Marco Vinicio Dávila Juárez
Miembro del Buró Político del Partido Comunista de México
Hace poco más de un año se hizo publico nuestro documento “Un nuevo paso, completar la tarea fijada hace 16 años”, con el cual zanjábamos de manera definitiva una lucha ideológica, política y orgánica que se intentó resolver en el seno de el, en aquel entonces, Partido de los Comunistas. En dicho documento declarábamos fracasado un proceso unitario al que le sobró voluntad pero le faltó decisión, ya que a la construcción de un partido comunista de nuevo tipo no le corresponde una ecuación matemática simple, es decir, una suma de cuadros, miembros y simpatizantes de las organizaciones unitarias.
Por otra parte, haber señalado que el único punto de nuestro programa era la toma del poder no fue en modo alguno un mero discurso propagandístico, pero evidentemente tampoco podía quedarse en una mera frase incendiaria. Darle contenido y forma a la estrategia y a la táctica del programa era una tarea pendiente para la discusión colectiva en el seno de esa nueva organización, pero esa tarea reclamaba la necesidad de abrir un debate ideológico serio, profundo y de altura, para estar en condiciones de poder construir el partido que la clase obrera de nuestro país necesita como destacamento de vanguardia para la lucha por la revolución socialista. Dicho debate nunca se dio y eso impidió avanzar y ahondar en el conocimiento de la época que nos tocó vivir en México y el mundo, en el estudio de la crisis capitalista, en el lugar que ocupa nuestro país en la pirámide imperialista, en la caracterización del Estado mexicano, en el papel de los monopolios, entre otros temas de importancia estratégica.
Agotada esa posibilidad y ante el apremio de la realidad nacional e internacional cuya profundización de la crisis capitalista se manifiesta en crisis económica, política, social, alimentaria, ecológica, etc., colocando al borde del precipicio no sólo a la clase trabajadora, sino a la sociedad en su conjunto, lo urgente para nosotros era continuar la tarea propuesta aquel 20 de noviembre de 1994, es decir, la construcción del Partido Comunista.
La decisión fue correcta. Hoy el Partido Comunista de México existe y se reivindica como la continuación histórica de aquél que en 1919 dio origen la Sección Mexicana de la Internacional Comunista. Sus principios, programa y estatutos son el reflejo de lo que somos pero también de lo que aspiramos a ser.
Sin embargo este tiempo no pasó en vano, jóvenes trabajadores y estudiantes, hombres y mujeres se fueron integrando a las organizaciones locales donde el estudio de la teoría marxista-leninista se combinaba con el trabajo revolucionario en las tareas cotidianas, en las más pequeñas, en las más sencillas, formando una mística revolucionaria de entrega y satisfacción, pero también elevando el nivel de formación política e ideológica de todos los cuadros y militantes, preparando las condiciones para una elaboración teórica colectiva cuyo resultado más sobresaliente, entre otros, fueron las Tesis del partido y que ningún partido marxista-leninista en México había tenido antes; estas tesis permiten la discusión y caracterización lo más certeramente posible de todos aquellos temas que estuvieron estancados durante más de un lustro por falta de decisión para el debate.
Fruto del trabajo colectivo, discusión colectiva y responsabilidad colectiva, las Tesis del Partido Comunista de México son ahora una herramienta valiosa para la actividad revolucionaria de los cuadros y militantes, pues no se puede transformar aquello que no se conoce y las tesis ubican la contradicción principal de la sociedad capitalista actual: la del capital-trabajo; caracterizan la fase actual del capitalismo, es decir la del imperialismo, estableciendo por tanto el objetivo histórico para hoy, la revolución socialista, sin estadios intermedios; nos permiten trazar una estrategia correcta y reconocer acertadamente quién es el enemigo fundamental: los monopolios; nos ayudan a construir no sólo al partido, sino a sus referentes de masas con una orientación clasista y radical, quien las lea y las comprenda dejará de lado esa acusación mediocre de que en nuestro partido somos sectarios, pues ellas orientan el desarrollo de una política de alianzas adecuada con los objetivos para el momento actual. Nos dictan las tareas para la lucha cotidiana, que conllevan también la lucha sin cuartel contra el oportunismo y el desenmascaramiento de la socialdemocracia y su accionar encubierto con un manto revolucionario. También nos permiten asimilar los aportes teóricos derivados del estudio de la construcción socialista del siglo pasado en la ex Unión Soviética, que el Partido Comunista de Grecia ha realizado de manera sistemática, comprensión necesaria para quienes aspiramos construir un mundo socialista.
Es verdad que todavía le falta mucho camino para conquistar un lugar de vanguardia entre la clase obrera, pero hemos empezado a caminar con ella, sin mesianismos pero sin confusiones ideológicas, y bien podemos decir con Lenin: “Es una nueva forma de organización y de lucha, que también debe ser aprendida, pero las enseñanzas no se adquieren sin equivocaciones ni derrotas”. Y sin embargo, la unidad ideológica y política en que se funda la unidad orgánica también vaticinan los aciertos y las victorias del partido de la clase obrera de México.