Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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El gobierno fascista checo intentará abolir el Partido Comunista

In Actualidad, Represión on 30 julio, 2011 at 0:02

El Gobierno de la República Checa presentará a final de año al Tribunal Administrativo Superior una denuncia, la primera en su historia democrática, para abolir el Partido Comunista de Bohemia y Moravia (KSCM).

La denuncia estará lista en el otoño, y después será presentada por el Ejecutivo al Tribunal Administrativo Superior. Sin embargo, Interior expresó que «será difícil«, sobre todo después de un dictámen de hace unos años en el que el propio ministerio reconoció que «no teníamos posibilidades de éxito, y no lo intentamos«.

La antigua república socialista, que estuvo durante cuatro décadas sometida a los dictados de la Unión Soviética, que llegaban a través del Partido Comunista Checoslovaco, y que desde el retorno a la democracia en 1989 no castigó los crímenes y atropellos cometidos por el régimen totalitario, intentará por primera vez poner fuera de la ley a la organización izquierdista.

En las pasadas elecciones de mayo de 2010, el KSCM obtuvo 26 diputados, lo que supone el 13 por ciento de los escaños de la Cámara baja, y fue el cuarto partido más votado, por detrás de socialdemócratas (CSSD), conservadores (ODS), conservadores liberales (TOP 09).

El Ministerio del Interior ilegalizó en 2006 el «Konsomol» o Agrupación de Juventudes Comunistas (KSM), por ir en contra de la propiedad privada y en favor de la colectivización de los medios de producción.

La prohibición fue impugnada por las Juventudes Comunistas mediante un recurso de casación ante el Tribunal Administrativo Superior, y los juzgados de primera instancia fallaron a favor de KSM en enero de 2010, con lo que se reanudó su actividad.


[Fuente: La República]






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El Estado desnudo

In Actualidad on 30 julio, 2011 at 0:01

Teodoro Santana


La burguesía presenta su Estado como un “contrato social”, un ente jurídico emanado de forma espontánea del consenso entre los “ciudadanos” de la “nación”. Y a partir de ahí, en escuelas, universidades, medios de comunicación y las propias leyes, todo es embellecer el Estado. Adoctrinado en esa forma de ver el mundo, poco resquicio queda al simple mortal para plantearse otra cosa.

Pero, a despecho de la propaganda capitalista, el Estado, como todo constructo social, tiene un origen y una realidad histórica, por mucho que esté tuneado para que no percibamos la realidad bajo la pintura y los cromados. Lo cierto es que el Estado no es más que una maquinaria de coerción, una estructura de violencia organizada, en régimen de monopolio, de una clase sobre otras para la defensa de sus intereses. Así surgió y así sigue siendo.

Claro que, en momentos de “normalidad”, en situaciones “pacíficas”, la mayoría de la gente no lo percibe así. No estamos todos los días tropezando con el hueso del Estado. La gente –es decir, la población de los países del “primer mundo” donde existía el llamado “Estado del bienestar”– lo ha percibido hasta ahora en forma de escuelas, de atención sanitaria, de ordenación del tráfico, de pensiones, etc. Es decir, de su aspecto más “benéfico”.

Ese “Estado del bienestar” servía además de colchón. Por un lado, frente a una clase obrera, como la europea, con una larga tradición de organización y sindicación. Y por otro lado, frente a los países socialistas de la URSS y el este europeo, garantizando unas expectativas de nivel de vida a los trabajadores superiores a las del modelo soviético.

Los recursos económicos para hacerlo posible provenían de la sobreexplotación de los países del tercer mundo, neocolonizados hasta la exasperación, haciendo así partícipes a los trabajadores europeos (y de EEUU, Canadá, Japón…) de las migajas del saqueo imperialista. Alejadas pues las tentaciones revolucionarias, el Estado podía permitirse el lujo, hasta cierto punto, de ser benefactor, amable,  democrático y “firme defensor de los derechos humanos”.

Pero hete aquí que la fábula del capitalismo imperialista se viene abajo. En primer lugar, los países pobres –en América Latina, en África, en Asia– han empezado a defender sus riquezas naturales, con revoluciones populares y gobiernos patrióticos.  Y ello haciendo frente al permanente riesgo de invasión militar, opción a la que no renuncia el imperialismo euro norteamericano, a pesar del coste cada vez más elevado de sus agresiones.

En segundo lugar, el derrumbe del socialismo de tipo soviético hace innecesarias las concesiones sociales y laborales, convencidos de que el socialismo y el comunismo estaban definitivamente derrotados.

Y en tercer lugar, la propia dinámica de acumulación incesante ha llevado a una crisis económica insoluble dentro del sistema capitalista. Primero quebró el sistema financiero. Luego, por rapiñar las arcas públicas para “rescatar” las corporaciones bancarias, quiebran los Estados, cada vez más hundidos en una espiral de deudas imposibles de pagar. ¿De dónde sacar más dinero para pagar los intereses de las deudas?

