Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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La bandera de las siete estrellas

In Actualidad, Efemérides on 19 octubre, 2011 at 0:02

Pedro Brenes


Durante más de una década, lo que después se convirtió en el símbolo de la liberación nacional de Canarias, no pasó de ser una más de las muchas propuestas de  bandera independentista que circulaban por las Islas y entre los círculos de la emigración canaria en Europa y América.

Ni siquiera era original, pues ese diseño ya había aparecido, en alguna ocasión, mucho antes de que el MPAIAC lo incluyera en su «Libro Blanco», a mediados de los años sesenta, confundiendo, según la inveterada costumbre de Antonio Cubillo, la bandera de su «movimiento» con el estandarte representativo de la lucha anticolonialista del pueblo del Archipiélago.

Pero a partir del año 1976, cuando se fraguan y se extienden por las Islas grandes movilizaciones políticas y sindicales vinculadas a las reivindicaciones obreras y a la lucha por la democracia y las libertades, todos los grupos de la izquierda anticapitalista y antiimperialista, desde los sindicatos SOC y CCT hasta los partidos PCU, PUCC, PCC(p) y PTC, asumen la tricolor de las siete estrellas verdes como representación de la lucha por la liberación nacional y social de Canarias.

Y sólo entonces la bandera de las siete estrellas se impone y se consagra definitivamente, por iniciativa de las masas populares, como el símbolo revolucionario de la Independencia y el Socialismo, perseguido y reprimido por el Estado colonialista español, odiado por la derecha y rechazado por la izquierda colaboracionista y españolista. Al mismo tiempo que la enorme popularidad alcanzada por la enseña nacional, forzó a toda clase de supuestos «nacionalistas» y de oportunistas de «izquierda» a utilizarla, con la evidente intención de neutralizar su carácter anticolonial.

Pero las cosas han cambiado mucho. Desde que la burguesía intermediaria y antinacional decidió emplear el método del chantaje a Madrid para conseguir prebendas, exenciones e inversiones, utilizando la amenaza del independentismo y poniendo en valor ante el imperialismo español su papel de barrera necesaria frente a las reivindicaciones nacionales del pueblo de Canarias, ha surgido, impulsado, financiado y controlado por Coalición Canaria, el independentismo fascista, anticomunista e insularista capitaneado por Rodríguez y Cubillo.

Esta maniobra hipócrita, grosera y antipopular de los capitalistas isleños, obliga hoy a todos los grupos y colectivos de la izquierda independentista a reivindicar firmemente y a recuperar sin complejos el sentido revolucionario y el significado socialista que siempre tuvo nuestra bandera, y que hoy corre el peligro de perder a manos de los traidores vendidos a los intereses espurios de la burguesía más reaccionaria e insularista.

Y nos obliga también a reforzar y ampliar nuestro papel de liderazgo en la política de la unidad popular frente a la actual ofensiva de los bancos y monopolios contra los derechos de los trabajadores. Ofensiva que se desarrolla con una cadena de recortes sociales y laborales, utilizando como excusa la crisis económica provocada por el capitalismo monopolista en la agonía de su fase histórica terminal.

Porque en las presentes circunstancias sociales, solamente cuando todos los anticolonialistas de izquierda -comunistas, socialistas y anarquistas- conformen una alianza por la liberación nacional y procuren la unidad de acción con el resto de las fuerzas anticapitalistas del Archipiélago, podrá el independentismo recobrar el prestigio, el respeto y la influencia que una vez tuvo entre las masas populares de Canarias.

No nos engañemos. La opción política que reúne e integra la reivindicación de la liberación del imperialismo español y la perspectiva de la transformación socialista es la más avanzada y revolucionaria del panorama de la izquierda en Canarias. Pero este papel de vanguardia sólo podrá hacerse realidad cuando, al mismo tiempo, demuestre ser la más organizada, unitaria, lúcida y pragmática.

Mientras se mantengan los vicios históricos del sectarismo y la ambigüedad política. Y hasta que no desaparezca la tendencia al aislamiento de las masas y de las fuerzas y sectores autodeterministas de izquierda. Y continúe la vergonzosa tolerancia hacia el fascismo ATI-cubillista, que de una u otra forma se tiende todavía a justificar, nadie podrá tomarnos en serio.

Es necesario, por tanto, que los independentistas de izquierda destierren el miedo a proponer las tácticas y las consignas más acertadas y más acordes con la realidad económica y política del momento histórico actual, para el avance revolucionario hacia el Socialismo.

