Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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Al nuevo gobierno del Capital, ni un minuto de confianza y tregua

In Actualidad, Comunicado on 20 diciembre, 2011 at 0:02

Comité Nacional del
Partido Comunista del Pueblo Canario (PCPC)


La votación del 20 de noviembre deja una representación electoral netamente contraria a la clase obrera y demás sectores populares. Los partidos que con claridad defienden el capitalismo (PP, PSOE, CC/NC, CiU, PNV, UPyD, FAC, PxC, PRC) suman el 87,5% de esa representación (en Canarias, el 93%). En un momento de severa crisis capitalista, que se va profundizando día a día, que la mayoría del pueblo asuma que las políticas de recortes y de soga al cuello de los trabajadores y las trabajadoras son necesarias para solucionar sus problemas habla elocuentemente de la victoria ideológica acumulada en los últimos 30 años por la oligarquía española, amalgamada sobre la no deslegitimación del franquismo acordada en los pactos de transición y la renuncia a la defensa de los intereses de la clase obrera por el –en ese momento- principal partido obligado a hacerlo (el PCE) y por las principales organizaciones sindicales y sociales.

El desarme ideológico, programático, político y organizativo acumulado por la clase obrera y demás sectores populares desde los Pactos de la Moncloa (1977) hasta hoy está en la base de la conducta dual de una parte estimable del pueblo, que, por un lado, desarrolla, cotidianamente, importantes luchas laborales y sociales contra las políticas que atacan sus intereses, y, por otro, da su voto a los partidos que ejecutan esas políticas. Ese desarme mantiene al pueblo en un nivel de pensamiento que lo lleva a creer que dentro del sistema capitalista sus problemas tienen solución, pensamiento que se refuerza por la acción de las organizaciones reformistas de izquierdas, las cuales agotan sus planteamientos en el ilusionismo de pretender solucionar los problemas de fondo sin tocar los fundamentos del capitalismo.

NO HAY ESPERANZA PARA EL PUEBLO CON EL GOBIERNO DE REFRESCO

Los resultados del 20 de noviembre se traducirán en una profundización inmediata de todas las medidas orientadas a aumentar la explotación de la clase obrera, perfeccionar los obstáculos legales para constreñir más su acción de respuesta, reprimir sus luchas y atacar a sus organizaciones, en especial, a las más combativas. Del actual capitalismo, las clases populares no tienen ninguna razón para esperar otra política que la de continuar cargando sobre sus espaldas el coste de la crisis. La mínima esperanza en que el cambio de gestores en el Gobierno de España traerá hechos positivos para las condiciones de vida y trabajo del pueblo será triturada por la política antiobrera del PP.

Por ello, el único camino que le queda al pueblo es el de la lucha, sin dar ni un minuto de confianza y tregua al nuevo gobierno del capital. Esa es la línea política que seguirá el PCPC, con claridad y sin el mínimo gesto que genere falsas expectativas y confusión. Toda acción que legitime al gobierno de refresco del capital, debilita al pueblo. No podemos menos que criticar la aparición de los Secretarios Generales de CCOO y UGT, Fernández Toxo y Cándido Méndez, en la tribuna electoral de la sede del PP. Aun sin decir una palabra, esa sola imagen es tremendamente perjudicial para los intereses del pueblo. Si, además, la completan con declaraciones desmovilizadoras, como hicieron, continúan la trayectoria de desarmar al pueblo para la lucha. Lo que los trabajadores y las trabajadoras necesitan escuchar de sus dirigentes no es que hay margen de acuerdo con el gobierno del PP, sino que hay que prepararse para realizar cuantas huelgas parciales y generales sean necesarias para tumbar al nuevo gobierno del capital.

El análisis que se haga de la actual crisis del capitalismo es determinante para establecer la línea política a seguir.

