Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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Muéstrennos al tirador

In Actualidad on 6 mayo, 2011 at 0:02

Pepe Escobar


Muéstrennos al héroe de los SEALs de la Armada que pegó los dos tiros a Osama Bin Laden –uno tras otro en la cabeza para asegurarse de que el objetivo del “encargo” estaba liquidado– después de un “tiroteo” con huellas virtualmente ausentes en esa escuálida “mansión” de Abbottabad.

Muéstrennos al mayor héroe en la historia moderna de EEUU, el hombre que mató al enemigo público número uno de EEUU, el terrorista más malo de la historia del universo, el cerebro del ataque más espectacular de todos los tiempos contra EEUU.

Hagan que desfile por la Zona Cero y el centro de Manhattan, denle una hilera de Corazones Púrpura y de colores arcoíris, conviértanlo en socio de Goldman Sachs, colóquenlo en Oprah, Rush y Anderson Cooper, nomínenlo al Rock’n Roll Hall of Fame.

Si son ustedes republicanos, que se presente como candidato a presidente, a diferencia de Donald “ese zorro en su cabeza” Trump o de Sarah “puedo ver Pakistán desde mi casa” Palin, podría efectivamente convertir al presidente Barack Obama en un daño colateral. O por lo menos corónenlo secretario de defensa –proveedor supremo de asesinatos selectivos como instrumento básico de la diplomacia internacional-.

TOMA DOS

Rebobinen a la escena del drama de suspense en toda su gloria en alta definición -transmitida en vivo a la Sala de Crisis en Washington-.

El héroe, totalmente equipado, energético, está frente a frente al auténtico Osama Bin Laden desarmado, recién salido de la cama, atrapado en una habitación sombría. No hay escape; todo el complejo ha sido “asegurado”. Ahora sí, el momento con el que todo EEUU ha soñado desde el 11 de septiembre de 2001.

El ensayo tuvo lugar cientos de veces antes durante la eterna “guerra contra el terror”. El procedimiento era inmovilizar al sospechoso, colocarle una bolsa en la cabeza, transferirlo a un helicóptero (había tres afuera, uno ya se había estrellado), luego a una base militar, y entonces, vestido con mono naranja, directo a Gitmo (Guantánamo).

Ahora el héroe está frente al hombre que hizo que la propia “guerra contra el terror” llegara a existir. ¿Y qué hace? Ni un tiro en el brazo, pierna o rodilla. Ni siquiera una granada de aturdimiento lanzada despreocupadamente.

Ninguna entrega extraordinaria, ¿para qué sirve en todo caso si no se aplica al enemigo público número uno?

El héroe pega dos tiros seguidos al fugitivo -nombre de código “Gerónimo” (un indígena que desafió al Imperio; y hablemos de volver a deshonrar a los estadounidenses nativos). Es la forma en que termina la mayor y más costosa cacería humana de todos los tiempos; no una prolongada explosión, sino dos balas de oro. El bueno liquida al malo. Harry el sucio liquida al criminal.

Por lo tanto nadie en el mundo llegará a saber cómo se convirtió “Gerónimo” en un agente de la Agencia Central de Inteligencia –y cómo la “amistad” se desarrolló durante los años ochenta-, cómo escapó de Tora Bora –o cómo dejó el Pentágono que escapara-. Cómo vivió en Paquistán todos estos años sin que lo molestaran. Por qué “nos odia”.

Y sobre todo cómo “fue el cerebro” del 11-S. Qué rama –o ramas, o individuos– de la red de los servicios de inteligencia de EEUU lo supo de antemano y permitió que ocurriera. Cómo un puñado de árabes con un cutter y pésimos conocimientos de pilotaje convirtieron jet en misiles y destruyeron las Torres Gemelas (y el edificio 7) y un pedazo del poderoso Pentágono.

¿Quién en el mundo se atrevería a no estar pegado durante meses al juicio más emocionante de todos los tiempos?

Hay motivos para creer que las entidades –el sistema– que organizaron el ataque no estarían muy contentas. Por lo tanto el veredicto es culpable, no acusado. Y se liquida con una bala en la cabeza. Nunca ha sido tan fácil crear un yermo y llamarlo “justicia”.

En cuanto al resto de nosotros, pasaremos el resto de nuestras vidas a oscuras.

