Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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El Partido Comunista de Grecia denuncia las amenazas de la UE

In Actualidad on 27 junio, 2011 at 10:32

La Secretaria General del Partido Comunista de Grecia (KKE), Aleka Papariga, denunció el pasado sábado el dilema intimidante que plantean a los trabajadores griegos el gobierno y la Unión Europea (UE) para imponer los recortes como solución a la crisis. El ultimátum de la UE y de la Eurozona no se dirige al Gobierno sino al pueblo griego. Le dice que debe bajar la cabeza y que si no se consiente no recibirá la quinta entrega del préstamo, señala en un comunicado circulado por Internet.

Al exhortar a los griegos a responder «con su propio ultimátum«,  la camarada Papariga dijo que no deben aceptar ninguna negociación radical en el espacio de la UE, cuyas estructuras están ligadas a la burguesía, los industriales, armadores, banqueros y comerciantes. La dirigente del KKE llamó a los trabajadores a ignorar los dilemas intimidantes y a sumarse de manera activa a la lucha.

El KKE se abstuvo este viernes de participar en el debate de la Comisión Económica parlamentaria del segundo programa de austeridad que impulsa el gobierno socialista del primer ministro, Giorgios Papandreu. El KKE representa la tercera fuerza política del país con 21 escaños en el Consejo de los Helenos.

Nuestros camaradas griegos respaldaron la convocatoria de las principales centrales sindicales a una nueva jornada de protestas para el martes y miércoles próximos, en coincidencia con las discusiones y votación en el Parlamento del impopular paquete de medidas, incluida una huelga nacional.



[Fuente: Prensa Latina]





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La crisis no es griega, es del capitalismo

In Actualidad, Economía on 27 junio, 2011 at 0:01

Atilio Borón


Los medios, las consultoras, los economistas, los bancos de inversión, los presidentes de los bancos centrales, los ministros de hacienda, los gobernantes no hacen otra cosa que hablar de “la crisis griega”. Ante tanta vocinglería mal intencionada es oportuno parafrasear aquella frase de campaña de Bill Clinton para decir e insistir que la crisis es del capitalismo, no de Grecia.

Que este país es uno de los eslabones más débiles de la cadena imperialista y que es a causa de ello que por allí hacen eclosión las contradicciones que lo están carcomiendo irremisiblemente.

La alarma de los capitalistas, justificada sin dudas, es que el derrumbe de Grecia puede arrastrar a otros países como España, Irlanda, Portugal y comprometer muy seriamente la estabilidad económica y política de las principales potencias de la Unión Europea.

Según informa la prensa financiera internacional, representativa de los intereses de la “comunidad de negocios” (léase: los gigantescos oligopolios que controlan la economía mundial) la resistencia popular a las brutales medidas de austeridad propuestas por el ex presidente de la Internacional Socialista y actual primer ministro griego, Giorgos Andreas Papandreu, amenazan con arrojar por la borda todos los estériles esfuerzos hasta ahora realizados para paliar la crisis.

La zozobra cunde en el patronato ante las dificultades con que tropieza Atenas para imponer las brutales políticas exigidas por sus supuestos salvadores. Con toda razón y justicia los trabajadores no quieren hacerse cargo de una crisis provocada por los tahúres de las finanzas, y la amenaza de un enorme estallido social, que podría reverberar por toda Europa, tiene paralizada a las dirigencias griega y europea.

La inyección de fondos otorgada por el Banco Central Europeo, el FMI y los principales países de la zona euro no han hecho sino agravar la crisis y fomentar los movimientos especulativos del capital financiero.

El resultado más visible ha sido acrecentar la exposición de los bancos europeos ante lo que ya aparece como un inevitable default griego.

Las conocidas recetas del FMI, el BM y el Banco Central Europeo: reducción de sueldos y jubilaciones, despidos masivos de empleados públicos, remate de empresas estatales y desregulación de los mercados para atraer inversiones han surtido los mismos efectos padecidos por varios países de América Latina, notablemente la Argentina. Parecería que el curso de los acontecimientos en Grecia se encamina hacia un estrepitoso derrumbe como el que conocieran los argentinos en diciembre del 2001.

