Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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Robert Shapiro, asesor del FMI: «La banca europea podría colapsar en dos o tres semanas»

In Actualidad, Economía on 8 octubre, 2011 at 0:02

En una entrevista en la BBC británica, Robert Shapiro, fundador de Sonecon, doctorado en Harvard y destacado asesor del Fondo Monetario Internacional (FMI), declaró que si los líderes europeos «no pueden resolver la crisis de manera creíble creo que tal vez dentro de 2 ó 3 semanas vamos a sufrir un duro azote sobre la deuda soberana que provocará el colapso del sistema bancario europeo«.

En este sentido advirtió que «no sólo estamos hablando de un banco belga relativamente pequeño, estamos hablando de los bancos más grandes del mundo, los mayores bancos de Alemania, los mayores bancos de Francia, que se extenderá al Reino Unido«.

Según su parecer este efecto dominó se extendería «por todas partes«, porque el sistema mundial financiero está muy interconectado. Así determinó que «todos los bancos que sean parte bancos importantes en los Estados Unidos y en Gran Bretaña, y en Japón, y en todo el mundo» se verán afectados.

Precisamente esta semana, Antonio Borges, director del Departamento Europeo del FMI, dijo que la banca de la UE podría necesitar entre 100.000 millones y 200.000 millones de euros. Los analistas de Bank of America Merrill Lynch estimaron que si al Eurozona entrase en recesión, sus entidades financieras necesitarían al menos 100.000 millones de euros mientras que JP Morgan apuntó que una situación extrema podría aumentar esta cifra hasta los 230.000 millones de euros.

En estas circunstancias, Robert Shaphiro reconoció que «esta crisis es mucho más grave que la vivida en 2008«, señalando que «desconocemos las posiciones de los bancos mundiales y sus swaps contra el posible incumplimiento crediticio de la deuda soberana y en contra de los bancos europeos«.







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Un mundo fantástico (I)

In Actualidad, Economía on 8 octubre, 2011 at 0:01

Teodoro Santana


El problema de un régimen férreo de lavado de cerebro colectivo como en el que vivimos, es que los adoctrinadores terminan creyéndose su propia propaganda. Y cuando las cosas vienen mal dadas, su propia visión de las cosas –es decir, su ideología– no sólo no les permite dar con soluciones adecuadas, sino que sus recetas empeoran la crisis y los arrastra cada vez más al abismo.

Así persisten en la fantasía de que la riqueza es el dinero, y de que es el dinero el que genera más dinero. Explican los beneficios y las plusvalías como resultado de comprar barato y vender caro. Esto es, que los capitalistas, dado que son genéticamente más “inteligentes”, engañan a sus clientes. Pero, como quiera que todos los capitalistas son, en mayor medida, clientes y proveedores unos de otros, la conclusión sería, como señalaba Marx en El Capital, que “la clase burguesa se estafa a sí misma”.

El capitalismo, que ha llegado a sus últimos límites históricos y económicos, ha convertido a los asalariados no sólo en generadores de riqueza con la venta de su fuerza de trabajo muy por debajo de su valor real, sino que, con la extrema polarización de clases, los ha transformado en su masa de clientes.

Ya no hay una espesa capa intermedia de pequeña y mediana burguesía que con su poder adquisitivo pueda equiparar su consumo al de la inmensa masa de asalariados, que ahora reúnen las condiciones simultáneas de  productores y consumidores.

Esto crea una contradicción insoluble. Por una parte, para perpetuarse como capitalistas, los burgueses necesitan extraer el máximo de plusvalía a los asalariados. Es decir, pagarle lo menos posible por su trabajo, tanto en forma de salarios directos como en forma de salarios indirectos (educación, sanidad, prestaciones sociales).

Pero, a la vez y como consecuencia de ello, los asalariados, en tanto que consumidores, ven reducida su capacidad de comprarle a los propios capitalistas, por lo que lo que ganan estos como productores lo pierden como vendedores.

Para “solucionarlo”, a los capitalistas no se les ocurre otra cosa que prestarle el capital que extraen a los asalariados a esos mismos asalariados. ¡Et voilá! Ya tenemos arreglado el problema del consumo.

