Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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Más allá de Libia: Todos somos bombardeados

In Actualidad, África on 3 septiembre, 2011 at 0:02

Juan Carlos Camaño


Las transnacionales de la información-comunicación, atadas al oro, al sube y baja de las bolsas e implicadas en el robo de petróleo, empujan y empujan a sus periodistas más obedientes -y a novatos ignorantes- a tropezar nuevamente con la misma piedra: Gadaffi, el diablo, como ayer Sadan Husein -ejecutado- y el feroz Bin Laden -¿ejecutado?-.

Recordemos: una historieta de armas químicas, invasión a Iraq -con las cámaras de la cadena oficial de invasiones del Siglo XXI empotradas en los tanques libertarios-, un millón de víctimas, EE.UU. apropiándose del petróleo y poniéndose a tiro de escopeta de Irán. Avance geoestratégico. Muerte a un ex aliado histórico: el lucifer Sadam.

Continuemos: “un grupo de elite de Al Queda se lanza contra las Torres Gemelas y el Pentágono” (¿?). La cadena oficial de invasiones del Siglo XXI, y sus repetidoras, fogonean la invasión a Afganistán. Decenas de miles de muertos. Entre ellos, no hace tanto -según la prensa occidental- el Satanás Osama Bin Laden, otro ex aliado de EE.UU. Apropiación de la producción y comercialización del opio y la heroína, el gas y el petróleo, y gran avance en el posicionamiento geoestratégico, sin sacar la mirada de Irán.

Ahora: armado de una “guerra civil” en Libia, imágenes y cuentos referidos a “la tenebrosa familia Gadafi” -ex aliada de EE.UU.-, invasión con llegada a Trípoli, matanza de miles de civiles, cantos de victoria y banderas al viento captadas por la cadena oficial de noticias de las invasiones del Siglo XXI. Hay petróleo en abundancia. El 80 por ciento de los hidrocarburos se repartirán entre EE.UU., Gran Bretaña y Francia.

Agregado: Gadafi había hecho pública su intención de quitarse de encima el dólar y el euro, proponiendo una moneda unificadora para África: el dinar de oro.

Datos no colaterales: ninguna casualidad con lo que ocurrió y ocurre en Túnez y Egipto. Pura causalidad. Alteraciones “espontáneas” de las masas y detrás, montándose en la euforia social por el cambio -y en ausencia de una organización política que sostuviera las demandas con un programa mínimo-, la jugada gatopardista para un mayor control militar, con un ojo puesto en Argelia. En la maniobra, como de costumbre, la profundización del discurso pro democracia y libertad: el guante blanco de la mano que mece la cuna desde Washington.

Enseguida, para que nada se salga de cauce: inyecciones de fondos -”dinero fresco”- para el desarrollo y condonación de deudas en Egipto y Túnez, evitando -en el avance geoestratégico- posibles grietas en el cerco a Libia. Con Irán, siempre, entre ceja y ceja. No ha habido, no hay, puntadas sin hilo.

En Pakistán -hagamos memoria- antes y mucho más después del episodio versus Bin Laden, el gobierno local y cabecillas militares, sospechados de desacato al Pentágono, están contra las cuerdas, lo cual habilita a la CIA a pasearse, más a sus anchas aún, por un escenario minado de soplones y mercenarios, comprados por no mucho más de un plato de lentejas. Mientras, se avanza en lo geoestratégico. Hay allí, gas y petróleo.

Michell Colon, periodista y escritor belga sostiene que el escarmiento a Gadafi es en respuesta -entre otros fines- a su negativa de formar parte del Africon y la OTAN, vías rápidas de desintegración a manos del neocolonialismo. La misma suerte que Libia habrán de correr, según Collon, Sudán, Costa de Marfil, Zimbawe y Eritrea, escalones de diferentes tamaños para alcanzar la reconquista de África.