Dejando de lado algunas obvias diferencias hay demasiadas semejanzas que abonan este pronóstico. El proyecto económico es el mismo, el neoliberalismo y sus políticas de shoc ; los actores principales son los mismos: el FMI y los perros guardianes del imperialismo a escala global; los ganadores son los mismos: el capital concentrado y muy especialmente la banca y las finanzas; los perdedores son también los mismos: los asalariados, los trabajadores y los sectores populares; y la resistencia social a esas políticas tiene la misma fuerza que supo tener en la Argentina.

Es difícil imaginar un soft landing, un aterrizaje suave, de esta crisis. Lo previsible y lo más probable es precisamente lo contrario, tal como ocurrió en el país sudamericano.

Claro que a diferencia de la crisis argentina, la griega está destinada a tener un impacto global incomparablemente mayor. Por eso el mundo de los negocios contempla con horror el posible “contagio” de la crisis y sus devastadores efectos entre los países del capitalismo metropolitano.

Se estima que la deuda pública griega asciende a 486.000 millones de dólares y que representa un 165 % del PIB de ese país. Pero tal cosa ocurre en una región, la “eurozona” en donde el endeudamiento ya asciende al 120 % del PIB de los países del euro, con casos como Alemania con un 143 %, Francia, 188 % y Gran Bretaña con el 398 %. No debe olvidarse, además, que la deuda pública de Estados Unidos ya asciende al cien por ciento de su PBI. En una palabra: el corazón del capitalismo global está gravemente enfermo.

Por contraposición la deuda pública china en relación a su gigantesco PBI es de apenas el 7 %, la de Corea del Sur 25 % y la de Vietnam 34 %. Hay un momento en que la economía, que siempre es política, se transforma en matemática y los números cantan. Y la melodía que entonan dicen que aquellos países están al borde de un abismo y que su situación es insostenible.

La deuda griega -exitosamente disimulada en su gestación y desarrollo gracias a colusión criminal de intereses entre el gobierno conservador griego de Kostas Karamanlis y el banco de inversión favorito de la Casa Blanca, Goldman Sachs- fue financiada por muchos bancos, principalmente en Alemania y, en menor medida, Francia.

Ahora son acreedores de papeles de una deuda que la calificadora de riesgo Standard & Poor’s (S&P) calificó con la peor nota del mundo: CCC, es decir, tienen acreencias sobre un deudor insolvente y que no tiene condiciones de pagar. En igual o peor posición se encuentra el ultraneoliberal Banco Central Europeo, razón por la cual un default griego tendría consecuencias cataclísmicas para este verdadero ministro de finanzas de la Unión Europea, situado al margen de cualquier control democrático.

Las pérdidas que originaría la bancarrota griega no sólo comprometería a los bancos expuestos sino también a los países en problemas, como España, Irlanda, Italia y Portugal, que tendrían que afrontar el pago de intereses mucho más elevados que los actuales para equilibrar sus deterioradas finanzas.

No hace falta mucho esfuerzo para imaginar lo que sucedería si se produjese, como se teme, una cesación unilateral de pagos griega, cuyo primer impacto daría en la línea de flotación de la locomotora europea, Alemania.

Los problemas de la crisis griega (y europea) son de origen estructural. No se deben a errores o a percances inesperados sino que expresan la clase de resultados previsibles y esperables cuando la especulación y el parasitismo rentístico asumen el puesto de comando del proceso de acumulación de capital. Por algo en el fragor de la Gran Depresión de los años treintas John Maynard Keynes recomendaba, en su célebre Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero, practicar la eutanasia del rentista como condición indispensable para garantizar el crecimiento económico y reducir las fluctuaciones cíclicas endémicas en el capitalismo.

Su consejo fue desoído y hoy son aquellos sectores los que detentan la hegemonía capitalista, con las consecuencias por todos conocidas.

Comentando sobre esta crisis el Istvan Meszaros decía hace pocos días que “una crisis estructural requiere soluciones estructurales”, algo que quienes están administrando la crisis rechazan terminantemente. Pretenden curar a un enfermo en gravísimo estado con aspirinas.

