Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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Seis saharauis en huelga de hambre desde el 12 de abril en contra del expolio de los recursos del Sáhara Occidental

In Actualidad, África on 19 junio, 2011 at 0:02

SILENCIADOS POR LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN BURGUESES

Seis ciudadanos saharauis están protagonizando una huelga de hambre desde el pasado 12 de abril que, según informan sus familiares y el comité de apoyo que les acompaña, empieza a provocar ya graves consecuencias para su salud. “Los huelguistas han entrado en un fase crítica y sufren pérdidas de conciencia, cardiopatías, daños renales y otras secuelas irreversibles”, denuncia la Plataforma de Tenerife de apoyo al Pueblo Saharaui.

La huelga iniciada hace ya mas de sesenta días en la ciudad de Guelmim, ha ido acompañada de manifestaciones, organizadas por las familias de los huelguistas, para denunciar la política de marginación e indiferencia practicada por el estado marroquí contra sus hijos, y reclamar a las personas con consciencia de todo el mundo a intervenir inmediatamente para salvar sus vidas antes de que sea demasiado tarde. También hacen un llamamiento a todas las organizaciones de derechos humanos locales e internacionales y a la prensa libre e independiente, a que trabajen junto a ellos para dar a conocer estas difíciles circunstancias que están padeciendo.

Los huelguistas denuncian la participación de un grupo de empresas multinacionales que están expoliando los recursos naturales del pueblo saharaui, mientras financian con sus ingresos la militarización de la región y las violaciones de los derechos humanos de su población, mientras ésta languidece sufriendo todo tipo de privaciones desde hace más de tres décadas, según lo informado por una de las madres de la comisión organizadora.

Los protagonistas de esta huelga de hambre son Bariaz Mohamed, 35 años, Ddriss Zagara, 27 años, Eddaowdi Aomar, 25 años, Ahachhach Mohamed, 24años, Abrahim Al Rafiky, 24 años, y Mokhtar Lachhab, 22 años.

La Plataforma de Tenerife de apoyo al Pueblo Saharaui extiende su denuncia «al Gobierno de España que sigue incumpliendo sus responsabilidades cómo potencia administradora, a la Unión Europea que ha ratificado un tratado de pesca ilegal, a la petrolera San León saqueadora del petróleo saharaui y PCS, expoliadora del fosfato saharaui, que se benefician del silencio sobre esta huelga de hambre que ya alcanza el DOBLE de la que tuvo que hacer Aminetu Haidar (32 días) en Lanzarote por ejercer su derecho a regresar a su casa en el Aaiún en diciembre de 2009, y que le ocasionó graves daños en su salud de los que está luchando por recuperarse«.

La Plataforma se refiere concretamente a «una empresa española, Jealsa-Rianxeira, que hace oídos sordos ante este grito de desesperación, y continúa enlatando pescado saharaui en su fábrica de El Aaiun , capital del Sáhara Occidental ocupado, para Hacendado, la marca blanca de Mercadona«.






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El complejo militar de EEUU ansioso por vender sus aviones no tripulados

In Actualidad on 19 junio, 2011 at 0:01

Estados Unidos prevé exportar 46.100 millones de dólares en equipos militares en este año fiscal, un 45 por ciento más que en el ejercicio pasado, informó hoy la agencia del Pentágono encargada de las ventas de armamento al señalar la creciente demanda de aviones no tripulados. En una conferencia de prensa, el director de la Agencia de Defensa, Seguridad y Cooperación de Estados Unidos (DSCA), William Landay, apuntó, no obstante, a la posibilidad de que Washington sea incapaz de hacer frente a todos sus pedidos.

Ese sobrecargo de trabajo se debe a la creciente demanda de aviones no tripulados estadounidenses, a la que el Pentágono pretende hacer frente mediante acuerdos con los Departamentos de Estado y Comercio que permitan aprobar automáticamente las ventas a todos aquellos países que puedan tener un interés en los artefactos.

Creemos que los sistemas no tripulados son un área de interés significativo en todo el mundo. Sabemos que los fabricantes estadounidenses tienen un gran deseo de vender”, aseguró Landay, que definió los usos de esas máquinas para tareas de “combate y vigilancia”.

Los acuerdos previos con otras agencias permitirán acelerar el proceso, según el funcionario, por lo que la DSCA planea proponerlos también para otras ventas de equipos militares, como los sistemas electrónicos.

Entre 2005 y 2010, la agencia ha entregado armas y equipos militares por valor de 96.000 millones a países de todo el mundo, según Landay.

Tenemos un exceso de 13.000 casos activos con más de 165 países e instituciones”, indicó Landay, que calculó que, de procesarse todas las solicitudes antes de que acabe el año fiscal en septiembre, el Pentágono ganaría unos 327.000 millones de dólares adicionales.






La cárcel de la deuda en un capitalismo en manos de rentistas improductivos

In Actualidad, Economía on 19 junio, 2011 at 0:00

Robert Kuttner


La historia económica está llena de borracheras de euforia financiera seguidas luego de penosas resacas mañaneras. Cuando las naciones se despiertan achacosas por deudas contraídas en guerras financieras, fallidos episodios de especulación o faraónicos proyectos que revelados inútiles, tienen dos opciones. O bien prevalece la clase de los acreedores, a expensas de todos los demás; o bien los Estados encuentran la manera de reducir la carga de la deuda, de manera que la capacidad productiva de la economía consiga recobrarse.

Los acreedores –la clase rentista, en el léxico clásico— son normalmente los ricos y los poderosos. Los deudores, casi por definición, disponen de pocos recursos y de escaso poder. La “cuestión monetaria” en los EEUU del siglo XIX –la cuestión de si el crédito debía ser caro o barato— fue también una batalla entre el crecimiento y la austeridad.