Y es imprescindible, también, que se decidan a liderar las movilizaciones y la organización popular unitaria, dando ejemplo de racionalidad y madurez, destruyendo los muros del guetto absurdo, ilusorio e irresponsable, donde algunos se sienten tan cómodos y libres de compromisos.


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22 de octubre de 2011. Otra vez la bandera.

In Actualidad, Efemérides on 19 octubre, 2011 at 0:01

Francisco Javier González


Otro nuevo 22 de Octubre nos trae la conmemoración de nuestra bandera nacional en el aniversario de su creación. Como el pasado año, se presenta la disyuntiva de manifestación unitaria o dos manifestaciones que expresen los diferentes planteamientos políticos que coexisten en el independentismo canario que, en realidad, no son más que la plasmación de los intereses de las clases que optan a hegemonizar el movimiento libertador canario. Las diferencias se pusieron de manifiesto crudamente en las manifestaciones nacionales de Aguere en 2009 y Las Palmas en marzo del 2010, lo que llevó a que en el pasado 2010 el “Día de la Bandera” se resolviera  con una manifestación autodenominada como “unitaria” y otra en Aguere que concentró a las posiciones situadas claramente en la izquierda nacional. Este año la intervención mediadora de Intersindical Canaria planteó para el 22O la necesidad del imprescindible respeto a la libertad de expresión y al uso de símbolos de cualquier tipo o partido dentro del campo nacional-popular canario incluyendo las banderas rojas que simbolizan y distinguen a la clase más oprimida y explotada por el colonialismo español y el caciquismo burgués criollo. Esa posición y la consensuación del manifiesto de convocatoria dio amparo y pie a una manifestación unitaria en Añaza y en otras islas, salvo Tamarán. Allí, en uso de su libertad de acción, tres organizaciones de la izquierda nacional canaria (Azarug, Inekaren y UP) plantean una separada bajo el lema de “Por una Canarias Libre y Socialista” con un manifiesto que, aún reconociendo el esfuerzo unificador del consensuado en Intersindical, incide más en las específicas reivindicaciones de clase.

Las posiciones extremas en el independentismo canario son, por un lado, las interclasistas que plantean postergar la lucha de clases a la consecución de la independencia y, por otro, las que contemplan la independencia solo como una vía necesaria para alcanzar una sociedad socialista. Mi posición siempre ha sido que Canarias es una nación colonizada y que, por lo mismo, la doble explotación que sufrimos por mano del Estado Español y por mano de su propia lumpenburguesía criolla dependiente, precisa de la unidad del planteamiento político liberador nacional y social, lo que se expresa bien con el lema de “Libre y Socialista”. Soy consciente de la necesidad de presentar un frente común ante el colonialismo que integre ambas posiciones. Es más, solo alcanzaremos la independencia si conseguimos que todo el campo independentista se enfrente unido al colonialismo español, pero eso nunca puede significar renunciar a nuestras posiciones de clase ni a hegemonizar el campo nacional-popular, máxime si tenemos en cuenta las características de nuestra burguesía que la convierten en el apoyo más firme de la continuidad de la dependencia que, para ellos, es más rentable y segura que la independencia. En esta etapa de la lucha las dos posiciones extremas no son antagónicas aunque el interclasismo no comprenda que la burguesía criolla, que ostenta hoy el poder “regional”, forma también una parte –y esencial- del aparato de dominio español. El interclasismo independentista y la izquierda nacional se necesitan mutuamente para combatir al colonialismo, el enemigo común. Juntos sí, pero no revueltos.

Como pienso que, pese al avance que ha significado la intervención de Intersindical Canaria, estamos en situación similar a la de años anteriores y que el debate de fondo va más allá de una simple manifestación el próximo 22 y que, además, sigue abierto, me limito en esta ocasión a reproducir a continuación los pensamientos que en torno a este día del 22O expresé hace tres años dando de nuevo así un sentido homenaje a mi camarada y amigo Elio Rodríguez Figueroa que siempre tuvo claro quienes en esta nación nuestra están por la independencia  y quien es el enemigo, tanto de clase como de un horizonte futuro de libertad y democracia.