Pero como los capitalistas no pueden prestar “su” dinero gratis, porque saldría en la práctica de la circulación y no le reportaría beneficios (impidiéndoles volver a “invertir” y mantener su tren de vida), necesitan cobrar intereses por esos préstamos.

Pero ahora los asalariados, en tanto que receptores de esos préstamos, deben más de lo que consumen. Por lo que, para poder mantener su ritmo de consumo, y garantizar así que los capitalistas puedan seguir vendiendo y, por lo tanto, realizando las plusvalías que le sacan a los asalariados en el proceso de producción, necesitan seguir endeudándose más. Y para hacerlo posible sin detener esta alocada espiral, los burgueses, a través de sus gobiernos, se dedicaron a imprimir cada vez más dinero.

A la vez, imprimiendo más dinero hacen que los importes nominales de los billetes sean superiores a su valor real. Esto es, deprecian sus propios capitales. Para tratar de reponer el valor de sus capitales necesitan ganar mucho más, pagando por mucho menos el valor del trabajo.

Pero, al mismo tiempo, necesitan vender mucho más y, con ello, que los asalariados consuman mucho más. Pues a imprimir más dinero y les volvemos a prestar, dando una nueva vuelta en este círculo infernal.

Y cuando la máquina ya no puede seguir girando y saltan los cojinetes, no pueden aportar otra solución que la de “¡más madera!”. Cuando quebraron los bancos en 2008, saquearon las arcas públicas para salvar sus capitales. Pero entonces los que quedaron en bancarrota fueron los propios estados, que se habían descapitalizado para “rescatar” a los bancos.

Inmediatamente, los Estados tienen que pedir prestado ¡a los propios capitalistas y a sus bancos! Y claro, los capitalistas no les van a prestar “su” dinero gratis. Y no solo les cobran intereses, cada vez más usurarios, sino que exigen que a los asalariados de esos Estados se les rebajen los salarios. Arruinando así a sus propios clientes.

Y para que no cunda el pánico y a los asalariados les dé por pensar cosas “raras”, ahí tenemos a los propagandistas del sistema dándonos catequesis, un día sí y otro también, a través de los medios de comunicación de su propiedad. Pero también, ¡oh Fabio!, desde las cátedras de las Universidades.



Artículo relacionado:

Arruinando a sus propios clientes





Lecciones de nuestra historia

In Actualidad, Comunicado on 8 octubre, 2011 at 0:00

Comité Central del
Partido Comunista de Canadá (PCC)


Este año se cumple el 90º aniversario del nacimiento del Partido Comunista de Canadá (CPC). Desde su congreso fundacional, celebrado en un granero en Guelph, Ontario, en 1921, hasta hoy, nos hemos esforzado por mantenernos fieles a nuestros principios y teoría directrices, y por llevarlas a cabo en nuestras actividades y luchas diarias, como partido revolucionario de la clase obrera de Canadá, firmemente basado en el marxismo-leninismo y el internacionalismo proletario.

Al celebrar este aniversario, recordamos las muchas contribuciones y logros de nuestro partido a lo largo de estos noventa años. Ya fuera organizando a los desorganizados, forjando la mayor parte de los sindicatos del sector industrial y público que existen en la actualidad en nuestro país, creando y dirigiendo los movimientos campesinos por la supervivencia y la dignidad, organizando las filas de los desempleados de Canadá durante la Gran Depresión, lanzando las famosas Marchas a Ottawa, movilizando a miles de jóvenes voluntarios para luchar contra el fascismo en España y luego en toda Europa durante la Segunda Guerra Mundial, construyendo el movimiento por la paz y el desarme en los años de la posguerra, liderando la lucha histórica en el interior del movimiento obrero del Canadá angloparlante por el reconocimiento de los derechos nacionales de Quebec, ayudando a forjar el movimiento estudiantil pan-canadiense en la década de 1970, ayudando a crear grandes movimientos por reformas cívicas, por una atención sanitaria universal, por la defensa de la soberanía de Canadá;recordamos con orgullo todos estos y muchos otros episodios de nuestra historia.

