Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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Merkel impone el déficit cero a toda la Unión Europea

In Actualidad, Economía on 9 diciembre, 2011 at 18:17

La Unión Europea ha aprobado este viernes la llamada ‘regla de oro’ o ‘pacto fiscal’ por el que se obliga a los Estados miembros a incluir el principio de «equilibrio presupuestario» en sus Constituciones. El pacto supone sacar adelante las tesis de la canciller alemana Ángela Merkel, que había presionado a todos los países para que el déficit cero fuera de obligado cumplimiento bajo amenaza de sanciones, siendo un supervisor europeo el que controle el gasto de los 26, ya que Reino Unido queda fuera del acuerdo.

La regla de oro supone reformar la arquitectura institucional de la UE, subordinando la soberanía de los Estados al supervsor impuesto por Alemania. De esta manera a partir de ahora, las sanciones a los países incumplidores del nuevo protocolo de déficit excesivo serán automáticas y no estarán sometido al debate político.

El otro gran acuerdo adoptado en el Consejo Europeo supone adelantar a julio de 2012 la operatividad del mecanismo permanente de rescate de la UE, que se pondrá en marcha cuando haya crisis de deuda soberana.

Este ‘cortafuegos’ no exigirá la regla de la unanimidad, sino que será suficiente que lo apoye el 85% de los países miembros. Esto significa que el Estado español y otros con igual o menor representación no tendrán posibilidad de bloquear sus decisiones. Sin embargo, tanto el PSOE (Zapatero) como el PP (Rajoy) apoyan la medida.

Además, el Consejo no logró un acuerdo entorno a la emisión común de deuda, los llamados «eurobonos», ante la oposición de Alemania.

Texto del acuerdo






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Lentes color de rosa

In Actualidad on 9 diciembre, 2011 at 0:01

Max J. Castro


En una columna de noviembre 25, 2011, en el Washington Post (“Ending Global Aid in a Generation”), el ex-primer ministro británico Tony Blair avizora un mundo en el cual las naciones pobres de hoy repitan la hazaña de Corea del Sur que pasó, en menos de cincuenta años, de ser una sociedad rural subdesarrollada a una factoría económica de nivel mundial.

Perdónenme si tomo la soleada perspectiva y predicciones desarrollistas de Blair con algo más que el acostumbrado grano de sal. Este es, después de todo, el mismo tipo que creyó que la aventura iraquí de George W. Bush sería un éxito, que Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva capaces de alcanzar Londres en 45 minutos, y que le concediera al presidente norteamericano la ayuda moral indispensable para venderle al pueblo norteamericano la guerra como una empresa legítima y razonable.

Blair también creyó que, en pago a su lealtad al gobierno estadounidense, Bush haría algo efectivo respecto al calentamiento global y la justicia para los palestinos. Mal apostador, incurable optimista, o apólogo de los poderosos, Blair no ha cambiado ni un poquito desde que terminara su mandato.

Pasando la mano sobre algunos hechos inconvenientes, tales como el abyecto fracaso de los países ricos en cumplir con sus propios niveles de ayuda internacional, fijados hace ya cuarenta años, el ex –líder británico ve signos esperanzadores de que las capitales de países como Ruanda o Sierra Leona lleguen a parecerse a la ciudad surcoreana de Busan. La susodicha, otrora un pueblucho, es ahora el quinto puerto comercial en el planeta. Es también el lugar donde representantes de países donantes se encontraron recientemente para diseñar una más efectiva estrategia para el futuro.

Mientras, en el mundo real, las noticias acerca de la ayuda extranjera son apenas estimulantes. Cerca de casa, dos años después del terremoto que asolara Haití, el esfuerzo internacional, anunciado a bombo y platillo, para ayudar a reconstruir la devastada capital y otras partes de la isla, es un verdadero desastre.

Menos de la mitad del paquete de ayuda de $4.6 mil millones prometido por las naciones ricas ha sido entregada, según un artículo (Noviembre 25) del reportero de AP Trenton Daniel. El artículo cita a funcionarios haitianos que declaran que 120 de los proyectos propuestos están por el momento detenidos.

El ambicioso plan previsto por la IHRC, Comisión Interina para la Recuperación de Haití, un panel internacional codirigido por Bill Clinton, está en ruinas. Entre extendidas críticas a los pobres logros del panel, que se reuniera solo cada dos meses en lujosos hoteles muy distantes de las crudas realidades cotidianas de los haitianos, el parlamento nacional rehusó extender el mandato de la IHRC, cuestionando todo el esquema de reconstrucción.

Indudablemente, en este caso una buena parte de la culpa recae en el disfuncional y corrupto sistema político local, incluyendo escaramuzas constantes entre parlamento y presidente así como el requerimiento de que cada uno de los proyectos financiados por la IHRC fuera aprobado por vía parlamentaria. Pero la corrupción –endémica en el sector público de los países menos desarrollados, como lo demostrara claramente la crisis del 2008 – ofrece también una excusa conveniente para los países ricos , ansiosos por renegar de sus promesas de asistencia internacional.

