Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias

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Los griegos, los bancos y los espíritus animales

In Actualidad, Economía on 22 febrero, 2012 at 0:01

Orlando Delgado Selley

De nuevo la población griega está en las primeras planas de los medios del mundo. El plan de austeridad aprobado por su Parlamento ha desatado generalizadas muestras de rechazo que, sin embargo, no han impedido que las exigencias de la troika infernal (FMI, Banco Central Europeo y Consejo de Ministros de Europa) se impongan. Para la troika importa que los políticos griegos firmen su acuerdo con estas medidas y otras adicionales, aceptando que se aplicarán, independientemente de quien resulte ganador en las próximas elecciones.

El gobierno alemán, apoyado por el resto de gobiernos de la eurozona, forzó la renuncia del gobierno de Papandreou, luego impuso a un gobernante salido de la tecnocracia del dinero, y ahora obliga a que la decisión de los electores no pueda modificar la política griega. En la cuna de la democracia occidental mandan los mercados y los gobernantes que los protegen, por encima de los ciudadanos. Para esta alianza política, en la que predominan los intereses de los grandes inversionistas, la prioridad es la salud de los bancos.

A la información sobre el contenido específico de estos planes en la vida cotidiana de un griego (que en el caso de un profesor de secundaria ha significado que su sueldo se redujera en promedio de mil 325 euros mensuales hace dos años a mil 50 antes de este último plan de austeridad, además de aumentos importantes en los impuestos pagados que lo reducen aún más), se agrega el dato de que en el cuarto trimestre de 2011 el PIB cayó 7 por ciento, mostrando un empeoramiento importante ya que en el tercer trimestre el dato negativo fue de 5 por ciento. En términos anuales esto significa que la contracción de -6 por ciento en 2010, habrá aumentado a -6.8 en 2011.

El impacto de esta contracción en el empleo y en los ingresos de la población está siendo brutal. La última medición da cuenta de una tasa de desempleo de 21 por ciento y una caída de los ingresos medios de 35 por ciento, que se agravará con el nuevo plan. Los dirigentes europeos han desdeñado el planteo de Helle Thorning-Schmidt, primera ministro de Dinamarca, que advirtió que «la gente está dispuesta a hacer sacrificios, pero no a ser sacrificada«. Los griegos están siendo sacrificados para que los bancos y sus principales accionistas se mantengan vivos, con el argumento de que su funcionamiento es indispensable para la economía.

Dos años de castigo a la población griega, más otros cuatro o cinco para que se recupere la economía, ha dado tiempo para que los banqueros eviten las pérdidas que pudieran ocasionarles la reducción del valor de sus activos crediticios con Grecia. Compraron seguros contra el riesgo de no pago de estos créditos, han recibido financiamiento barato y de mediano plazo por parte del BCE, de modo que las eventuales pérdidas ya han sido provisionadas. También se han preparado para la eventualidad de que Grecia se vea obligada a abandonar la moneda común, elevando significativamente los intereses de la deuda de países con mayor relación deuda/PIB.

La insensibilidad de los dirigentes europeos parece inexplicable. La tozudez alemana con el control de las finanzas públicas es equivalente a la de los republicanos estadunidenses. No se trata, por supuesto, de ignorancia sobre los impactos sociales de sus exigencias. Se privilegia una explicación económica en la que la racionalidad económica es fundamental. Sin embargo, como ha demostrado contundentemente esta larga crisis, la racionalidad económica no puede explicar el funcionamiento real de los mercados.

Para explicarla se requiere incorporar aquello de lo que hablaba Keynes, los «espíritus animales» de quienes gobiernan, de banqueros y, naturalmente, también de las poblaciones. Ignorarlos está sacrificando no sólo a los griegos, sino a la posibilidad de construir un mundo en el que la humanidad avance en la lucha contra la desigualdad. Un mundo en que el que importe más el 99.99 por ciento de la población y no el 0.01 por ciento.


odselley@gmail.com


[Fuente: La Jornada]






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La fragilidad de las ciudades sin la fuerza de los trabajadores migrantes

In Actualidad, Economía on 22 febrero, 2012 at 0:00

Wang Shichuan

“¡Qué raro! ¿Adónde se fueron todos?”, se pregunta extrañado un empleado en la feria laboral de Zhaogongkou en Pekín, mientras guarda una pila de formularios de empleo aún vacíos. Luego quita un cartel de reclutamiento de obreros y, sin resignarse, mira desde lejos hacia la entrada. No se asoma nadie. Los organizadores están preocupados por la poca concurrencia de obreros en busca de trabajo en las fábricas después de la Fiesta de la Primavera. La falta de mano de obra se hace sentir especialmente en las industrias menores. El subdirector del centro de servicios de empleo de Pekín, Song Ye, señaló que se trata de un problema estructural con falta de empleados en puestos de primera línea como limpieza, servicios y manufacturas.