BANDERAS Y UNIDADES (22 de Octubre de 2008)

Desde bastante joven –y ya ha llovido- conocí “banderas independentistas”. Mi tío Ramón Pérez Suárez y otro lagunero, Erasmo García, marinos ambos, habían creado una en Venezuela modificando la que allí tenía el MIC, con el aspa blanca central, pero distribuyendo los colores azul y amarillo en los cuarteles y añadiéndole al centro siete estrellas rojas –supongo que símbolo de clase- colocadas en arco como la bandera de su patria de adopción, que luego cambiaron para disponerlas en círculo para no destacar ninguna isla. Esa bandera la izaron repetidas veces en petroleros de la naviera venezolana Gran Colombiana y terminó en 1956 colgada en la pared de un taller de inyectores de la industria petrolera en Maracaibo. El modelo lo copió, años más tarde en Tenerife, Luis Lucena, estudiante entonces en Aguere, para la RIA y, más tarde aún, se lo suministré yo con un dibujo a Manolo Suárez para su Historia de la Bandera. Esa era, en los inicios de los años 60 una bandera independentista que, a pesar de ser dibujada a color y pegadas en paredes de la Universidad lagunera, era tan escasamente conocida como la azul estrellada del PNC de Cuba, por lo que, sin el reconocimiento generalizado de nuestro pueblo, nunca llegaron a ser la Bandera Nacional Canaria.

Nacido el MPAIAC, primer movimiento político que luchaba abiertamente por la independencia desde dentro de esta patria nuestra, adoptó, el 22 de octubre de 1964, como su bandera la tricolor heptaestrellada creada por Antonio Cubillo. Además del MPAIAC, las organizaciones como PTC, CCT, SOC y las socio-culturales con ellas relacionadas como Solidaridad Canaria, que en aquel momento, en Canarias, luchábamos por la independencia y por acabar con la brutal opresión social que sobre los trabajadores ejercía el poder colonial, con el apoyo de sus esbirros infragodos canarios cobijados bajo el paraguas del fascismo franquista, la adoptamos inmediatamente, no como símbolo partidario, sino como la auténtica Bandera Nacional Canaria, culminando así todo un proceso de expresión anticolonial que arranca desde las Añepas de palma guanches, secuestradas hoy por los militares españoles en su museo, y pasa por la azul estrellada del Ateneo lagunero, asumida luego por el PNC, las del MIC y la RIA, y por la primera tricolor a bandas verticales de la Fiestas del Pino del 61 confeccionadas por Dª. Mª. del Carmen Sarmiento y sus hijos Arturo y Jesús Cantero que adoptó Canarias Libre.

Fueron luego otras opciones sindicales –refundidas a posteriori en el SOC-, políticas canarias como AM, y formaciones de izquierda de un ambiguo autodeterminismo (PUCC-UNI-MIRAC o ICAN, reconversión canarizada del PCE) las que reconocieron el carácter nacional de nuestra Bandera, pero son los movimientos sociales de todo signo quienes la dotan de su carácter popular, fundamental para consolidar su categoría de símbolo nacional. Detenciones y multas acompañaron a su crecimiento exponencial, pasando desde una etapa en que para que durara un par de horas colgada en lugar público había que acompañarla por falsos artefactos, o en que el Capitán General González del Hierro acuartelara a las tropas coloniales españolas por su izado en 1979 en los ayuntamientos de Las Palmas y de La Laguna, a otra en que hizo fuera impensable una fiesta o una manifestación pública en cualquier lugar de la geografía isleña, sin la presencia revolucionaria de alguna de los muchos millares que, por rollos, encargaba el gomero José Miguel Ramos Noda.

Ya desde los años 70 –siempre del pasado siglo- se viene celebrando anualmente el 22 de Octubre como “Día de la Bandera Nacional” y, año tras año, aumentan los colectivos de toda índole que se suman a esa celebración. En este 2008 ya, desde el pasado día 17 lo celebraron en Añaza las “Juventudes de CC”, eso sí, separadas para evitar contaminaciones, y para hoy 22, son múltiples las convocatorias a actos conmemorativos, desde una concentración de sacerdotes nacionalistas en el monumento Atis Tirma del Parque Doramas apoyados por el siempre activo Patronato La Sal y por SC, a diversas caravanas de coches en varias islas, actos en el Colegio Mayor San Fernando de Aguere y en el Club Prensa Canaria de Las Palmas, lugares ambos señeros en las luchas ideológicas de nuestra nación. Esta proliferación de actos, indudablemente unidos a un incremento progresivo de la conciencia nacional canaria, han hecho despertar de nuevo las llamadas a la “Unidad Nacionalista” (entendiendo siempre que “nacionalista” en esta colonia solo es el que lucha por la creación de la República Canaria soberana), unidad que, una vez más, es para muchos una especie de panacea, etérea e indefinida, que va a resolver, nada más lograda, el problema colonial.

