Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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Gadafi y la putrefacción moral del imperio

In Actualidad, África on 23 octubre, 2011 at 10:02

Atilio Borón


El brutal asesinato de Muamar Al Gadafi a manos de una jauría de mercenarios organizados y financiados por los gobiernos “democráticos” de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña actualiza dolorosamente la vigencia de un viejo aforismo: “socialismo o barbarie».

No sólo eso: también confirma otra tesis, ratificada una y otra vez que dice que los imperios en decadencia procuran revertir el veredicto inexorable de la historia exacerbando su agresividad y sus atropellos en medio de un clima de insoportable descomposición moral. Ocurrió con el imperio romano, luego con el español, más tarde con el otomano, después con el británico, el portugués y hoy está ocurriendo con el norteamericano.

No otra es la conclusión que puede extraerse al mirar los numerosos videos que ilustran la forma en que se “hizo justicia” con Gadafi, algo que descalifica irreparablemente a quienes se arrogan la condición de representantes de los más elevados valores de la civilización occidental. Sobre ésta cabría recordar la respuesta que diera el Mahatma Gandhi a la pregunta de un periodista, interesado en conocer la opinión del líder asiático sobre el tema: “es una buena idea”, respondió con sorna.

El imperialismo necesitaba a Gadafi muerto, lo mismo que Bin Laden. Vivos eran un peligro inmediato, porque sus declaraciones en sede judicial ya no serían tan fácil de ocultar ante la opinión pública mundial como lo fue en el caso de Sadam Hussein. Si Gadafi hablaba podría haber hecho espectaculares revelaciones, confirmando numerosas sospechas y abonando muchas intuiciones que podrían haber sido documentadas contundentemente por el líder libio, aportando nombres de testaferros imperiales, datos de contratos, comisiones y coimas pagadas a gestores, cuentas en los cuales se depositaron los fondos y muchas cosas más.

Podríamos haber sabido que fue lo que Estados Unidos le ofreció a cambio de su suicida colaboración en la “lucha contra el terrorismo”, que permitió que en Libia se torturara a los sospechosos que Washington no podía atormentar en Estados Unidos. Habríamos también sabido cuánto dinero aportó para la campaña presidencial de Sarkozy y qué obtuvo a cambio; cuáles fueron los términos del arreglo con Tony Blair y la razón por la cual hizo donativos tan generosos a la London School of Economics; cómo se organizó la trata de personas para enviar jovencitas al decrépito fauno italiano, Silvio Berlusconi , y tantas cosas más. Por eso era necesario callarlo, a como diera lugar.

El último Gadafi, el que se arroja a los brazos de los imperialistas, cometió una sucesión de errores impropios de alguien que ya venía ejerciendo el poder durante treinta años, sobre todo si se tiene en cuenta que el poder enseña. Primer error: creer en la palabra de los líderes occidentales, mafiosos de cuello blanco a los cuales jamás hay que creerles porque más allá de sus rasgos individuales –deleznables salvo alguna que otra excepción- son la personificación de un sistema intrínsecamente inmoral, corrupto e irreformable. Le hubiera venido bien a Gadafi recordar aquella sentencia del Che Guevara cuando decía que “¡no se puede confiar en el imperialismo ni un tantito así!” Y él confió. Y al hacerlo cometió un segundo error: desarmarse.

Si los canallas de la OTAN pudieron bombardear a piacere a Libia fue porque Gadafi había desarticulado su sistema de defensa antiaérea y ya no tenía misiles tierra-aire. “Ahora somos amigos”, le dijeron Bush, Obama, Blair, Aznar, Zapatero, Sarkozy, Berlusconi, y él les creyó. Tercer error, olvidar que como lo recuerda Noam Chomsky Estados Unidos sólo ataca a rivales débiles e inermes, o que los considera como tales. Por eso pudo atacar a Irak, cuando ya estaba desangrado por la guerra con Irán y largos años de bloqueo. Por eso no ataca a Cuba, porque según los propios reportes de la CIA ocupar militarmente a la isla le costaría un mínimo de veinte mil muertos, precio demasiado caro para cualquier presidente.

