Comisión Política Nacional del
Partido Comunista Brasileño (PCB)
El Partido Comunista Brasileño (PCB) manifiesta su indignación militante y condena enérgicamente la ocupación de Libia por las tropas de la OTAN, travestida de protección a la población del país y ayuda humanitaria. Se trata de una de las más vergonzosas intervenciones del imperialismo en una nación soberana, lo que demuestra que, dada la crisis sistémica global, la bestialidad y la codicia imperiales no tienen límites. El PCB expresa también su solidaridad con los combatientes y milicianos libios que están enfrentándose heroicamente a la mayor máquina militar del planeta.
Para el PCB, no se trata de defender al gobierno de Gaddafi, sino de combatir el imperialismo. El régimen inspirado en el «Libro Verde» no es socialista ni democrático. Libia fue elegida como el actual objetivo de la codicia imperial a causa de sus inmensas riquezas naturales, de su historia de lucha por la soberanía, de su ubicación estratégica y de una relativa independencia con relación al imperialismo, que ya no se contentan con ser solo socio de esas riquezas.
La ocupación militar de Libia es una seria advertencia no sólo para los pueblos árabes, especialmente Siria e Irán, sino para todos los pueblos del mundo. El imperialismo, herido en sus entrañas, es cada vez más agresivo y no duda en promover una escalada de guerras en todas las regiones del mundo para activar su complejo militar-industrial y zafarse de la crisis global.
La invasión de Libia fue una decisión de los países imperialistas, especialmente Estados Unidos, Francia e Inglaterra, con el fin de controlar el petróleo y el gas libios, además de los recursos del tesoro nacional, que Gaddafi ingenuamente depositó en bancos occidentales, pensando que lo salvaría de la furia imperialista. En esta guerra, estos países se han comportado como verdaderos piratas modernos, congelando los recursos financieros libios invertidos en el exterior y saqueando las reservas de oro depositadas en el Banco Central libio.
La brutal intervención puede ser considerada una de las más bárbaras de la historia moderna ya que, estos meses de guerra, la OTAN efectuó más de 20 000 bombardeos aéreos, de los cuales 8.000 lo fueron con bombas inteligentes guiadas por láser y otras de efecto moral, para crear un clima de pánico entre la población. Además de eso, cientos de helicópteros Apache barren diariamente los cielos de Libia disparando contra todo lo que se mueve. La parafernalia de la guerra se completa con ataques masivos de drones, aviones de guerra no tripulados, que también arrojan toneladas de bombas en el país.
Estos ataques destruyen completamente la infraestructura libia y no discriminan residencias, universidades, hospitales, carreteras, cuarteles, emisoras de radio y televisión, matando a miles de personas y creando así un escenario de tierra quemada, a partir de la cual la OTAN ha enviado tropas especiales del Comando Alfa y decenas de fuerzas especiales de Arabia Saudita y Qatar para tomar los puntos estratégicos del país. Después del servicio prestado, llaman a los «rebeldes» para que hagan de figurantes para la televisión, como si ellos hubiesen tomado las ciudades y los objetivos estratégicos.
En realidad, esos «rebeldes» que no tendrían la menor oportunidad de desplazarse en territorio libio si no estuviesen en la retaguardia de las tropas de la OTAN. Se trata de una banda de lumpen que se aliaron con monárquicos, antiguos exiliados, mercenarios extranjeros y algunos disidentes del régimen. No tienen una mínima unidad. Lo que mueve a estos bandidos es el reparto del botín de guerra. Fueron entrenados improvisadamente por la CIA y los servicios secretos de Francia e Inglaterra, pero no tienen habilidades militares, hasya el punto de que les entra el pánico ante cualquier disparo de la resistencia en el interior del país.
No es la primera vez que el imperialismo trata de ganar guerras con pretextos hipócritas, creando ficticiamente «ejércitos rebeldes» para lograr sus objetivos políticos y económicos. Fue así en Yugoslavia, dando como resultado su desmembramiento en varias repúblicas; después fue Kosovo, donde llegaron a crear una «guerrilla», cuya cúpula estaba constituida por los capos del tráfico de droga, como se demostró más tarde. El imperialismo ha perdido completamente los escrúpulos en esta fase de decadencia.
Ante todas estas evidencias, causa repugnancia y vergüenza que ciertas fuerzas políticas en Brasil, disfrazadas de izquierda, están apoyando esta guerra imperialista, presentando los mismos argumentos que el aparato de manipulación de los medios de comunicación internacionales trata de vender diariamente al mundo. Llegan al punto de para caracterizar los acontecimientos en Libia como una «victoria de una revolución popular».
Esto significa que estos sectores no sólo se comportan históricamente como la mano izquierda de la derecha y del imperialismo, sino que también cometen una infamia contra todo el pueblo libio y las fuerzas que en el mundo entero combaten al imperialismo. Objetivamente, hacen que el juego del imperialismo, del que son agentes de hecho.
La invasión de Libia por la OTAN debe servir de lección para todos los gobernantes y pueblos del mundo: en este momento de crisis imperial, es inútil tratar de conciliar con el imperialismo. Este aprovecha la conciliación y exige más concesiones. Es hora de arremangarse y construir un amplio movimiento mundial antiimperialista y anticapitalista, capaz de poner en movimiento a las masas para derrotar a los enemigos de la humanidad.
26 de agosto de 2011