HACIA LA SOCIEDAD SOCIALISTA-COMUNISTA

El PCPC considera que el capitalismo está sumido en una crisis estructural, general, de grandes dimensiones, no en una crisis coyuntural y parcial. El capitalismo actual es capitalismo financiero. Es decir, se ha dado una absorción y subordinación del sector productivo por el sector financiero, produciendo la fusión completa, bajo dominio financiero, del sector productivo con el sector financiero. Ese dominio financiero indica que el carácter parasitario del imperialismo alcanza su máximo histórico, y el capitalismo, ya convertido en sistema mundial, ha entrado en fase de agotamiento y decadencia. En esa fase, lo único que la humanidad puede esperar de ese sistema es extrema explotación, máxima degradación social, violencia social nunca vista, autoritarismo, eliminación de derechos y guerra permanente. O sea, profunda putrefacción; pero no su desaparición por sí mismo.

En consecuencia con este análisis, el PCPE-PCPC considera que la línea política correcta es la que organiza y dispone a la clase obrera y demás sectores populares para luchar por el derrocamiento del capitalismo y emprender el camino hacia la sociedad comunista. El tránsito anticapitalista es una necesidad urgente para toda la humanidad. Por ello, entendemos que todas las luchas, desde aquellas por necesidades más inmediatas hasta las estratégicas, han de ser una escuela de conciencia y formación anticapitalistas y, consiguientemente, de superación de los planteamientos posibilistas, que siempre acaban reforzando el poder capitalista. En Canarias, la experiencia de ICAN es altamente ilustrativa. Su repetición, en la fórmula que sea, dará el mismo resultado.

Hoy, en la lucha de clases internacional, la correlación de fuerzas es netamente favorable al capitalismo. El desmantelamiento de los sistemas socialistas de la Unión Soviética y países del este europeo, como derrota de largo alcance de la clase obrera, ha permitido al capital la supresión de importantes conquistas populares y tener en el punto de mira las restantes (logradas al calor de las revoluciones triunfantes del siglo XX, de las masivas luchas obreras y populares, así como por la disposición política de la clase capitalista de los países imperialistas a distribuir una parte de sus inmensas ganancias entre amplios sectores de las clases populares, enfriando la influencia de las ideas revolucionarias). Hoy, por tanto, el capitalismo no se siente obligado a hacer las concesiones (conocidas como «Estado del bienestar») que se vio forzado a hacer por la existencia de la Unión Soviética, República Democrática Alemana y otros Estados socialistas del este europeo, cuya política laboral y social ejercía una fuerte atracción entre la clase obrera del mundo capitalista, cuyas luchas se veían, por ello, reforzadas.

ORGANIZAR LA LUCHA DESDE HOY MISMO

La política capitalista de ataque sin tregua a las conquistas de la clase obrera –desde la protección social, salarios, jornada laboral, vacaciones… hasta el Derecho del Trabajo- vuelve a colocar el objetivo de la toma del poder en el horizonte de lucha y organización de la clase obrera. El capital es quien fuerza la disyuntiva: todo o nada, comunismo o barbarie.

La magnitud del objetivo impone la tarea trascendental del momento: construir el partido revolucionario de la clase obrera, instrumento imprescindible para que la lucha popular culmine en victoria, al tiempo que se organiza el Frente Obrero y Popular por el socialismo como estrategia de alianza revolucionaria de la clase obrera y demás sectores del pueblo trabajador.

El apoyo electoral recibido por el PCPE-PCPC (26.400 votos), aún siendo modesto, sí proyecta una tendencia al crecimiento, doblando el número de votos en relación con 2008 (sólo la oportuna reforma electoral para obligar a avalar las candidaturas de los partidos no parlamentarios ha impedido que el PCPE reuniera el mayor número de votos de su historia electoral: unas veinticinco mil personas han visto su libertad de voto conculcada al no poder dar su apoyo a las candidaturas del PCPE). La ampliación de esa base social mediante el desarrollo de la lucha popular anticapitalista es tarea y necesidad del futuro inmediato. La consecución abrirá nuevas perspectivas a la articulación de la unidad popular combativa.

El PCPC llama al pueblo canario a avanzar en la lucha por una Canarias libre y socialista, uniendo todas las luchas y confrontando con la dominación de la burguesía caciquil y el imperialismo.


Canarias, 19 de diciembre de 2011







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¿Cuál es el legado de la guerra de Iraq?

In Actualidad on 20 diciembre, 2011 at 0:01

Zhong Sheng

El 12 de diciembre, durante una visita del primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, a la Casa Blanca, el presidente estadounidense Barack Obama anunció el fin de la guerra, tras la retirada del último contingente militar estadounidense en Iraq.