Y recordamos también que nuestras actividades revolucionarias se llevaron a cabo en circunstancias de hostilidad implacable y ataques desde la clase dominante capitalista de Canadá y su estado. Los períodos en que nuestro Partido se vio obligado a trabajar en condiciones de ilegalidad; cuando Tim Buck y otros dirigentes y militantes del Partido fueron condenados y encarcelados, la caza de brujas macarthista dirigida contra nuestros miembros y simpatizantes y los sindicatos dirigidos por los comunistas, los planes secretos ProFunc del Estado de Canadá para reunir y encarcelar a miles de comunistas y sus familias; la constante propaganda ideológica, y las agresiones físicas contra nuestro Partido (tanto de derecha como de «izquierda») por negarse a sucumbir al anti-sovietismo – recordamos a todos de aquellos días difíciles, y honramos la memoria de los camaradas que soportaron tales desmanes con valentía y determinación. Hemos llegado a entender – tanto a nivel teórico como a través de las experiencias de la vida real como Partido – que el propósito de los ataques políticos e ideológicos no sólo fue debilitar y disminuir nuestras filas y romper los lazos de los comunistas con la clase obrera, sino también apartar a los comunistas de la orientación de nuestra clase y presionar al partido para hacerle abandonar su teoría revolucionaria.

Es en este contexto como llegamos a un nuevo aniversario este año; han pasado dos décadas desde la lucha interna que casi liquidó nuestro Partido. A finales de 1980, George Hewison asumió la dirección del partido y poco después un variopinto grupo de oportunistas de derecha, arribistas y trotskistas fueron ganando ascendente en el Comité Central del CPC. Fueron capaces de hacerlo ocultando su programa liquidacionista y aprovechándose de la confusión y desorientación en las filas del partido consecuencia de las evoluciones del antiguo Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), donde bajo la dirección de Gorbachov se reunían las nubes de la contrarrevolución. A su debido tiempo, la camarilla de Hewison se dedicó a desmantelar nuestro Partido pieza por pieza, a partir de la disolución de la Unión de Jóvenes Comunistas y las expulsiones de los cuadros del partido, y luego el cierre de la imprenta y editorial del partido, y de las librerías progresistas de todo el país .

A medida que su proyecto liquidacionista cobró impulso, este grupo comenzó a romper abiertamente con los principios ideológicos y la línea política de nuestro Partido. Comenzaron a negar la historia de nuestro Partido (y la del movimiento comunista internacional en general) calificándola de «sectaria», «vanguardista» y «doctrinaria». Avanzaron las ideas reformistas acerca del «cambio incremental» en lugar de, y como un sustituto de, el concepto de la transformación revolucionaria del capitalismo al socialismo-comunismo. Se decretó que el «imperialismo» era un concepto anticuado (!), que ya no caracteriza «el capitalismo post-industrial». Y atacaron el centralismo democrático, el principio de organización de nuestro Partido, y se dedicaron a desmantelar los clubes del Partido y otras estructuras organizativas. Con el tiempo, sus denuncias de «estalinismo» pasaron a ser ataques contra las ideas leninistas, y en última instancia pasaron a refutar los postulados del marxismo. Y propusieron que el Partido cambiara su nombre, retirando toda referencia «comunista» de nuestra bandera.

Por detrás, esta facción liquidacionista comenzó a celebrar reuniones secretas con socialdemócratas e ‘izquierdistas independientes » para disolver el Partido Comunista con el objetivo de formar un nuevo «partido unido de la izquierda socialista», utilizando las finanzas del partido para financiar su nueva empresa.

Después de la Convención de 1990, la oposición al cada vez más evidente abandono de la teoría y la práctica marxista por la dirección Hewison creció en todo el país. Cuando emergió la evidencia detallada de sus planes secretos para disolver el Partido y robar sus bienes, y comenzaron las expulsiones de militantes, la mayoría de los miembros del partido exigieron un congreso de emergencia de todo Canadá para resolver el problema. Sin embargo, los liquidadores se negaron y se dedicaron a disolver los clubes y comités provinciales del partido que se opusieron a su conspiración. Se obligó a los miembros a firmar juramentos de lealtad a Hewison y compañía, o a enfrentarse a una denegación de renovación de su condición de miembros.