Por otra parte, y al mismo tiempo: una catarata de palabras en boca de analistas económicos aturden día y noche recomendándonos “el mejor refugio financiero del momento”: su majestad, el oro. Un bombardeo que no cesa, sobre poblaciones que envejecen, en medio de jóvenes sin trabajo, de ricos que no paran de enriquecerse, de masacres “narcotraficadas”, de ocupaciones de tierras -compradas a precio vil en distintos países- por transnacionales del agro, la minería, hidroeléctricas y de deforestación. Invasiones “inversionistas” a mediano y largo plazo. Por ahora, sin alzamientos de “rebeldes”, ni presencia explícita de fuerzas de “paz” distribuyendo alimentos entre cadáveres y escombros.

Y sin solución de continuidad, la industria del entretenimiento, usina de alienaciones globales. Información-des-información. Comunicación-incomunicación, a caballo de “maravillas” tecnológicas, producidas, reproducidas y consumidas a la velocidad de la luz: muestra de la irracionalidad de un sistema predatorio.

Y en el fárrago informativo-des-informativo, David Camerón, primer ministro de Gran Bretaña, procurando saber en qué quedó aquello de la flema inglesa, abrasada por las llamas de una protesta con matices de lucha de clases, insatisfacciones juveniles e indignación de los inmigrantes, los discriminados, los sin techo y los sin futuro.

Y Sarkozy, más Merkel, adustos, sobreactuando advertencias desde el comando de la doble locomotora de una “Europa que no descarrilará”. Temeridad discursiva frente a los humores del mercado, que en devolución mandaron para atrás a la locomotora, sometiendo por un par de días a todas las bolsas del mundo -y especialmente a la politiquería sin ningún estadista en sus filas-, a revolcarse por debajo de la línea del subsuelo.

En un tablero gigantesco, de dinámica diabólica, EE.UU. “avanza” desesperado en Libia y más allá de Libia: provocándole altísimos costos al conjunto de la humanidad. Todos, de una manera u otra, somos bombardeados. En tal situación, la información-comunicación dominante apela a eufemismos frente a los genocidios de la OTAN, sin recordar que hace unos pocos minutos -digamos meses- el Premio Nobel de la Paz le fuera otorgado al señor Barack Obama, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos de Norteamérica. La máquina de matar.


(*) Juan Carlos Camaño es presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP.


[Fuente: CubaDebate]






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EEUU malgastó 60.000 millones de dólares en Irak y Afganistán

In Actualidad, Economía on 3 septiembre, 2011 at 0:01

Los militares estadounidenses han «desperdiciado» entre 31.000 y 60.000 millones  de dólares en Irak y Afganistán por negligencia, incompetencia y mala gerencia, según el informe final presentado este pasado miércoles por la Comisión de Contrataciones de Guerra del Congreso estadounidense.

La Comisión reconoce en sus conclusiones que EEUU «ya no puede llevar a cabo amplias operaciones bélicas sin recurrir a un importante respaldo de empresas privadas«, lo que aumenta el riesgo de malversaciones.

No es la primera vez que el gasto militar es criticado por la Comisión u otras organizaciones, pero el dato promete alimentar la polémica en momentos en el que muchos exigen austeridad al gobierno de EEUU para controlar el gigantesco déficit presupuestario.

En términos relativos, la cifra de lo «desperdiciado» es pequeña frente al billón de dólares gastado en casi una década de guerra en Afganistán e Irak, pero ofrecerá material para quienes cuestionan la administración de la guerra.

El Gobierno estadounidense, asegura Michael Thibault, copresidente de la comisión, en el documento final de 240 páginas, «sabía desde hacía 20 años que los proveedores iban a ser un elemento clave en las respuestas militares o en grandes desastres y, sin embargo, no estaba preparado para actuar en Afganistán en 2001 ni en Irak en 2003 usando muchas empresas privadas.

Thibault afirma que Washington «sigue sin poder gestionar con eficacia todos los gastos en contratos que, a finales de septiembre, superarán los 206.000 millones de dólares» y afirma que «esto tiene que cambiar«.

El informe también augura que el despilfarro podría continuar, ya que EEUU basa su esfuerzo de reconstrucción y muchos de los programas humanitarios en Irak y Afganistán en empresas privadas, que continúan los proyectos (infraestructuras, escuelas, hospitales) puestos en marcha con dinero estadounidense.

