Partido Argelino por la Democracia y el Socialismo (PADS)
Todo el arsenal militar reunido de los Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña ha sido movilizado para destruir el potencial de defensa libio, las infraestructuras económicas vitales, privar de agua, electricidad, víveres y medicamentos a las poblaciones favorables al régimen. Matar por la sed o el hambre a las poblaciones, paralizar el funcionamiento de los hospitales o directamente destruirlos, matar a miles de civiles desde el cielo sin riesgo alguno, empujar hacia un nuevo éxodo a centenares de miles de africanos que vinieron para ganar su sustento en Libia tras haber huido de sus países de origen empobrecidos por el saqueo imperialista, el francés en particular: ¡ése es el verdadero crimen contra la humanidad cometido por las potencias imperialistas en Libia! El marco político del Estado y de la sociedad opuesta a la agresión ha sido destruido por los ataques ininterrumpidos de los aviones estadounidenses y los helicópteros enviados por Sarkozy, guiados sobre el terreno por centenares de agentes especiales británicos asistidos por traidores a Libia.
¡LA INTERVENCIÓN DE LAS POTENCIAS IMPERIALISTAS EN UN CONFLICTO INTERNO NO ES MÁS QUE UNA EXPEDICIÓN COLONIAL QUE LEGALIZA EL DERECHO DE INJERENCIA BAJO CUALQUIER PRETEXTO!
Fue camuflada bajo el pretexto hipócrita y groseramente mentiroso de defensa de la población civil en revuelta contra el poder de Gaddafi.
Los objetivos de esta operación son claros: apoderarse del petróleo libio, transformar Libia en base militar para controlar el conjunto de África del Norte y los países del Sahel, preparar el apoderamiento de las riquezas petroleras argelinas, intervenir de una manera u otra en Argelia para poner a su cabeza a las fuerzas políticas más antinacionales, explotando para sus propios fines las contradicciones internas, el descontento social y las luchas para las libertades democráticas. El objetivo es amedrentar a los pueblos tunecino y egipcio para impedirles transformar su sublevamiento contra los tiranos derrocados, tiranos apoyados durante décadas por estas mismas potencias que hoy pretenden apoyar los procesos democráticos, en verdaderas revoluciones democráticas populares, garantizando la justicia social y librando los países árabes de la dominación imperialista directa o indirecta. Su pesadilla es la formación de un régimen egipcio auténticamente revolucionario que rechace los acuerdos de Camp David, apoyando la lucha del pueblo palestino por un Estado libre de la ocupación sionista, y la del pueblo sirio por la liberación del Golán en un momento en que se enfrenta a los complots concertados por el imperialismo, las monarquías del Golfo y los integristas. Los objetivos también son el reforzamiento de las posiciones mundiales globales de las potencias imperialistas dominantes para zanjar los conflictos abiertos o latentes que les oponen a China y Rusia, romper todo intento de rediseño progresista de las relaciones económicas internacionales. En la carrera por el saqueo de las riquezas petroleras de Libia y de los países que aún resisten todavía a sus dictados, cada gran potencia imperialista espera recoger el máximo de dividendos en detrimento de sus rivales.
Estos verdaderos objetivos no tienen nada que ver un simple apoyo a la aspiración legitima de los pueblos árabes de poner fin a la arbitrariedad y el despotismo de sus dirigentes, mucho menos a deshacerse de la dictadura de los regímenes burocrático-compradores al servicio de las multinacionales y sus Estados imperialistas, de escoger libremente a dirigentes firmemente decididos a promover un desarrollo económico independiente que asegura el progreso para sus pueblos.