En última instancia, sin embargo los militantes derrotaron sus planes y salvaron al Partido Comunista de la destrucción, pero a un alto costo político, organizativo y financiero.

El nuestro no fue el único Partido Comunista en pasar por una experiencia tan convulsa, los partidos de todo el mundo pasaron por pruebas similares y peores a veces, durante esos años difíciles. A nuestro sur, una facción liquidacionista intentó hacerse con el control de nuestro partido hermano el Partido Comunista de EE.UU., pero fue rechazada con éxito.

Las lecciones extraídas de ese episodio doloroso de nuestra historia son importantes para los comunistas en Canadá, tanto para los veteranos como para los nuevos miembros. Pero son lecciones que pueden ser útiles a los comunistas a nivel internacional, en nuestra lucha común por la emancipación social, para poner fin a la explotación y opresión de clase, por el socialismo.

Es en este contexto que ahora comentamos los últimos acontecimientos y debates que han tenido lugar en nuestro partido vecino, el Partido Comunista de los Estados Unidos de América (CPUSA). Desde hace varios años, nuestro Comité Central ha recibido consultas de muchos miembros preocupados por los cambios políticos y organizativos en ese partido, y la renuncia de los cuadros dirigentes a conceptos tan fundamentales del marxismo como » dictadura del proletariado», «centralismo democrático» e » internacionalismo proletario «.

Las preocupaciones planteadas se han dirigido a una serie de cuestiones interrelacionadas, como las diversas declaraciones emitidas por el CPUSA sobre cuestiones internacionales, especialmente la lucha palestina, las guerras de ocupación de los EE.UU. en Irak y Afganistán, la política sindical que muchos perciben como no suficientemente crítica hacia la colaboración de clases desde la dirección de la AFL-CIO (que tiene una relación directa con Canadá, dada la gran presencia de filiales de la AFL-CIO en el Congreso Canadiense del Trabajo), la evaluación de la función y posición de clase de la administración Obama y el Partido Demócrata y la ausencia de cualquier presencia electoral independiente del Partido Comunista en su propio nombre, diversos pronunciamientos de destacadas personalidades del CPUSA favorables a cambiar el nombre del partido, la descripción de los multi-billonarios rescates gubernamentales como «una dosis de socialismo «, etc, y las decisiones de la organización de poner fin a la edición impresa de El Mundo Popular semanal y Asuntos Políticos, las expulsiones del Partido y de cuadros de la organización de la LJC, el enfoque de » puertas abiertas» basando en Internet el reclutamiento del partido, etc.

A pesar de su profunda preocupación por muchos de estos acontecimientos, nuestro Comité Central hasta ahora se ha abstenido de hacer comentarios. Sin embargo, a la luz de la publicación a principios de este año de el artículo «Un Partido del Socialismo en el Siglo 21″1 por el Presidente de CPUSA Sam Webb, nuestro Comité Central se ve obligado a aclarar puntos de vista de nuestro partido en algunas cuestiones críticas que se han planteado. A pesar de que las tesis presentadas en este artículo se refieren, en primer lugar, a una reorientación del propio CPUSA, su título y el texto han de ser leídos como si estas ideas formaran un ‘patrón’ para la orientación política de los partidos comunistas en general, o sin duda, al menos en otros países capitalistas desarrollados, como Canadá. Esta hipótesis se confirmó cuando los comentarios de otros partidos hermanos fueron solicitadas activamente por el CPUSA, una práctica altamente inusual.

Somos conscientes de las respuestas oficiales dadas a este artículo por los Partidos Comunistas de Grecia (KKE)2 y México3. Nuestro partido está de acuerdo en esencia con las principales críticas de este documento expresadas por estos dos partidos. Consideramos que la línea política avanzada en «Un Partido del Socialismo en el Siglo 21» constituye un abandono fundamental de la teoría y la práctica marxista-leninista. La búsqueda de tal enfoque dará lugar objetivamente a la liquidación del CPUSA como partido revolucionario de la clase obrera en ese país.