260.000 MERCENARIOS

El número de mercenarios (descritos con el eufemismo de «contratistas privados») en los dos países, más de 260.000 estima el informe, «superó en algunos momentos a los militares a los que tenía por misión respaldar«. La comisión también estima que «algunas de las tareas llevadas a cabo por los operadores externos tenían que haber sido realizadas por empleados federales». En algunos casos, «esas empresas realizan trabajos demasiado arriesgados«.

Los investigadores aseguran que el despilfarro, más que el fraude o la corrupción, es el principal problema. «Hemos encontrado miles de millones en gastos innecesarios, debido a falta de criterio, escaso conocimiento del personal sobre el terreno, excesiva burocracia, proyectos insostenibles» y una falta de auditoría generalizada, asegura Thibault.

Entre los ejemplos citados figura un proyecto de desarrollo agrícola en Afganistán que empezó en 2009 con 60 millones y creció hasta los 360 millones, en un intento por distribuir semillas y fertilizantes en las zonas más áridas del país. Según informó Associated Press a principios de agosto, el mando militar estadounidense en Kabul piensa que gran parte de ese despilfarro acabó en bolsillos talibanes.

Un reciente estudio de la Universidad de Brown estimaba en 3,2 billones de dólares, el coste total de las guerras de Irak y Afganistán (incluido Pakistán) y en 225.000 las víctimas mortales (entre ellas, los aproximadamente 6.000 soldados estadounidenses).

El Pentágono tiene planes para reducir 350.000 millones de dólares en la próxima década y podría verse forzado a duplicar esos recortes si no se llega a un acuerdo para manejar el déficit fiscal de 14,3 billones de dólares.

Aunque el trabajo no habla muy bien de los procedimientos administrativos del Departamento de Defensa, los responsables del estudio esperan que el Pentágono se sirva de esos planes de recorte de las «quince recomendaciones estratégicas» que le hacen.

POBRE PLANIFICACIÓN

En un artículo en el diario The Washington Post, los autores del informe, el ex congresista republicano Christopher Shays y Michael Thibault, un ex director de la Agencia de Auditoria de Defensa, adelantaron algunos hallazgos.

«Pobre planificación, solicitudes vagas y cambiantes, incompetencia, mala gerencia y supervisión, controles laxos, pobre coordinación entre agencias y un desempeño mediocre o simplemente mala conducta por parte de empleados federales y contratistas«, son los puntos que destacan Shays y Thibault.

Los comisionados no insisten tanto en demostrar culpas como en indicar que seguir las quince recomendaciones que hacen en el estudio ofrecerá «grandes oportunidades para ahorrar dinero» y para montar operaciones «más efectivas en futuras hostilidades y en emergencias nacionales».

Unos 300 millones de dólares en una planta de energía para Kabul que el gobierno de Afganistán no tiene cómo mantener en funcionamiento o los 40 millones de dólares en una prisión que el gobierno de Irak no quería, son puestos como muestra de inversiones mal planificadas.

En total unos 11.000 millones de dólares invertidos en diversos planes, sobre todo en Afganistán, podrían perderse por falta de personal local que los maneje o de fondos para financiar su operación.

RECOMENDACIONES OBVIAS

«La comisión hace la obvia recomendación de ser más rigurosos al decidir si un proyecto debe ser ordenado, pero también recomienda la cancelación de todo proyecto que no sea sostenible«, explica la corresponsal de BBC en Washington, Kim Ghattas.

En la lista de sugerencias, los comisionados proponen crear un inspector general permanente para operaciones de contingencia para que el personal de investigación esté listo para desplegarse en lo que se produzca una contingencia y para supervisar la preparación y el entrenamiento.

Además proponen designar un funcionario «dual» que trabaje en la Oficina de Gerencia y Presupuesto y que participe en las sesiones del Consejo de Seguridad Nacional para asegurarse que las agencias involucradas en contratos militares están adecuadamente coordinadas.

Y así como la Comisión dice no querer asumir un tono acusatorio, en el Departamento de Defensa parecen estar en ánimo de aceptar sugerencias, a juzgar por la reacción al informe.

«Estamos conscientes de algunas de las deficiencias sobre cómo hemos trabajado con los contratos a lo largo de los años. Hemos trabajado muy duro para tratar de corregir las deficiencias cuando nos topamos con ellas«, dijo el portavoz del Pentágono, David Lapan.