[Fuente: Asia Times]


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¿Mataron a Osama Bin Laden?

In Actualidad on 6 mayo, 2011 at 0:01

Stella Calloni


«América puede hacer lo que se proponga. Esa es la historia de nuestro país. Somos una nación, bajo Dios, indivisible con libertad y justicia para todos«, este fue el mensaje fundamentalista del presidente Barack Obama, al anunciar que Osama Bin Laden había sido asesinado por tropas estadounidenses, que actuaron sin previa autorización del gobierno de Pakistán, el país donde realizaron su operación ilegal.

La sigilosa operación, que demandó movilizar helicópteros y tropas, se realizó en la localidad de Abbottabad, a unos 50 km de la capital paquistaní, según explicó el presidente Obama y precisó que había durado 40 minutos y que murieron otras cuatro personas, dos correos de Bin Laden y un hijo del líder fundamentalista.

Obama también había dicho que sus tropas tenían el cadáver, que según los informes registraba un balazo en la cabeza-tiro de gracia- y además se había detenido a dos mujeres y algunos de sus hijos, que por supuesto nadie sabrá donde están, como los detenidos-desaparecidos en Guantánamo o en cualquiera de sus cárceles secretas, que conforman una de las mayores violaciones a los derechos humanos.

Pero esta “mañana medios estadounidenses anunciaron que el cadáver de Bin Laden fue arrojado al mar, señalando que la Operación llevada a cabo por un comando especializado, fue planeada y realizada en el más alto secreto y el gobierno paquistaní no fue informado hasta después de que tuviera lugar” (Télam 3 de mayo 2011 y otras agencias).

El cuerpo del jefe de Al Qaida fue sacado de la residencia en helicóptero y sepultado luego en alta mar, siguiendo los ritos musulmanes, informaron fuentes oficiales estadounidenses, en un final especial de novela negra.

Las cuidadosas tropas de Estados Unidos, especializadas en todo tipo de torturas, que en su momento Bush justificó públicamente, han sepultado en el mar a Bin Laden cumpliendo nada menos que un rito musulmán. Cualquier simple inspector de policía sospecharía de este final.

El atropello de la legislación internacional en Pakistán es más que evidente y responde a aquel anuncio apocalíptico de George W,Bush en 2001 donde declaraba al mundo unilateralmente la guerra preventiva, sin final y sin fronteras, anulando en su perspectiva –que hoy rescata Obama- la soberanía de todos los países del mundo.

Se dijo que Bin Laden resistió el ataque durante una hora antes de ser abatido por las fuerzas de elite estadounidenses y al respecto y según informó la cadena CNN, la misión del comando era la de matar al líder de Al Qaeda y no la de apresarle(Télam 2-5-11)

Por su parte la Comisión Europea (CE) consideró que su posición favorable a la muerte de Osama Bin Laden por las fuerzas estadounidenses no contradice los valores y principios de la Unión Europea (UE), que aboga por la libertad, la democracia y el fin de la pena de muerte a escala mundial.

Y continúa “no es la ejecución de una sentencia a muerte. Seguiremos estando en contra de la pena de muerte en el futuro«, como declaró la portavoz comunitaria, Pia Ahrenkelde, al ser interrogada al respecto en rueda de prensa, según un cable de la agencia mexicana Notimex (2-5-11)

Pero por supuesto, alineada casi podría decirse colonizadamente con Washington, la CE remataba que «sin duda, su muerte está dentro del contexto de los esfuerzos globales para erradicar el terrorismo» y su vocera consideró que esto «hace que el mundo en el que vivimos sea más seguro aunque no implica el fin del terrorismo”.

Se le olvidó mencionar también que en otro lugar llamado Libia, se había matado a un hijo y a los nietos de un gobernante y a centenares de personas, mediante bombardeos absolutamente ilegales, porque la misión de la ONU , también ilegal porque se tomó sin esperar los informes de situación y sin analizar la presencia de extranjeros en territorio libio, era la exclusión aérea para evitar bombardeos que dañaran a la población civil.

Me atrevería a asegurar que nadie sabe a ciencia cierta que el cadáver con un disparo en la cabeza que deforma los rasgos hasta puntos irreconocibles sea el de Bin Laden. Y si lo arrojaron al mar será imposible saberlo.

