Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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Problemas y soluciones del socialismo en Cuba

In Actualidad, Economía on 28 noviembre, 2011 at 0:01

Jesús Arboleya Cervera


Por extraño que parezca, en el debate respecto a las consecuencias de las actuales reformas económicas en Cuba, partiendo de argumentos absolutamente distintos, llegan al mismo pronóstico los pensadores liberales, para los cuales no existen alternativas al capitalismo, y los marxistas ortodoxos, para quienes el socialismo es un cuerpo rígido, incapaz de adecuarse a las condiciones que le impone la realidad, sin perder su esencia.

Mientras los teóricos liberales consideran que las medidas adoptadas no son suficientemente capitalistas para salvar la economía y, por tanto, auguran la debacle del sistema por su ineficacia; los marxistas ortodoxos las consideran demasiado liberales, lo que conduce al rompimiento de los supuestos “moldes” que deben caracterizar al sistema y, por tanto, hablan de un inevitable “retorno del capitalismo”, aunque éste no sea el objetivo de las mismas.

En verdad, no se trata de un debate nuevo, sino que está relacionado con la manera en que cada uno de los extremos ha concebido el socialismo desde sus orígenes:

A partir del triunfo de la Revolución rusa, en 1917, ambos bandos consideraron el socialismo como un sistema social perfectamente estructurado. Ello motivó la emergencia de diversas teorías respecto al “modelo” que debía regirlo y, en consecuencia, los parámetros para evaluarlo.

Sin embargo, Carlos Marx no lo había concebido de esta manera, sino como un período de tránsito a la sociedad sin clases: el comunismo. Desde esta perspectiva, es cuestionable el concepto de “tránsito hacia el socialismo”, toda vez que se trata de un tránsito en sí mismo, y también la conclusión de que estamos en presencia de un régimen constreñido a un modelo determinado, cuando lo que importa es el “sentido” del proceso, o sea, si avanza o no en el proyecto de construir una sociedad sin clases, partiendo de la realidad concreta que enfrenta.

Al margen de crisis coyunturales o los errores económicos y políticos en su conducción, la Revolución cubana ha tenido que confrontar problemas que son consustanciales a todos los procesos revolucionarios. Mucho más cuando tienen un carácter socialista, ya que, a diferencia del capitalismo, que divide a la sociedad en “triunfadores y perdedores”, exonerando al sistema del fracaso individual, las soluciones que plantea el socialismo tienen un carácter social, responsabilizando al régimen con el bienestar de todos.

Desarticular las bases políticas, económicas e ideológicas del régimen anterior; enfrentar la contrarrevolución resultante de este desplazamiento; garantizar los reclamos populares que le dieron origen y satisfacer las expectativas de los sectores que representa, fueron las metas originales de la Revolución cubana.

La desarticulación del poder económico y político establecido ocurrió de forma drástica, pero necesariamente no tenía que haber sido de esta manera e, incluso, no parece que ese haya sido el proyecto original de los revolucionarios en el poder. Recordemos que el primer gobierno estuvo compuesto mayoritariamente por personas provenientes de la burguesía; “consuma productos cubanos” fue una de las primeras consignas y Fidel Castro, en persona, trabajó intensamente por convencer a los trabajadores de suspender la ola de huelgas ocurridas en el país en esos momentos.

Al parecer, inicialmente se pretendía conciliar el proyecto social revolucionario con el desarrollo de una burguesía nacionalista, la cual no era el sector dominante de esta clase en Cuba y planteaba críticas al sistema de dependencia imperante. Si ello no cuajó, fue por la debilidad histórica de este sector y sus contradicciones con las aspiraciones populares, la subordinación que a la larga demostraron respecto a Estados Unidos y la radicalidad que asumió el proceso, como consecuencia de las agresiones norteamericanas.

También enfrentó con bastante éxito a la contrarrevolución, al menos en el plano interno, y fue capaz de resolver los problemas esenciales de la población, así como satisfacer las aspiraciones del momento, lo que explica el tremendo apoyo popular alcanzado.

Aunque la Revolución cubana siempre mostró una clara vocación independentista, la cual provocó más de un conflicto con la entonces Unión Soviética, resulta evidente que su inserción en el campo socialista respondía a las condiciones impuestas por la guerra fría y constituyó la base económica del desarrollo posible en esta etapa, imponiendo la lógica del proyecto socialista cubano de entonces. La desaparición de esta bipolaridad no solo implicó la peor crisis económica de la historia del país, sino la necesidad de un replanteo del diseño del proyecto mismo.

Del llamado “período especial” no podía surgir la articulación del nuevo proyecto, sino que fue la suma de medidas de supervivencia, cuyo éxito hay que medirlo por haber satisfecho este objetivo, de por sí un logro extraordinario, al margen de algunas consecuencias indeseadas que hoy es necesario resolver. No es entonces hasta el recién finalizado VI Congreso del PCC, en que se plantea el propósito de elaborar un “nuevo modelo económico socialista”, que garantice la inserción de Cuba en el vigente escenario internacional y proyecte sus directivas estratégicas.