La clase acreedora ve las cosas así: cualquier cosa que no pase por la plena reintegración de lo debido lleva inexorablemente al colapso de la civilización económica. Lo cierto, sin embargo, es que, a menudo, las deudas no son plenamente satisfechas. En el siglo XX, los especuladores perdieron fortunas a causa de que decenas de naciones dejaron de honrar sus deudas. En el siglo XIX, muchos estados federados y muchos municipios norteamericanos quebraron. Los perdedores de guerras y de revoluciones raramente pagan sus deudas. (Los viejos bonos zaristas carecen de valor, salvo en las subastas de antigüedades.) El Plan Brady de fines de los 80 del siglo pasado pagó a los tenedores de bonos de los deudores quebrados del Tercer Mundo 70 centavos por dólar, a fin de que el crecimiento económico pudiera reemprender su curso.

A veces, simplemente, las deudas no pueden ser pagadas. Por eso era ruinosa la idea de la cárcel por deuda (salvo disuasoriamente). La cuestión real es cómo reestructurar la deuda cuando es imposible devolverla. No se trata sólo de una pugna entre quienes tienen y quienes no tienen, sino entre los derechos del pasado y el potencial del futuro.

La deuda puede reducirse o aun anularse de maneras constructivas. O puede sumarse al caos. La inflación, por ejemplo, es una forma de erosionar la deuda, una forma arriesgada. Puede haber una quiebra calamitosamente súbita (Lehman Brothers), o una reestructuración cuidadosa y benéfica (General Motors).

La bancarrota suministra de modo ingenioso un alivio ordenado de la deuda pasada, de modo que la empresa productiva no necesariamente resulta destruida. Un juez valora los activos, los pasivos y la viabilidad de un negocio insolvente. Si se considera viable, no se permite a los acreedores vender la maquinaria, pero se les paga varios centavos por dólar, y la empresa termina siendo recuperada para usos constructivos.

El mundo de los negocios valora en EEUU el sistema de bancarrota conforme a sus propios objetivos, aunque los inversores sufran con él, de vez en cuando, más de un revolcón. Pero esa misma elite empresarial ve con recelo el que otros –propietarios de viviendas, pequeñas naciones, el entero sistema económico— busquen alivio al castigo económico que representa una deuda perversa. No por casualidad, uno de los más sagaces críticos del modo en que el colapso financiero ha terminado por privilegiar a los acreedores a expensas de todos los demás es también uno de los mayores expertos en procesos concursales y de bancarrota: la profesora Elisabeth Warren.

Los dos mayores ejemplos históricos sobre el modo de lidiar con deudas insostenibles se dieron tras las dos guerras mundiales: uno, extremadamente negativo; muy positivo, el otro. En la Conferencia de Versalles celebrada en 1919, prevaleció la mentalidad acreedora, y la recuperación europea de postguerra se abortó. Gran Bretaña y Francia imaginaron que podían sangrar a la derrotada Alemania, a fin de pagar sus propias deudas de guerras, inmensas (contraídas, sobre todo, con los EEUU). Gran Bretaña practicó también una política de rigor monetario para mantener el valor de su propia moneda en niveles de preguerra, a fin de proteger a su propia clase acreedora. Esa política destruyó a la economía alemana y mantuvo el desempleo británico en tasas del 10% durante dos décadas. El gran crítico de la locura británica fue John Maynard Keynes, entonces consejero del Tesoro británico. El libro publicado por Keynes en 1919, Las consecuencias económicas de la paz, alertó proféticamente de que la política de estrujar a Alemania hasta que “crujan las pepitas” causaría la depresión y una segunda guerra mundial.

Tras la II Guerra Mundial, la historia ofreció a Keynes la ocasión para hacer las cosas correctamente. Su sistema de Bretton Woods puso el énfasis en la recuperación interna, tanto de las potencias perdedoras como de las vencedoras, y creó un sistema monetario global en el que se negaba a los especuladores financieros privados toda capacidad para forzar a las naciones a emprender cursos deflacionarios. Nuestra propia Reserva Federal combinaba entonces políticas monetarias laxas con una regulación estricta, de modo que los bajos tipos de interés pudieran financiar la colosal deuda bélica sin invitar a una especulación destructiva. Dinero barato e inversión expansiva previnieron la recaída de Norteamérica en la depresión.

Hoy, esa lógica expansiva ha sido vuelta del revés, y los acreedores vuelven a ser hegemónicos de nuevo. Los bancos quieren dinero barato para sí mismos, y términos draconianos para los demás. Una Unión Europea afligida por los banqueros está castigando a Grecia, en vez de buscar un camino para que el país heleno crezca. En los EEUU, se niega todo alivio a los propietarios de vivienda con el agua al cuello, porque los contratos de deuda son sagrados, aunque esa política prolongue la agonía. Por doquiera se publicita la austeridad presupuestaria como la vía al crecimiento, siendo, en cambio, de toda evidencia que esa política niega a la economía su potencial productivo.

Y se habla de esas cuestiones como si fueran o inaccesiblemente técnicas o simplemente indiscutibles. Ni una cosa ni otra. Necesitamos democratizar, una vez más, la cuestión del dinero.


(*) Robert Kuttner es un economista norteamericano, cofundador y actual editor de la revista The American Prospect, creada en 1990. Fue durante 20 años columnista de Business Week, y es uno de los 5 cofundadores del Economic Policy Institute, un think tank de izquierdas.


[Traducción para www.sinpermiso.info: Leonor Març]