Los imperialistas le negaron a Gadafi lo que le concedieron a los jerarcas nazis que aniquilaron a seis millones de judíos. ¿Fueron sus crímenes más monstruosos que las atrocidades de los nazis? Y el Fiscal General de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, mira para otro lado cuando debería iniciar una demanda en contra del jefe de la OTAN, causante de unas 70.000 muertes de civiles libios. En una muestra de repugnante putrefacción moral la Secretaria de Estado Hillary Clinton celebró con risas y una humorada la noticia del asesinato de Gadafi. (Ver http://www.youtube.com/watch?v=Fgcd1ghag5Y)

Un poco más cautelosa fue la reacción del Tío Tom (el esclavo negro apatronado que piensa y actúa en función de sus amos blancos) que habita en la Casa Blanca, pero que ya hace unas semanas se había mostrado complacido por la eficacia de la metodología ensayada en Libia, misma que advirtió podría ser aplicada a otros líderes no dispuestos a lamerle las botas al Tío Sam. Esta ocasional victoria, preludio de una infernal guerra civil que conmoverá a Libia y todo el mundo árabe en poco tiempo más, no detendrá la caída del imperio. Mientras tanto, como lo observa un agudo filósofo italiano, Domenico Losurdo, el crimen de Sirte puso en evidencia algo impensable hasta hace pocos meses atrás: la superioridad moral de Gadafi respecto a los carniceros de Washington y Bruselas. Dijo que lucharía hasta el final, que no abandonaría a su pueblo y respetó su palabra. Con eso le basta y sobra para erguirse por encima de sus victimarios.



[Fuente: Aporrea]





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Aviones no tripulados, puestos de trabajo y Ludd en Washington: negros, mulatos, asiáticos y blancos, ¡la misma lucha!

In Actualidad on 23 octubre, 2011 at 0:02

Peter Linebaugh


Nuestros pasos iban fácilmente conectando los  puntos, a pesar de que a nuestro pensamiento le resultaba difícil hacerse con el punto militar, con el punto capitalista y con el punto tecnocrático. Bajé junto con mis compañeros en la parada North Farragut del metro de Washington DC (David Farragut fue el tipo que contribuyó a conquistar las Islas del Pacífico con su «malditos torpedos«). Después nos dirigimos a visitar la plaza McPherson con el grupo de «Ocupa Wall Street» (Birdsong McPherson dirigió la Armada de Tennessee bajo las órdenes de Sherman y creo que fue el único general norteamericano que murió en batalla durante la Guerra Civil).

Marchamos por la 15ª calle hacia el campamento de los chicos de «Para la máquina: Crea un nuevo mundo«, en la avenida Pensilvania justo al lado del memorial de Pershing (Pershing «Black Jack» fue responsable de las atrocidades en Filipinas durante la Guerra Hispanoamericana y después lideró la Armada Estadounidense en la carnicería de la Primera Guerra Mundial). Más tarde gritamos enfrente de la Casa Blanca («¿Casa de quién? ¡Casa del pueblo!«), por el lado norte cerca de la plaza Lafayette, donde Andrew Jackson, el asesino de indios que aparece en el billete de 20 dólares, posa de forma esperpéntica sobre su caballo.

La capital del país glorifica a sus militares, a sus conquistadores. Ante tal perspectiva tuvimos suerte, pues esa mañana dos docenas de hermosas mujeres habían formado un círculo para tocar sus tambores en la plaza McPherson y estaban rompiendo complejos y encadenando ritmos con toda su alma; eran el grupo de percusión Batala World. Nada podía habernos inspirado más, levantando nuestro espíritu, fortaleciendo nuestra determinación y alumbrando nuestro camino. De pies a cabeza llevamos con nosotros sus intensas vibraciones durante todo el día.

Al bajar la 15ª calle pasamos por delante del edificio de granito del Departamento del Tesoro, con sus estatuas de Albert Gallatin y Alexander Hamilton («¡A los bancos los han rescatado y a nosotros nos han vendido!«). Hamilton, cómo no, fue el primer Secretario del Tesoro de los Estados Unidos y Gallatin el que más tiempo duró, desde 1801 hasta 1812. Organizaron a los banqueros para decomisar el Valle de Ohio, las deudas de los veteranos de guerra, el pago de la compra de Luisiana que posibilitaba la soberanía del algodón y la financiación de la Guerra de 1812 («¿Cómo solventar el déficit? ¡Acabad con las guerras y gravad a los ricos!»).