Precisamente el acto que, en el Club Prensa Canaria, organizan conjuntamente UP y ANC, está dedicado a la memoria de un veterano luchador, de esos escasos que mantienen sus ideales una vida entera, que ya, envuelto en nuestra bandera y, con otra roja en el corazón, emprendió el camino sin retorno a los Montes Claros –a las estrellas le gustaba decir a él- el camarada Elio Rodríguez Figueroa, compañero primero de lucha en el PC de mis tíos Luis y Antonio, miembros de las iniciales “Juventudes Comunistas” fundadas con él y su heroico hermano Layo –hijos ambos del inolvidable D. Luis Rodríguez Figueroa- en el garaje de su casa lagunera, incautada después por el fascismo español para “Cuartel de Antigas”, y luego de Ramón en la aventura americana, y compañero también inapreciable para mí en la lucha dentro de la patria, con una mirada verdaderamente marxista y, por lo mismo, abierta, como afirmaba en uno de los muchos debates que sostuvimos : Primero, ser Marxista, ¡faltaría más!…..Yo no acostumbro a ocultarme bajo seudónimos (respeto a quien lo hace). Me llamo Elio Rodríguez Figueroa, soy marxista-leninista desde hace 71 años, tengo 85 (contestaba así, hace unos 6 años, a una reflexión firmada por “Tixama”)…….. ¿Qué debemos hacer? Lo que han hecho otros pueblos en su lucha por la liberación, con la lógica de un precepto marxista: las experiencias no se exportan, se interpretan (“Reflexiones sobre lo que dice el compañero Francisco Javier”. El Guanche) Esto lo planteaba en oposición a mi posición de que los independentistas debíamos aprovechar siempre los procesos electorales, mientras que él planteaba la actuación de las que llamaba “Unidades de Tagoror” para la resistencia pasiva y el desbordamiento democrático y, en última instancia, la movilización popular generalizada.

El camarada Elio planteó una Plataforma Unitaria, innominada, con unas bases que quedaron planteadas en su escrito “Notas de Trabajo para la Construcción de una Alternativa Nacional y Popular Canaria” desarrollada en 10 puntos que se pueden consultar en su página de “El Guanche” cuya introducción y 3 primeros puntos reproduzco:

La desbandada, las traiciones y la división de la izquierda, el encanallamiento político, y la falta de una expresión política de los intereses populares, permiten que las fuerzas más reaccionarias campen por sus anchas en Canarias.

Esta situación no debe perpetuarse. Mujeres y hombres provenientes de distintas militancias y experiencias, pero conscientes de esta necesidad, apostamos por iniciar el proceso que permita la construcción de esa fuerza transformadora.

La experiencia nos lleva a ser sensatos y prudentes. A no lanzar siglas a la aventura, sin un largo proceso de sedimentación de ideas y de métodos. A no medir los pasos por las exigencias electorales. A abrir un debate inteligente, generoso y de largo alcance. Un debate del que surja una poderosa organización, de sólidas bases populares, para la emancipación social y nacional del pueblo canario.

Una organización:

1. Democrática, flexible y horizontal, entendida más como una red que como una jerarquía piramidal. Integradora, transparente y plural, construida sobre la ética personal y política.

2. Partidaria del socialismo, de la propiedad colectiva y de la propiedad pública. Que apueste por un potente sector público canario frente a la dependencia de las grandes corporaciones transnacionales.

3. Que defienda los derechos de las trabajadoras y trabajadores frente a la explotación sin control y la voracidad empresarial. 

Elio era consciente de quienes, en esta patria nuestra, tenían clara esta perspectiva y quienes eran los aliados firmes del colonialismo, así en “Respuestas a Notas de Trabajo” aclara: Cualquier acción coherente pasa por construir por los «cimientos»; independencia coherente con los intereses del pueblo de Canarias, los cuales no son compatibles con aquellos que comparten sentimientos españolistas, puesto que ello es compartir la doble explotación; como colonia y como clase trabajadora, por españoles y sus secuaces, sean las máscaras supuestamente nacionalistas o de izquierda, léase PSOE o IU; ATI y sectores colaboracionistas de CC.

Hoy, y en su recuerdo, mantengo mi posición clara: La izquierda nacional canaria tiene que ser el alma matriz de esa organización para la liberación que Elio nos reclama desde las estrellas y, con ella, construir esa Unidad Nacional Popular, contrahegemónica, que nos lleve a la independencia y al socialismo.


