Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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La OTAN dejó morir de hambre y de sed a 61 inmigrantes que huían de Libia hacia Lampedusa

In Actualidad, África on 9 mayo, 2011 at 11:58

Aviones europeos y de la OTAN contactaron visualmente con 72 inmigrantes africanos (etíopes, nigerianos, eritreos, sudaneses y ghaneses), entre los que había una veintena de mujeres y dos niños de corta edad, uno de ellos de un año, que huían de Libia hacia la isla italiana de Lampedusa. Los sobrevolaron e incluso un helicóptero les hizo llegar algunas botellas de agua y algo de comida, pero nadie se hizo cargo de ellos. La guardia costera italiana también estaba avisada, pero tampoco se movilizó para ayudarles. Todas las personas de la embarcación, excepto 11, murieron de hambre y sed en el mar, abandonados a su suerte.

Según recoge el diario británico The Guardian, los inmigrantes habían salido de Trípoli el 25 de marzo. 18 horas después su embarcación empezó a perder combustible y comenzaron a navegar a la deriva. Gracias a un teléfono contactaron con un sacerdote eritreo en Roma, Moses Zerai, que dirige la organización para los derechos de los refugiados Habeshia y que alertó a las autoridades italianas y al servicio costero. Le prometieron ayuda.

Los supervivientes hablan de que un helicóptero militar con la palabra Navy impresa llegó hasta ellos. Los militares les bajaron algunas botellas de agua y paquetes de galletas y les dijeron que alguien vendría a rescatarles. El agua y la comida quedó racionada y reservada para los niños, que fueron alimentados incluso cuando sus padres ya habían muerto de hambre y sed; pero el tiempo pasaba y nadie venía con la ayuda prometida. Los niños murieron a los pocos días.

«Cada mañana, al despertarnos, encontrábamos más cadáveres, que dejábamos a bordo veinticuatro horas antes de arrojarlos al mar«, relató al periódico Abu Kurke, uno de los supervivientes.

Después del helicóptero que, según The Guardian, ningún país ha reconocido haber enviado, sobre el 29 ó el 30 de marzo llegaron dos aviones desde un portaaviones de la OTAN que realizaba maniobras cerca de la embarcación, probablemente el barco francés Charles de Gaulle, aunque Francia, en principio lo negó, y luego ha guardado silencio. Los aviones sobrevolaron la embarcación, pero se fueron.

A partir de ahí no volvieron a contactar con nadie y los inmigrantes quedaron abandonados a su suerte hasta que el 10 de abril, 11 supervivientes arribaron a las costa libia de Zlitan, cerca de Misrata. Dos de ellos murieron poco después.

El derecho marítimo internacional obliga a todos los buques, incluidos los militares, a atender las llamadas de socorro de los barcos que se encuentran en las proximidades y a prestar auxilio. Constituye un crimen que no puede quedar impune sólo porque se trataba de inmigrantes africanos

Las organizaciones defensoras de los derechos de los refugiados han exigido una investigación de lo ocurrido y la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) han solicitado mayor cooperación para salvar vidas entre los buques comerciales y militares que surcan las aguas del Mediterráneo.

«El Mediterráneo no puede convertirse en algo así como el Lejano Oeste. Quienes se abstienen de rescatar a las personas en peligro en esas aguas tienen que ser castigados«, dijo Laura Boldrini, portavoz de ACNUR.

«Ha habido una abdicación de responsabilidad que ha resultado en la muerte de más de sesenta personas, niños incluidos. Ello constituye un crimen, un crimen que no puede quedar impune sólo porque se trataba de inmigrantes africanos y no de turistas de un crucero«, denunció Moses Zerai, con quienes los inmigrantes dejaron de tener contacto cuando se les acabó la batería del móvil.




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¿Qué pasaría si aterrizaran comandos en la casa de George W. Bush y lo asesinaran?

In Actualidad on 9 mayo, 2011 at 0:02

Noam Chomsky


Se torna cada vez más claro que la operación fue un asesinato planificado, violando de forma múltiple las normas elementales de la ley internacional. No parece haber existido intención alguna de arrestar al individuo desarmado –como supuestamente podría haber ocurrido– teniendo en cuenta los 80 efectivos de los Navy Seals que no encontraron resistencia alguna, a excepción, según ellos alegan, de su esposa, quien se abalanzó sobre los uniformados.