CONTRATOS SIN COMPETENCIA

Junto al trabajo de la Comisión de Contrataciones de Guerra, este lunes se publicó un reporte del Centro para la Integridad Pública, un centro privado de supervisión del gobierno, en el que se sostiene que en la pasada década el Departamento de Defensa ha triplicado la asignación directa de contratos militares.

«La competencia es normalmente la piedra angular para mejores precios y mejores productos, pero la urgencia de lidiar con los explosivos improvisados (en Irak y Afganistán) ha sido citada para justificar contratos adjudicados directamente a compañías que prometen soluciones rápidas» , dice el trabajo del Centro.

Usando cifras oficiales, el trabajo indica que el Departamento de Defensa paso de 50.000 millones  de dólares en contratos adjudicados directamente en 2001 a 140.000 millones de dólares.

El trabajo no señala ilegalidades, ya que reconoce que hay «atajos» legales que favorecen la adjudicación de contratos.

También acepta que hay casos en los que posiblemente sólo haya un proveedor o que el gobierno aduzca carácter de urgencia.

«Eso se ha dado en muchas ocasiones por las necesidades en tiempos de guerra donde el largo proceso de puja competitiva de contratos no satisface a los que luchan en la guerra«, aseguró el portavoz del Pentágono.






El asalto «humanitario» al pueblo libio

In Actualidad, África on 3 septiembre, 2011 at 0:00

Stella Calloni


A una semana del pasado 21 de agosto cuando la Organización del Atlántico Norte (Otan) anunciara, después de varios días de bombardeos sostenidos sobre Trípoli, que sus «rebeldes» habían tomado la capital de Libia, la resistencia continúa y no han podido establecer una sede de gobierno allí, a pesar de lo cuál el Consejo Nacional de Transición (CNT) ya ha sido reconocido por los grandes países.

Como un hecho simbólico de lo que significa la contrainsurgencia informativa, los propios voceros del CNT confirmaron que la supuesta toma de la Plaza Verde el pasado 21 de agosto fue una imagen falsa. Como en el mejor filme de Hollywood esa escena se había filmado en Qatar con una apariencia de la Plaza Verde y con sus «extras».

La comparación de varios fotógrafos permitió desnudar la mentira comprada por los medios de comunicación, confesando los voceros del CNT que se había hecho «por la necesidad de lograr el reconocimiento» de las potencias. El presidente de Venezuela. Hugo Chávez Fría corroboró la falsedad de esa imagen el pasado 27 de agosto.

Estados Unidos se adelantó unos días, abriendo una embajada del CNT en Washington, antes de que la OTAN terminara su faena, lo que les ha costado un precio alto.

Cuanto más días pasan, más evidente es que se trata de un modelo nuevo de invasión, disfrazado de rebelión popular, o «guerra civil» que se diluye a medida que la OTAN avanza y demuestra que la intervención estaba preparada desde hace mucho tiempo por Estados Unidos y sus socios.

Tres días después de la «toma» de Trípoli, la oferta del CNT de pagar un millón 600 mil dólares y amnistiar a quien «mate o entregue vivo» al líder libio Muammar Gadafi  evidencia la inmoralidad de la guerra colonial que libra la OTAN en ese país.

Desde el momento en que el 19 de marzo pasado Francia y Gran Bretaña comenzaron a bombardear Libia, con la OTAN detrás, la «mano extranjera» era más que obvia.

No era necesario esperar a que los bombardeos sumaran alrededor de unos ocho mil sobre ese país, de sólo unos seis millones de habitantes y que se reconociera la presencia de mercenarios y «asesores» extranjeros, para entender de qué se trata la acción «humanitaria» del poder hegemónico en Libia.

El 22 de agosto pasado el sociólogo estadounidense James Petras señalaba desde Nueva York que se debe caracterizar a esta guerra contra Libia y su pueblo «como uno de los grandes crímenes del nuevo milenio. El hecho de que por 188 días la OTAN: las fuerzas de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos hayan estado arrojando bombas significan 188 días de muerte y destrucción y a partir de esos actos han tomado terreno sus mercenarios».