Nada más lejos de la verdad que afirmar que los agresores no han hecho mas que apoyar a los “insurrectos” de Bengazi. Son las potencias imperialistas quienes han sido respaldadas en su agresión contra Libia por una coalición de fuerzas sociales de las más reaccionarias y antinacionales. La punta de lanza de esta coalición son los nostálgicos de la monarquía derrocada en 1969, los islamistas integristas fanáticos – inspiradores de la insurrección armada – partidarios de un Estado teocrático que el régimen libio ha combatido con justeza, las fracciones burocrático-compradoras corrompidas del régimen libio, aliadas al imperialismo. Estas últimas fracciones han de hecho organizado un golpe de Estado suscitando los disturbios armados de Bengazi con el apoyo asegurado de las potencias imperialistas en el marco de una acción coordinada y preparada desde hace tiempo conjuntamente con ellas. Explotaron el descontento popular provocado por las medidas socio-económicas antipopulares y antinacionales que ellas mismas impusieron desde el 2003 y de las que se han beneficiaron ampliamente sin que su sed de enriquecimiento haya sido aplacada. Estas fracciones estaban cada vez más en conflicto con el ala patriótica y más o menos antiimperialista representada de hecho por Gaddafi por su rechazo a satisfacer sus intentos de acaparamiento directo de las riquezas nacionales a través de las privatizaciones, la liberalización del comercio exterior, la revisión en profundidad de las leyes que rigen la explotación de los hidrocarburos. No se levantaron contra Gaddafi para “democratizar” Libia sino para tomar el control total y absoluto del Estado, instaurar la dictadura de una oligarquía aliada al imperialismo y las monarquías del Golfo. Incluso están considerando la instauración de un Estado islámico libio que practique una política económica ultra-liberal santificada por la religión. Los monarcas retrógrados del Golfo han jugado un papel importante en la coordinación y la preparación de la insurrección de grupos integristas armados infiltrados desde Egipto con el apoyo logístico de los “Hermanos Musulmanes” de ese país y de agentes especiales de las potencias imperialistas. Estos grupos se apoderaron desde el primer día de cuarteles y depósitos de municiones y equipamientos militares. Una propaganda mediática repleta de mentiras, lanzada en grandes oleadas por Al-Jazeera y Al-Arabiya, cadenas satélites propiedad de los Emires protegidos por los Estados Unidos, hicieron creer que la aviación Libia había atacado a la población civil. Esta campaña de propaganda ha sobrepasado en amplitud las mentiras sobre las “fosas comunes” de Timisoara en Rumania, o la supuesta violación de 30 000 Bosnias por los Serbios, o la “desaparición” de 500 000 de Kosovares difundidas por todas las cadenas del mundo por el vocero de la OTAN en pleno bombardeo de Serbia. Estas mentiras fabricadas enteramente han sido ampliamente retomadas para preparar la aceptación de la intervención extranjera, incluido en Argelia.
LA SUBVERSIÓN IMPERIALISTA HA SIDO FACILITADA EN GRAN MEDIDA POR EL CARÁCTER ANTIDEMOCRÁTICO DEL SISTEMA POLÍTICO DE GESTIÓN Y DIRECCIÓN DE LIBIA
Este sistema ha impedido a los trabajadores, a los jóvenes, a las mujeres y a los campesinos organizarse en sindicatos independientes. Contradicciones cada vez más agudas iban minando el régimen. Preso de concepciones populistas pequeño-burguesas que negaban la existencia de las clases y de la lucha entre ellas, la corriente representada por Gaddafi no fue capaz de romper con las prácticas hegemonistas y hacer un llamado a la movilización democrática de las masas para zanjar la cuestión sobre si las riquezas libias deben beneficiar al conjunto de las capas laboriosas del país o solamente a una minoría de especuladores parasíticos y a las multinacionales. Creía que las irreconciliables divergencias sobre esta cuestión fundamental podían ser arregladas entre bastidores, sin un debate democrático abierto, a espaldas de las masas populares, con compromisos en el seno de los círculos cerrados del régimen, mediante la astucia o la fuerza para imponer soluciones “consensuadas” utópicas, incompatibles con las realidades de una sociedad atravesada por conflictos de clase cada día mas irreconciliables. Creía que podía obtener la paz mediante las medidas de liberalización económica del 2003, con los países imperialistas y el apoyo de grandes especuladores libios, cada vez más numerosos. Subestimó gravemente la duplicidad de las potencias imperialistas que no podían contentarse solamente con estas concesiones. Nunca dejaron de conspirar para obtener más, sobre todo el apoderamiento sencillo y directo de los yacimientos de petróleo. Lograron tejer lazos estrechos con los grupos que se beneficiaron de esta apertura económica. Estos grupos sociales son los que han conformado la base social más dispuesta a apoyar sus maniobras subversivas. Los sectores sociales compradores nacidos de esta brutal evolución no aspiraban más que a pactar con las potencias imperialistas para defender su parte del pastel contra toda veleidad de expropiación por parte del pueblo. El grupo de Gaddafi y su línea anticolonialista y antiimperialista oficial fueron rechazados por esta minoría cada día más influyente políticamente porque se había convertido en un obstáculo para la satisfacción de sus deseos de enriquecimientos sin límites. Por otro lado, esta nueva política económica ha tenido como resultado el descontento de las capas laboriosas. Provocó la caída de su poder adquisitivo después de la supresión de la subvención de productos de base, el desempleo como consecuencia del cierre o la privatización de empresas públicas, la pauperización de las masas y los jóvenes. Enriquecimiento de una minoría de beneficiarios y empobrecimiento de la mayoría, tal ha sido el resultado del compromiso empeñado con el imperialismo y las capas compradoras para intentar obtener el fin del bloqueo criminal impuesto por los Estados imperialistas. A consecuencia de ello, el régimen se distanció del pueblo.