Gomera a 18 de octubre de 2011






La remota esperanza de Obama

In Actualidad, Economía, Laboral on 19 octubre, 2011 at 0:00

Max J. Castro


Los presidentes con una economía gravemente herida y una tasa de desempleo de más de nueve por ciento casi nunca son reelegidos. Así que lo mejor que Obama tiene en estos momentos es el grupo completamente desastroso de republicanos que buscan la oportunidad de derribarlo.

Por un momento parecía que el gobernador de Texas Rick Perry, como un héroe del Oeste, sería el que cabalgaría en un caballo blanco para salvarle el día al Partido Republicano. Michelle Bachmann, que en los primeros días de la campaña fue la favorita del ultraderechista Tea Party y los llamados electores evangélicos, ya se había autodestruido solo abriendo la boca repetidamente hasta demostrar que parecía una loca total hasta para los extremistas.

Este vacío en la extrema derecha y en el ala de fanáticos religiosos del partido creó un espacio ideal para Rick Perry, quien no perdió tiempo en organizar in inmenso mitin religioso en el cual, entre otras cosas, la gente rezó para que la economía de EE.UU. se recuperara. Esto sería cómico si no fuera una tragedia; la oración es lo único que Perry y otros republicanos pueden ofrecer para mejorar la economía.

Es una medida del descontento de los electores republicanos con los aspirantes presidenciales de su partido, lo cuales han estado haciendo campaña desde meses antes de que Perry se sumara a la contienda en la que, según todas las encuestas, el texano instantáneamente se distanció por amplio margen de los demás candidatos. Esto a pesar del hecho de que la mayoría de los norteamericanos fuera de Texas no sabía casi nada acerca del principal funcionario del tercer estado más populoso de la nación.

Sin embargo, pronto se dieron cuenta, y la cifras de las encuestas de Rick Perry se hundieron como una piedra en una laguna muy profunda. Perry no solo demostró ser terrible en los debates, sino que mostró una total ignorancia acerca de temas clave de política exterior, incluyendo el más delicado de los aliados norteamericanos, Pakistán. Como dijo un importante comentarista, en política exterior, Perry pareció que “improvisaba mientras hablaba”.

Irónicamente, puede decirse que la única cosa decente que Rick Perry ha hecho en sus once años como gobernador de Texas –durante los cuales, entre otras cosas, ha implantado hasta ahora un récord de 285 personas ejecutadas– fue firmar una ley que permite a los hijos de inmigrantes indocumentados pagar en universidades estatales con matrícula pagada que demostró ser su ruina con el elemento xenofóbico que conforma un elemento significativo de los incondicionales del Partido Republicano.

Y Perry insistió en su posición de que la Seguridad Social, un programa muy popular del cual decenas de millones de norteamericanos de la tercera edad (cuya mayoría vota) dependen en gran medida (y del cual pronto dependerán muchos más millones de los nacidos después de la 2ª Guerra Mundial) es un “esquema Ponzi” insostenible, en realidad un fraude estilo pirámide.

Esta opinión contrasta con la de la mayoría de los norteamericanos, los cuales consideran a la Seguridad Social como un ingreso al que tienen derecho debido a que les han deducido impuestos de sus salarios durante toda su vida laboral. Aunque la posición de Perry puede ser popular entre los fundamentalistas del “libre mercado”, es una posición con la cual están en desacuerdo hasta la mayor parte de los republicanos y que bien puede hacer a Perry inelegible en las elecciones generales hasta contra un Barack Obama muy debilitado.

Finalmente, si se hace un análisis más detallado, ha quedado claro que el principal argumento de Perry –la aseveración de que sus políticas favorables a los negocios han provocado un “milagro texano” que ha creado legiones de empleos mientras que otros estados pierden toneladas de ellos – resulta ser altamente engañoso, si no totalmente falso.

Como señala un artículo de primera plana de New Times, el semanario alternativo de Miami, el meollo del caso de Perry es que durante sus once años como gobernador Texas ha agregado un millón de empleos, mientras que la nación en conjunto ha perdido casi dos y medio millones.

Es cierto, pero Perry es un cínico por abrogarse el crédito por algo en lo que casi no ha desempeñado ningún papel. El factor principal en el crecimiento del empleo en Texas es demográfico: una alta tasa de nacimientos; la tendencia nacional a largo plazo de una migración interna hacia el Cinturón del Sol; y la inmigración desde México y Centroamérica ha producido una tasa de crecimiento de la población que es el doble del promedio nacional. Más ciudadanos, más trabajadores, por lo tanto, más empleo: viva el mago de los empleos, Rick Perry.