Lo que se advierte es que hubo un relato único sobre la «alegría» del pueblo libio por la supuesta «toma» de Trípoli, que aún no se ha concretado, sin mencionar en ningún momento los feroces bombardeos de la OTAN sobre la capital, que dejaron una secuela de más de tres mil muertos-según la últimas cifras que recogen los informes- y cinco mil heridos, cuya cifra cada día aumenta más.

A lo largo de la guerra colonial, la OTAN afectó todas las infraestructuras además de producir miles de víctimas y abrió el camino para que pudieran entrar sus «rebeldes»,

«Los rebeldes de la OTAN» (como titulé en mayo de 2011 tres notas sobre Libia enviadas a la web y publicadas por la Red Nicaragua Socialista) se convirtieron, a ojos vistas, en típicos mercenarios, que allanan casas, pateando puertas al mejor estilo de los ocupantes de Irak, llevando banderas y vinchas monárquicas.

En Noviembre de 2010 el presidente Barack Obama había admitido ante The New York Times, el envío de «comandos de la CIA» para asesorar y apoyar una rebelión en Libia.

Uno de los jefes actuales de los «rebeldes» es Hifter Jalifa un hombre de la CIA que vivía desde hace años en las afueras de Washington, como lo reveló el 30 de marzo de 2011 Patrick Martin en un artículo publicado por la Red Rebelión (traducción de Loles Oliván,) Sostiene Martin que el CNT «el grupo con sede en Benghazi que habla en nombre de las fuerzas rebeldes que combaten al régimen, ha nombrado en la dirección de sus operaciones militares a un antiguo colaborador de la CIA. Hifter Jalifa, ex coronel del ejército libio, como reveló McClatchy Newspapers«.

Hifter había llegado a Benghazi el 14 de marzo y cinco días después el tabloide británico Daily Mail, lo describió como una de las «dos estrellas militares de la revolución» que llegó para «prestar a las fuerzas rebeldes cierta coherencia táctica».

Había figurado en un informe del Washington Post (26 de marzo de 1996) en una rebelión armada contra Gadafi en Libia donde se lo mencionaba con «una variante ortográfica de su nombre» como el coronel «Haftar Jalifa», relata Martin.

Se trataba de un grupo al estilo de la «contra» (que actuó contra Nicaragua sandinista en los años 80) basado en Estados Unidos «denominado Ejército Nacional Libio«. Jalifa se había Unido en 1987 al Frente de Salvación Nacional Libio «el principal grupo de oposición a Gadafi, que contaba con el respaldo de la CIA estadounidense«.

Advierte Martin que ninguna de las cadenas de televisión ocupadas en alabar a los «luchadores por la libertad» del este de Libia, se ha molestado en informar que estas fuerzas están al mando de un antiguo «colaborador» de la CIA. Considera que la rebelión inicial fue «secuestrada por el imperialismo«.

Esto fue evidente también cuando algunos de los opositores, como el general Abdel Fath Younis, que aparecía como el jefe de la «rebelión» en Bengazhi fue asesinado, el pasado 26 de julio, junto a otros dos militares libios, por los «rebeldes» que los habían utilizado para armar el foco de acción en febrero de este año.

El relato único armado para crear un consenso mundial sobre el tema Libia es falsificado y se desmorona.

Resulta burdo que Estados Unidos y los gobiernos europeos se reunieran con el «gobierno» del CNT cuando aún no está en la capital y que pidieran la descongelación de los multimillonarios fondos del Estado libio.

Es escandaloso que la ONU estudie como modificar la pasada Resolución 1973 para permitir descongelar los fondos, que manejarán los países participantes en la invasión y en el saqueo de Libia.

El anuncio del «control de Libia» significa que la OTAN está dispuesta a no dejar piedra sobre piedra y quedarse en el lugar.

LOS MEDIOS DE INCOMUNICACION

Cuando los medios informaron sobre la toma del «complejo residencial» de Gadafi se referían al viejo cuartel Bab el Azizia donde el líder libio tenía una carpa similar a las del desierto para recibír a personalidades, periodistas y amigos, hasta que fue bombardeado en 1986.