Cuando uno es historiador no puede evitar este tipo de pensamientos. No mires a tu alrededor (me digo a mí mismo), mira hacia abajo. Al final resulta ser peor. La acera de la 15ª calle está ahora salpicada de placas de bronce, parecidos a los del paseo de las estrellas en Hollywood, las cuales celebran a algunos de nuestros ilustres personajes históricos, ¡cada una de ellas patrocinada por una empresa distinta! («¿Las calles de quién son? ¡Las calles son nuestras! ¡Únete a nosotros!«).

La cuestión de la privatización del espacio público surgió más tarde en los grandes almacenes enfrente del Museo Smithsoniano del Aire y del Espacio. Ambas acampadas, Ocupa Wall Street y Para la Máquina, lideradas por Veterans for Peace y Code Pink, nos llevaron en una marcha fantástica a lo largo de la amplia extensión de los grandes almacenes hasta las escaleras del museo donde yo esperaba con impaciencia que se abriera el debate antes de entrar a inspeccionar la exhibición de Drones, ya que estábamos intentando trazar el camino que uniría los puntos entre Wall Street y el Pentágono. Al final íbamos a poder deshacer el nudo gordiano que se ha atribuido al discurso de Ike hace cuarenta años en el que advertía sobre el complejo militar-industrial.

Pero esto no había de ocurrir. Estábamos rodeados, a un lado por un provocador megalómano y estúpido que pretendía «derribar las puertas» y lo único que consiguió es que a muchos nos gasearan con gas pimienta, y al otro lado por un guitarrista ruidoso el cual, cuando a ratos se le acababa el combustible y por fin nuestra asamblea podía escucharse a sí misma pensar («probando micro, probando micro»), volvía de repente a amplificar su guitarra y proclamaba que tenía «licencia» y que su sonido era «propiedad privada».

Entre su privatización de los grandes almacenes y la pimientización por parte de las autoridades, perdimos la oportunidad de explorar la relación militar-financiera en ese templo de tecnología, sumidos en una marabunta de turistas desconcertados, veteranos de pelo gris enfadados pero pacíficos, jóvenes asombrados y vigorosos, y otros manifestantes amantes de la paz, todos tosiendo, inutilizados, disgustados y temporalmente cegados por el gas. La discusión entre generaciones y los intercambios entre Ocupantes y Pacifistas habrían de tener lugar otro emplazamiento. Quizás en nuestra próxima marcha, la cual nos llevaría hasta Chinatown, parando en el edificio de cristal de Verizon Corporation, y después a la Casa Blanca, parando de nuevo en un banco («¡Ocupa Wall Street, Ocupa K Street, Ocupa todo lo que puedas y no lo devuelvas nunca!«).

Aun así, no pude evitar arrepentirme de no aprovechar la oportunidad para discutir precisamente con estas personas (los valientes veteranos, las mujeres de Code Pink, los endeudados estudiantes, los jóvenes Afroamericanos) el significado y funcionamiento de los Drones y su relación con los bancos y las guerras. Su nombre de «vehículo aéreo no tripulado» está perfectamente asignado, ya que en estos momentos (por lo menos hasta que otros también lo posean) es un arma cobarde de, hay que decirlo, de personas drogadas e inyectadas de cobardía y vergonzosa pusilanimidad.

Nadie, nos dijeron durante toda la semana, había expresado tan bien el maravilloso espíritu de las máquinas que Steven Jobs, el informático de Apple, el cual había fallecido tan sólo tres días antes. Antes de llegar a Washington leí sobre sus cualidades, que al parecer eran 1) amplia visión de futuro, 2) buen gusto, 3) persistencia a pesar de las dificultades, lo cual dio como resultado 4) productos populistas. Él personificaba la era tecnológica, según los medios de comunicación. Era un héroe del mundo empresarial, una luz para los príncipes del capital, con 6.500 millones de dólares que lo ratifican.

Al tratar de comparar, no pude pensar en otro que en mismo Ned Ludd. Sí, Ned Ludd, la mítica figura cuyo bicentenario celebramos este año y el que viene, el hombre que se opuso a la máquina de vapor y a la máquina de hilar calcetines mediante la Acción Directa: con un martillo. En su estudio sobre la destrucción de máquinas, Eric Hobsbawm observó hace mucho tiempo que nada ejerce la solidaridad de forma más firme que tal acción directa. Ludd era el nombre anónimo de una fuerza colectiva. Esas cualidades de Steven Jobs son cualidades humanas que no son únicas en él.