La guerra de Iraq ha sido uno de los grandes eventos del siglo XXI. El pueblo y la opinión pública de EE.UU. se ha dado cuenta de que el gran déficit presupuestario de EE.UU. no puede no tener relación con una guerra que costó más de 3 billones de dólares, duró casi nueve años ycausó la muerte de cerca de 4.500 soldados, además de 30 mil heridos. Sin embargo el resultado ha sido que la influencia de Irán, uno de los viejos enemigos de Washington, es mayor que la suya. ¿Realmente se ganó la guerra?

Los estadounidenses reflexionan acerca de la guerra de Irak de la misma manera que lo hicieron con la guerra de Vietnam, siempre comparando el resultado con sus propios intereses, sin considerar cómo podría afectar a Irak en el largo plazo. En los ojos de los americanos, el Irak de hoy es “un país autónomo, tolerante y con un gran potencial”. Sin embargo, en más de ocho años, miles de civiles iraquíes han muerto a causa de la guerra, sin contar los millones de desplazados y miles de miembros de la élite que han emigrado al extranjero.

El dolor de la guerra todavía permanece en Faluya, donde las bombas de fósforo blanco y otras armas químicas continúan causando defectos de nacimiento. Un médico de un hospital local dijo: “Sólo el 11 de octubre nacieron 12 bebés con defectos“. Debido a la escasez de fondos para la reconstrucción, los sistemas de purificación de agua y tratamiento de aguas residuales todavía no se han terminado de instalar. Los lugareños están preocupados que organizaciones terroristas o los insurgentes puedan reaparecer. Casi no hay seguridad para nadie. “Desarrollo político” y “prosperidad económica” son sólo palabras vacías.

El más grande legado político que dejó la guerra fue la llamada “democracia”. Los estadounidenses se jactan de que han construido un “modelo para toda la región”. Sin embargo, la gente ve que la situación de seguridad en el país sigue siendo grave. Continúan los enfrentamientos religiosos y la democracia sigue siendo sumamente frágil. Lo más preocupante es que las minorías kurda y sunita están uniendo fuerzas para exigir una mayor independencia. Las causas profundas del terrorismo todavía no han sido eliminadas.

Los EE.UU. anunciaron dos veces el “final” de la guerra en Irak. Desde que se anunció el retiro de las tropas hasta hoy han pasado casi tres años, lo cual demuestra que finalizar una guerra no es fácil. Mientras que se anuncia el “final” de la guerra, Irak continúa siendo muy vulnerable y con poca capacidad operativa para movilizar el país. El riesgo a la seguridad política continuará existiendo por un largo tiempo.

De hecho, no sólo han pagado EE.UU. e Irak por esta guerra, el sistema contemporáneo de relaciones internacionales también ha sufrido un duro golpe. Los dos principales objetivos del inicio de la guerra eran: primero, acabar la amenaza de las armas de destrucción masiva del régimen de Sadam Hussein; y, segundo, derrocar una dictadura que apoyaba al terrorismo. El primer objetivo se demostró que era una mentira, pocos días después de que las tropas entraron en Bagdad. Incluso Colin Powell, entonces Secretario de Estado de EE.UU., dijo con indignación que había sido engañado con “pruebas” falsas.

El segundo objetivo, lejos de lograr el efecto esperado, generó el opuesto: Irak, que en un principio no tenía relación con al-Qaeda, se convirtió en un “paraíso” terrorista. Sin la autorización de la comunidad internacional, EE.UU. atacó a un país soberano. Quizás por esta razón la prensa estadounidense utiliza la palabra “invasión” al referirse a la guerra de Irak. Sin duda, esta guerra sin causa justa sentó un mal ejemplo para la comunidad internacional.


[Fuente: Diario del Pueblo]






Panamá: lo que no dice la mafia mediática

In Actualidad on 20 diciembre, 2011 at 0:00

Ángel Guerra Cabrera

La clarinada la dio nuestra amiga Stella Calloni en el sitio web Cubadebate. ¿A qué viene toda esta alharaca sobre el regreso a Panamá del general Manuel Noriega? Escribo general con plena deliberación pues Noriega ha estado todos estos años en condición de prisionero de guerra de Estados Unidos y, a la vez, los actos llevados a cabo por el Estado agresor sobre el agredido carecen de legitimidad alguna según lo establecen las normas del derecho internacional.

