Libia es un hecho consumado. Más de veinte blancos han sido golpeados por los barcos de guerra y submarinos de Estados Unidos y Gran Bretaña, que lanzaron, en apenas unas horas, una lluvia de más de 110 misiles de crucero Tomahawk, ocasionando terribles daños humanos y a la infraestructura Libia. Desde la morgue del hospital Jala de Bengasi llegaron algunas fotos de partidarios de Muammar Gadafi ya fallecidos, según la AP y el programa de la “guerra en vivo” transmitido por un canal de Justen TV en Internet. Algunos medios de la prensa europea y estadounidense aseveraron que probablemente los caídos son mercenarios, pero hay fotos de niños heridos y muertos a los que difícilmente se les podría llamar “partidarios de Gadafi”.

¿Cuál es el objetivo de la intervención, proteger a los civiles o retirar a Gadafi del poder?, le preguntó a Hillary Clinton, Secretaria de Estado de los Estados Unidos, una periodista en rueda de prensa. Clinton respondió con cinismo: “proteger a los civiles libios del ataque de su propio gobierno”, pero la realidad está diciendo otra cosa, por lo que queda al desnudo la inmoralidad e irresponsabilidad política de los Estados Unidos y sus aliados occidentales en esta guerra.

Cientos de civiles, de mujeres y niños, ancianos morirán bajo las “bombas de la libertad” y la “democracia” de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), las mismas que caen cada día en Afganistán o Paquistán, para liberar a esos pueblos del terrorismo y de la opresión. Las mismas bombas que llevaron la libertad a Iraq al costo de unos cuantos cientos de miles de muertos. Pero ese chorro de sangre -verdadera barbarie- es justificado por occidente en su concepción de “daños colaterales” en beneficio de una supuesta libertad que, en realidad, no llega a los países del Sur, aunque se le sirva en bombas con el sello estadounidense, francés o británico.

George W. Bush y José María Aznar ya no gobiernan en sus respectivos países, pero la continuidad de sus políticas y el legado ideológico de las “guerras infinitas” sigue en pie, agitando los tambores de la guerra contra países ubicados en la periferia capitalista. La agresión a Libia evidencia que Barack Obama representa la vieja política conquistadora de los Estados Unidos. La política de “cambio de régimen”, entronizada por Bush, se mantiene incólume. El sutil “emperador” Barack Obama ha mostrado su estampilla guerrera a contrapelo de su condición de Premio Nobel de la Paz.

Las acciones de la política exterior del gobierno de Barack Obama persiguen mantener el actual sistema de poder mundial en su configuración unipolar, y sin ningún contrapeso de la Unión Europea, que sin consenso, también se convierte en un instrumento de los intereses geoeconómicos y militaristas de los Estados Unidos en el escenario mundial.

Con su aplastante poderío militar, los Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña buscan intimidar la ola de sublevaciones progresistas en los países Árabes, la eliminación de gobiernos que no son de su agrado, independientemente de su orientación política, filosófica o religiosa, revertir las crecientes tendencias objetivas favorables a la multi y pluripolaridad mundial, y minimizar los nuevos roles internacionales que pudieran desempeñar naciones como Brasil, la India, Sudáfrica, Venezuela, Rusia, China e Irán en el sistema internacional actual.

Es por eso que la política de Obama es diametralmente contraria a los intereses de los países que aspiran a un mundo sin hegemonías imperialistas en el siglo XXI. En América Latina, los Estados Unidos recrudece las campañas mediáticas contra la Revolución cubana y las amenazas contra Venezuela, Bolivia, considerados por los estrategas de inteligencia de Washington como una amenaza contra los intereses estadounidenses en ese continente. De manera increíble, Cuba permanece en la lista de países terroristas de Washington, cuando desde ésta capital se han financiado y organizado cientos de acciones terroristas contra la mayor de las Antillas, que han sido ejecutadas por las organizaciones terroristas asentadas en Miami; pero los Estados Unidos siempre ha considerado a sus terroristas “combatientes por la libertad” en cualquier parte del mundo.

El Tío Sam también apoya a las fuerzas de derecha que se oponen a los proyectos de integración y a los gobiernos democráticos de la región. Se intenta neutralizar a Brasil y su política exterior independiente. Washington actúa con fuerza para limpiar la nefasta imagen de su intervencionismo militar en América Latina, y usa el carisma de Obama para presentar una “nueva política” hacia la región con discursos demagógicos en Brasil, Chile y El Salvador. Se pretende reciclar viejas “Alianzas para el Progreso”, al estilo de la época de Kennedy, para contener y obstaculizar la alborada de los países miembros de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), y de todos aquellos que ansían un futuro sin subordinación a la superpotencia estadounidense.