Nosotros no disponíamos de martillos en el Museo de Aire y Tierra. Tampoco teníamos la intención de destruir la exhibición de Drones. Aquellos hombres y aquellos jóvenes que atacaron los medios tecnológicos de hace doscientos años, sin embargo, lo hicieron en medio de la hambruna, el cercamiento y la guerra. Estas no son las condiciones actuales en los Estados Unidos, pero lo son en Afghanistan, la Frontera del Noroeste de Pakistán, Yemen y Somalia, donde, como expresó de forma muy viva Libby Hunter, el metal afilado atraviesa la piel causando muerte y mutilaciones. La tecnología de hace doscientos años estaba destinada a destruir comunidades y sus bienes para asegurar la hegemonía del Sur esclavista y de la factorías textiles de Inglaterra.

La era de Ned Ludd también poseía las cualidades supuestamente únicas de Jobs, 1) amplia visión de futuro (pensemos en William Blake), 2) buen gusto (Byron, Shelley), 3) persistencia a pesar de las dificultades (el movimiento sindical), todo lo cual dio como resultado 4) productos populistas (el movimiento cooperativo, por ejemplo). Los Luditas estuvieron motivados en gran medida no por el individualismo sino por su deber con las personas (¡negros, mulatos, asiáticos, blancos! ¡una sola resistencia, una sola lucha!).

No, los 6.500 millones de dólares de Steven Jobs no vienen de su visión, su gusto, su persistencia o sus cualidades de empresario, sino de un movimiento obrero global (el proletariado internacional), de chicas adolescentes entornando los ojos en las factorías asiáticas, de violaciones y guerras étnicas en el Congo a causa de los metales preciosos, para producir máquinas cuya producción requiere el consumo de cantidades ingentes de agua que acaban desecando muchos campos de cultivo. El capitalismo adopta diversas formas (industrial, comercial, financiera) y siempre en su base está el movimiento obrero, asalariado o sin salario. Los trabajadores del mundo («¡D.C., Cairo, Wisconsin: luchamos y venceremos!«). Cualquiera que sea la forma que adopte el capital, en su base está el movimiento obrero, y las máquinas, o los medios tecnológicos, ayudan a consumirlo.

El teniente Henry Shrapnel inventó el arma horrenda que lleva su nombre, una bomba anti-persona hueca con una carga de explosivos en su interior, rodeada de restos de metal y balines de plomo, la cual, cuando explosiona, escupe los balines y los trozos de metal afilados 360 grados a su alrededor a una velocidad increíble. Fue empleada por la armada en 1803. Paralelamente, William Congreve se apropió de la tecnología de diseño de misiles de los adversarios del imperio británico en India y la importó a Inglaterra donde fue empleada a partir de 1807.

Es la combinación de las innovaciones tecnológicas de Shrapnel y Congreve lo que los norteamericanos celebran en los eventos deportivos cuando cantamos sobre el resplandor rojo de los misiles y cómo explotan en el aire. Shrapnel y Congreve proporcionaron entonces la imaginación que requería la invención del Drone. A parte del tamaño y del sistema de guía no veo que el Drone sea una innovación tan remarcable. Al Drone Predator se lo conoce como el «destructor de coordenadas» porque el área del mapa que abarca su destrucción es la de un nodo del mallado geográfico, quizás un kilómetro cuadrado, en la que precipita una «lluvia de acero«, como dicen muy vívidamente los soldados.

No puede ser que Ned Ludd destruya las obras de Shrapnel y Congreve. Para evitarlo se ha aprobado nuevos estatutos contra sus seguidores, la policía se ha reorganizado, han patrullado más escuadrones a los luditas que tropas envió Inglaterra contra Napoleón en España.

Si el coro de autocomplacencia que vitorea las cualidades de Steve Jobs y la brujería tecnológica de los Drones no tripulados parece ser el caso típico de historia que se repite, lo está haciendo sin Ned Ludd. Es él quien debería conectar los puntos: los bancos (Wall Street), las guerras (Pentágono) y las máquinas. Esta es una de las grandes promesas de la presente coyuntura.


(*) Peter Linebaugh es profesor de Historia en la Universidad de Toledo. The London Hanged y (con Marcus Rediker) La hidra de la Revolución: la historia oculta del Atlántico revolucionario (trad. castellana: Editorial Crítica, Barcelona, 2005). En Serpientes en el jardín se incluye su ensayo sobre la historia del Día de Mayo. Su último libro es el Manifiesto de la Carta Magna (California Univ. Press, Berkeley, 2009).