Derecho que Washington ha persistido en atropellar en América Latina, por lo menos desde la proclamación de la Doctrina Monroe (1823), de lo cual la historia de Panamá es un muestrario interminable desde mediados del siglo 19, como de heroicas luchas contra la injerencia yanqui. De modo que de allí debe arrancar todo relato que involucre la actuación del imperio en la nación istmeña. Pero es este dato mayor el que precisamente omiten los papagayos y plumíferos que tanto presumen de equilibrio y objetividad informativa pero practican exactamente lo contrario. El enfoque que se difunde por los pulpos mediáticos sobre lo ocurrido en Panamá antes y desde el 20 de diciembre de 1989 es de una banalidad y una parcialidad inigualables. Nada menos que sobre hechos que condujeron al pisoteo más escandaloso de su integridad territorial, su soberanía y autodeterminación así como a la muerte de miles de sus hijos, que de eso se trata.

No de que fue derrocado Noriega, el sanguinario dictador, que en fin de cuentas no era el principal problema para Estados Unidos. No. Lo primero es lo primero. Ese día Estados Unidos invadió Panamá, acción por sí sola ilegal, inmoral e ilegítima, y por ello condenado en términos muy enérgicos en la Asamblea General de la ONU. De modo que todos los actos derivados de la agresión, incluyendo el apresamiento y juicio a Noriega, son ilegales. La invasión y ocupación se realizó, además, con fuerza aplastantemente superior en medios de guerra de gran poder destructivo y de muy alta tecnología. Arrasó desde el aire todos los objetivos militares y –qué dato más revelador– gran parte de las barriadas populares de la capital de Panamá y otros puntos del país. Utilizó varios tipos de armas ultrasofisticadas, entre ellas algunas que al parecer no han podido ser identificadas. El Pentágono ha reconocido el uso en Panamá por primera vez de medios de combate de alta tecnología cuyo empleo después se generalizó en las intervenciones contra Serbia, Somalia, Irak, Afganistán y Libia, pero los testimonios de muchos sobrevivientes del Chorrillo y otros barrios humildes hablan de la muerte de seres humanos en formas que no pueden ser ocasionados por la metralla convencional y ni siquiera por el napalm. Sobre la invasión y sus antecedentes han escrito historiadores, periodistas e intelectuales reconocidos, entre ellos los panameños Jorge Turner, Olmedo Beluche, Ricaurte Soler, Roberto Méndez, Julio Yao y el irrepetible José de Jesús (Chuchú) Martínez, ayudante del general Omar Torrijos. Véase una valiosa antología en tragaluzpanama.com.

Pero, ¿cuál era el gran problema que preocupaba a Estados Unidos? La conciencia patriótica y antimperialista y el reforzamiento de la organización y el poder populares que habían adquirido las masas panameñas en la etapa final de la lucha por la soberanía de Panamá sobre el canal interoceánico, proceso encabezado brillantemente por el general Omar Torrijos. El imperio no quería que quedara piedra sobre piedra de aquel bastión de dignidad construido por generaciones de panameños y consolidado por Torrijos. Muchos miembros de las Fuerzas de Defensa de Panamá (FDP) y milicianos de los Batallones de la Dignidad (BD) murieron combatiendo a los invasores. Testigos presenciales refieren el asesinato por la soldadesca yanqui de los miembros de las FDP y los BD que ya sin municiones decidían rendirse al enemigo.

El otro gran problema para los yanquis era que los acuerdos Torrijos-Carter devolvían la soberanía de Panamá sobre el canal a partir del año 2000. La invasión de Estados Unidos se adelantaba a la fecha para asesinar a miles de patriotas y destruir a las FDP y los BD, aterrorizar a la población, inmovilizarla, para que, llegado el momento, no fueran capaces de reorganizar sus fuerzas y hacer valer los derechos conquistados sobre la estratégica y codiciada vía acuática frente a los títeres impuestos por la soldadesca yanqui. Fue un gran retroceso histórico.


aguerra_123@yahoo.com.mx


[Fuente: La Jornada]