En términos teóricos, el discurso de Barack Obama manifiesta que las nuevas estrategias militares y de seguridad nacional de los Estados Unidos se orientan hacia la cooperación y el multilateralismo, pero en la práctica mantiene el objetivo de imponer sus intereses a través de un uso descarnado de la fuerza militar, como lo demuestran los bombardeos para una intervención y cambio de régimen en Libia; un país que es miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que posee las mayores reservas probadas en África: 44 000 millones de barriles de petróleo, y un poco más de 54 billones de pies cúbicos de gas natural, lo que constituye claramente la única motivación real para la intervención militar de las potencias imperialistas en el conflicto interno que sacude a Libia.

Lo más preocupante de todo esto es la pasividad de las sociedades de la llamada “Comunidad Internacional”, de sus fuerzas progresistas y de izquierda, que no se han movilizado contra la guerra, y el sufrimiento y la masacre de otros pueblos a causa del militarismo imperialista. Las acciones guerreristas de Francia en Afganistán han costado la vida a 54 franceses y tiene un costo aproximado de 700 millones de euros anuales. Al mismo tiempo, los terroristas del ejército israelí pueden continuar matando palestinos en completa impunidad, pues saben que sus amigos de la “Comunidad Internacional” y la ONU no les molestarán. Si acaso una esporádica resolución en la ONU, que sabemos no será nunca respetada por Israel.

En este instante, percibo la irresponsabilidad política de la nueva guerra imperialista que se gestaba contra Libia, posiblemente desde el establecimiento de los acuerdos militares franco-británicos en noviembre de 2010, y la concretización de toda una estrategia de guerra tras las maniobras militares denominadas “Southern Mistral”.

Lamentablemente, al cierre de este artículo, la aviación francesa continuaba su brutal ofensiva aérea contra Libia, y las fuerzas británicas lanzaban unas 40 bombas contra un aeropuerto, que seguramente ninguno de estos dos países reconstruirán, pues según conocemos, la reducción de presupuestos y la crisis económica les impide invertir dinero en los servicios de salud, educación y seguridad social de sus pueblos. Mucho menos se comprometerán en la reconstrucción de obras sociales destruidas por sus propias bombas libertarias.

Hasta aquí algunos botones de muestra de los resultados tangibles de un acuerdo militar entre dos potencias imperialistas miembros de la OTAN, que en su momento no fue debidamente denunciado por los actores políticos amantes de la paz.


NOTAS

[I] Ver el nombre de la operación militar en el artículo «Libye: début des opérations aériennes françaises», en el sitio: http://www.defense.gouv.fr/actualites

[II] En paralelo, debe recordarse que “Tormenta del desierto” fue el nombre asignado en enero de 1991, por el Pentágono, al ataque contra Iraq en el gobierno de George Bush (padre). Esa operación también estuvo precedida por un ejercicio casi idéntico a “Southern Mistral”, que fue dirigido algunos meses antes en Kuwait, por el general estadounidense Norman Schwarzkopf. Ver el artículo: “Démarrage de l’exercice franco-britannique Southern Mistral”, en «Armée de l’Air» sitio: http://www.defense.gouv.fr/air/actus-air/demarrage-de-l-exercice-franco-britannique-southern-mistral

 

(*) El Doctor Leyde Ernesto Rodríguez Hernández es miembro del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de Cuba


[Fuente: CubaDebate]

Los revolucionarios cubanos dispuestos a pelear y morir por los pueblos árabes

In Actualidad on 28 marzo, 2011 at 0:00

Enrique Ubieta Gómez


Alegremente se preparan para matar. Matar, dicen, para evitar la muerte. Matar selectivamente, allí donde peligran los intereses de los que matan, de los que venden armas, de los que sostienen la corrupción y la muerte. Se instauran asesinos “buenos”, se deponen asesinos “malos”, ya inservibles. ¿Quiénes tienen ese poder? Los asesinos injuzgados, de frac y sonrisas, los que juzgan: Obama, el falso negro; Zapatero, el socialista farsante; Cameron, Sarkozy y Berlusconi, los fascistas posmodernos.

O quizás, sea mejor mencionar a quienes se esconden tras las cortinas del teatro. Hay rebeliones que obtienen el silencio de los medios, y el rechazo discreto pero firme de los poderosos. Hay rebeliones que se zanjan rápidamente, a sangre y fuego, sin titulares de prensa. Hay expertos pirómanos que saben cómo incendiar la pradera conveniente, azuzar el fuego, para controlarlo según convenga.