[Traducción para www.sinpermiso.info: Vicente Abella Aranda]






Chile, modelo en crisis y ofensiva estudiantil

In Actualidad on 23 octubre, 2011 at 0:01

Ángel Guerra Cabrera

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, vio subir su popularidad e imagen internacional como la espuma a raíz del espectacular rescate de los mineros chilenos y la descomunal cobertura mediática que recibió. Barack Obama elogiaba a la sazón el chilean way; el llamado modelo chileno –que ya crujía visiblemente– pareció tomar un segundo aire y volvió a ser mencionado a todas horas como ejemplo de eficiencia por los loros mediáticos. Pero exactamente un año después Piñera está asediado por los conflictos sociales y su popularidad va en picada, la más baja ya de un presidente chileno. ¿Cómo es posible, si la economía está creciendo a un ritmo del 6 por ciento anual y, según la revista Forbes, Chile es el mejor país para hacer negocios de América Latina y uno de los 25 mejores en el mundo?

Lo que no se menciona por la mafia mediática es que también Chile es uno de los países con más alta desigualdad social y menor tributación de los ricos por lo que ese crecimiento lo absorbe una exigua minoría. Una de las naciones con más alto grado de privatización del sistema educacional, sólo 40 por ciento de los escolares recibe educación en colegios públicos gratuitos mientras que en las universidades los estudiantes deben solicitar créditos para estudiar pues no existe forma de hacerlo gratuitamente. De modo que un universitario al concluir los estudios puede estar endeudado en hasta 30 mil dólares. El crecimiento excluye a los indígenas mapuches a quienes arrebata sus territorios para enriquecer a las trasnacionales, y sus beneficios no llegan a los trabajadores del cobre ni a otros muchos sectores populares hartos de la precariedad laboral y los abusos del gobierno y los empresarios.

La prolongada huelga estudiantil de secundaria y universidades en reclamo de la educación pública, ha sido un gran potenciador de las luchas de todos esos grupos, las entreteje y da mayor visibilidad, a la vez que recibe el firme apoyo de ellas. Como insisten sus líderes Camila Vallejo y Giorgio Jackson, el movimiento estudiantil se caracteriza por su transversalidad, al haber ganado también la adhesión de profesionales, intelectuales, artistas, ecologistas, feministas; en suma, de la mayoría de la población. No menos de 80 por ciento se pronuncia en las encuestas en favor de las demandas de estudiantes y profesores y 87 por ciento votó a favor de ellas en el reciente plebiscito ciudadano organizado por el Colegio de Profesores de Chile, incluyendo apoyar la creación de la figura legal que obligaría al gobierno a consultar a la ciudadanía todos los asuntos importantes.

La lucha de los estudiantes cumple ya cinco meses, con 37 grandes movilizaciones de cientos de miles de participantes, un paro nacional solidario de trabajadores con un amplio acatamiento y un ministro de Educación renunciado pero su sustituto, Piñera y demás miembros del gobierno no dan la más mínima señal de estar dispuestos a acceder a su demanda principal: que el gobierno central vuelva a administrar la educación primaria y secundaria, que se prohíba a las instituciones privadas lucrar con la educación y que se garantice en la Constitución el derecho a una educación pública y de calidad. El presidente llegó a elogiar al movimiento estudiantil en la Organización de Naciones Unidas y sus representantes han negociado con él pero sin mover sus posturas un milímetro y recrudeciendo cada vez más la represión policiaca.

Cuando el inquilino de la Moneda afirmó, refiriéndose al reclamo de educación gratuita que nada es gratis en la vida, Camila Vallejo le retrucó que esa postura tampoco le saldrá gratis a él. Es la reticencia del mandatario a la gratuidad de la educación, la nueva ley criminalizadora del movimiento estudiantil que pretende pasar su ministro del Interior y la suspensión de becas en algunas universidades lo que llevó a los estudiantes a romper las negociaciones con el gobierno. Sus dirigentes han convocado a nuevas movilizaciones, cacerolazos, asambleas barriales y carnavales populares, culminando con un gran acto el 19 de octubre en la Plaza Italia.