Es el capitalismo el que está en crisis y para salir de ella se torna imprescindible salir del capitalismo, superar cuanto antes un sistema perverso que conduce a la humanidad al holocausto en medio de enormes sufrimientos y una depredación medioambiental sin precedentes.

Por eso la mal llamada “crisis griega” no es tal; es, en cambio, el síntoma más agudo de la crisis general del capitalismo, esa que los medios de comunicación de la burguesía y el imperialismo aseguran desde hace tres años que ya está en vías de superación, pese a que las cosas están cada vez peor.

El pueblo griego, con su firme resistencia, demuestra estar dispuesto a acabar con un sistema que ya es inviable no en el largo sino en el mediano plazo. Habrá que acompañarlo en su lucha y organizar la solidaridad internacional para tratar de evitar la feroz represión de que es objeto, método predilecto del capital para solucionar los problemas que crea su desorbitada voracidad.

Tal vez Grecia, que hace más de dos mil quinientos años inventó la filosofía, la democracia, el teatro, la tragedia y tantas otras cosas, pueda volver sobre sus fueros e inventar la revolución anticapitalista del siglo veintiuno. La humanidad le estaría profundamente agradecida.



[Fuente: LibreRed]





El papel de Wall Street en el narcotráfico, negocio boyante

In Actualidad, Economía on 27 junio, 2011 at 0:00

Mike Whitney

Imaginen cuál sería su reacción si el gobierno mexicano conviniera en pagar 1.400 millones de dólares a Barak Obama por desplegar tropas norteamericanas y vehículos blindados en Nueva York, Los Ángeles y Chicago para llevar a cabo operaciones militares, establecer puestos de control y verse envuelto en tiroteos que acaben por causar la muerte de 35.000 civiles en las calles de ciudades norteamericanas.

 Si el gobierno mexicano tratara así a los Estados Unidos, ¿lo considerarían ustedes amigo o enemigo?

Así es exactamente cómo tratan los EEUU a México, y así ha venido siendo desde 2006.

La política mexicana de Norteamérica -la Iniciativa de Mérida- es una pesadilla. Ha minado la soberanía mexicana, ha corrompido el sistema político y ha militarizado el país. Ha tenido también como resultado la muerte violenta de miles de civiles, pobres en su mayoría. Pero a Washington le importan una higa los «daños colaterales» mientras pueda vender más armamento, fortalecer su régimen de libre comercio y lavar más beneficios de las drogas en sus grandes bancos.

Entonces es todo de lo más agradable.

¿No ha lugar a dignificar esta carnicería llamándola «Guerra contra las drogas«?

No tiene sentido. Lo que vemos es una oportunidad descomunal de hacerse con poder por parte de las grandes empresas, las altas finanzas y los servicios de inteligencia norteamericanos. Lo único que hace Obama es ocuparse de la subasta, razón por la cual –no es de sorprender– las cosas se han puesto bastante peor bajo su administración. No sólo ha incrementado Obama la financiación del Plan México (también conocido como Mérida) sino que ha desplegado más agentes norteamericanos para que trabajen en secreto, mientras aviones no tripulados llevan a cabo labores de vigilancia. ¿Lo captan? No se trata de una pequeña redada antidroga, es otro capítulo de la Guerra Norteamericana contra la Civilización. He aquí un pasaje de un artículo de CounterPunch escrito por Laura Carlsen que nos muestra algo del trasfondo:

«La guerra contra las drogas se ha convertido en el vehículo principal de militarización de América Latina. Un vehículo financiado e impulsado por el gobierno norteamericano y alimentado por una combinación de falsa moral, hipocresía y mucho de temor duro y frío. La llamada ‘guerra contra las drogas’ constituye en realidad una guerra contra la gente, sobre todo contra los jóvenes, las mujeres, los pueblos indígenas y los disidentes. La guerra contra las drogas se ha convertido en la forma principal del Pentágono de ocupar y controlar países a expensas de sociedades enteras y de muchas, muchas vidas”.