En sociedades que profesan algún tipo de respeto por la ley, los sospechosos son aprehendidos y llevados a un juicio justo. Y quiero resaltar el término “sospechosos”. En abril de 2002, la cabeza del FBI de aquel entonces, Robert Mueller, informó a la prensa que luego de la investigación más exhaustiva de la historia, el FBI tan sólo podía inferir que la trama había sido pergeñada en Afganistán, aunque implementada en los Emiratos Árabes y Alemania. Lo que tan sólo inferían en abril de 2002, obviamente no lo sabían ocho meses antes, cuando Washington declinó una oferta (cuán seria, no lo sabemos, ya que fue automáticamente descartada) por parte de los talibán para extraditar a Bin Laden, si se presentaba evidencia, la cual pronto nos enteramos que Washington no poseía.

Así que Obama mentía cuando dijo en su declaración de la Casa Blanca que “rápidamente tomamos conocimiento de que los ataques del 11 de septiembre fueron perpetrados por Al Qaida”. Nada muy serio se ha probado desde aquel entonces. Se habla mucho de la supuesta confesión de Bin Laden, pero eso es como decir que yo confieso haber ganado el maratón de Boston. Es como jactarse de haber hecho algo que, uno cree, constituye un gran mérito.

Hay también mucha discusión en los medios acerca del enojo de Washington con Pakistán por no haber entregado a Bin Laden, aunque con seguridad existen elementos dentro de las fuerzas militares y de seguridad que sabían acerca de su presencia en Abbottabad. Menos se dice acerca del enojo de Pakistán, por la invasión norteamericana en su territorio para llevar a cabo un asesinato político. Ya de por sí, el fervor antinorteamericano es muy fuerte en Pakistán, y acontecimientos como éste no hacen más que exacerbarlo. La decisión de arrojar el cuerpo al mar ya debe estar provocando tanto furia como escepticismo en gran parte del mundo musulmán.

Podríamos preguntarnos cómo reaccionaríamos si comandos iraquíes aterrizaran en la casa de George W. Bush, lo asesinaran y arrojaran su cuerpo al océano Atlántico. No quedan dudas de que sus crímenes exceden ampliamente a los de Bin Laden, y sin embargo no es un “sospechoso”, pero sí quien daba las órdenes para cometer “crímenes internacionales que difieren de otros crímenes de guerra que contienen todo el daño acumulado” (citando al Tribunal de Nuremberg) por el cual los nazis fueron ejecutados: los cientos de miles de muertos, millones de refugiados, la destrucción de un país y un conflicto sectario que se ha propagado por el resto de la región.

Mucho hay para decir acerca de Bosch, quien hace poco murió en paz en Florida, con su referencia a la doctrina Bush, de que las sociedades que albergan terroristas son tan terroristas como ellas, y que en consecuencia deberían ser tratadas como tales. Parecía que nadie se daba cuenta de que lo que Bush en realidad estaba pidiendo era la invasión y destrucción de Estados Unidos y el asesinato de su presidente criminal.

Lo mismo con el nombre, Operación Geónimo. La mentalidad imperial es tan profunda, a lo largo de toda la sociedad occidental, que nadie puede percibir que de esa manera glorifican a Bin Laden, al identificarlo con la resistencia corajuda contra los invasores genocidas. Es lo mismo que bautizar a nuestras armas de destrucción masiva como las víctimas de nuestros propios crímenes: Apache, Tomahawk. Es como si la Luftwaffe les spusiera a sus aviones de guerra “Judío” o “Gitano”.

Hay mucho más por decir. Pero aun los hechos más obvios deberían proveernos una buena razón para pensar en ellos.


[Fuente: Contrainjerencia]




Los niños muertos que no mencionó Obama

In Actualidad, África, Represión on 9 mayo, 2011 at 0:01

Chen Weihua

Cuando el pasado sábado circularon las noticias sobre el ataque aéreo de la OTAN que mató al hijo más joven del líder libio, Muamar Gadafi, y a tres de sus nietos, el presidente de EEUU, Barack Obama, hacía libaciones en el Hotel Washington Hilton, como parte de la cena anual que la Casa Blanca ofrece a los corresponsales que cubren su acontecer diario.