En sí misma, la resistencia a 5 meses de bombardeos de la OTAN ha sido heroica. Habría podido ser más fuerte si el régimen de Gaddafi hubiera cortado a tiempo con su ala burocrática-compradora, si hubiera renunciado a las prácticas hegemonistas caducas, si se hubiera apoyado en la movilización democráticas de las masas y la democratización del sistema estatal para aislar y apartar esta corriente reaccionaria y anti-nacional, si no se hubiera hecho ilusiones sobre las intenciones de los Estados imperialistas.
El régimen encarnado por Gaddafi ha sido un régimen profundamente antimonárquico, anti-integrista, anti-colonialista y anti-imperialista. Durante 40 años, ha librado incontestablemente una batalla ininterrumpida contra el neocolonialismo en África y ha combatido sin cesar la tendencia a pactar con los sionistas israelitas. Argelia no puede olvidar que le había prestado ayudada financiera en un momento crucial, tras la nacionalización de los hidrocarburos el 24 de febrero de 1971 para romper el boicot al petróleo argelino que el gobierno francés había tratado de imponer en represalia a esta decisión histórica. Pero este régimen ha sido inconsecuente y se ha caracterizado por posiciones inestables. Es difícil olvidar que es fue Gaddafi quien, cegado por un anticomunismo primario, permitió al general Numeyri instaurar en 1970 una dictadura sanguinaria en Sudán entregándole a los oficiales progresistas que habían intentado derrocarlo. Sus inconsecuencias, su inestabilidad, sus iniciativas internacionales o regionales, a veces inmaduras y aventureras, o incluso dañinas, como su proyecto de Estado de los Tuaregs, lo han aislado de las fuerzas progresistas mundiales. Es lo que explica por qué éstas no le han expresado una solidaridad incondicional sin tampoco considerarle como un enemigo a batir.
De todas maneras, es al pueblo libio, y solo a él, el que le compete decidir sobre su sistema político, sin intervención extranjera. Jamás y en ninguna parte el imperialismo ha traído la democracia y el progreso social a un pueblo. Por donde quiera que haya intervenido militarmente, no ha sembrado más que muerte, desolación, divisiones, conflictos confesionales y étnicos. Los objetivos de los imperialistas siempre son colocar marionetas a la cabeza de los Estados sometidos. No cabe duda alguna que los que serán puestos a la cabeza de Libia por la OTAN no serán más que marionetas serviles que los antiimperialistas deberán combatir de manera resuelta.
LOS DIRIGENTES ARGELINOS TIENEN UNA GRAN RESPONSABILIDAD EN LAS CONSECUENCIAS QUE TIENEN SOBRE EL FUTURO DE NUESTRO PAÍS LOS ACONTECIMIENTOS EN LIBIA, POR SU SILENCIO ANTE ESTA AGRESIÓN SIN PRECEDENTES MUY CERCA DE NUESTRAS FRONTERAS.
Por su rechazo a condenarla bajo el pretexto de respectar una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, una resolución ilegal que sólo traduce la ley de los carroñeros, por su actitud indigna frente al ministro francés de Asuntos Extranjeros quien vino en junio a Argel para pedirle cuentas sobre su actitud sobre Libia, el gobierno argelino ha alentado indirectamente al imperialismo a intensificar sus ataques aéreos sobre Libia. De manera general, la política del poder, conforme a su naturaleza de clase como representante y defensor de los intereses de la burguesía compradora, explotadora, especuladora y parasitaria, como expresión de las capas sociales más antidemocráticas, conduce al compromiso con el imperialismo, la confusión y la desmovilización en la sociedad. La existencia probable en el seno del régimen de corrientes todavía apegadas a la defensa de los intereses del país y más o menos independientes de las capas especuladoras y parasitarias no modifica esta característica esencial de clase. Estas corrientes sólo podrían contribuir a cambiar la situación si se pusieran de forma resuelta de lado de las clases y capas sociales laboriosas actuando para romper con las orientaciones económicas y sociales que han socavado el país desde hace 30 años, y favoreciendo la movilización democrática de las masas en la lucha contra la arbitrariedad, la corrupción, las desigualdades sociales, el oscurantismo y la sumisión a las potencias imperialistas.