A los capitalistas –y a sus lacayos en el aparato del Estado– no se les cabe en la cabeza otra cosa que volver a los viejos hábitos: apretar más a los asalariados para exprimirles más plusvalía (bajando sueldos y recortando los salarios indirectos) y reducir los “gastos innecesarios” (sanidad, educación, cobertura social, pensiones). Es lo que llaman “políticas realistas”, que ahogan el consumo y agravan aceleradamente la crisis.

Así pues,  nos enfrentamos a un Estado cada vez más despojado de adornos y de aspectos “útiles”, más descarnado. La mayoría de la gente puede preguntarse ahora que, si no me garantiza el empleo, la atención sanitaria, la educación y ni siquiera las pensiones, ¿para qué puñetas quiero el Estado?

Por si aumenta el número de los que se hacen semejante pregunta, siempre queda el Estado desnudo: policía, jueces, ejército, leyes represivas, palo y tentetieso. Para eso sí que no hay “recortes”.

A medida que avanza la crisis, asoma más el carácter violento y opresivo del Estado. Pero, a la vez, se cae la máscara “humana” del monstruo: cada vez les va a ser más difícil que nadie crea en su propaganda y sus mentiras. A eso es a lo que estamos asistiendo.






El reordenamiento económico hace desaparecer las brigadas estudiantiles en Cuba

In Actualidad, Economía on 30 julio, 2011 at 0:00

Las brigadas de estudiantes cubanos que aportaban parte de sus vacaciones a tareas económicas y sociales del país, han quedado sin efecto debido a la inviabilidad de esas movilizaciones en un contexto de reordenamiento económico. El periódico Juventud Rebelde recordó el pasado domingo que las Brigadas Universitarias de Trabajo Social (BUTS), como las Brigadas Estudiantiles de Lucha contra el Aedes aegypti, nacieron en 1977 y echaron a andar los preparativos del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes.

Lo primero que salta a la vista es que ha pasado el tiempo, apuntó el rotativo, hoy las circunstancias son otras, y un análisis objetivo señala que en las condiciones actuales no resulta viable mantener, tal como fueron concebidas esas movilizaciones.

Las campañas más recientes enviaban señales inequívocas, afirmó, entre ellas, desfavorable correlación gastos-aporte y tendencia decreciente en la demanda de fuerzas por los organismos receptores.

Como agravante, añadió, el desestímulo sembrado de a poco por la certeza de que ni siquiera la mitad de los comprometidos serán llamados y, quienes participen, no hallarán mucho que hacer y sentirán que no vale la pena, que están perdiendo el tiempo.

Qué sentido tendría entonces mantenerlas, como no sea obstruir lo que todos estamos en el deber de propiciar y defender, se preguntó el miembro del Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas que atiende los sectores de Educación, Deportes y Salud, Yoel Pérez.

Ello, indicó, es ese proceso de reestructuración y reordenamiento, incluso de la fuerza laboral, emprendido por Cuba para la actualización de su modelo económico.

Significó que se trata de hacer lo que cada momento exige, de ahí la propuesta conjunta de la vanguardia política de la juventud cubana y las organizaciones estudiantiles y de pioneros, ya aprobada y en vigor, de dejar sin efecto toda esa gigantesca movilización nacional.

Yoel Pérez enfatizó que la decisión para nada violenta, niega o implica renunciar al vínculo estudio-trabajo, principio que constituye un pilar esencial del modelo pedagógico cubano y que, lejos de debilitar, esta medida salvaguarda y fortalece.

Las Brigadas Estudiantiles de Trabajo, las Fuerzas de Acción Pioneril, las BUTS o las BELCA nunca fueron ni pretendieron ser expresión única de un nexo, presente en el quehacer curricular y extracurricular del estudiantado de cada nivel y tipo de enseñanza, explicó.

Agregó que algunas expresiones del vínculo estudio-trabajo son el período de práctica preprofesional de los estudiantes universitarios y de la enseñanza politécnica y de oficios, entre otros, todo lo cual permanece intacto y será perfeccionado.

Lo acordado tampoco significa un adiós definitivo a las movilizaciones, subrayó el dirigente, quien confirmó que para la realización del Censo Nacional de Población en 2012 ya fue solicitada la participación de la juventud estudiosa.

No renunciamos al vínculo del estudiante con una actividad productiva y social, ni siquiera como concepto desaparecen estas fuerzas, dijo, decimos adiós a ese costosísimo movimiento nacional, al derroche, a las movilizaciones masivas porque toca, no porque hace falta.

Pero que nadie lo dude: para cuanto haga falta, esta Revolución podrá contar siempre con sus estudiantes y jóvenes, concluyó.


[Fuente: Prensa Latina]