Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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Fascismo dry

In Actualidad on 29 octubre, 2011 at 0:02

Teodoro Santana


Las décadas de los años 20 y 30 del siglo pasado, las de la anterior gran crisis del capitalismo imperialista, fueron también las del auge del movimiento nazi-fascista. En Italia conquistaron el poder en 1922, tras la Marcha sobre Roma encabezada por Mussolini, que había sido uno de los máximos dirigentes del Partido Socialista Italiano. En Alemania lo hicieron en 1933, implantando el III Reich. En el Estado español, de la mano del golpe militar de 1936, la Falange y sus organizaciones de masas se impusieron durante 40 años.

Con la agudización de la crisis económica del capitalismo de Estado y el peligro de revoluciones socialistas, los capitalistas de la época, muñidores de todos estos movimientos, buscaban apartar a la clase obrera y a las grandes masas del “bolchevismo”. De forma que los nazis-fascistas no se presentaban ante la gente como extrema derecha, ni siquiera como derecha, afirmando no ser “ni de derechas ni de izquierdas”.

Todos ellos hacían gala de defender a los trabajadores. El partido nazi se llamaba, ni más ni menos, “Partido Nacional Socialista Obrero Alemán”. En España, la falange propugnaba la “revolución nacional sindicalista”. Su discurso atacaba al capitalismo y a los bancos, presentándose como una «tercera vía» o «tercera posición», opuesta radicalmente tanto a la democracia burguesa cada vez más cuestionada, como a las organizaciones obreras, partidos y sindicatos de clase, que consideraban no representativos. Frente a ellas levanta las organizaciones del corporativismo italiano y alemán o el sindicato vertical español.

Por supuesto, los nazi-fascistas jamás hicieron otra cosa que “mejorar” el capitalismo, sin cuestionar jamás la propiedad privada. Y, mucho menos, la de la plutocracia a la que criticaban de boquilla pero alimentaban de hecho.

Noventa años más tarde, una nueva crisis económica vuelve a hacer temblar los cimientos del capitalismo imperialista. Y la oligarquía necesita otra vez desviar a los asalariados de ideas y propuestas que pudieran cobrar fuerza poniendo en peligro su dominio de clase. Esta vez, sin embargo, no esperemos ver camisas pardas, negras o azules. Los pequeños grupúsculos neonazis, despreciados por los ciudadanos como bandas de psicópatas, no son de gran utilidad.

En cambio, volvemos a ver a quienes, aprovechando el descontento popular, procuran apartar a la mayoría de cualquier influencia “bolchevique”. Diciendo estar contra el capitalismo, hacen suyas algunas reivindicaciones que, eso sí, no pongan en peligro el sistema. Se trata de “reformarlo”, de mejorarlo “pacíficamente”.

Qué mejor válvula de escape del propio sistema que unas protestas que no van más allá y acaban en sí mismas. Un mero descargue que alivie la presión sin plantear un modelo alternativo de sociedad (lo que requiere ideología y organización). Por eso, para lo que ya no son tan “pacíficos” es para prohibir tajantemente las banderas y los símbolos de los sindicatos y los partidos obreros, llegando a la agresión física a quienes se atreven a expresar visualmente su militancia política.

Se trata de sustituir las movilizaciones de la izquierda anticapitalista, de los sindicatos y de los comunistas, frente a los que se lanzan las consignas de “ni partidos ni sindicatos”, “no nos representan”, etc. Lo intentaron en Grecia, pero llegaron demasiado tarde para desactivar las movilizaciones del Frente Militante de Todos los Trabajadores (PAME) y de los comunistas. El paso siguiente ya lo conocemos: atacar a los obreros y asesinar comunistas, como ha ocurrido recientemente en Atenas.

Se trata, en definitiva, de barrer las posiciones superadoras del capitalismo y reemplazarlas con una disidencia controlada, con “asambleas” (por llamarlas de algún modo) manipuladas, y con una potente máquina de propaganda, contando con el respaldo abrumador de la prensa burguesa y las multinacionales de las redes sociales en Internet.

Basta preguntarse quién está detrás, quién financia, quién sostiene. No, desde luego, quienes vivimos de un sueldo.

La trama es burda. Sólo la debilidad ideológica y política de la izquierda anticapitalista explica el acomplejamiento ante esta nueva forma de fascismo del siglo XXI, de anarco-fascismo o cómo queramos denominarlo. El error bienintencionado de intentar conciliar con el monstruo, de rentabilizarlo electoralmente o de pactar con él, sólo lleva al desastre.