Así que, como resultado de la inconsistencia de muchos de los países donantes y de la siempre problemática vida política haitiana, el gran plan diseñado por Clinton et al que prometía iniciar un renacimiento capaz de convertir el inviable status de la isla en una vibrante economía emergente parece una posibilidad vaga y lejana.

La realidad en el terreno es hoy que, mientras que muchos de los campamentos de emergencia tras el sismo han sido desmantelados, esto se ha efectuado con frecuencia por la fuerza y muchos de los que perdieron sus hogares carecen aún de un techo seguro. Señal de ello: reporta AP que “los villorrios en las laderas montañosas que circundan Puerto Príncipe parecen florecer con estructuras techadas con lona azul y anaranjada”.

El fracaso de los países ricos en cumplir sus compromisos con la reconstrucción de Haití no es ninguna anomalía. En 1970, estos países acordaron dedicar el 0.7 por ciento de su PBN –más tarde convertido en IBN- a asistencia de desarrollo. Desde entonces, sólo han proporcionado una cifra entre el 0.2 y el 04, aproximadamente la mitad de lo prometido.

Sólo unos pocos países, la mayoría escandinavos, han alcanzado la meta del 0.7 por ciento. Y mientras que los Estados Unidos son el mayor donante en términos de total de dólares, se encuentran entre los últimos en la relación donación-IBN. Por demás, en mayor medida que la casi totalidad de esos países, la ayuda norteamericana se proporciona según criterios geopolíticos e intereses económicos de industrias norteamericanas tales como la de transporte marítimo y comercio agrícola.

Pero el corte más cruel de todos, que en su optimismo Tony Blair parece haber perdido de vista por completo, fue anunciado el miércoles de la semana pasada: El Fondo Global de Ayuda contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria no concederá ninguna donación durante los próximos dos años.

El fondo, creado en el 2002 para coordinar la asistencia internacional a países afectados de forma aguda por las tres enfermedades letales, paga el tratamiento de uno de cada dos pacientes en países pobres. Un vocero de la organización, que responsabilizó por la falta de dinero a los problemas económicos en Europa y EE.UU., dice que el Fondo no pagará por nuevos pacientes o programas hasta el 2014.

Sería maravilloso que Tony Blair tuviera la razón y que en cincuenta años la ayuda foránea no fuera necesaria. Ahora mismo, sin embargo, el SIDA es literalmente cuestión de vida o muerte para millones de personas que habrán de contraer esta y otras enfermedades en el futuro próximo o que ya viven con ellas sin haber recibido tratamiento aún.

Hace tiempo que está claro que los principales responsables de la crisis financiera y sus dolorosas secuelas no serán juzgados por la debacle, y la clase media y pobre tendrán que pagar el precio más alto. Ahora sabemos que para muchos de los más pobres y vulnerables del mundo, la vida será parte de ese precio.



(majcastro@gmail.com)

[Fuente: Progreso Semanal]






El Plan Cóndor desnuda al Brasil

In Actualidad on 9 diciembre, 2011 at 0:00

Vicky Peláez


El brazo del universo mora y es largo pero se dobla a la justicia” (Martin Luther King)

En la sangrienta época de las dictaduras militares en América Latina fue creada la red internacional terrorista más grande del Siglo XX bajo el nombre de “El Plan Cóndor” cuyo nombre hacía temblar de terror a los exiliados y perseguidos brasileños, argentinos, chilenos, uruguayos, paraguayos y bolivianos.

Este plan, que remeció al mundo cuando fue descubierto, fue un acuerdo firmado en 1975 para la represión política entre los gobiernos de Chile, Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia y Perú. Consistía en el intercambio de información sobre los disidentes de cada uno de estos países para posteriormente secuestrarlos, intercambiarlos, desaparecerlos, llevarlos a su país de origen o asesinarlos in situ. Ya en Argentina y Chile los autores de estos delitos están siendo juzgados y en estos días el largo brazo de la justicia está llegando al Brasil.

Los autores del golpe de Estado en el Brasil en 1964, Mariscal Humberto Castello Branco y los generales Arthur da Costa Silva, Emilio Garastazú Médici Ernesto Geisel y Joao Baptista Figueiredo, que gobernaron el país a base del terror hasta 1985, jamás se imaginaron que la rueda de la historia les jugaría una broma y que sus perseguidos llegarían alguna vez a ser presidentes del país.

Pero así sucedió. En 1995 el Dr. Enrique Cardoso, expulsado por la junta militar del país llegó a ser elegido presidente. Lo reemplazó en 2003, un ex detenido y encarcelado dirigente del Partido de los Trabajadores, Luis Inácio Lula da Silva y finalmente este año una ex guerrillera arrestada, encarcelada y torturada durante la dictadura, Dilma Vana Rousseff fue elegida la presidenta del Brasil.

Frecuentemente el retorno a la democracia no significa inmediatamente la aplicación de la justicia a los crímenes cometidos en el pasado. Los militares brasileños antes de dejar el poder promulgaron la Ley de Amnistía que los exoneraba de toda la responsabilidad por la represión entre 1964 y 1985 y en especial por su participación en el “Plan Cóndor”.