¿En qué mundo vivimos? En el de los cínicos, hombres y mujeres convencidos de que no existe la verdad o la justicia, que mienten y matan sin cargos de conciencia; hombres y mujeres convencidos de que las palabras son frascos vacíos, y que pueden rellenarse de contenidos opuestos: masacre, por ejemplo, define el efecto de un misil “malo”; intervención humanitaria, el de un misil “bueno”; dictadura, es el epíteto de un gobierno “malo” que se elige y se reelige en las urnas o que concita el apoyo mayoritario de su pueblo; demócrata es el gobierno “bueno” que está dispuesto a vender su país, y a matar a los que se opongan, no importa si es un poder monárquico o simplemente fraudulento. La cúpula imperialista está eufórica, porque a diferencia de lo sucedido en Iraq, esta vez logró el consenso de los socios y la indiferencia cómplice de los que temen: la guerra ha sido bendecida.

No es para liberar a los sauditas o a los marroquíes, a los palestinos o a los saharauíes: los muertos de esas naciones no concitan la solidaridad imperial; es, desde luego, para rescatar un territorio rico, para rellenar un frasco apresuradamente rotulado con el membrete de “democracia”, que sustituya al verdadero. La confusión, el desconocimiento en torno a las realidades del mundo árabe –complejas, es cierto, pero siempre enmascaradas por los medios trasnacionales, cómplices de la muerte-, han desarticulado la resistencia internacional. Incluso allí donde la rebeldía era genuina, no escuchamos la voz del pueblo -¿acaso podríamos escucharla siguiendo las “noticias” de las trasnacionales de la desinformación?-, sino la de los mercenarios que “piden” ser intervenidos.

¿Por qué la Revolución cubana no puede ser incendiada según la voluntad imperial? Tenemos, es cierto, a nuestros mercenarios, a nuestros sietemesinos, como calificara José Martí a los que “no les alcanza al árbol difícil el brazo canijo, el brazo de uñas pintadas y pulsera, el brazo de Madrid o de París, y dicen que no se puede alcanzar el árbol”: a los Hernández Busto, a las Yoani Sánchez, a las teatrales “Damas de Blanco”, a los Dagoberto Valdés, atentos a la voz del amo, como la vieja ilustración de la RCA Víctor, dispuestos a simular golpizas, expertos en el género de la ciencia ficción política, milimétricamente seguidos por la prensa trasnacional acreditada en Cuba, y por los agentes de la Oficina de Intereses del imperio en La Habana.

Pero, ¿qué hacer con un pueblo que recibe como héroes –sin manipulaciones mediáticas o escenarios construidos–, a los agentes revelados de la Seguridad del Estado? Se supone, según las miles de páginas escritas y los millones de minutos filmados sobre sus similares del este de Europa –por supuesto, nunca sobre los cuerpos represivos del oeste, sobre la CIA, sobre la Red Gladio o la Operación Cóndor, sobre los programas de la USAID–, que los cubanos temamos a los agentes de la Seguridad del Estado. ¿Por qué la admiración, el cariño espontáneo, el orgullo de vecinos, de viejos compañeros y familiares? Es el agujero negro en el que se pierden los analistas del imperio. Los mercenarios cubanos trasmiten las “noticias” pactadas, las agencias trasnacionales las difunden, pero el pueblo cubano actúa según sus propias convicciones. Yerran al decir que es por falta de información, porque no pueden acceder a otras fuentes.

Éste, probablemente, a pesar de las limitaciones tecnológicas a las que nos someten, es el más informado de los pueblos. En un mundo descreído, los cubanos respetan el heroísmo, no el de los super-héroes del imperio, inimitables reformistas, sino el de los sencillos combatientes que los medios silencian, el de los cinco presos políticos que permanecen en cárceles norteamericanas. Convóquense a los cubanos para combatir en defensa de los pueblos árabes ahora mismo, y se enrolarán millones. Porque Cuba es el mundo, el mundo es Cuba. Por eso –¡qué definición más abstracta para los analistas de la CIA!-, la Revolución cubana no puede ser socavada con estrategias incendiarias, a pesar de que existan mercenarios dispuestos a mentir por dinero y a pedir la intervención extranjera. Por eso, hoy me siento tan agredido e indignado, tan antiimperialista, como cualquier libio, como cualquier árabe, como cualquier revolucionario, sea de la nacionalidad que sea. ¡Solidaridad con el pueblo libio, con los pueblos árabes!