La feria laboral está tan vacía “como un puesto de venta de helados en invierno”. Tal escena demuestra que es real el hecho de que miles de empleados en industrias menores han “sido forzados a salir de Pekín”. Efectivamente es un fenómeno natural que los trabajadores de este tipo de industrias decidan marcharse de “Pekín, Shanghai y Guangzhou”. Cualquier obrero tiene en cuenta distintos factores económicos para permanecer en un lugar. Primero debe determinar los pros y contras de su estadía antes de tomar cualquier tipo de decisión. A pesar de que muchos empleadores han aumentado los salarios de los trabajadores, “200 ó 300 yuanes más no son tan atractivos si los alquileres aumentan más rápido”, indica un empresario. En las grandes ciudades, los alquileres caros no son el único problema. A estos se le suma un costo de vida más costoso y todo tipo de gastos extra.

El éxodo de obreros de industrias menores desde las grandes ciudades es un fenómeno que merece gran atención. Durante la velada de la Fiesta de la Primavera de Televisión Central de China, una de las representaciones daba cuenta de la situación en la siguiente frase: “Sin ustedes la gente del campo, nosotros los que vivimos en las ciudades no podríamos pasar bien el Año Nuevo. ¿Quién nos traería la leche y los periódicos? ¿Quién se llevaría la basura en el medio de la noche? ¿Quién limpiaría las calles en la madrugada?” De hecho, las ciudades no pueden prescindir de ellos ni por un instante. Si no estuvieran ellos, ¿de dónde sacaríamos guardias y niñeras? Una ciudad no depende sólo del personal calificado. Si no hubiera personas que se encarguen de estas tareas más “simples”, se pondría en peligro el estilo de vida y el orden en las ciudades.

Para retener a los trabajadores de estos sectores en las ciudades se debe ajustar el mercado. Como algunos estudiosos han afirmado, con el desarrollo urbano y el reajuste de la estructura industrial, será importante un ajuste que venga por parte de la economía de mercado. Por ejemplo, actualmente los salarios y las prestaciones sociales de sectores como el de la limpieza y la seguridad, entre otros, son muy bajos y los trabajadores pueden optar por no tomar esos puestos. Si en el mercado no se encuentran personas que ocupen estos puestos de trabajo, las empresas deberán mejorar los salarios y las prestaciones sociales para atraer a esa población. De ese modo se llevará a cabo un equilibrio de oferta y demanda. De hecho, tanto las empresas como los empleados tienen opciones frente a ellos. Si ambas partes están insatisfechas, es natural que no haya un acuerdo.

Además de la regulación del mercado, el gobierno no puede quedarse de brazos cruzados. Por un lado, actualmente las pequeñas y medianas empresas (PYME) tienen grandes problemas para sobrevivir. Si se aumentan demasiado los salarios, las empresas no podrán aguantar la presión. A fin de promover un desarrollo saludable de las PYME, el gobierno debería trabajar duro para reducir los impuestos. Por otro lado, los alquileres extraordinariamente altos en las grandes ciudades es un hecho indiscutible. Los municipios deberían esforzarse por mejorar esta situación, construyendo viviendas de bajo alquiler y ponerlas a disposición de los trabajadores migrantes. Una vez que los costos de vida bajen, los trabajadores estarán más dispuestos a permanecer en las ciudades.

Por supuesto, los trabajadores migrantes no sólo necesitan mejores salarios y alquileres más bajos, también necesitan un trato decente. Según el sociólogo Lu Xueyi, estos trabajadores son aceptados por la economía, pero discriminados por la sociedad, además de ser marginalizados culturalmente y sufrir restricciones institucionales. Aunque dejen su juventud y su sudor trabajando en las ciudades, nunca logran integrarse a ellas. Con un estilo de subsistencia migrante, no es que no deseen integrarse, sino que les resulta imposible.

La “salida forzada de Pekín” por parte de los trabajadores de industrias menores es una señal del mercado que no se debería pasar por alto. Aunque parezca como una consecuencia del mecanismo del mercado, es un fenómeno que refleja los distintos niveles de las problemáticas del desarrollo urbano. Lograr que los trabajadores quieran quedarse en las ciudades, es una prueba compleja que deben enfrentar los municipios.


[Fuente: Diario del Pueblo]