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Este próximo martes, a las 9:30 de la mañana desde la Plaza de Jinámar Casco, tradicional Subida a la Sima de Jinámar

In Actualidad, Comunicado, Convocatoria on 29 octubre, 2011 at 0:01

Partido Comunista de Canarias (PCC)

No renunciéis al día que os entregan los muertos que lucharon.
Cada espiga nace de un grano entregado a la tierra.
PABLO NERUDA

Como todos los años, el Partido Comunista de Canarias organiza la Subida a la Sima de Jinámar, para hacer un homenaje a los militantes, dirigentes y cargos públicos del Partido Comunista de Canarias (PCE) que murieron en 1936  defendiendo  sus ideales de una sociedad más justa e igualitaria y la democracia representada por el Gobierno de  la República elegido en las urnas.

Siempre hemos hecho extensivo este Homenaje a todos y todas, particularmente a los hombres y mujeres de otras organizaciones políticas u otras corrientes de pensamiento que lucharon y sufrieron con nuestros militantes las detenciones, los consejos de guerra por “rebelión” (“la justicia al revés” que decía Serrano Suñer), los asesinatos y las desapariciones.

Por lo tanto, este Acto de la Sima de Jinámar ha sido organizado siempre  por el Partido Comunista de Canarias, pero abierto a todos aquellos que han querido participar y de hecho,  han participado a lo largo de todo estos años. De la misma forma, el Partido Comunista de Canarias ha asistido a los Actos que, en otras fechas y lugares históricos,  organizan otros colectivos que, en los últimos años, han trabajado también en la recuperación de la Memoria de los hombres y mujeres que lucharon, desaparecieron o murieron.

Es importante, desde nuestro punto de vista, conocer este episodio tan duro de nuestra Historia que se inició con un golpe de militares que formaban parte del movimiento fascista que se generó en Europa en los años 30, lo que dio lugar a la II Guerra Mundial, y en España, a una guerra que duró de 1936 a 1939, así como una dictadura de la extrema derecha durante cerca de cuarenta años. Es fundamental homenajear a los que lucharon y agradecerles, con todo nuestro respeto a su trayectoria política y sus ideales, esa lucha en defensa de la libertad, la democracia y la igualdad de las que otras generaciones hemos podido disfrutar en mayor medida, gracias a su sacrificio que marcó la Historia de España y Europa.


María Puig Barrios
Secretaria General






Una tasa única sobre la riqueza: qué aportaría

In Actualidad, Economía on 29 octubre, 2011 at 0:00

Sam Pizzigati


Los estudiantes de familias con pocos recursos pagan un importante precio por poder dotarse de su capacidad de contribuir a la sociedad, y abonan un interés si no pueden permitírselo. Un impuesto sobre la riqueza podría aplicar ese mismo principio a los ricos de EEUU.

Polly Toynbee, un columnista del diario británico Guardian, juega un papel algo parecido al de Paul Krugman, el premio nobel de economía que colabora también regularmente con el New York Times. Ambos elaboran cotidianamente ataques bien argumentados –e incluso inspiradores– contra la concentración de renta y riqueza que ha dejado a los EEUU y al Reino Unido como los dos países con mayores desigualdades en el mundo desarrollado.

Ambos son también eminentemente pragmáticos. Proponen siempre aquello que es políticamente posible. Pero vivimos tiempos agitados, y posiblemente por eso la semana pasada nos encontramos a Toynbee apoyando una propuesta de imposición a los ricos que a simple vista parece carecer de sentido de lo políticamente viable.

¿Por qué no exigir, se pregunta Toynbee, una tasa única del 20% sobre la riqueza total que tiene el diez por ciento más rico del país, «graduada» de modo que nos aseguremos que el 1 por ciento más rico paga bastante más que los hogares que estén en la parte baja de ese 10 por ciento?

Esta tasa única «sobre ganancias inesperadas«, sugiere Toynbee, podría ayudar a «salvar servicios, salvar empleos, acabar con el déficit nacional, relanzar el crecimiento, y poner a la economía en la senda de la recuperación«.

«La peor de todas las crisis«, añade, «necesita mejores soluciones que cualquiera de las que se están ofreciendo para la lúgubre década que empieza«.

Los EEUU, claro, se enfrentan a los mismos lúgubres pronósticos. Y ello hace de la propuesta de Toynbee una cuestión que vale la pena considerar. ¿Podría una tasa única del 20% sobre la riqueza acumulada por los ricos realmente marcar la diferencia?