Como nos han mentido en forma constante, incluso con la verdadera génesis del derrumbe de las Torres Gemelas en septiembre de 2001, tenemos todo el derecho a ponerlo en duda aunque Washington diga que el ADN certificó que es Bin Laden.

Se mintió descaradamente para invadir y ocupar IraK, se mintió de la misma manera sobre la supuesta gran rebelión popular contra Muammar El Khadafi en Libia, ya que luego por propia confesión de Obama y de acuerdo a The New York Times, agentes de la CIA fueron desplegados a fines de 2010 en Libia para contactar a los (presuntos) rebeldes y guiar los ataques de la coalición (30-3-11).

De acuerdo al periódico “los miembros de la central de inteligencia estadounidense habrían sido desplegados desde hace varias semanas en pequeños grupos en tierras libias, con la misión de establecer contacto con los rebeldes y determinar blancos de las operaciones militares. Decenas de miembros de las fuerzas especiales británicas y de agentes de espionaje MI6 trabajan en Libia, dice el periódico, recogiendo información sobre las posiciones y movimientos de las fuerzas leales a Gaddafi”.

Aañade que los empleados de la CIA son un número no conocido de funcionarios estadounidenses del servicio secreto que ya trabajaban en Trípoli o llegaron recientemente cita un artículo de Patria Grande tomando la fuente de The New York Times (Socialista@yahoogroups.com, 3 de marzo de 2011)

La novela negra de la guerra antiterrorista cuyo mando está en las manos de los mayores terroristas que conozca la humanidad, sin frenos, sin respeto a ninguno de los derechos establecidos, que acabaron con la credibilidad que alguna vez tuvieron las Naciones Unidas, a la vez que perpetraron con argumentos falsos el primer genocidio del Siglo XXI-más de un millón de muertos en condiciones atroces en Irak y Afganistán que nadie juzga- sigue creciendo cada día.

Nunca tan similar esta doctrina del imperio a las fronteras seguras por medio de las cuáles Adolfo Hitler amenazaba a una buena parte del mundo, desconociendo soberanías y derechos internacionales.

Nuevamente estamos antes una enorme operación publicitaria de Washington en la que Estados Unidos intenta lograr que la atención pública se despegue de su brutal y reciente operación en Libia, matando niños.

Para esto nada mejor que una puesta en escena, similar a las que lograba Hitler en pleno auge del nazismo, cuando convocaba al pueblo alemán, sometido a la siniestra desinformación, planeada como un arma de dominación y paralización de esa población, por Joseph Goebbels, hoy multiplicado por miles y miles de sus imitadores que lo han superado largamente de la mano de la dictadura global de la desinformación.

Por supuesto en el anuncio con bombos y platillos de que finalmente después de 10 años mataron a Bin Laden, no recordaron que este había sido- y nadie sabe si seguía siéndolo- un hombre ligado a la CIA , quien bajo ese comando creó a los llamados talibanes de Al Qaeda, para combatir con guerrillas apoyadas por Estados Unidos a los soviéticos en Afganistán, en tiempos de la Guerra Fría.

Bin Laden y su familia fueron socios de grandes negocios de la familia Bush, y esta historia fue magníficamente contada por el cineasta estadounidense Michael Moore.

La incógnita sobre la verdad de estos hechos nos acompañará siempre o algún tiempo, el suficiente como para que ya sea un hecho consumado la invasión de todos los países que decida ocupar el imperio bajo el mandato de que América puede hacer lo que se proponga aunque sea acabar con la humanidad.



[Fuente: La Jornada]



La elite del uno por ciento

In Actualidad, Economía on 6 mayo, 2011 at 0:00

Manuel E. Yepe

Los estadounidenses hemos estado observando las protestas contra regímenes opresivos en países donde una elite reducida concentra fabulosas fortunas. Sin embargo, en nuestra democracia, el uno por ciento de la población dispone de la cuarta parte de los ingresos de la nación, una desigualdad que hasta los más ricos acabarán por lamentar”.

Así lo advierte el Premio Nobel de Economía 2001, profesor y muy difundido analista económico estadounidense Joseph E. Stiglitz en un artículo que tituló “Desigualdad del 1%, por el 1%, para el 1%” publicado en la revista Vanity Fair el 13 de abril en curso. En nuestro país, el 1% de la población obtiene el 25% de los ingresos y controla el 40% de la riqueza del país. Ese 1% disfruta de lo mejor en viviendas, educación y estilo de vida, ignorando que su suerte está ligada a cómo vive el otro 99%, dice Stiglitz.