La militarización en nombre de la guerra contra las drogas está sucediendo más rápida y concienzudamente de lo que la mayoría de nosotros probablemente anticipó con la administración de Obama. El acuerdo para establecer bases en Colombia, posteriormente suspendido, mostró una de las señales de la estrategia. Y ya hemos visto la extensión indefinida de la Iniciativa de Mérida en México y América Central e incluso, tristemente, las cañoneras enviadas a Costa Rica, una nación con una historia de paz y sin ejército…

La Iniciativa de Mérida financia intereses norteamericanos para entrenar a fuerzas de seguridad, proporciona inteligencia y tecnología bélica, aconseja sobre las reformas de la justicia y el sistema penal y la promoción de los derechos humanos, todo ello en México”. («The Drug War Can’t Be Improved, It Can Only be Ended» [“No se puede mejorar la guerra contra las drogas, sólo se puede concluir»] Laura Carlsen, Counterpunch).

Si da la impresión de que Obama está haciendo todo lo que puede para convertir México en una dictadura militar, es porque es lo que está haciendo. El Plan México es una farsa que esconde los verdaderos motivos de la administración, que consiste en asegurarse de que los beneficios del tráfico de drogas acaben en los bolsillos de la gente adecuada. De eso es de lo que se trata, de muchísimo dinero. Y por eso es por lo que se ha disparado el número de víctimas, mientras la credibilidad del gobierno mexicano ha caído como nunca en décadas. la política norteamericana ha convertido grandes extensiones del país en campos de muerte y la cosa no hace más que empeorar.

Véase esta entrevista con Charles Bowden, que describe cómo es la vida de la gente que vive en la Zona Cero de la guerra de las drogas en México, Ciudad Juárez:

«Esto sucede en una ciudad en la que en ocasiones la gente vive en cajas de cartón. En el último año han cerrado diez mil negocios, tirando la toalla. De treinta a sesenta mil personas, sobre todo los ricos, se han mudado a El Paso, al otro lado del río, por razones de seguridad, entre ellos el alcalde de Juárez, que prefiere largarse a dormir en El Paso. El editor del diario local también vive en El Paso. Entre 100.000 y 400.000 personas sencillamente se marcharon de la ciudad. Buena parte del problema es económico, y no simplemente de violencia. Durante esta recesión han desaparecido por lo menos 100.000 empleos de las empresas fronterizas debido a la competencia asiática. Las estimaciones cifran las bandas de delincuentes entre 500 y 900«.

De modo que lo que tenemos son 10.000 soldados de las tropas federales y agentes de la policía federal merodeando por allí. Una ciudad en la que nadie sale de noche, en la que los pequeños negocios pagan todos extorsión, donde oficialmente se robaron 20.000 coches el año pasado, en el que oficialmente fueron asesinadas más de 2.600 personas el pasado año, donde nadie sigue el rastro de la gente que ha sido secuestrada y no regresa, en donde nadie cuenta la gente enterrada en cementerios secretos de los que, de forma indecorosa, parecen de cuando en cuando salir algunos escarbando. Lo que tenemos es un desastre y un millón de personas, demasiado pobres para poder marcharse, atrapadas en él. La ciudad es eso«. (Charles Bowden, Democracy Now)

Esto no tiene que ver con las drogas; se trata de una política exterior chiflada que apoya a ejércitos por delegación para imponer el orden por medio de la represión y militarización del Estado policial. Se trata de expandir el poder norteamericano y de que engorden los beneficios de Wall Street.

Veamos más datos de fondo proporcionados por Lawrence M. Vance en la Future of Freedom Foundation:

«Un número no revelado de agentes de la ley norteamericanos trabajan en México (…) La DEA tiene más de 60 agentes en México. A ellos se suman 40 agentes de Inmigración y Aduanas, 20 ayudantes del Servicio de Comisarios de Policía y 18 Agentes de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, más agentes del FBI, del Servicio de Ciudadanos e Inmigración, Aduanas y Protección de Fronteras, Servicio Secreto, Guardacostas y Agencia de Seguridad en el Transporte. El Departamento de Estado mantiene también una Sección de Asuntos de Narcóticos. Los Estados Unidos también han suministrado helicópteros, perros antidroga y unidades de polígrafos para examinar a quienes solicitan ingresar en organismos de aplicación de las leyes«.