En la ocasión, Obama expresó sus condolencias a los habitantes del estado de Alabama, que recién habían sufrido un devastador tornado, pero hizo caso omiso al ataque aéreo de la OTAN en Trípoli, que causó las muertes de los tres nietos de Gadafi, todos menores de 12 años.

Lo ocurrido, es preciso notar, no debe llamar a sorpresa, pues no es costumbre de los líderes políticos estadounidense disculparse por la muerte de niños en operaciones militares en sitios como Irak y Afganistán.

Después del ataque aéreo, algunos funcionarios de EEUU se apresuraron a soslayar cualquier responsabilidad, calificando el bombardeo de operación de la OTAN. Con sabe cualquier hijo de vecino, es imposible que la alianza tome decisiones sin que se consulte al mando militar estadounidense.

Pero esa noche, los periodistas que cubren el acontecer de la Casa Blanca y el mandatario no aceptaron responsabilidad alguna. Los reporetros, lejos de inquirir con Obama sobre la matanza, se dedicaron a celebrar con las estrellas de Hollywood que también asistían al ágape.

Y es más, cadenas informativas como la propia CNN, que dedicó varios a días a divulgar un caso de violación en Libia hace un mes, también demostró poco interés por develar la muerte de los tres infantes.

Por el contrario, difundieron las desaforadas celebraciones de los rebeldes libios cuando oyeron las noticias.
Los titulares del Washington Post y el portal del New York Times sólo mencionaron la muerte del hijo de Gadafi, no las de sus tres nietos. El mensaje parece ser: Es un crimen que otros asesinen niños, pero es perfectamente aceptable si lo hacen los EEUU y la OTAN.

Sin embargo, los comentarios dejados por los lectores fueron de unánime condena.

No hay duda que EEUU y la OTAN siguen convencidos de que las operaciones militares son las grandes soluciones a algunos de los problemas del mundo actual, aunque Irak y Afganistán los desmientan cada día.

Obama y la OTAN dederían condenar la muerte de esos tres inocentes, no importa si su apellido es Gadafi.



[Fuente: Diario del Pueblo]



La relación de los Bin Laden con Estados Unidos ha sido mayor de lo que se supone

In Actualidad on 9 mayo, 2011 at 0:00

Lázaro Barredo Medina


El apellido Bin Laden ha sido demonizado, fue hasta ahora el “coco” del siglo XXI. Su sola mención causó pavor en la sociedad norteamericana, se usó para fomentar el “síndrome del miedo” y justificar las más retrógradas y antidemocráticas acciones en Estados Unidos.

Pero la familia Bin Laden tuvo y tiene muchos más vínculos con Estados Unidos de los que se supone.

Entre 1981 y 1988, por lo menos 15 individuos de distintas nacionalidades, entre ellos el propio director de la CIA, William Casey, murieron en circunstancias poco usuales: accidentes aéreos, explosiones, extraños virus que derivaron en cáncer fulminante; infartos repentinos o simplemente asesinados. Ocho más sufrieron atentados y uno, el exconsejero de Seguridad Nacional Robert McFarlane, intentó suicidarse.

Todos tenían en común el haber estado estrechamente vinculados al Iran-Contra que comprometía a la administración de Ronald Reagan y a su entonces vicepresidente, George Bush padre, en un gran escándalo político, pues actuaron con absoluta violación de la ley que impedía la asistencia financiera a la “contra” nicaragüense y, especialmente, la venta de armas a Irán, enemigo declarado de los Estados Unidos.

Para Washington, los contra nicaragüenses, como después los mujaidines de Afganistán, eran “combatientes de la libertad”.

Uno de esos personajes que murió de manera extraña vinculado a esos sucesos fue el jeque Salem bin Laden, al estrellarse su avión en Texas en 1988, se dice que poco después de cerrar unos negocios petroleros en los que tenía intereses la familia Bush.