Todas las fuerzas políticas argelinas así como la gran prensa supuestamente “democrática”, que en ningún momento han condenado la intervención imperialista o que incluso se han alegrado por ella, también asumirán su parte de responsabilidad en las peligrosas consecuencias para la estabilidad, la unidad del territorio y la independencia de nuestro país. Esta gran prensa (El Watan, Le Soir d’Algérie, Liberté, El Khabar, Ech Chourouk) ha jugado un papel nefasto de enlace en la difusión de la propaganda mentirosa y la campaña de intoxicación fabricadas por los grandes medios de comunicación de los países imperialistas y las monarquías del Golfo para justificar la intervención de la OTAN y el apoyo a la rebelión. Todos juntos y ayudados por el silencio del poder, todas estas fuerzas han contribuido en gran medida a desorientar a las masas, a desmovilizarlas, a impedir el desarrollo de una corriente de opinión para denunciar y condenar los bombardeos de la OTAN. Algunos plumíferos incluso han llegado a justificar abiertamente los bombardeos en nombre del apoyo a una “revuelta democrática pacífica”. ¡Dirigentes de partidos políticos como los de RCD desean públicamente en sus mítines la intervención de las potencias extranjeras para ayudarlos a obtener la instauración de un régimen “democrático” en Argelia!
Es propagar conscientemente una mentira descarada o hacer prueba de una ingenuidad imperdonable el hacer creer que la intervención en Libia tiene como resultado, pese a todo, el quebrantar los “tiranos”, favorecer las luchas por la democracia y que condenarla equivale a ponerse de lado de los déspotas. Podemos entender que amplios sectores de la población ya están hartos de la arbitrariedad de los dirigentes de los países árabes. Pero creer que el imperialismo ha venido en auxilio de los libios para ayudarlos a conquistar la democracia es desconocer su naturaleza socio-económica y las lecciones de la historia.
El imperialismo no ha cambiado de naturaleza aunque sus propagandistas hayan logrado, con sus discursos sobre las nuevas realidades internacionales y los supuestos beneficios de la “globalización”, engañar a los soñadores pequeños-burgueses, o al contrario paralizar a otras corrientes, vencidas por la cobardía frente a su agresividad. Necesita tiranos para proteger sus intereses y reprimir a los pueblos. No opta por deshacerse de ellos sino hasta cuando estén desacreditados. Entonces se apura en reemplazarlos por otros en nombre del apoyo hipócrita a “la aspiración a la libertad” e impedir de forma preventiva que su caída sea el inicio de una revolución popular antiimperialista. Basta con no cerrar los ojos para ver que los regímenes que han apoyado de manera más obstinada la cruzada imperialista y que le han dado el pretexto necesario, a través la posición de la Liga Árabe, son las monarquías teocráticas retrógradas del Golfo. ¿A través qué milagro puede una intervención imperialista apoyada por estos regímenes servir la democracia, el progreso y la independencia en los países árabes?
Nadie podrá decir un día, cuando las secuelas de esta agresión se harán patente de de forma dramática para los intereses vitales de nuestro país, que simplemente se había equivocado dejándose guiar solamente por su odio natural y espontáneo al despotismo.
De entre los que han callado frente a la agresión, puede que algunos piensen que hay que evitar atraerse la ira de las grandes potencias, que no sirve de nada intentar resistir a los “todopoderosos” del imperialismo, que hay que plegarse ante la nueva correlación de fuerzas internacionales, renunciar al “espíritu de los años 70” y que más vale mejor satisfacer estas voluntades por adelantado para no sufrir la suerte del pueblo libio y, antes de éste, la del pueblo iraquí. Esta tesis derrotista y cobarde que el mismo jefe del Estado había avanzado públicamente el 23 de febrero de 2005 para justificar la desnacionalización de los hidrocarburos, debe ser combatida con firmeza. Tiene tendencia a expandirse en la sociedad. Alienta el imperialismo en su ofensiva por la dominación. Abona el terreno para la rehabilitación de la ley Khelil de abril de 2005.