El origen de la propuesta de Polly Toynbee, el profesor de la Glasgow University Greg Philo, ciertamente cree que sí. Philo hizo pública su propuesta el año pasado e incluso se encargó una encuesta a nivel nacional para conocer la reacción de la gente. Según dicha encuesta, un 74% de la población del Reino Unido la aprobaba.

El 10 por ciento más ricode las personas que viven en Inglaterra acumula actualmente unos 4 billones de libras –unos 6,3 billones de dólares– del total de 9 billones en riqueza personal que hay en el país. Una tasa del 20% sobre esos 4 billones recaudaría unos 800.000 millones de libras, según Philo suficiente para «repagar la deuda nacional» y «evitar la necesidad de duros y profundos recortes» en los servicios públicos.

La propuesta de Philo se encuentra con una objeción inmediata. Muy pocas familias ricas tienen suficiente liquidez para disponer del 20% de su riqueza en efectivo. Tienen mucha de su riqueza en forma de propiedades de distinto tipo que deberían ser vendidas, posiblemente con una gran pérdida de su valor si todos tuviesen que empezar a venderlas a la vez.

Pero no hay problema. Esta tasa sobre la riqueza, según el plan de Philo, no debería abonarse toda de golpe. Pero si una familia rica quiere aplazar el pago, deberá pagar intereses sobre el remanente de impuesto por pagar que le quede.

«Funcionaría como una especie de préstamo para estudios» dice Philo «pero aplicado a los ricos«.

Una tasa del 20% sobre la riqueza del diez por ciento más rico de Inglaterra, señala Polly Toynbee en el Guardian, básicamente se encargaría de «devolver hacia abajo el dinero que se han llevado los de arriba durante la última década«.

«Los miles de millones que se han llevado los de arriba«, añade desde la Glasgow University el profesor Philo, han sido en su mayor parte «usados para adquirir propiedades sobrevaloradas«. Una tasa sobre la riqueza podría volver a poner en circulación este «dinero estancado«, en forma de gasto público que estimulase el crecimiento.

Una tasa única del 20% sobe la riqueza, concluye Philo, «ofrece una alternativa real» que «permitiría eliminar el déficit de las cuentas del gobierno, utilizando dinero que está en su mayor parte retenido en el mercado inmobiliario, y de gente que no lo necesita«.

¿Podría una tasa sobre la riqueza como esa tener un impacto similar en los EEUU? Las cifras sobre distribución de la riqueza hacen de esa pregunta una obviedad: de hecho nuestros ricos poseen una parte de la riqueza total bastante mayor que en Inglaterra.

En el Reino Unido, el 10 por ciento más rico posee el 44% del total de la riqueza personal que hay en el país. En los EEUU, los estudios y trabajos del Economic Policy Institute publicados a principios de este año indican que solamente el 5 por ciento más rico poseía en 2009 el 63,5% de la riqueza nacional. Solamente el 1% más rico posee el 35,6%.

En abril de 2001, según informaban la semana pasada el economista de la New York University Nouriel Roubini y dos de sus colegas, la riqueza total de los hogares de los EEUU ascendía a 56,8 billones de dólares. Si asumimos que la distribución de la riqueza no haya variado mucho desde 2009, el última año para el que disponemos de datos sobre la distribución de la riqueza, entonces hoy en día el 10 por ciento de los más ricos poseerían un 75,1% de la riqueza de la nación, es decir 42,7 billones de dólares.

Una tasa del 20% sobre esa acumulación de riqueza conseguiría recaudar 8,5 billones de dólares, una cifra que representa casi el 85% de toda la deuda pública que tiene actualmente el país.

¿Y el 1% más rico de los americanos? ¿Cómo quedarían si les aplicásemos esa tasa única del 20% sobre su riqueza? Pues de media la riqueza que les quedaría seguiría siendo mayor, ajustando por la inflación, que la que tenía el 1% más rico de 1983. De hecho, podrían pagar hasta un 25% y seguirían teniendo más riqueza que la que tenían en 1983.

Esta década que empieza no tiene porqué ser tan lúgubre. Lo que tiene que ser es más igualitaria.


(*) Sam Pizzigati es editor de Too Much, el semanario en línea sobre excesos y desigualdad, publicado por el Institute for Policy Studies.


[Traducción para www.sinpermiso.info: Xavier Fontcuberta i Estrada]