Varias publicaciones de hace veinte años y otras después señalaban que de acuerdo con el piloto estadounidense del avión, el jeque Salem había participado en octubre de 1980 en una reunión secreta entre agentes de la CIA y emisarios iraníes en París. Allí se habría acordado la liberación de los rehenes de la embajada estadounidense en Teherán para después de la asunción de Ronald Reagan, una jugada que influyó en la pérdida de la reelección de James Carter.

Nada de todo esto fue probado, pero el fiscal del caso especuló con la posibilidad de que Salem haya sido eliminado por ser “un testigo embarazoso”, mientras que algunos analistas aseguraron a finales de 1990 que los planes de vuelo del avión fueron durante mucho tiempo el centro de un gran número de investigaciones, cuyas conclusiones nunca fueron divulgadas.

NEGOCIOS FAMILIA BUSH- FAMILIA BIN LADEN

El periodista norteamericano Jerry Urban, del Houston Chronicle, escribió en la edición del 4 de junio de 1992 un artículo bajo el título “Todo queda en familia”.

De acuerdo con las investigaciones de Urban, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) y una entidad gubernamental dedicada al control de crímenes financieros, estuvieron por aquel tiempo revisando acusaciones de que el empresario James R. Bath trasladó hacia Houston ciertas cantidades de dinero de inversionistas sauditas que querían influir sobre la política de los Estados Unidos bajo las administraciones de Ronald Reagan y George Bush padre.

En declaraciones juradas, Bath dijo que él representó a cuatro prominentes sauditas como consignatario y que él usaría su nombre en las inversiones. En pago, Bath declaró que recibiría un interés en los negocios”, decía el comentarista.

El Houston Chronicle aseguró en aquel artículo que “los documentos fiscales y los récords financieros personales mostraban que el empresario Bath personalmente tenía intereses en Arbusto’79 Ltd, y Arbusto’80 Ltd, sociedades limitadas controladas por George W. Bush, el hijo mayor del entonces presidente Bush”.

Arbusto —subrayó el material periodístico—, significa ‘Bush’ en español”.

El articulista Jerry Urban también destacó que “según un convenio de fideicomiso de 1976, preparado poco después de que Bush padre fuera designado director de la Agencia Central de Inteligencia, el jeque saudita Salem bin Laden designó a Bath como su representante de negocios en Houston y hay pruebas de que el empresario recibió una fuerte comisión de las compañías que eran dueñas y operaban el aeropuerto Golfo de Houston (Houston Gulf Airport) tras las negociaciones de venta a la familia Bin Laden en 1977″.

OTROS NEGOCIOS Y VíNCULOS CONSPIRADORES

El jeque Salem bin Laden era, como hermano mayor, el jefe de familia, constituida por una numerosa prole (unos dicen que eran 54 y otros que 57 los hijos que tuvo el jeque Mohammed bin Laden con 30 esposas de diversas nacionalidades árabes) y que heredaron la Bin Laden Construction Group, una corporación que él creó en los años cincuenta en Yeddah, a orillas del Mar Rojo.

Cuando el jeque Salem bin Laden tomó el control de los negocios, no solamente consolidó las empresas de construcción, sino también hizo inversiones en la fabricación y la distribución de armamentos y en bancos con sedes en Suiza y ramificaciones en todo Oriente Medio. Tenía el apoyo total del entonces rey Abdul Aziz y su familia.

Varias publicaciones comentaron por aquellos días sobre los negocios de los Bin Laden y destacaron que la compañía de ellos era una de las más importantes del reino saudita con haberes estimados en más de 5 000 millones de dólares, y que el jeque Mohammed se enriqueció merced a importantes proyectos de ampliación de los lugares santos del Islam, La Meca y Medina (oeste), que le fueron confiados por el palacio real saudita.

En esos momentos, trece de sus hijos ocupaban un lugar en el consejo de administración del grupo, entre los cuales los más conocidos eran Bakr, Hassan, Yeslam y Yehia. Se asegura que Osama sería el único hijo de madre saudita.

A la muerte de Salem, Bakr lo sucedió al frente del grupo y logró que las actividades superaran las fronteras de Arabia Saudita, cubriendo varios países árabes y empleando a decenas de miles de personas.