Los aviones no tripulados norteamericanos espían los escondites de los cárteles y las balizas rastreadoras norteamericanas ubican con exactitud los coches y teléfonos de los sospechosos. Agentes norteamericanos siguen los rastros, localizan llamadas telefónicas, leen correos electrónicos, estudian patrones de comportamiento, siguen rutas de contrabando y procesan datos sobre traficantes de droga, responsables del lavado de dinero y jefes de los cárteles. De acuerdo con un antiguo fiscal antidroga mexicano, los agentes norteamericanos no están limitados en sus escuchas en México por las leyes norteamericanas, mientras no se encuentren en territorio norteamericano y no pinchen a ciudadanos norteamericanos«. («Why Is the U.S. Fighting Mexico’s Drug War?» [ “¿Por qué libran los Estados Unidos la Guerra contra las drogas de México?”] Laurence M. Vance, The Future of Freedom Foundation)

Esto no es política exterior; es otra ocupación norteamericana. ¿Y adivinan quién hace caja a lo grande con este pequeño timo sórdido? Wall Street. Eso es: los grandes bancos le sacan un pico como hacen siempre. Echemos un vistazo a este pasaje de un artículo de James Petras títulado «How Drug Profits saved Capitalism» [“Cómo los beneficios de las drogas salvaron al capitalismo”] en Global Research. Es un estupendo resumen de los objetivos que están configurando esa política:

«Mientras el Pentágono arma al gobierno mexicano y la DEA (Drug Enforcement Agency, la agencia antidroga) norteamericana ponen en práctica la ‘solución militar’, los mayores bancos de los EE.UU. reciben, lavan y transfieren cientos de miles de millones de dólares a las cuentas de los señores de la droga, que compran así armas modernas, pagan ejércitos privados de asesinos y corrompen a un número indeterminado de funcionarios encargados de hacer cumplir las leyes a ambos lados de la frontera…«

Los beneficios de la droga, en el sentido más básico, se aseguran mediante la capacidad de los cárteles de lavar y transferir miles de millones de dólares al sistema bancario norteamericano. La escala y envergadura de la alianza entre la banca norteamericana y los cárteles de la droga sobrepasa cualquier otra actividad del sistema de la banca privada norteamericana. De acuerdo con los registros del Departamento de Justicia norteamericano, un banco sólo, el Wachovia Bank (propiedad hoy de Wells Fargo), lavó 378.300 millones de dólares entre el 1 de mayo de 2004 y el 31 de mayo de 2007 (The Guardian, 11 de mayo de 2011). Todos los bancos principales de los EE. UU. han hecho de socios financieros activos de los cárteles asesinos de la droga.

Si los principales bancos norteamericanos son los instrumentos financieros que permiten operar a los imperios multimillonarios de la droga, la Casa Blanca, el Congreso norteamericanos y los organismos de aplicación de las leyes son los protectores esenciales de estos bancos (…) El lavado de dinero de la droga es una de las fuente más lucrativas de beneficios para Wall Street, los bancos cargan abultadas comisiones por transferencias de beneficios de la droga, que a su vez prestan a instituciones crediticias a tasas de interés muy superiores a las que pagan – si es que pagan- a los depositantes de los traficantes de drogas. Inundados por los beneficios de las drogas ya desinfectados, estos titanes norteamericanos de las finanzas mundiales pueden comprar fácilmente a los funcionarios electos para que perpetúen el sistema«. («How Drug Profits saved Capitalism», James Petras, Global Research)

Repitámoslo: «Todos los bancos principales de los EEUU han hecho de socios financieros activos de los cárteles asesinos de la droga…«

La Guerra contra las Drogas es un fraude. Esto no tiene que ver con la prohibición, tiene que ver con el control. Washington pone la fuerza para que los bancos puedan llevarse una buena pieza. Una mano lava a la otra, igual que con la Mafia.


[Traducción para SinPermiso: Lucas Antón]