Camila ha llamado a los estudiantes a prepararse para una lucha larga con distintas modalidades pues no se puede estar tres años en paro. El movimiento es un abridor de nuevas alamedas que ha llegado para quedarse y sería el orgullo de Salvador Allende y Miguel Enríquez, dos ilustres chilenos que buscaban la revolución, aunque por distintos caminos.


aguerra_123@yahoo.com.mx


[Fuente: La Jornada]






Estar alertas…

In Actualidad on 23 octubre, 2011 at 0:00

Darío Machado Rodríguez


Cuando le regalaron a Barack Obama el premio Nobel de la Paz, a muchos se nos abrió la interrogante de lo que haría en lo adelante para ganárselo, todavía le dábamos en sus inicios el beneficio de la duda. Obama ha perdido en estos años más de una oportunidad para probar merecer el calificativo de defensor de la paz, pero en esta ocasión lo que debería hacer es devolver el premio, o quizá pedir que se instituya un Nobel del Cinismo y cambiarlo por el que le dieron.

Es difícil a estas alturas encontrar muchas diferencias entre Obama y su desvariado predecesor George W. Bush. Tanto parecido solo confirma la existencia de un partido único en los Estados Unidos donde nada hay más parecido a un presidente demócrata que uno republicando y ambos a los pistoleros de las películas del oeste americano.

Lo que acaba de declarar Bush, perdón, Obama, es otra forma de decir lo mismo que declaró el primero cuando amenazó a 60 o más oscuros rincones del mundo con el largo brazo militar yanqui. Ahora ya está probada y aprobada la nueva receta, el modelo para futuras intervenciones, elevado a la categoría de lección para la comunidad internacional. Obama el Pacífico, advierte a todos los pueblos del mundo: ¡Cuidado con lo que hacen¡ ¡Ya tenemos la receta justiciera del siglo 21!

Entre los contenidos de la nueva metodología están aspectos básicos como: matar personas declarando que están evitando que las maten, imponer el autoritarismo a nombre de la democracia, aceptar dinero y negociar con sus futuras víctimas, lograr un mínimo acuerdo del Consejo de Seguridad para luego hacer y deshacer a su antojo, convertir a mercenarios en rebeldes, apropiarse del dinero ajeno para luego repartirlo arbitrariamente, establecer inmediatamente las nuevas bases para saquear de las riquezas del país “beneficiado” con la aplicación de la universal receta; mentir, ocultar información, manipular la opinión pública.

Los Estados Unidos y la OTAN han impuesto a sangre y fuego un gobierno espurio, han vestido de demócratas a los usurpadores y han demostrado con ello, una vez, más su desprecio por la vida humana y por los pueblos del mundo. Esta vez ha tocado a los libios, pero mañana puede ocurrir lo mismo donde quiera que los señores de la guerra y del dinero lo determinen. Hay que recordar a Fucik y estar alertas.

“No podemos y no debemos intervenir cada vez que se produce una injusticia en el mundo -afirmó condescendiente el inspirado Presidente-. Pero también es cierto que en otros momentos el mundo podía y tenía que haber tenido voluntad suficiente para evitar la muerte de inocentes, Pero esta vez fue distinto, esta vez encontramos el valor y la voluntad colectiva de actuar”.

Declarando el reconocimiento al Estado palestino y movilizando a la comunidad internacional para detener la violencia sionista, Obama tendría una excelente oportunidad “para evitar la muerte de inocentes”. Pero el señor Presidente, el Premio Nobel de la Paz ya adelantó que vetará la iniciativa palestina.

Sobre los cadáveres de miles de víctimas inocentes de los bombardeos de la OTAN y de las represalias indiscriminadas de los rebeldes rápidamente cosidos como Frankestein y reconocidos como autoridades legítimas, Obama habló de una transición pacífica en Libia.

Por el camino que va el mundo, habrá que darle un Nobel también a Sarkozy, hay que ver de qué, porque en su caso todo parece indicar que aceptó dinero de Gadafi para su campaña electoral para luego formar filas en la cofradía de autores intelectuales de la masacre del pueblo libio.

Hay que sacar las lecciones de lo que está ocurriendo en el mundo. Una crisis general del capitalismo para la cual no tienen otra iniciativa como no sea repetir las recetas neoliberales precisamente las que han acelerado el desastre, una descarada apropiación por la fuerza de los recursos de quien los tenga, un desprecio por la voluntad soberana de los pueblos, la mentira como instrumento de dominación. Hay que recordar a Fucik y estar alertas.


[Fuente: CubaDebate]