Varios medios de prensa señalaron que para ese entonces el conglomerado era tan grande que decidieron dividirlo en “el grupo sirio”, el “grupo libanés”, el “grupo jordano” y el “grupo egipcio”.

Este último era el más desarrollado con 40 000 empleados, aunque varios de los Bin Laden controlaban los negocios globales desde Europa liderados por Yeslam, con oficinas en Ginebra y París.

Los analistas coincidían en señalar antes del 11 de septiembre del 2001 que la “oveja negra” de la familia, bautizado como Osama ben Muhammad ben Awad bin Laden, se preparó también para los negocios estudiando ingeniería en la Universidad del Rey Abdul Aziz en Yeddah.

Pero cuando se graduó en 1979, rechazó el control de una constructora local y se fue a luchar con los mujaidines de Afganistán que resistían a la invasión soviética y en esa misión se estrecharon los vínculos entre los Bin Laden y la Agencia Central de Inteligencia.

Estados Unidos había dado apoyo en material bélico de alta tecnología e instrucción militar a la guerrilla afgana y a los combatientes islámicos procedentes de Oriente Medio y el norte de África que se enfrentaban a los soviéticos, pero ambos grupos no eran capaces de coordinar sus acciones por diferencias ideológicas y viejas pugnas tribales.

Un consultor de las Naciones Unidas por aquella época, Mac Liman, destacó que ese fue el aporte de Osama bin Laden como intermediario de la CIA, quien logró aglutinarlos y acelerar la creación de un frente común, a la vez que se convirtió, con el apoyo de la CIA y los servicios secretos de Arabia Saudita, en el tesorero del operativo “Afganistán”.

En 1988, forma lo que se conoce como la red terrorista “Al Qaeda”. Después de la guerra contra los rusos, regresó a Arabia Saudita y descubrió que era una celebridad. El Gobierno de Riad empezó a aislarle y su estrella comenzó a apagarse lentamente. Pero todo cambió con la guerra del Golfo Pérsico y tuvo que abandonar toda conexión con sus hermanos tras ser expulsado de Arabia Saudita por apoyar a disidentes al rey Fahd.

Sin embargo, después de unos meses de zozobra, el Bin Laden Group recompuso su relación con la realeza saudita y obtuvo contratos multimillonarios.

El Bin Laden Group tenía empresas madres que aparecían en todos los contratos bajo nombres tales como Ditco, Saud ben Birdgis, Al Mouraiban o Kara y oficinas en todas las capitales de Oriente Medio, desde Dubai hasta Amman, y un centro operacional en Ginebra con ramificaciones en París y Madrid.

Analistas internacionales subrayaron que a Bin Laden le cambió la guerra del Golfo Pérsico y la implicación de su país. Despojado de su nacionalidad saudita, acusado de ser el financista del terrorismo islámico, Osama bin Laden apareció con una ruptura en sus estrechos vínculos con la CIA y declaró su guerra santa (Jihad) contra Estados Unidos. Su nombre resurgió misteriosamente en los últimos años cada vez que se tensionó a la sociedad estadounidense, resultando un hecho conveniente para la clase política.

Pero los negocios son negocios. Ni aun las actividades de Osama afectaron en nada las relaciones de los Bin Laden y la superpotencia, mediante diversas conexiones de grupos internacionales vinculados al capital financiero.

Terrorismo, negocios, conspiración, todo está entremezclado en la historia de esta familia y las autoridades norteamericanas. ¿Se sabrá algún día la verdad absuluta, incluyendo lo que realmente pasó el 11 de septiembre?

Por lo pronto, no hay que romperse mucho la cabeza. Como me respondió con filosofía popular un vecino cuando le expliqué todos estos lazos familiares: …la realidad supera a la imaginación más fecunda y ahora, que se dice está muerto, más todavía.

Una cosa sí está clara una vez más, y es el doble rasero. Promesas, ingentes esfuerzos hasta matar al terrorista de Al Qaeda y mientras tanto en los propios Estados Unidos, en Miami, fue sepultado con toda pompa otro terrorista a quien la justicia norteamericana proclamó como el enemigo público No.1: Orlando Bosch, y otro tan tenebroso como el saudita, goza de impunidad: Luis Posada Carriles.


[Fuente: Contrainjerencia]