Se dijo que los «rebeldes» tomaron la residencia de Gadafi «derribando muros» cuando entraron caminando entre escombros después de más de 60 bombardeos de la OTAN sobre ese lugar.

Bab el Azizia no tenía instalaciones administrativas, ni importancia militar, ni vivía Gadafi. Era un lugar simbólico que recordaba el bombardeo de Estados Unidos en 1986, asesinando entonces a una hija pequeña del gobernante libio y más de un centenar de civiles, entre ellos muchos estudiantes, sorprendidos en los dormitorios universitarios.

Con respecto a los periodistas del Hotel Rixos, los medios informaron que estaban «retenidos» por el gobierno libio, cuando ellos mismos se encargaron de denunciar que estaban sitiados por grupos «rebeldes», varios de ellos amenazados como el director de la Red Voltaire, Thierri Meyssan, y que oficiales libios facilitaron la llegada de la Cruz Roja para sacarlos del lugar.

En tanto el diario estadounidense The New York Times ratificó el pasado 21 de agosto que aviones norteamericanos no tripulados arremetieron contra fuerzas del líder libio, pese a que su rol y el de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) era sólo el de «resguardar» a civiles.

Según el rotativo-que citó Telesur– en los últimos días Estados Unidos estableció una vigilancia aérea de 24 horas sobre las zonas controladas por el Gobierno libio, en lo que hasta ahora ha sido la más intensa serie de ataques perpetrados sobre ese país. El periódico informó que en este operativo «la nación norteamericana empleó aviones no tripulados «Predator» que detectaron. Siguieron y en ocasiones hasta llegaron a disparar contra las fuerzas de Khadafi.

Además mencionó los testimonios de algunos analistas, que opinan que estas agresiones «tenían como objetivo abrir el camino a los opositores a Gadafi«.

Se reconoce que los mercenarios también recibieron ayuda por potencias como Reino Unido y Francia, que desde el mes de julio desplegaron fuerzas especiales en Libia para entrenar y armar a «los rebeldes».

«Aún después de dos mil 600 fallecidos, contabilizados hasta el domingo pasado la Alianza Atlántica no hace un alto al fuego«, señala el periódico.

Gadafi había anunciado tempranamente que las potencias imperiales comenzarían una agresión sobre su país basados en «reportes de prensa» lo que los medios nunca publicaron, ni escuchó Naciones Unidas. Tampoco fueron investigadas sus denuncias sobre las violaciones de derechos humanos por parte de los llamados «rebeldes», con pruebas y evidencias.

A pesar de que el gobierno libio propuso el cese el fuego especificando que no podía ser «unilateral», que cumplió en no utilizar aviones de combate y aceptó la presencia de observadores que certificaron que no se comprobaban bombardeos a la población civil , esto fue silenciado.

Se miente sin sutileza alguna. No se dijo-salvo las raras excepciones que existen que Libia aceptó la propuesta de diálogo de la Unión Africana (UA) para poner fin al conflicto. Pero los grupos armados financiados por Estados Unidos y sus socios y la OTAN la rechazaron, como rechazaron todas las ofertas por una solución pacífica.

Tanto Estados Unidos como Francia reconocieron públicamente que enviaron militares a Bengazhi para entrenar a las fuerzas agresoras, incumpliendo la resolución 1973 del Consejo de Seguridad que prohibía el ingreso de personal extranjero por tierra.

También la confiscación de bienes del Estado libio impuesta por Estados Unidos y las potencias europeas fueron usados y desviados para apoyar a los grupos armados, en su mayoría mercenarios, cuya presencia ya reconocen también varios gobiernos.

Se aceptó que estos in tener territorio ocupado conformaran el Banco Central de Bengazhi a fines de marzo pasado y que negociaran el petróleo. Este nuevo modelo de intervención e marca otra escalada. Ya nadie disimula que fueron por petróleo, agua, gas, oro y para instalar allí al sede del comando Africom de Estados Unidos que controlará Africa si el mundo no lo detiene. Ni siquiera utilizaron el remanido argumento del «terrorismo internacional» con que justifican su expansión fascista de estos tiermpos.



[Fuente: Prensa Latina]