*

En base a nuestros 90 años de lucha, el programa de nuestro Partido «El futuro de Canadá es el socialismo»4, nuestros Estatutos5, y en las decisiones tomadas en la convención, el Partido Comunista de Canadá entiende su naturaleza y papel, y lleva a cabo sus actividades políticas, orientado por las siguientes consideraciones y conclusiones generales (entre otras):

* Que la principal contradicción que subyace al capitalismo en Canadá hoy en día sigue siendo la contradicción de clase, lo que refleja la lucha de clases entre las dos clases principales -la clase dominante capitalista (sobre todo su núcleo, el capital monopolista) y la clase obrera de nuestro país, una contradicción que sólo puede resolverse a través de la transformación revolucionaria de la sociedad del capitalismo al socialismo.

* Por lo tanto, como partido revolucionario, la principal tarea del CPC es defender y promover los intereses a largo plazo de la clase obrera en la búsqueda de este objetivo último, y «se esfuerza por ser el principal partido político de la clase obrera, de todos los que trabajan con las manos y el cerebro … [un partido que] surge de la clase obrera y es un destacamento político organizado de esa clase ... [y que] no tiene intereses que los separen de los de la clase obrera en su conjunto ni aparte de ella.«

* Que nuestro partido apoya la lucha por reformas inmediatas para mejorar las condiciones de la clase obrera y el pueblo bajo el capitalismo, y busca la unidad con todas las demás fuerzas que apoyan y luchan por estos avances; al mismo tiempo, nuestro partido no pierde de vista el objetivo final del socialismo, ni el hecho de que no puede haber otro camino hacia el socialismo que no sea a través del derrocamiento revolucionario del orden existente. En este sentido, consideramos que una correcta comprensión de la relación dialéctica entre reforma y revolución es de suma importancia;

* Que, en la búsqueda de la más amplia unidad con otras clases y fuerzas sociales para lograr avances inmediatos, es absolutamente imprescindible para nuestro Partido proteger cuidadosamente su papel independiente como partido revolucionario de la clase obrera y oponerse a las tendencias o presiones -ya sea desde dentro o fuera de nuestras filas- para borrar o sumergir nuestro papel independiente. El CPC considera que es esencial hablar directamente, de forma visible y abierta en nombre propio, y participar en la lucha ideológica -la «batalla de ideas»- en contra de los conceptos burgueses, reformistas y de colaboración de clase que debilitan, desarman y dividen al movimiento;

* Que la concepción del mundo de [nuestro] Partido se basa en el marxismo-leninismo, que encarna la teoría del socialismo científico desarrollado por primera vez por Karl Marx, Federico Engels y V.I. Lenin. El marxismo-leninismo no es un dogma, sino que es una teoría viva y en desarrollo, herramienta de análisis y guía para la acción. Que incorpora la experiencia concentrada de todas las luchas de la clase obrera, tanto en Canadá como en el resto del mundo [del capítulo 8 de nuestro programa: «El Futuro de Canadá es el socialismo»];

* Que el PCC está imbuído de una perspectiva internacionalista proletaria, que se refleja tanto en nuestra lucha por alcanzar el socialismo en Canadá, como en nuestra activa solidaridad con las luchas antiimperialistas y revolucionarias y los esfuerzos para construir el socialismo en todo el mundo. Un aspecto crítico de nuestra responsabilidad internacionalista es la lucha ideológica contra las calumnias burguesas y las distorsiones de la historia del movimiento obrero internacional y sus esfuerzos por forjar el socialismo, tanto en el pasado como en el día de hoy, y

* Que en términos de nuestros principios organizativos como Partido Comunista, éstos «están determinados por sus objetivos políticos … para guiar a la clase obrera a la consecución de estos objetivos, y para dirigir la lucha del pueblo, el Partido debe basarse en una firme unidad ideológica, política y organizativa, y en la continua actividad organizada de sus miembros, en estrecho contacto con los trabajadores, conociendo sus opiniones y necesidades, y siendo capaces de explicar la política del Partido. El centralismo democrático es el principio organizativo que garantiza esto.» [De los Estatutos de nuestro Partido]

Aquí es donde estamos, y estos son los principios que defendemos sin vacilaciones.



[Fuente: PCPE]