En el contexto de la Guerra Fría entre los EEUU y la URSS, Brasil ocupaba un lugar especial. Fue uno de los pocos países que tenía relaciones diplomáticas con la Unión Soviética que consideraba que solamente Cuba y el Brasil de Goulart eran “países progresistas” en América Latina, lo que producía una irritación en Washington. Después del golpe de Estado estas relaciones con la URSS se enfriaron hasta los setenta y muchos comunistas brasileños, incluyendo al Secretario General del Partido Comunista Luiz Carlos Prestes, se exiliaron en Moscú.

Sin embargo, a partir de 1975 justamente cuando empezó a volar el Cóndor represivo sobre América Latina hubo un acercamiento pragmático y estrictamente comercial entre el Brasil que empezó a buscar independencia económica de los EEUU y la URSS que estaba detrás de nuevos mercados y proveedores de trigo durante el bloqueo estadounidense. Así los intereses económicos se sobrepusieron a los ideológicos cerrando los ojos el Comité Central del Partido Comunista de la URSS frente a la persecución de sus camaradas brasileños.

Muy pocos saben que el Brasil fue el precursor de aquel siniestro Plan Cóndor, que todavía no tenía este nombre, y empezó a aplicar y perfeccionarlo ya desde 1964. A pesar de tantos años transcurridos y los cambios políticos, los militares brasileños siempre han sabido ocultar o justificar los crímenes de la dictadura, borrar o esconder las estadísticas y proteger tanto a los represores como a toda la institución de la espada de Damocles de la justicia.

Tal es la influencia de las Fuerzas Armadas que en el Brasil hasta ahora no hay ni un condenado por el abuso de los derechos humanos entre 1964 y 1985. De lo poco que se sabe es que más de 600 personas fueron asesinadas, unas 150 desaparecidas, más 50.000, detenidas, unas 2000, torturadas y unos 10.000 brasileños fueron al exilio. Las verdaderas cifras de las víctimas deben ser mucho más altas pero los militares no tienen la voluntad de abrir sus archivos si es que no los destruyeron.

Tal es su poder en el Brasil democrático que ni Lula da Silva en su presidencia (2003 – 2011) se atrevió a crear una Comisión de la Verdad como lo hicieron en la mayoría de los países de América Latina. Recién hace dos semanas la presidenta Dilma Rousseff después de mucha indecisión y bajo la presión del Partido de los Trabajadores al que pertenece, se atrevió a firmar la Ley de la Comisión de la Verdad que da plazo de dos años a sus siete miembros de concluir el informe sobre el abuso de los derechos humanos en el Brasil durante los años de dictadura.

También firmó la Ley del Acceso a la Información que establece límite de 50 años para abrir los archivos ultra secretos. Es decir la verdad final se sabría recién en el 2035. Mientras tanto la Ley de Amnistía para los militares promulgada en 1979 sigue vigente y los protege de todos los abusos de derechos humanos cometidos entre 1946 a 1988.

No quieren los militares que la opinión pública sepa cómo en 1964 recibieron instrucciones del presidente norteamericano Lyndon B. Johnson de sacar del poder al presidente Joao Goulart por su cierta simpatía a la URSS.

El agregado militar norteamericano y uno de los hombres más siniestros e inteligentes de la CIA, coronel Vernon Walters elaboró el plan del golpe de Estado y eligió al general Humberto Castello Branco para ser su líder, seduciéndolo con la idea que el Brasil se convertirá en el brazo derecho de los EEUU en América latina. Lo del “brazo derecho” no sucedió, simplemente el país fue transformado en el laboratorio represivo donde se estrenó el Plan Pre Cóndor.

Para entrenar a los cariocas en las técnicas de tortura fue despachado al país al famoso y siniestro agente del FBI contratado por la CIA, Daniel Mitrione, considerado como el máximo especialista en la tortura. Allí creó su laboratorio para los futuros torturadores latinoamericanos y allí inventó su famosa “Silla de Dragón” utilizando para sus experimentos a los mendigos del Bello Horizonte.

Posteriormente vino la ayuda del general francés Paul Aussaresses que perfeccionó su siniestro arte en Argelia.

Ya desde el año 1964 los agentes brasileños paseaban por Argentina como por su casa secuestrando a los opositores de la dictadura. Henri Kissinger y Walter Vernon decidieron usar su experiencia de persecución de disidentes en otros países para crear en 1975 la internacional del terror bajo el nombre de “Plan Cóndor”.

Sin embargo, ya mucho antes de esto los agentes y “diplomáticos” brasileños estaban trabajando en Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile y Bolivia bajo el pretexto de la lucha contra el comunismo que no tenía fronteras, preparando futuros golpes de Estado en América Latina.

Siguen insistiendo las Fuerzas Armadas brasileñas en ocultar la historia, proteger a sus represores y lograr el perdón y el olvido. Solamente surge una pregunta: ¿Y los torturados, podrán a olvidar y perdonarlos, igual como los parientes de los desaparecidos y asesinados?

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[Fuente: RIA Novosti]