Hace 25 años, ese 1% percibía el 12% de los ingresos y controlaba el 33% de la riqueza. Esta elite ha incrementado sus ingresos en un 18% durante la pasada década y en igual medida se ha deteriorado la situación de las personas con un nivel medio de ingresos.

Según Stiglitz, mientras más dividida esté una sociedad en términos de riqueza, más rechazan los ricos gastar dinero en necesidades comunes.

Los ricos no necesitan depender del gobierno para parques, educación, atención médica o seguridad personal. Ellos pueden comprar todas estas cosas para sí. Y en este proceso, se distancian de la gente común y se pierde cualquier empatía si alguna vez existiera. Los ricos rechazan la idea de que haya un gobierno fuerte, capaz de usar sus poderes para redistribuir la riqueza y hacer las inversiones requeridas para el bienestar de todos.

Los economistas no logran explicar coherentemente el motivo del crecimiento de las desigualdades en Estados Unidos. Notan que la globalización crea un mercado laboral mundial que perjudica a los obreros no calificados del país frente a los peor pagados de otros países. A juicio de Stiglitz, la dinámica oferta-demanda influye en ello porque las tecnologías que ahorran mano de obra reducen la demanda de trabajadores de clase media, de cuello y corbata. Pero así mismo contribuye al problema la reducción del papel de los sindicatos, que alguna vez representaron a un tercio de los obreros de la nación y ahora apenas incluyen al 12% de éstos.

En última instancia, la razón básica es que tal es la voluntad de la elite, deduce el destacado economista quien cita el ejemplo de la política impositiva, en la que la reducción de impuestos sobre los beneficios del capital, vía por la que los ricos reciben la mayor parte de sus ingresos, es una manera de privilegiar a los más adinerados.

Los monopolios y los casi monopolios han sido siempre fuente de poder económico, desde John D. Rockefeller hasta Bill Gates, asegura Stiglitz. El pobre ejercicio de las leyes anti-trust, en especial durante las administraciones republicanas, ha sido una bendición para la elite.

Muchas de las desigualdades de hoy nacen de la manipulación del sistema financiero propiciada por cambios en sus reglas que han sido comprados y pagados por la industria financiera, que en ello ha hecho sus inversiones más efectivas de todos los tiempos. El gobierno presta dinero a las instituciones financieras casi al 0 % de interés y cuando fracasan les facilita generosos salvamentos.

Nadie se sorprende porque una ley de impuestos no pueda pasar por el Congreso sin que incluya recortes para los ricos si se conoce que las compañías farmacéuticas recientemente recibieron un regalo billonario por medio de una legislación que prohíbe al gobierno, principal comprador de medicamentos, discutir siquiera los precios de éstos.

Dice Stiglitz que virtualmente todos los Senadores y la mayoría de los Representantes en el Congreso integran el 1% al comenzar, se mantienen con los aportes del 1%, y saben que si sirven bien a la elite serán recompensados por el 1% cuando dejen sus escaños.

En la rama ejecutiva, los principales diseñadores de políticas comerciales y económicas son igualmente miembros de la elite. Las desigualdades en Estados Unidos distorsionan la sociedad en todas las formas concebibles: Provocan que las personas fuera de la elite practiquen un estilo de vida que sobrepasa sus medios; los miembros de la elite y sus familias rara vez sirven en el ejército porque es “voluntario” y lo que paga no atrae a los hijos del 1%.

A la elite no le preocupan las aventuras de guerra ya que, para las corporaciones y los contratistas, éstas solo significan ganancias.

Según Stiglitz, de los males que a la sociedad estadounidense le son impuestos por el 1%, quizás sea el mayor la erosión que provoca en el sentido de identidad en un país que ha presumido de ser una sociedad justa, con iguales oportunidades de desarrollo para todos y las estadísticas actuales revelan lo contrario.

Es esta percepción de que se vive en un sistema injusto y sin oportunidades, donde la riqueza crea poder y el poder crea más riqueza, la misma que ha provocado las conflagraciones en el Medio Oriente y puede provocarlas en otras partes del mundo.


[Fuente: CubaDebate]