Aquellos que estaban llenos de alegría en la portada de sus periódicos informando sobre los rebeldes en la Plaza Verde de Trípoli devastada por las bombas de la OTAN no son todos ingenuos desinformados por una campaña de intoxicación sin precedentes. De esta forma, muchos de ellos han firmado su alistamiento en los complots imperialistas contra nuestro país. Con su apoyo grosero e incondicional a la campaña anti-Gaddafi, sencillamente han manifestado su disponibilidad para la colaboración antinacional, a cambio de ganancias materiales que esperan sacar en la nueva configuración política que las fuerzas más antinacionales preparan febrilmente en concertación con los Estados imperialistas.
SERIOS PELIGROS PESAN AHORA SOBRE LA ESTABILIDAD EN LAS FRONTERAS ORIENTALES Y LA SOBERANÍA SOBRE SUS RIQUEZAS PETROLÍFERAS
Desde ahora nuestro país corre el peligro de ver fuerzas militares hostiles concentrarse a lo largo de los 800 km de sus fronteras del sureste saharaui que no dudarán en recurrir a cualquier pretexto para poner la mano sobre sus recursos petrolíferos y gasíferos. Los monigotes del CNT de Bengazi, alentados por los neocolonialistas revanchistas franceses, no pierden ninguna oportunidad para destilar su odio contra Argelia. Se afanan en justificar por adelantado los actos beligerantes programados por los imperialistas.
Obama, Sarkozy, Cameron, están de júbilo frente a las cámaras. Encarnan el regreso del colonialismo, esta vez bajo la bandera de la “democracia”. De un tiro matan tres pájaros: banalizan sus intervenciones militares en el mundo, controlan Libia y los yacimientos de Hassi Messaoud no se encontrarán más que a un aleteo de los aviones Mirage sin que haya necesidad de sobrevolar o bombardear Argel. No faltan aventureros con sed de lucro para dejarse atraer por las promesas de los saqueadores imperialistas. La OTAN no esconde su intención de instalar de hecho su sede del AFRICOM en Libia. El CNT también ha prometido concederle a Israel bases militares cerca de las fronteras argelinas. La Unión Europea ya ha solicitado una veintena de medidas a los fantoches del CNT de Bengazi. No solamente le ordena privatizarlo todo, también le ha notificado su decisión unilateral de encargarse ella misma de la organización de las nuevas fuerzas de seguridad libias, ¡notablemente y precisamente en las fronteras!
El acaparamiento de los pozos petrolíferos libios por las multinacionales tendrá graves repercusiones. Hundirán al pueblo libio en una miseria tan espantosa que la del pueblo iraquí desde que su territorio fuera ocupado por los Estados Unidos y dirigido por sus marionetas. Afectarán a las condiciones de vida del conjunto de los países exportadores de petróleo. Los márgenes de maniobra de la OPEP van a verse reducidos. No hace falta ser un sabio economista para poder predecir las consecuencias negativas que causará esta situación sobre los ingresos petroleros de Argelia.
¡LA VICTORIA DE LOS IMPERIALISTAS EN LIBIA NO ES DEFINITIVA!
A pesar de su inconmensurable superioridad militar, las potencias imperialistas y sus marionetas tendrán que hacer frente a una resistencia popular que se organizará sobre nuevas bases nuevas y les asestará una derrota ineluctable.
El deber de todo autentico demócrata patriota argelino es de decir “¡no!” a esta intervención y sus secuelas, apoyar a los patriotas libios que combaten el saqueo imperialista sobre su país, cualesquiera que hayan sido sus posiciones en el pasado y las contradicciones secundarias heredadas de un régimen que no ha sido capaz de responder a las necesidades de la movilización popular democrática. El deber de todo demócrata patriota progresista argelino consecuente es trabajar por la formación de un frente antiimperialista sólido a lo interno de su país, apoyar la constitución de este frente en cada país amenazado por las injerencias imperialistas, alentar la concertación y la coordinación de las fuerzas antiimperialistas en los países árabes y a nivel internacional. El sistema capitalista internacional está minado por contradicciones insuperables. La crisis económica las agudiza día tras día. Hay un vínculo estrecho entre su agresividad en el exterior contra los pueblos de los países económicamente dominados y sus redoblados ataques en el interior contra las conquistas sociales de los trabajadores sometidos a políticas de austeridad sin precedentes. Las consecuencias de esta crisis fomentan la agresividad imperialista pero al mismo tiempo lo debilitan al crear las bases y las condiciones de un amplio frente mundial antiimperialista y anticapitalista capaz de terminar con las oligarquías belicistas reaccionarias que dirigen las grandes potencias imperialistas.