La otra forma en que Texas ha atraído empleo es mediante la creación de un clima antiobrero, antisindicato y propatronos que ha demostrado ser atractivo para algunas industrias, lo que las ha hecho mudarse para el estado. Pero Perry, que no es tonto, muestra su cinismo cuando implica que puede hacer lo mismo para todo el país en su conjunto. Un estado puede ganar empleos robándoselos a otros estados por medio del mimo a las corporaciones, pero para la economía de la nación es una suma cero. Un empleo “ganado” por un estado atrayéndolo de otro estado es un empleo “perdido” para el otro estado. El efecto neto es cero empleos ganados por la economía nacional. El único efecto de esta redistribución es que el trabajador que “ganó” un empleo casi seguro recibirá un salario menor y menos beneficios que el que lo perdió.

Si el atroz conjunto de candidatos republicanos es lo mejor que puede sucederle a Obama, entonces Mitt Romney puede ser la salvación de Perry. Romney fue aspirante a la candidatura la vez anterior y fue derrotado por John McCain, quien a su vez había perdido ante George W, Bush en el ciclo electoral anterior. “Perdedor”, más que ladrón u oportunista, es una etiqueta que nadie quiere que le endilguen en Estados Unidos.

Hay también una profunda aversión a Romney, quien adoptó muchas actitudes moderadas cuando fue gobernador de un estado liberal (Massachusetts), entre el rabioso sector derechista del partido. Y la última conversión de Romney al conservadurismo recalcitrante refuerza la (verdadera) percepción de falta de autenticidad.

La implosión de Bachmann, la pérdida de lustre de Perry cuando se enfrentó al mundo real, y la infelicidad de Romney entre los republicanos más extremistas que son los que a menudo deciden las contiendas primarias, han puesto a correr a los líderes del partido en busca de un nuevo contendiente. Por desgracia, su mejor carta de triunfo, el gobernador Chris Christie de Nueva Jersey, respondió con un no definitivo.

Si no he mencionado aún a Herman Cain, cuyas cifras de las recientes encuestas y victorias (sin sentido) en sondeos informales pudieran sugerir que es un tercer prospecto serio, es que nadie espera realmente que Cain emerja como el nominado. Cain tiene cero experiencia política. Su única reivindicación a la fama es haber dirigido una compañía de pizzas. Además, Cain es el equivalente político de un oxímoron: un negro republicano. Ahora bien, ¿qué posibilidades hay de que un partido cuyo secreto para el éxito durante los últimos cuarenta años ha sido la explotación encubierta del racismo escoja a un negro para ser su abanderado presidencial?

Salvo un verdadero milagro, Obama se enfrentará a Perry o a Romney el próximo noviembre. A pesar de mi profunda decepción con su desempeño y aparente falta de temple para luchar, está claro que en términos de inteligencia, conocimiento, autenticidad, honestidad y sustancia, Obama es el mejor hombre de todos.

Pero las elecciones casi nunca se deciden por tales factores racionales, así que Obama se enfrenta a una situación problemática, a pesar de los payasos que han alineado para oponérsele. El público culpará a Obama por la mala economía, a pesar de que fue el empeño republicano por desregular lo que permitió que los ladrones de traje oscuro de Wall Street destruyeran la forma de vida de millones de norteamericanos y a pesar de que el obstruccionismo republicano en el Congreso ha sido un factor de importancia para impedir la recuperación.

Hay también un profundo desprecio por Obama en un sector del electorado, dos partes racial y una parte ideológica en su origen, Y, como reportó recientemente una revista de Nueva York, hasta muchos judíos, uno de los grupos más confiables de electores y donantes demócratas, están descontentos porque Obama ha tratado de introducir un destello de justicia en la política norteamericana en el conflicto Israel/Palestina.

La situación de Obama es deprimente, pero no desesperada. Ya no está la esperanza, el idealismo y el entusiasmo de los jóvenes. Se han desvanecido varios millones de puestos de trabajo. Los liberales desprecian las constantes concesiones de Obama a la derecha y puede que se nieguen a votar en su totalidad. La esperanza remota de Obama ahora es que el pueblo norteamericano escuche su llamado a juzgarlo no por las normas del Todopoderoso, sino por las de las alternativas. A pesar de mi desilusión por el abismo entre las promesas de Obama y sus acciones, espero que los norteamericanos escuchen este consejo. Porque las alternativas son en verdad atemorizantes.



(majcastro@gmail.com)

[Fuente: Progreso Semanal]