Un problema básico a resolver, es recuperar la capacidad de la economía para satisfacer las expectativas generadas por el desarrollo humano resultante de la práctica social revolucionaria, toda vez la Revolución ha creado un potencial humano que sus condiciones económicas impiden absorber a plenitud, así como articular un nuevo consenso respecto a la forma de lograrlo. Ya no se trata de superar la situación de las personas respecto al pasado capitalista, sino de superarse a sí mismo, y en ello consiste el principal reto.

Los obstáculos a superar son formidables. Algunos son exógenos, los cuales la Revolución no puede transformar por sí misma y necesariamente tiene que adaptarse a ellos; como tener que funcionar en un orden mundial determinado por el mercado capitalista globalizado, a lo que se suma las limitaciones que le impone el bloqueo de Estados Unidos, algo que comúnmente pasan por alto o subestiman muchos que analizan la realidad cubana. También problemas endógenos, no solo económicos, como la imposibilidad de la igualdad plena, sino políticos e ideológicos, consustanciales a las constantes transformaciones que requiere el propio proceso socialista.

Considero que una crítica legítima a las medidas aprobadas por el VI Congreso es aquella que parte del análisis de su eficacia para satisfacer los objetivos que se propone y, en tal sentido, pueden ser enmendadas, pero resulta improcedente evaluarlas a partir de falsos dogmas respecto a la naturaleza del socialismo o desde una perspectiva que pretenda compararlas con modelos capitalistas que no constituyen el propósito de las mismas.

De lo que se trata, por tanto, es de analizar cómo la adecuación del sistema económico es capaz de crear las condiciones materiales que hagan viable el proyecto socialista, ya que el pauperismo no satisface las expectativas de nadie. Pero, más importante aún, es que estas medidas respondan a una voluntad colectiva y la mayoría se sienta identificada con el proyecto, considerándose y siendo actores del mismo.

Su efectividad, por tanto, no solo se decide en la calidad de su diseño, sino en que la política que las promueva contribuya al desarrollo de la cultura que requiere el socialismo. Solo de esta manera podrá avanzarse en la solución de lo que considero un problema histórico del proceso: no haber sido capaz de conciliar la propiedad social, con la conciencia social que requiere este tipo de propiedad.

Sentirse “dueño” en el socialismo, no puede ser lo mismo que sentirse un nuevo capitalista y actuar como tal. En ello consiste lo indispensable que resulta el constante perfeccionamiento de la democracia socialista, la cual no puede parecerse a ninguna otra, porque desde Atenas hasta Estados Unidos, la democracia de algunos solo ha sido posible a costa de la explotación de otros.


[Fuente: Progreso Semanal]






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El mercado de divisas se prepara para la voladura del euro y la vuelta a las antiguas monedas

In Actualidad, Economía on 28 noviembre, 2011 at 0:00

El sistema de liquidación de operaciones de divisas CLS Bank International, columna vertebral de este mercado, ha comenzado a realizar test de estrés para prepararse ante una eventual ruptura del euro, según publica The Wall Street Journal citando a la agencia Dow Jones. Estos tests suponen la primera señal sólida y clara de que la industria internacional del trading se está preparando para lo peor como consecuencia del recrudecimiento de la crisis de deuda de la Eurozona.

CLS Bank quiere asegurarse de que todos sus sistemas están preparados para afrontar eventos estilo Lehman y que pueden gestionar la salida de un país de la Eurozona, según las fuentes de la agencia. Las fuentes citadas por la agencia aseguran que volver a introducir monedas europeas en el sistema y que funcionen en él podría costar al menos un año.

Los principales dueños de este sistema, creado en 2002, son 63 bancos internacionales que lo utilizan para llevar a cabo transacciones en un total de 17 divisas distintas. En total, alrededor del 70% de los intercambios mundiales de monedas se realizan a través de este sistema.

CLS está supervisado por una coalición de los 23 principales bancos centrales del mundo, encabezados por la Reserva Federal de Nueva York. De hecho, los reguladores animan a usar el CLS para fijar las operaciones para reducir los riesgos del sistema, pero la participación en él es voluntaria.

El hecho de que CLS se esté preparando para un shock potencialmente extremo en el mercado de divisas marca un cambio en el sentimiento hacia el euro en las últimas semanas, con muchos bancos de inversión advirtiendo a sus clientes sobre una posible salida de algún país del euro.

Algunos de los bancos que utilizan CLS están realizando sus propios planes en el caso de que esto ocurra. «Siempre nos preparamos ante posibles contingencias«, explicó a Dow Jones un ejecutivo anónimo de uno de los mayores bancos que participa en el sistema.

«Lo que hemos hecho es simplemente cerciorarnos de que estamos preparados para añadir nuevas divisas. De vez en cuando nos preparamos para operar nuevas monedas de países emergentes, por lo que nuestros sistemas son razonablemente flexibles«, añadió el ejecutivo.

Fuentes de otro banco que también forma parte de CLS, que también habló desde el anonimato, sugirió que los bancos deberían ser capaces de operar en nuevas monedas rápidamente. «Alrededor del 90% de los bancos probablemente tengan monedas heredadas en sus sistemas. Al final se trata sólo de un código«, explicó.



[Fuente: El Economista]