Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

Juntos de la mano

In Actualidad, Opinión on 27 abril, 2011 at 0:00

Editorial de
Archipiélago Noticias


Nuevamente, la cita a las urnas del próximo 22 de Mayo, trae a la palestra el debate sobre el sistema electoral canario, tema vidrioso y manipulable donde los haya. Queremos dejar claro, de entrada, nuestro total convencimiento del agotamiento del sistema vigente y de la necesidad de sustituirlo por otro más equitativo hacia el principio poblacional, y con garantías básicas para el principio territorial. Pero, sobre la base de este enunciado de intenciones, plasmarlo en una fórmula eficaz y aceptada es tarea mucho más difícil.

El sistema electoral fue un pecado original de nuestra autonomía, condicionado por la agonía de la UCD, los pactos de Medinaceli, el ostracismo histórico de las islas periféricas y la inexperiencia política del momento, tal como ha reconocido recientemente el resucitado Bravo de Laguna, actor importantísimo de la fórmula de la triple paridad. Con un amnesia, ignorante o maliciosa, PP y PSOE han venido utilizando el tema como elemento de confrontación, olvidando sus propias responsabilidades o la ocasión perdida de la reforma del Estatuto de Autonomía, torpedeada por la estrella fugaz y errática de López de Aguilar en el Congreso de los Diputados.

Pero en tanto llega la deseada reforma, algunos insignes detractores del sistema se han apresurado a utilizar todos sus recursos para lograr sus aspiraciones, como es el caso de Nueva Canarias (NC). Convertida en franquicia de un minifundio de fuerzas políticas que van desde el insularismo mas corrupto, como es el caso del PIL, a la deriva de la ultima Izquierda Unida (IU), pasando por los escindidos del PSOE en Tenerife, Roman Rodriguez , que fue Presidente de Canarias con la formula vigente que hoy critica, arremete contra unos porcentajes que se establecieron en su día justamente para evitar la atomización del Parlamento y para dificultar su condicionamiento por fuerzas insularistas primadas por el marco electoral.

La gran paradoja de todo esto es que el discurso, reformista en lo electoral , choca con los compañeros de viaje -dejemos de lado a los comparsa, el socio real es Dimas Martín- que, juntos de la mano, pretenden llegar al Parlamento y no tienen el mas remoto interés en cambiar un sistema que los potencia. Si a esto unimos el continuo merodeo a las discrepancias internas de cualquier otro partido, sea CC, PP o PSOE, que viene practicando Román Rodriguez y lo acreditan como el primer «destroyer» de la política canaria, el panorama puede ser de una total involución, y acercarnos a un nivel de transfuguismo político e ideológico sin precedentes. Si algún día fuera capaz de conciliar sus diferencias con Nardy Barrios, más situadas en el terreno de los «egos» que en el de las ideas que, para ambos, son puramente instrumentales, alcanzaríamos unas cotas de populismo político desconocidas en el resto del país.

Porque este es el resultado final de este pragmático viaje hacia la poltrona parlamentaria, que tanto tributo ha pagado al discurso insularista mas recalcitrante: el vacío ideológico, el aliento de la confrontación primaria, el creciente enfrentamiento entre las islas , la reunión de todos los garbanzos negros de las distintas familias de la política canaria, el oxigeno dado a sinverguenzas, delincuentes y personajes cuyo respaldo político son las mas sólidas tramas de la corrupción social en Canarias.

Siempre se ha dicho que la política puede dar lugar a extraños compañeros de cama, pero el paso dado por Nueva Canarias, al frente de este plural cortejo, es la expresión misma de una suma que resta, y deja en déficit la claridad política, la coherencia y la decencia. Posiblemente haya escaños pero, presumiblemente, inútiles en un coche conducido por tres pilotos a la vez, en el que cada uno solo piensa como quitarse de encima al momentáneo colega. Tal vez nuestra incredulidad nos lleva a la ceguera de no vislumbrar el edificio político que pueden construir entre Román Rodríguez, Santiago Pérez y Dimas Martin; a la espera de que Antonio Morales levante el veto hacia el «decente» Marqués de la Oliva, pero en nuestro descargo hemos de decir que cada vez distinguimos menos la raya que separa la realidad de la ciencia-ficción en la política canaria.




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