Alexis Dorta
del Partido Comunista del Pueblo Canario (PCPC)
El anhelo de unidad de las fuerzas y organizaciones de izquierda se ha convertido, en Tenerife, en una aspiración reiterada en cada convocatoria electoral, últimamente muy reiteradas, por cierto.
Esa voluntad unitaria parte de dos realidades, según interpreto. Una el deterioro, continuado y sistemático, de las condiciones sociales y políticas, que determinan un empeoramiento acelerado de nuestras condiciones de vida como trabajadores. Otro factor de esa realidad, es el proceso permanente de movilización popular que ha caracterizado la vida social y política de Tenerife, de, al menos, los últimos cuatro años. Eso ha condicionado, en la subjetividad de los sujetos de esas movilizaciones, la necesidad, sentida como imperiosa, de expresar esa unidad, en el campo social, en el campo político y de la representación.
Creo que hay que partir de este hecho social, porque considero esta circunstancia, como una caracterización sustancial en el panorama insular. La confluencia del movimiento popular y social en torno a la iniciativa de Asamblea por Tenerife, supuso la mayor confluencia de dicho campo popular en los últimos veinte años. Una unidad popular, expresada en miles de contradicciones, pero que sitúo un nivel de confrontación con el proyecto de la oligarquía, que hizo, de este movimiento, una experiencia de acumulación de fuerzas, nítidamente interesante y significativa.
El problema fundamental fue que la unidad y la movilización del movimiento popular, no estuvo acompañada de la necesaria unidad en la dirección política del mismo. El salto a lo político, o bien no se realizó, o bien hubo intentos claramente precipitados y parciales, que impidieron un salto cualitativo fundamental en ese aspecto.
La precipitación y el intento interesado de hegemonizar, bajo determinadas claves reformistas este movimiento, ha tenido como efecto un grave deterioro en el nivel de lucha y organización del movimiento popular y social en Tenerife en el momento actual.
Esto ha colocado al movimiento en una dinámica de desgaste permanente, dado que la objetiva parcialidad del movimiento social en torno a sus luchas concretas, no se ha visto elevado en la necesaria coordinación entre todas las luchas, orientando a las mismas hacia una dirección política de emancipación como pueblo. Los partidos y organizaciones no han estado a la altura (salvo contadas excepciones) de las necesidades de la lucha de clases en Tenerife y en Canarias. Han primado sus mezquinos intereses de grupo y corporativo, aspirando a una sombra en las instituciones, sirviéndose del movimiento popular para lograrlo. Se han ausentado de la necesidad de aportar a dicho movimiento el programa político necesario para afrontar el nivel de ofensiva capitalista contra las conquistas obreras y democráticas, y han omitido la lucha ideológica que permita elevar la conciencia de nuestro pueblo.
En este panorama, en cada convocatoria electoral se suceden las conversaciones, encuentro y llamadas para confluir unitariamente a esa convocatoria. Ahora, ante el 20 de noviembre, se anuncia, o se anunciaba, un nuevo acuerdo, en este caso, entre Si Se Puede, Socialista por Tenerife, Equo e, inicialmente IU, que luego se descolgaría.
En esas conversaciones se establecieron dos niveles de representación y participación. El primero conformado por las organizaciones antes mencionadas, donde se estableció la lista de candidatos, los perfiles del programa, el nombre de la misma. Y un segundo nivel, al que fue llamado el PCPC, en donde sólo se dejó margen, y muy estrecho, a la aceptación de lo previamente pactado por los del primer nivel.
Evidentemente, desde el PCPC, se recogió esa llamada, se asistió a la reunión informativa, pero, rechazamos, la participación en dicho pacto, por cuestiones que tienen que ver con la forma y el contenido del mismo.
No es de recibo que se establezca esos niveles de participación entre las organizaciones que sí están interesadas en realizar una unidad basadas en el respeto democrático de cada una, en el reconocimiento de la necesaria pluralidad de los elementos que la conforman, y en la, no menos, necesaria independencia organizativa del movimiento social. No es de recibo que se nos inste a decidir, a dos días del cierre legal de inscripción de coaliciones ante la junta electoral. No es de recibo que, a dicha iniciativa, no se invite al conjunto de organizaciones que, hoy, están en el campo popular. No es de recibo que se priorice a organizaciones constituidas hace un mes, frente a otras que han estado en las luchas populares hace décadas.
En cuanto al contenido programático, aquí sí es necesario insistir en que la fase de la lucha de clase hace imprescindible, dotar a nuestro pueblo de una dirección que señale la profundidad de la crisis capitalista, de su carácter estructural. De que el actual ataque hacia los trabajadores, sus conquistas, sus derechos laborales y sociales, no son producto de una gestión determinada de los intereses políticos, no es producto de la voluntad malintencionada de algunos grupos, sino responde a las necesidades del capitalismo como sistema. No puede haber otras políticas que las ya implementadas, dentro de los marcos establecidos por el capital. No puede haber un retroceso hacia planteamientos que reivindiquen el estado del bienestar, dado que eso ya no corresponde a la dinámica interna de la sociedad, no es viable.
De lo que se trata, y en eso creemos imprescindible abrir el debate, es situar las propuestas anticapitalistas como el inicio para la toma de conciencia de la realidad que nos viene dada, para superar y revolucionarlas, en la perspectiva del socialismo como sociedad libre e igualitaria.
El programa no nos puede situar en una trinchera limitada y acosada, de propuestas de reforma que limiten la capacidad de iniciativa de nuestro pueblo a un carácter meramente defensivo y de resistencia.
Por el contrario hay que situar al pueblo, a sus sectores más avanzados, en clave de iniciar un proceso de avance hacia la superación, real y efectiva, del capitalismo y sus proyectos políticos. Un programa, basados en las necesidades reales de la gente, que sirva de proyección hacia una actitud ofensiva de cuestionamiento y enfrentamiento contra las medidas salvajes hacia nuestras condiciones de vida. Un programa de acumulación de fuerzas, de concentración de las mismas y de aclaración de dichas fuerzas.
Un programa que sirva para avanzar.
En eso deberíamos entrar, por parte de la izquierda, y no, en la suma interesada, mezquina y parcial de votos para situar a tal o cual personaje en las instituciones. Supongo que las necesidades harán de virtudes, y pondrán a cada cual en su sitio, creo que así ha sido hasta ahora. A nosotros, digo el PCPC, a los comunistas en general, a los revolucionarios, nos toca ahora, seguir con el esfuerzo unitario en torno a la organización popular, en nuestros barrios, en la organización obrera, en los centro de trabajo, que nos permita crear espacios de resistencia, de experiencias, de luchas y de conciencia. Para, a partir de ahí, dar el salto hacia la unidad política de las organizaciones que si estén dispuestas a enfrentar al capitalismo. En ese proceso las manos de nuestros militantes estarán tendidas.