Los pueblos de los países dominados y los trabajadores de los países imperialistas deben unir sus esfuerzos y sus luchas en todos los frentes contra la gran burguesía imperialista.
Ante los discursos de los derrotistas debemos oponer nuestra certeza de que existen amplias fuerzas en Argelia, en los países árabes, en África, en Europa, en América, en Asia, en todos los lugares del mundo, capaces de oponer un frente mundial unido para frenar la máquina imperialista de dominación y de muerte.
¡CONSTRUIR UN FRENTE INTERIOR UNIDO SÓLIDO!
Su solidez en Argelia dependerá de la naturaleza de las decisiones económicas tomadas para luchar contra los privilegios insolentes de una minoría de traficantes enriquecidos por la explotación feroz de los trabajadores y el robo de los bienes nacionales. Dependerá de las medidas a tomar para quebrantar las posiciones económicas de las capas compradores y sus lazos políticos en el Estado y en el seno de la sociedad.
La neutralización de las maniobras de las potencias imperialistas no puede ser lograda con nuevas concesiones unilaterales a las multinacionales, ni por la firma de jugosos contratos con las grandes multinacionales francesas, y mucho menos mediante escandalosos favores hechos a los emires depredadores del Golfo, como el puerto de Argel y el dinero generosamente puesto a su disposición por los bancos públicos para realizar negocios especulativos a expensas del país.
Contrariamente a lo que quieren hacer creer los derrotistas, la alternativa a la ofensiva imperialista existe y las fuerzas capaces de llevarla representan la inmensa mayoría de la población.
Esta alternativa es el frente por un verdadero Estado democrático popular que haga realidad el progreso social más radical y garante de la independencia del país, de la defensa de sus riquezas petroleras y de la unidad de su territorio, y solidario con las luchas antiimperialistas en el mundo.
Será el fruto de la puesta en práctica de medidas económicas y sociales que satisfagan las reivindicaciones de las masas, introduzcan la justicia social, pongan fin a una repartición injusta y escandalosa de la renta nacional. Está condicionada por el levantamiento de las trabas de todo tipo que impiden su necesaria movilización democrática para imponer y aplicar tales medidas.
Todo ello pasa por cambios radicales que le den el poder a una amplia alianza entre la clase obrera, los asalariados, el campesinado laborioso, las capas intermedias que viven de su trabajo manual o intelectual, los cuadros patriotas y honestos del Estado y de los sectores económicos.
Sin embargo, el frente interior sólo será sólido y duradero en la lucha contra el peligro imperialista si los esfuerzos son intensificados para construir en las luchas económicas, sociales, políticas e ideológicas cotidianas el partido comunista enraizado en el seno de la clase obrera, el campesinado, la juventud, y los intelectuales que aspiran al derrocamiento del capitalismo. Un partido que no esconde su voluntad de acumular las fuerzas indispensables para la preparación de la contraofensiva de masas para acabar con el capitalismo, matriz económica del imperialismo, instaurar una verdadera república democrática popular que abra la vía a una revolución socialista.
¡Movilicémonos para que todas las enseñanzas sean sacadas de la liquidación del régimen de Gaddafi por los intervencionistas imperialistas!
¡No nos dejemos engañar o intimidar por la propaganda del imperialismo y sus aliados internos!
¡Combatamos el derrotismo, el fatalismo y el espíritu de resignación!
¡Desenmascaremos, aislemos y neutralicemos las fuerzas que se unen al imperialismo, que estén en el poder o en oposición formal a él!
¡Pongamos en jaque el autoritarismo del régimen, sus nuevos proyectos antidemocráticos que le hacen el juego al imperialismo!
¡Unámonos en las luchas sociales y políticas para una verdadera alternativa de progreso!